lunes, agosto 09, 2010

Catolicismo de mercado

Catolicismo de mercado EL PAÍS - Opinión - 08-08-2010
Atención, el Vaticano pretende cobrar a los peregrinos la entrada a las misas que el papa Benedicto XVI oficiará en Reino Unido en septiembre. Las tarifas son: 5 libras (6 euros) en la ceremonia de Hyde Park, 20 libras (24 euros) costará asistir a la misa de Glasgow y 25 libras (30 euros) la misma de Birmingham. No se anuncian descuentos a grupos. Invocado el espíritu de Jonathan Swift, ha enumerado los serios peligros que acechan tras la iniciativa. Si se cobra por asistir a una misa, nada habría que objetar por tarifar la dispensa de sacramentos. ¿Alguien duda de que los pecados que se confiesan en penitencia son fáciles de tasar, de forma que el penitente pague más por los mortales y menos por los veniales? También podrían redactarse cláusulas contractuales para indemnizar al cura en caso de separación matrimonial. Así, las Iglesias nacionales y el Vaticano aumentarían progresivamente sus ingresos, hasta que le resultara imperativo cotizar en Bolsa; entonces, las variables fundamentales de Vaticano Corp serían la facturación y el aumento anual de las conversiones; pero estas dependerían del crecimiento del miedo al infierno, materia prima que solo podría suministrar un equipo de eminentes psicólogos asesores de la Santa Madre Iglesia.
Como diría De Quincey, se empieza cobrando una misa y se acaba manipulando teológicamente la noble ciencia de la psicología; y además en contra de las amables tendencias del emocionalismo americano, obsesionado por el masajeo complaciente del Yo. En fin, si la obligación de pagar las visitas del Papa (salvo en Valencia, que las gestiona con gran eficacia la trama Gürtel) exige que se consume el cobro ceremonial, al menos que se modernicen los medios de pago; a ver si se pueden pagar los 30 euros con la Visa Marcinkus del Instituto de Obras de la Religión (IOR).
Por cierto, cobrar una misa, ¿no es simonía, ese pecado tan negro que, entre otras desgracias, causó el cisma luterano? Porque una misa es un bien espiritual, y simonía (de Simón el Mago, Hechos de los Apóstoles, como bien sabe Benedicto XVI) es "comprar o vender por un precio temporal un bien intrínsecamente espiritual o un bien temporal inseparablemente unido a uno espiritual". Palabra de diccionario teológico. Amén.

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