martes, agosto 17, 2010

Encuentran plomo, uranio y neodimio en las setas que comemos

Culpan a los suelos contaminados. Encuentran plomo en las setas que comemos
El rebozuelo, uno de los hongos más apreciados por la cocina europea, presenta el nivel más alto de metales pesados. El otoño es la mejor época para la recogida de setas. EFE
RC Un equipo de investigadores de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) ha analizado la presencia de metales pesados en 12 especies de setas recolectadas en áreas naturales sin contaminar, y ha encontrado que los niveles varían según el tipo de hongo. Los resultados del estudio, que este mes aparecen en la revista Biometals, reflejan que la mayor cantidad de plomo y neodimio se encuentra en el rebozuelo, una de la setas que más utilizamos en nuestras cocinas.
"El objetivo era conocer si existe alguna relación entre las concentraciones de ciertos metales pesados detectados en los hongos en función de tres factores: el tipo de sustrato, el área de estudio y la especie de hongo. El factor determinante fue el tercero", explica Juan Antonio Campos, autor principal del estudio e investigador en el Departamento de Producción Vegetal y Tecnología Agrícola de la UCLM.
Un análisis por rayos X
Los investigadores han analizado la presencia de plomo, neodimio, torio y uranio en un centenar de muestras de 12 especies de setas comunes, comestibles o no, recogidas en zonas no contaminadas de la provincia de Ciudad Real. El análisis de estos metales pesados -que pueden llegar a ser tóxicos para el ser humano-, se realizó con rayos X.
La máxima absorción de neodimio y plomo se encontró en el rebozuelo (Cantharellus cibarius), una seta muy apreciada en los platos de la cocina europea. Este hongo crece a las sombra de encinas, alcornoques y robles.
"En algunos suelos contaminados o con características mineralógicas especiales las setas que se recogen podrían alcanzar concentraciones de elementos tóxicos que harían desaconsejable su consumo", revela el investigador.

El dedo índice y la planta del pie albergan más microbios que los intestinos o la boca, según un estudio. MADRID (EUROPA PRESS) 11.11.2009
El dedo índice y la planta del pie albergan más microbios que los intestinos o la boca, según un estudio de la Universidad de Colorado en Boulder (Estados Unidos) que se publica en 'Science Express', la edición digital de la revista 'Science'. Otro de sus curiosos descubrimientos muestra que los microbios de la frente pueden proliferar en el antebrazo pero no a la inversa.
Los investigadores explican que nuestros cuerpos son el hogar de incontables microorganismos y los investigadores dicen que los resultados de un análisis reciente de todo el cuerpo sobre estas comunidades microbianas diversas podría finalmente revelar cómo los cambios en estas comunidades pueden causar, o evitar, enfermedades.
Los científicos, dirigidos por Elizabeth Costello, analizaron microbios de hasta 27 partes del cuerpo incluyendo los intestinos, boca, oído, nariz y hasta 18 superficies de la piel de un grupo de adultos sanos en cuatro ocasiones distintas.
Sus descubrimientos se basan en una investigación previa publicada en 'Science' en mayo de este año y revelan que la localización del cuerpo es esencial en la composición de las comunidades microbianas que lo habitan, mucho más que la progresión del tiempo o la variación entre las personas individuales.
Los autores descubrieron que algunas localizaciones de la piel, como el dedo índice o la planta del pie, a menudo albergan una mayor diversidad de microbios que los intestinos o la boca.
Sus datos acentúan el hecho de que nuestros microbios personalizados del cuerpo permanecen relativamente estables a lo largo del tiempo y que muestran patrones predecibles de crecimiento en nuestro organismo.
En estudios posteriores, los investigadores trasplantaron comunidades microbianas de un lugar del organismo a otro sitio, y de una persona a otra, y descubrieron que los factores ambientales eran incluso más fuertes en la forma de las comunidades microbianas en las localizaciones de la piel grasas en comparación con las de piel seca.
Por ejemplo, los microbios del antebrazo no proliferaban tan bien en la frente, pero los microbios de la frente se desarrollaban bien en el antebrazo.

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