lunes, septiembre 01, 2008

El acoso a los profesores, la otra cara del mobbing escolar

El acoso a los profesores, la otra cara del mobbing escolar

Las aulas españolas se han convertido en un suplicio para un número nada desdeñable de docentes. Y un verdadero potro de tortura para un porcentaje significativo que les hace caer en enfermedades de riesgo psicosocial. Es la otra cara de la moneda del 'mobbing' escolar -también denominado 'bullying' (del inglés matonismo)-, la que afecta a los profesores y no solo a los alumnos.

Uno de cada cuatro profesores de Primaria o Secundaria ha sido víctima de actos de violencia psicológica o física en los centros escolares. Estas actitudes violentas han sido protagonizadas mayoritariamente por los alumnos y, en segundo lugar, por los padres de éstos, según se desprende de los sucesivos informes Cisneros sobre el asunto.

El hostigamiento verbal (60%), la intimidación (15%), las agresiones o robos (11%) y las amenazas físicas (9%) se ceban con el profesorado, como si hubieran perdido su antiguo y tradicional aura de respeto y autoridad. Los docentes, inmersos en un agobio monstruoso que germina en susmismas aulas, tienen claros los responsables de la situación: los padres, la violencia social, la crisis de valores y la falta de disciplina, por este orden.

La mayoría de los docentes "refieren una creciente impotencia ante niños y adolescentes que, de manera general, son cada vez más violentos en sus manifestaciones hacia sus iguales y hacia sus propios profesores". Es la tesis mantenida por los especialistas Iñaki Piñuel y Araceli Oñate, autores del libro "Mobbing' escolar". La degradación ambiental, señalan los expertos, lleva a numerosos docentes "a llegar a sentir miedo de entrar solos a sus aulas y a tener que enfrentarse a una tarea docente que es vivida con el temor propio de quien se interna en una selva".

Semejante clima laboral les ex~ Done a un tipo de riesgo profesional de naturaleza esicosocial. La impotencia y a indefensión que viven induce a algunos profesores "a mirar hacia otro lado". Según los autores de la obra mencionada, son muy numerosos los profesores que, atados de pies y manos por la proverbial máxima del "prohibido prohibir", "se ven impotentes e incapaces de mantener ninguna disciplina".

Un ambiente que, para estos expertos, no cabe duda de que es consecuencia de la "inefable herencia de las diferentes reformas educativas que presentaban como valores propios del pasado la disciplina, el orden, la autoridad y el respeto al otro".

Abandonados a su suerte, los profesionales de la educación jus­tifican su estrés ante la falta de apoyo de los padres para imponer disciplina. Casi la mitad de los docentes (48%) sufren riesgos psicosociales: 'rnobbing', 'burn-out' (quemados) o un nivel grave de estrés laboral. Y el deterioro de su salud psíquica es proporcional al tiempo que llevan trabajando. El riesgo psicosocial es mayor entre los profesores de ESO y de Bachillerato.

Los padres, eje del problema

La legión de profesores damnificados se encuentra cada vez más frente a un tipo de padres y madres que forman parte esencial del problema. "Simplemente no están dispuestos a tolerar que se imponga a sus hijos la más mínima restricción o límite que marque, mantenga o garantice el orden o la disciplina en clase", señalan Piñuel y Oñate. Así, un creciente número de profesores opta por tirar la toalla y renuncia a ejercer una labor educativa que dan perdida de antemano.

Se encuentran presos de un sistema educativo en el que todo conspira contra la posibilidad de mantener el orden, la disciplina y el necesario ambiente de trabajo. A ello se une la falta de apoyo a los profesores dentro de los centros. Y la puntilla la ejercen los padres, que desertan de las tareas educativas y "viven" más en sus lugares de trabajo que en sus hogares. "La falta de consideración social y de respeto por la profesión del educador explica que cada vez sea más habitual la aparición de cuadros psicosomáticos de estrés, depresión o ansiedad". RAFAEL HERRERO

Estrés y depresión entre el claustro

Los datos reflejan que la situación psicológica de los docentes es alarmante: niveles graves de estrés laboral (39%), síntomas depresivos (35%), ansiedad (33%) y están "quemados" el 22%. Uno de cada diez profesores cree que debería abandonar la docencia y dos de cada cinco no recomendaría su profesión a nadie. Pero, según los expertos Iñaki Piñuel y Araceli Oñate, estos docentes no son meros enfermos psiquiátricos. "Se encuentran irremisiblemente dañados por la exposición reiterada a condiciones de trabajo nocivas. Desarrollan su trabajo (subrayan) en un ambiente psicosocial degradado sin remedio, en el que ya solo se plantean cómo aguantar, resistir, o simplemente tirarán día más' hasta la jubilación o el cambio de destino". Entretanto, se ubican en el centro de un huracán de indisciplina, faltas de respeto,

agresiones y amenazas que reciben por parte de alumnos o de sus padres. Para los trabajadores de la enseñanza, según los expertos, el dilema termina siendo terrible en cualquier caso. "0 terminar naufragando en la depresión y el daño emocional, o salvarse interponiendo un colchón defensivo de desapego o anestesia emocional que les permita sobrevivir como sea en una situación tóxica y cronificada, a la que muchos ya no le encuentran remedio alguno", apuntan. R. H. Heraldo de Aragón

1 comentario:

Agua dijo...

Por desgracia, en nuestro Sistema Educativo. en lugar de cuestionar la forma de actuar del alumno, se cuestiona siempre la forma de actuar del profesor y su valía profesional.
Cuando hay mobbing al profesor, el Equipo Directivo y la Inspección lo defenestran siempre a él. Le dan la puntilla y los alumnos no son nada más que el reflejo fiel del Equipo Directivo y de las Autoridades Educativas.
El centro entero se vuelve en contra del profesor y le impide educar.
Todas las medidas que toma para intentar asegurar el orden en su clase parecen mal. Y lo que no le perdonan es que las haya tenido que tomar. Si pone una amonestación, lo defenestran porque dejó constancia de que en su clase se habían producido determinados hechos y, si no la pone, lo defenestran por permisivo aunque haya tomado medidas alternativas a la amonestación por escrito. Haga lo que haga está mal.

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