sábado, abril 10, 2010

Quedan aún "maestros" capaces de contagiar el amor por la literatura y el placer de la lectura a sus alumnos

La Tercera edición de Tardes de Blog en El Pequeño Teatro de los Libros tuvo como invitado a José María Ariño Colas. La conversación con el editor de la bitácora «josemarco» resultó muy interesante. Siempre me ha gustado escuchar a quienes tienen algo que decir, algo que contar y si además, como en este caso, esta bien dicho, no sólo por la utilización de las herramientas del lenguaje oral, también por la chispa en la mirada y el preludio que la felicidad refleja en el rostro. Esas fueron algunas reacciones que sentí en mi invitado durante nuestra charla. José María se trasladó con gozo al pasado, desgranó su convicciones pedagógicas con gesto responsable y relató algunas de sus vivencias con chispeante mirada. Una gozada.
Diversidad. Quizá esa la mejor palabra de define la bitácora de José María, un espacio dónde conviven múltiples temáticas: Aragón, pueblos, literatura, viajes, deportes, personajes ilustres, impresiones, educación, sociedad, ecología, cultura y arte. Diversidad y Aliaga. Aliaga surge una y otra vez como pueblo de verano, de invierno, refugio, atalaya y tesoro de identidad.
José María Ariño Colas nació en Aliaga (Teruel) en 1953, dejó el pueblo a la edad de once años para estudiar en los Maristas de Barcelona. Esa primera nota biográfica, junto a su pasión por el escritor vallisoletano Miguel Delibes, me sirvió para trazar un paralelismo entre la marcha de David, el Mochuelo en la novela “El Camino” y la propia experiencia del invitado. José María nos contó como una vez decidida su partida, fue de gran ayuda el contemplar la experiencia de otros zagales del pueblo más allá de las revueltas del río Guadalope y, aunque los cambios de aire, la novedad y lo desconocido, siempre se presentan como pequeños obstáculos, su voluntad por ganar otros horizontes y otras metas fueron decisivas a la hora de partir. Acompañado por otros mochuelos del pueblo: Una carrera en taxi hasta Alcorisa, de allí en autobús hasta Caspe, dónde cogió un tren con la velocidad de la época hasta Barcelona. Día y medio de viaje con destino a un internado de los de antes, de los de llegar con los olores del final del verano y pasar en sus aulas todos los meses hasta que la primavera traía los exámenes finales y la vuelta a casa. Fue un buen momento para recordar la similitud de las añoranzas entre nuestro invitado y el periodista y escritor Miguel Mena cuando pone sus ojos en la línea ferroviaria que unía Zaragoza y Utrillas. Una evocación que nos sirvió para imaginar a la Comarca de las Cuencas Mineras atravesada por el ferrocarril que nunca llegó a funcionar entre Teruel y Alcañiz y del que sólo quedan algunos vestigios arquitectónicos. Una infra
estructura que tal vez hubiera cambiado el destino de abandono de tantos pueblos y de tantas gentes.
José María tras
cursar Magisterio, se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad Central de Barcelona, ejerció la docencia en la otrora EGB y terminó por dar el salto a la enseñanza media. En 1984 se instaló en Zaragoza. Un viaje de ida y vuelta. Tras el regreso a Aragón, comenzó a escribir en la revista Trébede como crítico literario hasta que la publicación desapareció y Jose María tuvo el acierto de contactar con la prestigiosa revista Turia, en la que todavía colabora confeccionando reseñas sobre libros de ensayo.
Caminando
por tierras de ensayo nada mejor que preguntar al invitado por su tesis doctoral publicada por la Institución Fernando el Católico bajo el título: “Recuerdos y bellezas de España. Ideología y estética” Este trabajo, nos contó, es un acercamiento a los escritores románticos que intentan rescatar los monumentos artísticos del olvido, las guerras y el abandono. José María tuvo la ocasión de presentar su tesis en el programa “Borradores”, que Antón Castro dirige y presenta en Antena Aragón. Mi pregunta versó sobre los aspectos técnicos, y ocultos al espectador, de cómo es la liturgia de hacer “tele”, pero la respuesta fue mucho más amplia y el invitado aprovechó para glosar con admiración y respeto el trabajo que Antón Castro, un gallego afincado en Garrapinillos, esta haciendo por la cultura aragonesa.
