miércoles, enero 23, 2008

Lo que los creacionistas no sabían... Lo que Darwin no sabía. Thomas E. Woodward. Geoffrey Simmons.

Lo que los creacionistas no sabían

Archivado en: Ciencia — Perpetrado por RinzeWind a las 7:00 am

(Espero que hoy sí que sepan perdonarme el ladrillo. Pero es que no saben cómo me lo estaba pidiendo el cuerpo. Quiero agradecer aquí, arriba del todo, cuando todos los lectores están todavía frescos como una rosa, la inestimable ayuda prestada por El Paleofreak, Algernon y BioMaxi en la revisión del texto y en la corrección de todas las meteduras de pata que cometí en su elaboración. Pensaba escribirlo esta tarde, con más tiempo, pero me di cuenta de que si lo publico por la mañana quizá dé tiempo para que se lo lea alguien que vaya a ir a las conferencias en León hoy y pueda llevarse un poco de material preparado.)

El pasado lunes, 21 de enero, se celebró en el Centro de Convenciones Mapfre de Madrid la conferencia titulada Lo que Darwin no sabía, a cargo de los doctores Thomas E. Woodward y Geoffrey Simmons. En la mesa también estaban Antonio Martínez e Isaac Lorenz. De estos dos últimos, el primero se encargó de moderar el debate posterior a las conferencias y fue el que se encargó de iniciar las conferencias, con una breve introducción a PSSI, incidiendo en que no es una organización religiosa. Pero dejaré esto para el final.

Pasadas las 19:00 comenzó el señor Woodward su intervención. La sala de conferencias estaba, a ojo de buen cubero, a menos de un tercio de su capacidad, y con bastante gente joven. El título de esta charla fue La explosión de la duda científica acerca del Darwinismo. El título ya marca dos tendencias que se mantuvieron a lo largo de la noche:

  • Se quiso dar continuamente la idea de que hay una multitud de científicos que rechazan la idea de la evolución.
  • Al mismo tiempo, no se menciona este concepto salvo en contadas ocasiones. Se prefiere el término darwinismo.

Woodward también empezó con alusiones religiosas: dado que la ciencia no puede ni probar ni refutar la existencia de Dios, no iban a entrar en detalles. Como he dicho anteriormente, voy a dejar esa parte para el final. Comienza su charla divagando y se permite el lujo de citar a Dawkins fuera de contexto en una de sus frases. Copio literalmente lo que había en la transparencia (que a su vez fue pasado a toda prisa a mi libreta, podría haber errores):

La biología es el estudio de cosas complicadas que dan la apariencia de haber sido diseñadas para un propósito.

Esta cita está sacada de The Blind Watchmaker (El Relojero Ciego en castellano). Podemos citar más partes de ese libro:

We have seen that living things are too improbable and too beautifully ‘designed’ to have come into existence by chance. How, then, did they come into existence? The answer, Darwin’s answer, is by gradual, step- by-step transformations from simple beginnings, from primordial entities sufficiently simple to have come into existence by chance. Each successive change in the gradual evolutionary process was simple enough, relative to its predecessor, to have arisen by chance. But the whole sequence of cumulative steps constitutes anything but a chance process, when you consider the complexity of the final end-product relative to the original starting point. The cumulative process is directed by nonrandom survival. The purpose of this chapter is to demonstrate the power of this cumulative selection as a fundamentally nonrandom process

Así que Dawkins expande esa afirmación y añade que esa apariencia de diseño es una ilusión, y la explicación es evolutiva. Pero la aclaración no cabía en la transparencia, menos mal que estuve al quite y puedo ponerla hoy aquí.

A continuación, tras una lista de científicos que en algún momento publicaron dudas sobre el proceso evolutivo (y habría que estudiar despacio la naturaleza de esas dudas, porque me temo que la mayoría tienen un contexto que no se explicó), pasó a enumerar siete errores del darwinismo. Yo, agrupándolos de forma estricta (evitando argumentos repetidos), he encontrado algunos menos. Que fueron éstos:

Error número 1: el origen de la vida

Hablaron del experimento de Miller y Urey, añadiendo las siguientes pegas:

  • Que la composición de la atmósfera que se utilizó en el experimento estaba equivocada. Pero ocurre que el experimento se reprodujo con otras concentraciones de gases (incluyendo oxígeno) y la cosa funcionó1, 2, 3, 4. No se tuvo en cuenta que la vida pudo comenzar en los océanos, con lo que la concentración de la atmósfera primitiva pierde relevancia. Tampoco se menciona que, aunque la atmósfera contenía algo de oxígeno, no era ni de lejos tan rica en ese gas como ahora.
  • Que el hecho de que las cadenas de aminoácidos hubiesen formado proteínas, necesitando para ello estar en el orden correcto, tenía unas probabilidades tan bajas de ocurrir que prácticamente era imposible. Pero ocurre que el cálculo de esa probabilidad asume el hecho de que la proteína se forma por casualidad. Sin embargo, la bioquímica no es producto del azar5. El cálculo de esa probabilidad asume que la molécula de la proteína debe haber tomado una cierta forma. Sin embargo, hay innumerables proteínas que generan actividad biológica; el cálculo debe tener en cuenta todas las posibles moléculas (no sólo proteínas) que tienen este efecto. El cálculo de esa probabilidad asume la vida en su forma actual. La primera vida pudo ser (y seguramente fue) mucho más simple. El cálculo de esa probabilidad, por último, ignora el hecho de que múltiples intentos se estaban llevando a cabo simultáneamente. En resumen: el cálculo de esa probabilidad está mal. La analogía, utilizada recurrentemente, del orden de los aminoácidos comparándolo con el orden de las palabras en un libro no ayudaba mucho.
  • Que había reacciones que terminaban con las cadenas que se pudiesen haber formado, haciendo su vida media demasiado corta como para poder replicarse. Pero ocurre que hay al menos cuatro asunciones erróneas en ese razonamiento y por algún lugar tengo que recortar espacio en el artículo, que bastante largo va a quedar ya: en el enlace anterior tienen seis artículos explicativos.

No está mal la que hemos montado y todavía vamos por el primer punto. Sigamos.

Error número 2: las polillas

Todos hemos oído hablar de la historia de las polillas que había en Inglaterra y lo que ocurrió cuando llegó la revolución industrial: cuando la contaminación oscureció las cortezas de los árboles, las polillas más claras empezaron a desaparecer y comenzaron a predominar las más oscuras. Cuando el aire fue siendo más limpio, progresivamente, las polillas más claras volvieron a dominar. Su argumento principal: que se descubrió que las polillas de este tipo no descansaban en los troncos de los árboles, y que incluso la foto que ellos nos habían puesto en la transparencia que proyectaban se realizó con dos polillas muertas pegadas al tronco. Pero está establecido que este cambio en el melanismo de las polillas tiene lugar6, 7. Es más, es cierto que las polillas no sólo descansan en el tronco. También descansan en las ramas. Las fotografías que acompañaron el estudio original se pusieron como ejemplo, pero no sirvieron como base para las conclusiones.

Error número 3: fósiles

Su argumento estrella aquí fue que hay especies que han surgido en el registro fósil de forma abrupta y sin que se pueda seguir su camino evolutivo previo; especialmente en el Cámbrico. Pero ocurre que:

  • En primer lugar, la explosión de vida del Cámbrico pudo llevar desde 5 millones de años hasta 40 millones de años. Incluso tomando la cifra más corta, es difícil definir esa etapa como repentina.
  • Hay fósiles entre los encontrados en el Cámbrico que muestran una transición8.
  • No hay que olvidar que no es el inicio de la vida tal y como se conoce. Si bien el Cámbrico tuvo lugar hace aproximadamente 540 millones de años, hay evidencias de bacterias que unos 3.470 millones de años de edad9 y fósiles de organismos de 3.465 millones de años de antigüedad10.
  • Hay explicaciones para la diversidad que surgió. Muchas se inclinan porque justo en esa época ocurrió un aumento de la temperatura11, 12, así como fenómenos de oxigenación tanto en la atmósfera como en el océano13, 14, 15.
  • Si lo anterior nos les ha resultado suficiente, aquí tienen un excelente artículo de P. Z. Myers.

Error número 4: complejidad irreducible

En una charla de defensores del Diseño Inteligente no podía faltar la aparición en escena de la complejidad irreducible de Michael Behe. La idea tras este concepto es sencilla:

La idea de Behe es que existen sistemas cuya función depende de la interacción de tantas partes en formas tan complejas que es imposible que haya sido producido de forma gradual por la selección natural.
Behe argumenta que la «complejidad irreducible» es una propiedad de los objetos diseñados (como por ejemplo las trampas para ratones, cuya función, según Behe, queda irremediablemente perdida si falta una sola pieza) y que existen innumerables sistemas biológicos irreduciblemente complejos que, por tanto, precisan la existencia de un diseñador inteligente.

