jueves, septiembre 29, 2011

El Banco de España echa a la directora de la CAM por manipular las cuentas. La ejecutiva pierde la pensión vitalicia de 370.000 euros anuales

S. NAVARRO / Í. DE BARRÓN - Alicante / Madrid EL PAÍS - Economía - 29-09-2011
No ha habido un despido fulminante ni en la Caja Castilla La Mancha (CCM) ni en Cajasur, ambas intervenidas por el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB). Las irregularidades detectadas en la Caja Mediterráneo (CAM) han sobrepasado todas las líneas rojas y los tres gestores del fondo de rescate decidieron ayer que María Dolores Amorós, retirarán a la ejecutiva sus competencias en el cargo ex directora general de la CAM, abandonara su puesto inmediatamente sin derecho a indemnización. Según fuentes cercanas a la entidad, el FROB considera que ha realizado lo que se denomina "contabilidad creativa" en alguna operación concreta, cuyo resultado ha sido un beneficio para Amorós.

Además de esta irregularidad, Amorós se adjudicó, según el organismo dependiente del Banco de España, una pensión vitalicia de 370.000 euros anuales. Esta cifra se considera absolutamente desproporcionada, sobre todo después de haber realizado una pésima gestión que ha llevado a la CAM a la ruina. También se considera que Amorós presentó cifras falseadas de las cuentas con el objetivo de engañar al supervisor. La exdirectora general se mantuvo en su puesto desde la entrada del FROB, el 22 de julio, hasta el 10 de agosto. Durante este último mes y medio Amorós únicamente cobró el sueldo estipulado en el convenio del sector, pero no los pluses inherentes al cargo de directora general.
No es el primer escándalo por cobro de indemnizaciones en la CAM. Fuentes sindicales cifraron en más de tres millones la indemnización que cobró el antecesor de Amorós, Roberto López, en virtud de un salario de 700.000 euros anuales.
José María Martínez, secretario de banca de Comfía-CC OO, pidió ayer "un castigo ejemplar para Amorós, López y Modesto Crespo, expresidente de la CAM". Consideró "intolerable" la actitud de "los administradores ejecutivos de una entidad que está recibiendo ayuda estatal. Es necesario que se actúe con la máxima dureza en estos casos, máxime cuando se está en un proceso de recapitalización de las cajas", añadió Martínez. También criticó por "falta de vigilancia" al Banco de España que inspeccionaba esta entidad desde hacía meses, así como al auditor por las últimas cuentas publicadas. No obstante, la auditora, KPMG, no analizó las cuentas de marzo, cuando la CAM presentó 40 millones de beneficio, porque no se auditan los balances trimestrales.
Por otro lado, la Fiscalía estudia cuatro denuncias recibidas mientras espera el informe final del Banco España para determinar supuestas responsabilidades penales en la gestión de los antiguos administradores de la CAM. Fuentes de la Fiscalía de la Audiencia de Alicante han asegurado que desde la intervención de la caja el ministerio público ha recibido cuatro denuncias de otros tantos colectivos cívicos. Esas fuentes han precisado que todas las denuncias son "genéricas" y que están "congeladas a la espera del Banco de España".
Una de estas denuncias fue presentada por el partido político extramunicipal Vecinos por Alicante; y la segunda en nombre de movimiento 15-M. En Madrid se presentó una tercera del colectivo Manos Limpias. La cuarta la impulsó Cercle Obert de Benicalap por la gestión de la CAM. Esta iniciativa, al igual que las otras tres, cuestiona la legalidad de contabilidad, los préstamos a consejeros a bajos tipos y los sobresueldos. Entre los denunciantes no figura el colectivo de fiscales, integrado en la Asociación Internacional contra la Prevaricación. Este grupo advirtió el 4 de agosto al Banco de España que presentaría una querella contra la institución si Amorós no era destituida.