José María ha impartido clases de lengua y literatura en diferentes Institutos zaragozanos, y en la actualidad ocupa el cargo de Director del Ramón y Cajal. Su tarea profesional como docente también se refleja con nitidez en su bitácora y este, el de la educación, era un tema que yo tenía interés en tratar. José María comenzó hablando por la estupenda sensación que se llevan los escritores tras participar el programa de animación a la lectura que coordina el escritor aragonés Ramón Acín, una comunión entre autores y alumnos que previamente han leído una de las novelas del invitado, al que interrogan para resolver dudas sobre lo leído o profundizar en los aspectos que les han llamado la atención de su obra. Una manera amena de apuntalar la afición por la lectura.
También charlamos sobre la importancia del Concurso de Lectura Pública que organiza la Diputación General de Aragón, un concurso dónde los alumnos se enfrentan al reto de leer “con entonación, claridad y coherencia” fragmentos de textos clásicos y de autores del actual panorama literario. Comentamos la importancia de la expresión oral en los jóvenes, tanto para expresar mejor las ideas y los sentimientos como para alcanzar un buen grado de oratoria, y como no, surgió el ejemplo del Obama que, además de excelente orador tiene la virtud de ejercitar con brillantez la escritura. La importancia de escribir me llevó a preguntarle por cuanta satisfacción sentía al ver como una de sus alumnas, África Vázquez (Zaragoza 1990) ganó con su novela “Con vistas al cielo” el concurso literario “Jordi Sierra y Fabra 2008”, gracias al cual ha visto publicada su obra y cierra un círculo maravillo e imaginario: Una alumna se aficiona a la lectura porque ha compartido las experiencia de leer con diversos autores, ha comprobado como en la declamación de textos en voz alta es un medio eficaz para sentir y transmitir sensaciones y, por último, la alumna imaginaria de nuestra historia se sienta ante el folio en blanco con el reto de crear una novela que termina publicada. Parece un cuento pero África Vázquez nos ha demostrado que puede ser verdad.
Sumergidos en las aguas de la educación recordé un poema de Luís García Montero titulado “El Profesor” que José María había colgado en su bitácora, fue la excusa para preguntarle por la confesión impresa en una de las páginas de su blog dónde nos contaba que a él sus alumnos siempre le habían tratado de profesor, cuando lo que más le gustaría es que lo llamasen maestro. Ahí nos detuvimos, entre las diferencias del profesor funcionario, profesional pero tal vez sólo eso; y la pasión vocacional de quien se siente maestro para transmitir conocimientos y valores. Enredados en el discurso de los valores perdidos en el universo educativo hablamos del juez de menores de Granada Emilio Calatayud y de su idea de recuperar la importancia de conceptos como el esfuerzo, los deberes acompañando a los derechos, la familia como base fundamental de la educación y la necesidad de revitalizar las Escuelas de Padres para ayudar a sociedad española del siglo XXI a encontrar el camino de la autoridad sin autoritarismos y la máxima de que educar, además de una tarea difícil, es una labor de equipo entre los profesionales de la enseñanza y el impulso adecuado, potente y responsable desde el seno de la familia.
La conversación nos llevó hasta un texto de José María dónde abogaba por unir fuerzas para conseguir que el diccionario deje de ser “el mausoleo de las palabras” y que su presencia constante en nuestras vidas sea guía en la mejora en el acto cotidiano de comunicar. El diccionario y la literatura, porque ante la pregunta de ¿es útil la literatura? o incluso ¿puede hacernos felices la literatura? José María desplegó argumentos de evasión, divertimento, conocimiento y de crecimiento personal para defender que una persona leía tiene una mejor visión del mundo y de sí mismo. En este punto se inició un ameno debate auspiciado por Agustín Martín, anterior invitado en Tardes de Blog, sobre esa eterna discusión entre cine y literatura, lo que provocó un interesante cruce de opiniones, con ese sabor tan agradable de la conversación a tres bandas.
La última pregunta versó sobre deporte, un leve acercamiento al espíritu futbolero de mi invitado, una pregunta que mete el dedo en la actual llaga de los zaragozistas, entre los que me encuentro: ¿Cómo se disfruta más, con el Real Zaragoza líder de la Segunda División, o fluctuando en la media tabla de Primera? La respuesta de José María fue obvia y compartida por el resto de los aficionados que poblaban la grada.

Etiquetas: , posted by Javier López Clemente @ 17:28

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