domingo, septiembre 11, 2011

Los embajadores israelíes, por su parte, deberían ser capaces de apreciar que la política israelí en la Palestina ocupada sigue siendo inaceptable

Nuevas tácticas, viejas estrategias ILAN PAPPE EL PAÍS - Opinión - 11-09-2011

Rafi Schutz, embajador israelí en España hasta hace un par de meses, resume en el diario Haaretz su mandato como un periodo especialmente lúgubre. Nada raro por otra parte, pues a un exembajador israelí en Europa del Este le pasó lo mismo, y ambos siguen los pasos del exembajador israelí en Reino Unido, quien siempre se quejó de lo difícil que lo había tenido en los campus universitarios ingleses debido a la hostilidad creciente. Al exembajador israelí en Irlanda le pasó exactamente lo mismo.

El grupo al completo echa la culpa de todos sus males al clásico antisemitismo. Pero mientras sus colegas en Irlanda y Reino Unido no dan más detalles, el exembajador en Madrid radica todos sus problemas en la terrible Inquisición española del siglo XV. Los españoles (el artículo de Schutz se titula Por qué los españoles nos odian) serían anti-israelíes por pura incapacidad a la hora de aceptar la responsabilidad que les toca en eso de la Inquisición, una institución a la que, según él, todavía siguen apoyando.
Pensar que los jóvenes españoles piensan y sienten motivados por atrocidades cometidas hace más de 500 años y no por las criminales políticas actuales del Estado de Israel, o la idea de que la única razón del apoyo de España a la causa palestina sea la Inquisición, no es si no muestra de la desesperación de los diplomáticos israelíes en Europa, quienes ya desde hace tiempo ven perdida la batalla por la razón moral.

Este tipo de lamentaciones demuestran algo importante: la lucha de la sociedad civil en los principales países europeos va teniendo éxito. Sin recursos y a través de grupos pequeños que saben cómo sacar el mejor partido de su principal ventaja -el actual Gobierno de Israel-, la sociedad civil está consiguiendo hacer verdaderamente difícil la tarea de los diplomáticos israelíes. Por lo tanto, si hubiera que valorar la situación, creo que todos los que formamos parte de estos pequeños grupos de resistencia en Occidente podríamos sentirnos un poco satisfechos ante el trabajo bien hecho.

Los embajadores israelíes, por su parte, deberían ser capaces de apreciar que la política israelí en la Palestina ocupada ha sido y sigue siendo inaceptable. Por eso es tan criticada: el profundo racismo que subyace en la naturaleza del Estado judío ha conseguido galvanizar las conciencias de los ciudadanos -muchos de ellos judíos- de todo el mundo en apoyo de una campaña en pro de la justicia y de la paz en Palestina.

Pero antes de conseguirlas tendremos que hacer un esfuerzo para librarnos de las garras de los políticos y del juego de poder que se traen entre manos. La iniciativa de declarar un Estado independiente de Palestina en tan solo un 22% del territorio original es una broma de mal gusto, se apruebe finalmente o no se apruebe. La petición realizada a la comunidad internacional para que reconozca a una Palestina independiente en apenas una parte de Cisjordania, e integrada por una mínima parte de la población palestina, puede asustar al Likud pero no tiene nada que ver con la larga lucha por la liberación de Palestina. Puede que esta iniciativa termine en agua de borrajas o puede que para Israel tan solo sirva como un pretexto más para seguir ocupando y anexionando tierras que no son suyas.

Al final se trata solo de una nueva táctica en este juego de poderes al que tan aficionados son los políticos, un juego que, como todos sabemos, no lleva a ninguna parte, porque hasta que los palestinos no resuelvan su problema de representatividad y la comunidad internacional no ponga al descubierto las artimañas de Israel, la realidad y los políticos seguirán estando divorciados.

Mientras tanto, lenta pero definitivamente, seguiremos colocando en su sitio las piezas de un rompecabezas basado en el reconocimiento por ambas partes de que cualquier solución habrá de incluir a todos los palestinos (los que viven tanto en los territorios ocupados como en Israel o en el exilio), y en la construcción de un nuevo régimen para toda la tierra de la Palestina histórica que ofrezca igualdad y prosperidad para todos los que viven allí ahora o fueron expulsados de allí por la fuerza en los 60 años de existencia del Estado de Israel.
La incomodidad expresada por los diplomáticos mencionados no tiene su origen en el rechazo o en las malas caras de los Ministerios de Asuntos Exteriores o los Gobiernos de los países en que estuvieron destinados. Es posible que al tiempo que muchos ciudadanos europeos se empeñan en ponerles a ellos las cosas difíciles, sus respectivos Gobiernos miren para otro lado, ya sea aceptando el dinero de Israel para impedir zarpar rumbo a Gaza a la Flotilla de la Paz o para comprar su silencio, lo que demuestra que, a pesar de las lamentaciones de sus diplomáticos, la inmunidad de Israel sigue estando garantizada.
Esta es la razón principal por la que nosotros tendremos que procurar la incomodad no solo de los embajadores israelíes en todas las capitales europeas, sino también la de quienes les apoyan o tienen miedo de hacerles frente.

