viernes, octubre 16, 2009

ENRIQUE MIRET MAGDALENA Entrevista

ENRIQUE MIRET MAGDALENA Entrevista Texto: Mariló Hidalgo / Fotos: Jose M. López

Enrique Miret Magdalena siempre ha dicho lo que piensa. Está acostumbrado a vivir en el ojo del huracán. Este teólogo seglar, padre de siete hijos, está conv
encido de que la estructura de la Iglesia "necesita una profunda renovación para poder seguir los signos de los tiempos". Sus opiniones hacen temblar a las altas jerarquías porque muestra abiertamente el contraste entre la realidad que se vive en la calle y las posturas de la Iglesia. Se considera, como cualquier ser humano, un buscador de la verdad.

"En España hay una crisis muy fuerte con el tema religioso. Hay un gran número de personas que están aburridas de la Iglesia institución. Otras han abandonado incluso el cristianismo"
"La Iglesia institución creo que a veces se olvida de aquella indicación que hizo Jesús de que había que mirar a los signos de los tiempos"
"Dios no tiene definición. Sólo podemos saber lo que no es Dios. La mayor parte de las cosas que se dicen de El están equivocadas"

Está convencido de que el cristianismo tiene que cambiar parte de sus estructuras -un 90% humanas y un 10% divinas- para poder dar el salto al próximo milenio. Piensa que los católicos están invadidos por un sinfín de leyes y normas religiosas, que no se corresponden con la sencillez del evangelio. Preocupado por los problemas del día a día, acaba de publicar "El nuevo rostro de Dios". Un rostro que no es propiedad de nadie.
Es un placer hablar con este joven de ochenta y cinco años que se pregunta tantas y tantas cosas. Con este teólogo, escritor, periodista, profesor de ética, conferenciante y un largo etcétera de actividades que aún sigue manteniendo. Con este personaje que ha tratado de unir los pares de opuestos, queriendo trazar un puente entre las creencias de Oriente y Occidente, entre el mundo de los agnósticos y los creyentes. Porque tiene la profunda convicción de que la palabra definitiva sólo está en la conciencia de cada uno y no en las normas que en un momento determinado elaboran unos señores, que además son humanos. En la actualidad es el presidente de la Asociación progresista de Teólogos Juan XXIII.

-Explíqueme cómo surge la idea de crear esta asociación de teólogos progresistas.
-Varios teólogos pensaron que la mejor manera para apoyarse mutuamente y poder realizar juntos actividades era crear una asociación. Pero una asociación civil, abierta a católicos y protestantes. Al principio los obispos se pusieron en contra porque en cierta forma querían dominarnos. Nos resistimos y hoy somos una asociación progresista, crítica y, en contra de lo que en muchas ocasiones dicen los medios de comunicación, no nos oponemos a la jerarquía de la Iglesia porque sí. Somos inconformistas con todo aquello que no nos parece justo. Puede ser la jerarquía de la Iglesia o las violaciones de derechos humanos.

-La asociación que preside ¿tiene alguna relación con la Teología de la Liberación?
-En general somos muy propicios a la Teología de la Liberación. Algunos incluso son especialistas en este tema. Otros, aunque no lo somos, estamos inclinados a favorecer ese tipo de experiencias teológicas que son nuevas e inciden directamente en la realidad que viven los países de Latinoamérica. Recuerdo que hablando con un obispo norteamericano sobre este tema, me comentó: "Pero qué teología puede haber en unos países con tanta injusticia social...". Luego me preguntó: Y, ¿cómo es que en España tienen ustedes a unos obispos tan conservadores?". Le contesté que era nuestra desgracia. Aun hoy, a pesar de que buscan posturas externas aparentemente comprensivas con todo lo que ocurre, al final sólo sirve lo que ellos digan y nada más. Me parece bien que den orientaciones, pero olvidan que la palabra definitiva está en la conciencia de cada uno. Aunque uno esté equivocado, no tiene más remedio que seguir a su conciencia.

-Recientemente se publicó un estudio sobre "Los Jóvenes Españoles de 1999". Allí se recoge que casi una cuarta parte de jóvenes españoles "pasan de Dios y no les interesa el tema". Otro macroestudio que vio la luz un mes después, analiza el mismo tema entre ciudadanos de todo el mundo. Entre sus conclusiones recogen que no más de un 30% vive con seriedad la religión y un 18% de adolescentes se declara ateo o indiferente ante el fenómeno religioso. El tema de su último Congreso fue "El cristianismo ante el siglo XXI". ¿A qué conclusiones llegaron?
-La Iglesia institución creo que a veces se olvida de aquella indicación que hizo Jesús de que había que mirar a los signos de los tiempos. ¿Cuáles son esos signos? Eso quisimos averiguar en este Congreso. Por ello invitamos a gente de todo tipo: induístas, agnósticos, budistas, protestantes, creyentes. Las conclusiones son generales. El cristianismo tiene que cambiar porque los tiempos así lo demuestran. Estamos invadidos por una serie de leyes que no responden para nada a la sencillez del Evangelio. Hay un mando excesivo, un afán de legislarlo todo que no facilita ningún tipo de iniciativa de los creyentes.