* Ejecutivos sin control en las cajas. Directivos de entidades de ahorro arruinadas y rescatadas por el Estado reciben indemnizaciones millonarias por la falta de vigilancia de los consejos y del supervisor. ÍÑIGO DE BARRÓN - Madrid EL PAÍS - Economía - 09-10-2011
Se unió la codicia, los altos ingresos, baja cualificación y falta de vigilancia. El Banco de España dice que solo mira los salarios si hacen peligrar la solvencia. Quintás, presidente de la CECA, alertó de la dictadura de los ejecutivos. Los escándalos van desde cuantiosas prejubilaciones a pensiones vitalicias
Los responsables de las cajas y sus retribuciones
R. LÓPEZ ABAD CAM Casi cuatro millones por prejubilarse. Roberto López Abad gestionó la CAM de 2001 a 2010, es decir, durante su trayectoria negra hasta al hundimiento. Al prejubilarse obtuvo una indemnización de 3,8 millones, además de otra cantidad millonaria en pensiones. El fondo de rescate bancario reclamará judicialmente el dinero.
M. BLESA Caja Madrid La antigua cúpula reclama 25 millones. Miguel Blesa, presidente de Caja Madrid hasta enero de 2010, y nueve directivos más tenían previsto cobrar 25 millones como bonus tras dejar la entidad en una apurada situación económica. Caja Madrid ha anulado el pago. Los ejecutivos reclaman judicialmente el dinero.
J. L. PEGO Caixanova Premio para una caja nacionalizada. José Luis Pego fue directivo de Caixanova, una caja menos contaminada por el ladrillo que Caixa Galicia, aunque la unión de ambas hundió a la entidad resultante, Novacaixagalicia, que está nacionalizada. Pego, de 54 años, cobrará 10,8 millones por prejubilación y pensión.
J. L. MÉNDEZ Caixa Galicia 16,5 millones tras 29 años de poder total. José Luis Méndez fue director general de Caixa Galicia durante 29 años, periodo de una fuerte expansión y vertiginosa caída por el ladrillo. Vetado por el supervisor, abandonó la caja tras convertirse en Novacaixagalicia, ahora nacionalizada. Ha cobrado al menos 16,5 millones como pensión.
T. GARCÍA MONTES CAI Pelea en el tribunal por cuatro millones. Tomás García Montes, director general de Caja Inmaculada de Aragón, fue despedido en diciembre de 2009 tras la fusión con la caja Caja Círculo de Burgos y Caja Badajoz. Reclama 4,2 millones de indemnización en los tribunales porque la entidad pretende rebajar la cantidad.


* Enfrentarse a los malhechores PAUL KRUGMAN 09/10/2011 NEGOCIOS - Economía

Aquí está pasando algo. No está claro exactamente lo que es, pero puede que por fin estemos asistiendo a la aparición de un movimiento popular que, a diferencia del Tea Party, está enfadado con la gente con la que hay que estar enfadado.
Cuando empezaron las manifestaciones de Ocupa Wall Street, hace tres semanas, la mayoría de los medios informativos desdeñaban los incidentes, si es que se dignaban a mencionarlos. Por ejemplo, después de nueve días de manifestaciones, la Radio Pública Nacional no había dado la más mínima información sobre ellos.

Por tanto, el hecho de que las manifestaciones no solo hayan continuado, sino que además hayan crecido y acabaran volviéndose demasiado importantes para ignorarlas, es una prueba de la pasión de los que participan en ellas. Ahora que los sindicatos y un número cada vez mayor de demócratas expresan al menos un apoyo matizado a los manifestantes, Ocupa Wall Street empieza a parecerse a un acontecimiento importante que, con el tiempo, incluso podría llegar a considerarse un punto de inflexión.

¿Qué podemos decir de las manifestaciones? Lo primero es lo primero: la acusación de los manifestantes de que Wall Street es una fuerza destructiva, económica y políticamente es totalmente acertada.

Un cinismo agotador y la certeza de que nunca se hará justicia se han apoderado de una gran parte de nuestro debate político y, sí, yo mismo he sucumbido a veces. Mientras tanto, ha resultado fácil olvidar lo escandalosa que es realmente la historia de nuestras desgracias económicas. Por eso, en caso de que lo hayan olvidado, ha sido una obra en tres actos.

