miércoles, mayo 24, 2006

Juan Pablo II protegió al pederasta Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo

La vida exagerada de un fundador
¿Dejarías que tus niños se acerquen a sus colegios? El autor de "La fuerza del amor" no pudo controlarse en la expresión de este "amor desviado", consentido y ocultado demasiadas veces por el Vaticano, que creía así evitar el escándalo. Gustaba de dormir con niños (conducta similar por lo que se juzgó recientemente a a Michael Jackson). Y ahora todavía niega, pese a los testimonios incontestables de las víctimas de sus abusos (algunos de ellos, personas con cargos relevantes), su pecado nefando y declara sentirse complacido asumiendo la persecución que sufre, comparándose con Jesucristo.

Fue el obispo Agustín de Hipona, pecador compulsivo, según presumió en sus confesiones, y más tarde uno de los grandes padres de la Iglesia romana, quien acuñó la idea de que a veces hay que tolerar el mal menor para evitar un mal mayor. Lo dijo así: "Expulsad a las prostitutas, y toda la ciudad se verá sacudida por el libertinaje". El Vaticano practicó esta máxima durante siglos, ayudado por los apagones mediáticos y el miedo. La difusión de los escándalos por pederastia y otros abusos entre la jerarquía de EE UU, con una prensa imposible de acallar, le ha convencido del error, como predicó el cardenal Ratzinger al cónclave del que saldría papa Benedicto XVI. La crisis es gravísima, superarla exige practicar la tolerancia cero, conminó a los abrumados cardenales electores.
Las primeras víctimas de esa política, procedentes de EE UU, viven un plácido retiro en Roma, alejados sin castigo del mundanal ruido. Con esta pública sanción al fundador de los Legionarios de Cristo, el Papa dice basta de una manera más aparatosa: colocando sin miramientos en la picota nada menos que a uno de sus grandes fundadores modernos.

Marcial Maciel Degollado (Cotija de la Paz, México, 1920) no es un eclesiástico común. Es un Fundador, con mayúscula, un hombre destinado al altar por haber convocado en torno al Papa a un inmenso ejército de fieles con espíritu legionario, como antes hicieron Ignacio de Loyola (jesuitas), Francisco de Asís (franciscanos), Josemaría Escrivá (Opus) y tantos otros. En los últimos doscientos años, sólo un papa ha sido elevado a los altares -san Pío X-, frente al rosario de santos fundadores que no cesa.
Los fundadores suelen tener vidas extraordinarias. La de Marcial Maciel resulta casi milagrosa, juzgada por lo ocurrido ayer. Hijo de ricos, sobrino de dos obispos y expulsado tres veces de otros tantos seminarios, fundó antes de hacerse cura, a los 20 años, la congregación de los Legionarios de Cristo junto a otros 13 muchachos, llamados inicialmente Misioneros del Sagrado Corazón y de la Virgen de los Dolores. Fue en enero de 1941. Tres años después se ordenó sacerdote y emprende, como tantos antes, su romería particular. Y Roma le abre las puertas, se supone que con la llave de los dos parientes obispos. Los seguidores de Maciel lo cuentan de otra manera, como un primer prodigio. En una multitudinaria ceremonia de Pío XII, el joven que dice sentirse enviado de Dios a México se acerca al Papa. "Soy un sacerdote mexicano y tengo una cosa importante que decirle". Y el Papa: "Mañana a las 12.00". Lo que sucedió después está plagado de éxitos y triunfos, incluso económicos -los millonarios de Cristo, se les llama a veces, con severa malicia-, pero también de escándalos y denuncias por prácticas pederastas y abusos sexuales. Ayer, el Vaticano se rindió ante las evidencias.

Los poderes de Maciel en España

La relación del fundador de los Legionarios de Cristo con el catolicismo español es temprana e intensa. Se remonta a 1946, dos años después de ser ordenado sacerdote con gran pompa en la Basílica de Guadalupe, en México. Ese año Marcial Maciel viene a estudiar con algunos de sus jóvenes seguidores a la Universidad Pontificia de Comillas, entonces ubicada en Cantabria, y entra en contacto con políticos del reaccionario nacionalcatolicismo reinante, que le facilitan el camino hacia Roma. Uno de sus protectores fue el entonces ministro de Exteriores y dirigente de la Asociación Católica de Propagandistas, Alberto Martín Artajo. También le acogió el marqués de Comillas, Carlos Güell.
No es descartable que tanto apoyo a quien no dejaba de ser entonces un muchacho mexicano sin biografía ni reconocimiento romano tuviera que ver con el empeño de los democristianos de poner sordina al crecimiento de otra fundación de la época, el Opus Dei de san Josemaría Escrivá.