Para comenzar a responder esto, puedo seguir citando del artículo anterior:

Aun admitiendo que la «complejidad irreducible» fuera moneda corriente en el mundo vivo, es obvio que la evolución gradual por selección natural no tendría problemas en explicarla. Como argumenta el evolucionista H. Allen Orr, de la Universidad de Rochester (Nueva York), un sistema irreduciblemente complejo puede construirse añadiendo partes que, aunque al principio son solamente ventajosas, pueden evolucionar hasta volverse indispensables.

También ha explicado este asunto de forma extensiva Kenneth Miller en artículos como The Flagellum Unspun: The Collapse of “Irreducible Complexity”, pero no ha sido el único. Precisamente el flagelo es el ejemplo más significativo que expuso Woodward en su charla. También lo explicaron con la metáfora de una trampa para ratones.

Error número 5: las mutaciones son mayormente dañinas y no aportan información

Separamos esto en dos. Sobre el hecho de que la mayoría de las mutaciones son dañinas:

  • En realidad la mayoría de las mutaciones son neutrales: ni son beneficiosas ni perjudican al organismo que las sufre. Se ha establecido que hay 3 mutaciones dañinas de cada 175 por cada generación de seres humanos16. De aquéllas que tienen un efecto significativo, la mayoría son dañinas, pero una fracción importante es ventajosa. Éstas últimas sobreviven durante más tiempo, así que cuando se tienen en cuenta mutaciones que son capaces de propagarse, la mayoría son beneficiosas.
  • Se han observado en repetidas ocasiones mutaciones beneficiosas para el organismo que las sufre. Ejemplo de la vida diario: bacterias que resisten a los antibióticos o insectos que resisten los pesticidas17.

Sobre el asunto de la información, una mutación puede incrementar la información de las siguientes formas:

  • Incrementando la variedad genética de una población18, 19.
  • Incrementando el material genético 20, 21, 22, 23, 24.
  • Creando nuevo material genético 25, 26.
  • Nuevas habilidades reguladas genéticamente 27.

El fallo puede estar en que en ningún momento se dio una definición de información. Si nada de lo anteriormente expuesto puede interpretarse como un incremento en ésta, este punto es completamente irrelevante.

Puedo dar por concluida con esto la intervención del señor Woodward. Pero aún quedó el señor Simmons, que estuvo francamente flojo.

El 90% de sus intervenciones consistieron en mostrar imágenes de sistemas biológicos (el sistema circulatorio humano, estructuras celulares, varios tipos de animales), quedarse mirando la fotografía durante unos segundos y decir: “¿Ven como hay evidencia de diseño?”. De hecho, en mis notas tengo una pequeña nube y una exclamación: ¡Qué maravilloso es todo!. Efectivamente, no es ni siquiera un argumento. Pero queda otro 10% de la charla, que consistió en un ataque ad-hominem contra Darwin, basado principalmente en los siguientes puntos:

  • Darwin no sabía lo que era una bacteria. Ni un virus. No tenía forma de saberlo.
  • Darwin pensaba que las mujeres eran inferiores a los hombres.
  • Darwin utilizó ideas de otras personas y no les dio el crédito que merecían.

Sobre esto, independientemente de su validez, es muy fácil establecer contraejemplos que evidencian la enorme estupidez que es argumentar de esta manera. William Shockley dejó escritos con sus pensamientos sobre la supremacía de la raza blanca y propuso que la gente con un CI menor de 100 puntos recibiese un subsidio para someterse a esterilización voluntaria. Pero ustedes están leyendo esto: doy por hecho que, a pesar de las ideas de Shockley, el concepto de transistor sigue en marcha (por el cuál recibió el premio Nobel de Física en 1956). Isaac Newton destinó innumerables esfuerzos y escritos al inútil arte de la alquimia, y eso no invalida la ley de la gravitación universal.

Por último, otro de los argumentos más repetidos de la noche es que la macroevolución (el paso de una especie a otra) nunca se ha podido documentar. Sin embargo, la petición roza lo absurdo. La evolución (de una puta vez, el nombre de verdad: Teoría Sintética de la Evolución, vale ya de tantos ismos) se basa en pequeños cambios que se acumulan con el tiempo. El hombre ha estado observando este hecho durante un puñado de años. Si a estas alturas tuviésemos un pez convertido en rana tendríamos un problema. En todo caso, esto se ha observado en el registro fósil hasta la saciedad.