En el primer acto, los banqueros se aprovecharon de la liberalización para desmandarse (y pagarse unas espléndidas sumas), inflando unas enormes burbujas mediante unos préstamos temerarios. En el segundo acto, las burbujas se pincharon, pero los contribuyentes rescataron a los banqueros, con muy pocos compromisos a cambio, aunque los trabajadores normales y corrientes seguían sufriendo las consecuencias de los pecados de los banqueros. Y en el tercer acto, los banqueros mostraron su agradecimiento volviéndose contra la gente que les había salvado y proporcionando su apoyo -y la riqueza que seguían poseyendo gracias a los rescates- a los políticos que prometieron mantener sus impuestos bajos y eliminar la moderada normativa que se estableció a raíz de la crisis.

Teniendo en cuenta esta historia, ¿cómo es posible no aplaudir a los manifestantes por tomar finalmente partido?

Es verdad que algunos de los manifestantes van vestidos de forma extraña o tienen lemas que parecen absurdos, lo que es inevitable dado el carácter abierto de los acontecimientos. Pero ¿y qué? A mí, al menos, me ofende mucho más ver a unos plutócratas con trajes de corte exquisito, que deben su permanente riqueza a las garantías del Gobierno y se quejan de que el presidente Obama ha dicho cosas malas sobre ellos, que ver a unos jóvenes desharrapados denunciando el consumismo.

Tengan en cuenta también que la experiencia ha dejado penosamente claro que los hombres trajeados no solo no tienen ningún monopolio sobre la sabiduría, sino que además tienen muy poca sabiduría que ofrecer. Cuando los bustos parlantes de, pongamos por caso, la CNBC se mofan de los manifestantes por su falta de seriedad, recuerden cuántas personas serias nos aseguraron que no había una burbuja de la vivienda, que Alan Greenspan era un oráculo y que los déficits presupuestarios harían que se dispararan los tipos de interés. Una crítica mejor a los manifestantes es su falta de reivindicaciones políticas concretas. Seguramente resultaría útil que los manifestantes se pudieran poner de acuerdo sobre al menos algunos cambios políticos que les gustaría ver promulgados. Pero no deberíamos conceder demasiada importancia a la falta de concreción. Está claro qué clase de cosas quieren los manifestantes de Ocupa Wall Street, y en realidad es a los intelectuales políticos y a los políticos a quienes les corresponde la labor de completar los detalles.

Rich Yeselson, un experto organizador e historiador de movimientos sociales, ha sugerido que la ayuda para las deudas de los estadounidenses que trabajan sea uno de los temas centrales de las manifestaciones. Yo lo secundo, porque dicha ayuda, además de hacer justicia económica, podría contribuir en gran medida a la recuperación de la economía. Y sugeriría que los manifestantes también exijan inversiones en infraestructuras -no más recortes de impuestos- para ayudar a crear puestos de trabajo. Ninguna propuesta va a convertirse en ley en el actual clima político, pero la razón principal de las protestas es cambiar ese clima político.

Y ello abre verdaderas oportunidades políticas. No, por supuesto, para los republicanos de hoy día, que instintivamente se ponen de parte de los que Theodore Roosevelt apodaba los malhechores de gran riqueza. Mitt Romney, por ejemplo, quien, dicho sea de paso, probablemente pague menos impuestos con respecto a sus ingresos que muchos estadounidenses de clase media, condenó rápidamente las manifestaciones llamándolas "guerra de clases".

Pero a los demócratas se les está brindando lo que equivale a una segunda oportunidad. El Gobierno de Obama ya desperdició antes una gran cantidad de posible buena voluntad al adoptar unas medidas benignas con los banqueros que no consiguieron poner en marcha una recuperación económica, y eso que los banqueros devolvieron el favor volviéndose en contra del presidente. Ahora, sin embargo, el partido de Obama tiene la oportunidad de empezar de cero. Lo único que tiene que hacer es tomarse esas manifestaciones tan en serio como merecen tomarse.

Y si las manifestaciones incitan a algunos políticos a hacer lo que deberían haber estado haciendo desde el principio, Ocupa Wall Street habrá sido un éxito clamoroso.

No hay comentarios:

.

Archivo del blog

.