* ¿Para qué sirve Tony Blair en Oriente Próximo? Diplomáticos europeos y rusos cuestionan su papel como mediador ENRIC GONZÁLEZ - Jerusalén EL PAÍS - Internacional - 09-10-2011

¿Para qué sirve Tony Blair? Cuando se formula esa pregunta a las autoridades palestinas y a diplomáticos europeos y rusos, hay dos tipos de respuesta: una que podría resumirse con la frase "para nada" y otra que vendría a definirle como "portavoz de los intereses israelíes". El Gobierno israelí, en cambio, valora muy positivamente su trabajo como enviado especial del Cuarteto (Estados Unidos, Unión Europea, Rusia y Naciones Unidas) en Oriente Próximo. Han pasado más de cuatro años desde que Blair asumió la misión, justo el mismo día en que dimitió como primer ministro británico (el 27 de junio de 2007), y no ha habido cambios sustanciales ni en el proceso de paz ni en el bloqueo de Gaza.
Como primer ministro, Tony Blair se definió en numerosas ocasiones como "amigo de Israel". En 2004, 52 diplomáticos retirados del Reino Unido publicaron una carta en la que criticaban la sumisión de Blair a los intereses israelíes y estadounidenses. Pese a ello, pese a su negativa a pedir un inmediato alto el fuego tras la invasión israelí de Líbano (2006) y pese a su protagonismo en la invasión de Irak, las autoridades palestinas dieron el visto bueno a su nombramiento como mediador. Creyeron que su alto perfil político y su aparente influencia en el Gobierno israelí ayudarían a restablecer unas negociaciones que permanecían en vía muerta.
Las primeras críticas a su trabajo surgieron durante la invasión israelí de Gaza entre el 27 de diciembre de 2008 y el 18 de enero de 2009. Mientras Gaza era bombardeada, Blair pasaba las fiestas de Navidad en una de sus residencias británicas. Y se dejaba fotografiar en la inauguración de un nuevo establecimiento del modisto Giorgio Armani en Londres. El mediador sólo llegó a sus oficinas en Jerusalén el 5 de enero, cuando la infantería israelí ya había irrumpido en la Franja. Hasta ahora, Blair no ha visitado Gaza, lo que su oficina justifica por razones de seguridad.
El enviado especial del Cuarteto suele pasar una semana al mes en Jerusalén. No cobra por su trabajo, pero cuesta caro. Hasta este verano se hospedaba en el American Colony, el hotel más famoso y refinado de Jerusalén. Su suite (más de 400 euros por noche) y los alojamientos y oficinas de su docena de colaboradores ocupaban toda la cuarta planta del establecimiento, con un coste superior al millón de euros anuales. Los salarios de su escolta personal son retribuidos por los contribuyentes británicos, así como los más de 200.000 euros al año que el grupo de policías gasta en alojamiento y manutención. Hace un par de meses, Blair y su equipo se trasladaron a un moderno edificio en Sheik Jarrah (el barrio más prestigioso de Jerusalén oriental), alquilado por casi 800.000 euros anuales.
"Tony Blair nos explicó en una ocasión que su misión no era política, sino humanitaria, y se dirigía a mejorar las condiciones de vida de los palestinos: reducción de controles militares en los territorios ocupados, más entradas de productos en Gaza y cosas por el estilo", comenta un portavoz de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). "Y para eso nos basta hablar directamente con los israelíes", añade el mismo portavoz. Tanto los dirigentes palestinos como los israelíes se acostumbraron con el tiempo a la irrelevancia del representante del Cuarteto.
Mientras tanto, Blair se ocupaba de sus numerosos negocios y actividades privadas: el holding de inversiones Firerush Ventures (con 130 empleados), el asesoramiento al banco Goldman Sachs (2,3 millones de euros anuales) y a otras entidades y grupos como la petrolera surcoreana UI Energy, el fondo de inversiones Mubadala de Abu Dhabi, la familia real kuwaití y la sociedad de capital riesgo Khosla Ventures (750.000 euros anuales), y a pronunciar conferencias por el mundo, con una tarifa media de 200.000 euros. Blair posee una casa en Londres adquirida por cuatro millones de euros y una casa de campo en Buckinghamshire de seis millones de euros. El diario The Guardian estima su fortuna personal en unos 23 millones de euros.
Las relaciones de Blair con la Autoridad Palestina y la OLP se tensaron mucho a raíz del asalto por parte de comandos israelíes a la llamada Flotilla de la Paz, el 31 de mayo del año pasado. La violencia empleada contra las naves que intentaban llegar a Gaza, con el resultado de 10 activistas turcos muertos, hizo que Barack Obama cuestionara en público el bloqueo impuesto sobre la Franja. Blair se puso del lado de Israel y justificó el bloqueo, apoyando una "suavización" centrada en el envío de más variedad de productos a la población sitiada. Eso, según la OLP, frenó el impulso de la campaña internacional contra el bloqueo.
La crisis definitiva llegó hace unas semanas, cuando los palestinos decidieron pedir a la ONU que les reconociera como Estado. Tony Blair hizo lo posible por frenar la iniciativa, sumándose a Israel y EE UU. Fuentes diplomáticas señalan que también fomentó las divisiones entre los países de la Unión Europea, para impedir que adoptaran una posición conjunta favorable a la iniciativa palestina. "Blair es un diplomático israelí", declaró Nabil Shaath, jefe del equipo negociador palestino.
El comité central de la OLP llegó a plantearse pedir la dimisión de Blair como representante del Cuarteto, pero decidió esperar al desenlace de la petición ante la ONU. Mientras, el diario británico Daily Mail y varios periódicos israelíes anunciaron una supuesta relación sentimental entre Tony Blair y Ofra Strauss, una de las mujeres más ricas de Israel. Pese a los desmentidos por parte de Blair y Strauss, el asunto ha deteriorado aún más la imagen del mediador internacional en Oriente Próximo.

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