Los Legionarios de Cristo están instalados con éxito en la sociedad española. Tienen una universidad -la Francisco de Vitoria, en Madrid-, numerosos seminarios, incontables colegios -el primero en Ontaneda, Cantabria, donde se produjo uno de los casos de pederastia denunciados-, y varias fundaciones y ONG, entre otras Iuve-Cooperación y Mano Amiga, filiales de Iuve Inc. y Help Action Inc. con sede en Estados Unidos.
En el libro Los documentos secretos de los Legionarios de Cristo, José Martínez de Velasco, redactor jefe de la agencia EFE, sitúa como miembros de esta organización a políticos de primerísima fila en el PP, como Ángel Acebes (ex ministro de Interior y secretario general el PP) y José María Michavila (Justicia), aunque éstos lo han negado.
Los Legionarios de Cristo -500 sacerdotes, 2.500 seminaristas y 65.000 miembros laicos en todo el mundo- no suelen prodigar información sobre sus actividades. Pero sí presumen de haber apostado por la formación de líderes y por las élites, para lo que promueven sin parar un exitoso andamiaje educativo que se extiende ya por decenas de países.

Juan G. Bedoya (Madrid) (El País, 20-05-06)

"Esa noche empezó el abuso aberrante y sacrílego"

Los denunciantes de Marcial Maciel recuerdan sus vivencias

"Me parece una decisión muy diplomática. El comunicado del Vaticano da alas a los Legionarios de Cristo para seguir mintiendo", dijo ayer Arturo Jurado, uno de los denunciantes de los abusos sexuales cometidos por el fundador de la orden, el mexicano Marcial Maciel. "No me interesa si castigan o no a Maciel. Mi interés es demostrar que las denuncias son ciertas. No quiero que mis hijas piensen que soy un mentiroso", añadió.

Jurado es uno de los nueve ex legionarios de Cristo que firmaron la carta enviada a Juan Pablo II en noviembre de 1997 en la que denunciaban las fechorías de Marcial Maciel. Recuerda las presiones y amenazas recibidas cuando abandonaron la congregación. "Maciel nos ordenó que no habláramos con nadie. De entrada obedecimos. Poco a poco me fui dando cuenta de la verdad". Jurado trabajó como profesor del Instituto de Lenguas del Departamento de Defensa de Estados Unidos en Monterrey (California), y centralizaba la correspondencia entre los denunciantes y su abogada, Martha Whegan, para evitar que Maciel interceptara las cartas, lo que hizo en más de una ocasión. "He vivido en EE UU, donde es un crimen gravísimo que un adulto tenga relaciones sexuales con un menor", dice.

"Nuestro error de juventud fue callar la verdad", admite José Barba Martín, ex miembro de la congregación y víctima de los abusos sexuales del fundador de los Legionarios de Cristo. No siente euforia ni frustración por el comunicado de la Sala Stampa del Vaticano -"con la Iglesia no cabe esperar grandes cosas"-, pero afirma convencido que "si no tomaban una decisión, el Papa habría perdido toda credibilidad". Profesor de Instituciones Políticas y Sociales en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), José Barba llama la atención sobre el último párrafo de la nota del Vaticano, donde señala que "independientemente de la persona del fundador se reconoce con gratitud el benemérito apostolado de los Legionarios de Cristo". Una frase que la congregación tratará de utilizar a su conveniencia. "Sacan al padre Maciel y dan gracias a los Legionarios de Cristo. Es como decir que el tronco estaba podrido pero las ramas están bien. Y no es verdad. La investigación debe continuar. Desde el principio dijimos que no era una reivindicación personal, sino un servicio a la sociedad. Los Legionarios de Cristo nos acusaron de débiles mentales, pero son ellos quienes no han sido capaces de tomar una decisión".

Según explica Barba, a medida que han profundizando en la investigación han descubierto "el alcance del daño que Maciel ha causado a la Iglesia", y asegura que los Legionarios "eran una fachada horrorosa". Las denuncias de Barba son muy graves. Por ejemplo, las que hacen referencia a la adicción de Maciel a un derivado de la morfina. "Aquí lo importante es quién le conseguía la droga", subraya al explicar que en febrero de 1962, el fundador de la controvertida orden religiosa fue descubierto por un policía en San Sebastián cuando intentaba comprar el opiáceo. "Trató de sobornar al jefe de policía con más de 200.000 pesetas. Esta información está documentada y en poder del Vaticano. Pronto saldrá publicada en un libro", asegura Barba.