Llegados a este punto, comenzó el turno de preguntas. La primera fue descorazonadora: ¿por qué los monos no tienen que cortarse el pelo y el hombre sí? Quise devolver mi carnet de socio de la raza humana, pero finalmente decidí esperar. Hubo un par de preguntas interesantes, referentes a Francisco Ayala y a cómo se podía explicar, si era el caso, la ceguera colectiva de la comunidad científica, que tenía ante sí toda esta pila de pruebas y se resistía a aceptarlas. Otra persona utilizó su turno de palabra para decir que nadie tuviese dudas, después de lo visto, de que no había ninguna controversia al respecto y que el Diseño Inteligente no es más que una variedad de paraciencia. Hubo unos pocos aplausos disimulados en la sala.

Viendo que el ambiente estaba festivo, me decidí a hacer un par de preguntas: qué opinaban de la solución que había propuesto Kenneth Miller a su problema de la complejidad irreducible y que ya que estaban todo el rato con el asunto del diseño, que quién era el diseñador. A lo primero me contestaron con una de esas metáforas que tanto les gustaba utilizar, y con una mención a un artículo que “tenían por ahí” y que finalmente no recogí, pero me hubiese gustado preguntar qué factor de impacto tenía la revista en la que estaba publicado. Sobre el diseñador, Antonio Martínez se dirigió a mí y me dijo que en eso no iban a entrar (ya entro yo luego, no cunda el pánico). Otro compañero mío preguntó sobre la falta de mención a la recombinación génica y a Wallace. A lo primero contestaron con un está en mi libro (recurso utilizado a lo largo de la noche no menos de una decena de veces). A lo segundo se les olvidó contestar: después de todo el rato hablando de Darwin, acordarse de que en la misma época otra persona tuvo la misma idea tiene que ser duro.

Y luego llegó la puntilla. Subió al estrado alguien que presentaron rápidamente y cuyo nombre no me dio tiempo a apuntar, pero creo recordar que era un alto cargo de PSSI. El caso es que esa persona utilizó el micrófono para decir que quería lanzar una pregunta al público: ¿por qué las universidades públicas habían cedido a las presiones de grupos de científicos que no querían que se realizasen las conferencias, censurando éstas? En ese momento sufrí un repentino caso de inflación testicular* y levanté la mano. Viendo que el señor Martínez me hacía gestos diciendo que el tiempo de preguntas se había terminado y que no tenía la palabra, hice lo que me pareció más oportuno: dirigirme en inglés al tipo que estaba en el estrado (que era el idioma que él estaba usando) y decirle que si él tenía una pregunta yo tenía una respuesta, y que si no la quería se podía haber ahorrado los interrogantes. Reconozco que fue una forma poco elegante pero muy efectiva de obtener el turno de palabra. Les dije que lo de la universidad no era censura de ninguna manera: que la universidad es una institución destinada a la investigación y divulgación de la ciencia, y que lo que ellos hacían, salvo que se acepte la introducción de un término sobrenatural, no es ciencia bajo ningún concepto. Hubo algunos aplausos más (quizá más que en la intervención anterior), pero poca cosa. El orador me respondió diciendo que ellos no ofrecían alternativas, sino que se limitaban a exponer fallos en el darwinismo (tal cual) de forma científica (a toda la parte anterior del artículo me remito) y se dio por clausurada la conferencia. Unos señores se dirigieron a mi grupo y nos llamaron cerrados y tiranillos. Fue lo mejor de la noche.

Bueno, casi lo mejor de la noche. Llevo posponiendo el asunto del diseñador desde que he empezado. Vamos a concluir de una vez. A la salida nos regalaron un DVD titulado “La clave del misterio de la vida” y un pequeño panfleto, “Del Diseño al Diseñador”. El DVD todavía no he podido verlo, pero definitivamente me quedo con el reverso del panfleto. Es tenebroso:

Panfleto sobre Diseño Inteligente (reverso)

Por fin hemos encontrado al esquivo diseñador: Dios. ¿Tanto les cuesta decir que son creacionistas, aunque tengan esa finísima pátina de aire científico que se descascarilla con mirarla? No sería casualidad que el único anuncio de las conferencias que vi pegado en el escaparate de una tienda estuviese en una librería de temática religiosa.

En resumen: lo de siempre, con los mismos argumentos (y los que quedan que no he tenido que coger de Talk Origins, que han hecho un maravilloso trabajo de recopilación al archivar todas las necedades que suelta esta gente) y la misma jeta de cemento de siempre.

* Se me hincharon los cojones, en román paladino. Después de todo lo que tuve que aguantar durante las conferencias espero que me lo permitan. Que uno no es de piedra aunque lo intente.

Bibliografía

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Actualización: me comentan por correo que mi texto contiene una imprecisión. Se citó a Dawkins fuera de contexto pero se incidió en esa apariencia que él comenta. Estando apuntando en mi libreta, pasé por alto ese comentario. Quede aquí aclarado.

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