-Totalmente ajenos a la realidad, como se puso de manifiesto en las declaraciones Monseñor Rouco Varela contra la campaña antisida en Madrid.
-En España hay una crisis muy fuerte con el tema religioso. Hay un gran número de personas que están aburridas de la institución. Algunos incluso han abandonado el cristianismo ante estas respuestas tan retrógradas.
Siempre he estado preocupado porque se conozca mejor la historia de la Iglesia. Se dice que ésta siempre ha pensado lo mismo y no es cierto. Tengo un estudio de un famoso teólogo alemán que analiza el tema del amor y el sexo en la Edad Media. Allí se recogen unas cosas que en el siglo XIX o en la dictadura franquista parecerían un escándalo, cuando en aquella época eran cosas normales. Se puede decir que hemos ido para atrás. Sexo, fecundación, relaciones sexuales... en estos temas en vez de acoplarse la Iglesia a las ideas actuales, prefiere quedarse anclada en ideas totalmente antiguas. Pero ideas humanas, no del Evangelio.

-¿Por qué me hace usted esta aclaración?
-Porque en la tradición católica hay una cosa que no nos han enseñado nunca y es que los contenidos de la moral católica son los mismos que los de la moral natural. Ahora resulta que no es así, que tiene que ser lo que diga la jerarquía. De lo que se tiene que preocupar la jerarquía es de coincidir con lo que diga la razón humana, nunca al revés.

-En temas como el control de natalidad o la pena de muerte, parece que existen serias diferencias.
-No es que la Iglesia se oponga del todo a la regulación de la natalidad, lo que ocurre es que marca una serie de caminos concretos. Pero ¿es que acaso son científicos técnicos? Tendrá que ser un científico quien asesore al matrimonio sobre los caminos y será el propio matrimonio quien al final elija en conciencia cuál. Qué es eso de que nos lo digan unos señores que además son célibes, que no tienen experiencia ninguna en el tema -vamos, según creo-. Sobre el tema de la pena de muerte, hay varios episcopados en el mundo -el norteamericano ha sido muy valiente-, que han dicho no sin matices. Creo que la Santa Sede debería de expresar abiertamente su negativa. No como ahora, que en el texto del Catecismo viene con tantos matices y condiciones que abre una puerta para que al final cada país haga lo que le parezca, acogiéndose precisamente a esos matices.

-¿Qué opinión le merece esa necesidad, cada vez más marcada por parte de la Iglesia, de pedir perdón por los errores cometidos a lo largo de la historia?
-A mí no me parece mal, siempre y cuando se aplique también al momento presente. Si se critica a la Inquisición también habrá que velar porque hoy no existan inquisiciones dentro de la Iglesia, como de hecho las hay. No pidamos perdón por lo anterior sino tengamos cuidado con no repetir lo mismo. Quedarse tranquilo después de haber pedido perdón me parece un subterfugio.

-Ha sido muy criticada por algunos sectores la toma de posiciones del Opus Dei dentro del Vaticano y en cargos próximos a la figura del Papa. ¿Cómo ve usted esta escalada de poder?
-Desde una visión histórica, en la Iglesia siempre han existido grupos religiosos que han tenido mucho poder, incluso excesivo, como ocurrió con los Jesuitas aquí en España. Eso es muy peligroso dentro de la Iglesia porque no puede haber grupos de poder en el seno de una institución que debe estar al servicio de los demás, como decía Jesús. El Opus Dei es otro de los grupos que quieren tener cada vez más privilegios e influencias y eso no me gusta. Como tampoco me gustó en su tiempo la influencia de los Jesuitas. Esto que digo no tiene por qué producir ningún escándalo. Lo digo y se acabó.

-Usted que se pregunta por todo y expresa lo que piensa, tiene que ser un personaje incómodo para esas jerarquías inmovilistas de las que habla.
-He tenido algunos problemas, no muchos. El ser seglar me ha proporcionado la independencia. Oficialmente me deben de ver un poco como al demonio. No deja de ser curioso que tenga amigos obispos que coinciden con mi forma de pensar, y luego a la hora de pronunciarse oficialmente lo niegan. Esto me disgusta mucho. En todo este tiempo nunca me ha importado que me atacasen por mis ideas. Lo que me molesta es que no sean capaces de argumentar sus negativas y frente a eso realicen juicios de intenciones. Un cristiano nunca puede juzgar lo interno de nadie. Como cualquier ser humano, un cristiano es un buscador de la verdad.

-Uno de sus últimos libros publicados es "El nuevo rostro de Dios". ¿Cómo es Dios?
-No tiene definición. Sólo podemos saber lo que no es Dios. La mayor parte de las cosas que se dicen de El están equivocadas. El propio San Agustín, y luego lo repite Santo Tomás, dice que de Dios "no podemos conocer lo que es, sino lo que no es". Ojalá se hubiese tenido en cuenta esto en los libros de teología y en los cristianos. Así nos habríamos ahorrado muchas preocupaciones y dudas. Muchos se han declarado ateos porque lo que les contaron no les convencía. La realidad siempre ha estado detrás, en la experiencia profunda de la vida, que sería lo que significa Dios.

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