El periodista John Allen, corresponsal en el Vaticano del National Catholic Reporter, ha escrito que las denuncias de abusos sexuales contra Maciel son más de 20 y menos de 100. Nadie en la orden puede decir que no sabe. Ni el procurador general, Cristóforo Fernández, quien fue objeto de abusos sexuales, según afirma José Barba. Las víctimas están diseminadas en varios países, México, Estados Unidos, Irlanda, España, donde hay documentados varias decenas de casos en Ontaneda (Cantabria). "Creo que puede tener consecuencias devastadoras para el sistema de colegios que los Legionarios de Cristo tienen en España", estima Barba. "Parece que la consigna es extenderse lo más posible para que la Santa Sede se sienta intimidada y no se atreva a actuar. Es una institución basada en la mentira".

Juan José Vaca, antiguo legionario y hoy profesor en Nueva York escribió una carta demoledora de 12 páginas a Maciel. "En esa noche usted me arrancó mi virginidad masculina... Usted empezó el abuso aberrante y sacrílego que duró 13 años", decía el firmante, obligado a permanecer en la cama del fundador de los Legionarios de Cristo cuando el muchacho tenía 13 años. Vaca participó anoche en un programa de televisión en México.

Vaca, Barba y Jurado firmaron la carta que enviaron al papa Juan Pablo II después de que éste dijera en un discurso que Marcial Maciel era un modelo para la juventud. Otro ex miembro de la congregación, el ex rector de la Universidad Anáhuac Juan Manuel Fernández Amenábar, ya fallecido, escribió en el lecho de muerte una carta en la que acusaba a Maciel de haberlo sometido a abusos en tres ocasiones cuando tenía 16 y 17 años, y de ser adicto a un derivado de la morfina. Antes de morir le contó al padre Alberto Atié su historia y le hizo una petición: "En la misa de muerte diga a la gente que perdono a Marcial Maciel, pero pido justicia". Atié fue el encargado de la secretaría ejecutiva de la Comisión Episcopal de Pastoral Social. Ayer estaba colérico por el comunicado del Vaticano. "Aquí ha habido una negociación entre la Santa Sede y Maciel para dejar de investigar. Se ha negociado con un criminal, pederasta y abusador de menores".

El padre Antonio Roqueñí, abogado de los primeros denunciantes en 1998, calificó el comunicado del Vaticano de "farsa y simulación muy bien disfrazada". "Se ha presentado la sentencia como un favor del padre Maciel a la comunidad católica, como si renunciara a sus cargos. La verdad es que el Vaticano recibió muchas denuncias, con pruebas abrumadoras, de una conducta inaceptable que ha causado un daño terrible a muchas personas".

Roqueñí, que fue juez del Tribunal Eclesiástico de México, reclama transparencia a Roma. "¿Por qué no se abren a la opinión pública y dicen la verdad?" En su opinión, el caso no está cerrado. "Esto va a dar para mucho más", dijo. "Crecerá el clamor porque la comunicación de la Santa Sede no es clara, ni diáfana, ni completa. Las víctimas tienen derecho a la comunicación. Hay que cuidar la buena fama de los denunciantes, que han sido acusados de calumniadores". Según Roqueñí, es inusitado en la historia de la Iglesia que un fundador de una congregación como los Legionarios de Cristo "haya mantenido en el engaño a todo el mundo, empezando por el propio Papa".

Los Legionarios de Cristo son una de las congregaciones más influyentes de la Iglesia Católica que gozó de la total simpatía de Juan Pablo II. Está presente en 18 países y cuenta en sus filas con más de 500 sacerdotes y 2.500 seminaristas. El 26 de noviembre, una semana antes de que el tribunal de la Santa Sede notificara la reapertura de la investigación, Marcial Maciel celebró 60 años de sacerdote en el Vaticano, en un acto al que asistieron Juan Pablo II y el secretario de Estado del Vaticano, Angelo Sodano.

"Espíritu de obediencia"

El fundador de la Legión de Cristo y el Movimiento Regnum Christi, el sacerdote mexicano Marcial Maciel, acató ayer "con tranquilidad de conciencia" la petición del Vaticano de que renuncie a todo ministerio público, según informó su organización en un comunicado. El texto afirma que el religioso siempre ha mantenido su inocencia frente a las acusaciones de abuso sexual a seminaristas que se le imputaban.

"Con el espíritu de obediencia a la Iglesia que siempre le ha caracterizado ha aceptado este comunicado, con fe, con total serenidad y con tranquilidad de conciencia, sabiendo que se trata de una nueva cruz que Dios, el Padre de Misericordia, ha permitido que sufra y de la que obtendrá muchas gracias para la Legión de Cristo y para el Movimiento Regnum Christi", afirma el texto.

La nota admite que el "venerado padre fundador" ha recibido "a lo largo de su vida un sinnúmero de acusaciones", algunas de las cuales fueron presentadas en los últimos años a la Santa Sede. "Él afirmó su inocencia y, siguiendo el ejemplo de Jesucristo, optó siempre por no defenderse de ninguna manera", añade el comunicado.

Francesc Relea (México) (El País, 20-05-06)

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