lunes, enero 31, 2011

Factura de la luz: no admitas facturas estimadas en el consumo eléctrico

Factura de la luz: no admitas facturas estimadas en el consumo eléctrico

24/03/2010

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Desde que se modificó el régimen de facturación de las compañías eléctricas y entró en vigor la tarifa de último recurso, las compañías eléctricas están facultadas por decreto ley para realizar una factura mensual con el consumo eléctrico estimado.

Estas estimaciones del consumo eléctrico, se realizan aplicando una serie de cálculos medios sobre los consumos de los años anteriores para los mismos meses pero claro está, el cálculo no deja de ser una estimación por lo que la cantidad que tenemos que pagar no coincide con la cantidad de electricidad que realmente hemos consumido.

Por si fuera poco, puede coincidir varios meses en los que la compañía eléctrica no tome lectura y las facturas estimativas se prolonguen de manera indefinida en el tiempo, con las consiguientes acumulaciones de saldos pagados, bien a favor de la compañía eléctrica, bien a favor nuestro.

En estos supuestos, por si fuera poco, si se realiza una estimación de consumo de 1.000 kW y aposteriori la lectura real que se toma es de 200 kW, la compañía eléctrica no devuelve el dinero cobrado en exceso, sino que espera que los consumos reales alcancen a los consumos estimados en las facturas mensuales.

Según he podido comprobar con las facturas de electricidad de mi domicilio de todo el invierno, me han cobrado casi 200 euros más de lo que realmente he consumido y previsiblemente hasta verano, no alcance realmente la cifra de kilowatios estimados por la compañía.

Para evitar este problema y pagar por encima o por debajo de lo que realmente se consume, la mejor opción es tomar nosotros la lectura del contador y comunicarla a la compañía en los días que cierran la facturación.

La verdad que es es una solución molesta pero es preferible realizar una llamada telefónica cada dos meses y comunicar realmente las lecturas de nuestro contador antes que tener que pagar un consumo eléctrico que no hemos realizado o que nos puede acumular una factura astronómica en siguientes meses.

El caso que expongo es viable con dos de las principales eléctricas; imagino que el resto de empresas accederán también a este sistema de comunicación de datos de manera previa. A nivel de reclamaciones sobre la facturas estimativas, os puedo asegurar que es perder el tiempo todo lo que se intente, dado que la ley les da la razón en este sistema de cálculo de facturas.

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Remo, editor de Yo llego a fin de mes

miércoles, enero 26, 2011

El Papa condena la educación sexual por amenazar a la religión. MIGUEL MORA

El Papa condena la educación sexual por amenazar a la religión. MIGUEL MORA - Roma EL PAÍS - Sociedad - 11-01-2011
Ratzinger denuncia como 'cristianofobia' la enseñanza de valores "presuntamente neutros" en las escuelas de Europa y los atentados contra fieles en Oriente Medio
El tradicional discurso del Papa ante los representantes del cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede aumentó ayer la impresión de hostigamiento global que transmite el Vaticano desde que Joseph Ratzinger se hizo cargo del trono de San Pedro en 2005. Benedicto XVI arremetió contra la educación sexual y cívica que se imparte en algunos países europeos, clamó contra el monopolio estatal de la educación que, a su juicio, mantienen algunos Estados de América Latina y censuró los vetos a las fiestas y símbolos religiosos. Alzando la voz por la libertad religiosa, el Papa situó de nuevo en el mismo contexto cristianofóbico las medidas que toman los Gobiernos democráticos y la intolerancia fanática y los atentados que sufren los fieles cristianos en lugares como Oriente Medio.
El Papa atacó frontalmente a la educación laica europea al subrayar que la Iglesia "no puede guardar silencio ante otra amenaza a la libertad religiosa de las familias", donde "se impone la participación en cursos de educación sexual o cívica que transmiten concepciones de la persona y de la vida presuntamente neutras, pero que en realidad reflejan una antropología contraria a la fe y a la recta razón". La frase
pareció una referencia implícita a la asignatura de Educación para la Ciudadanía aprobada por el Gobierno socialista español, y algunos vieron en ella una respuesta directa a los argumentos empleados por la justicia española cuando declaró la materia ajustada al ordenamiento legislativo.
El Papa definió además como una "manifestación de la marginación de la religión, y, en particular, del cristianismo", el hecho de "suprimir de la vida pública fiestas y símbolos religiosos en nombre del respeto a aquellos que pertenecen a otras religiones y de los que no creen" en Dios. Al actuar así, dijo, "numerosas naciones" no solo limitan "el derecho de los creyentes a la expresión pública de su fe", sino que también "cortan las raíces culturales que alimentan la identidad profunda y la cohesión social".

Aunque la ocasión no le permitía ser más explícito, el Papa pareció referirse a la Venezuela de Hugo Chávez y la Cuba de Raúl Castro cuando afirmó que es "preocupante que el servicio que las comunidades religiosas ofrecen a toda la sociedad, en particular para las jóvenes generaciones, sea comprometido u obstaculizado por proyectos de ley que amenazan con crear una suerte de monopolio estatal en materia escolar". "Exhorto a todos los Gobiernos", dijo Ratzinger, "a promover sistemas educativos que respeten el derecho primordial de las familias a decidir acerca de la educación de sus hijos y que se inspiren en el principio de subsidiariedad, fundamental para organizar una sociedad justa".
Tras pedir garantías para que las comunidades religiosas puedan "trabajar libremente en la sociedad, con iniciativas en los sectores sociales, caritativos o educativos", Ratzinger reclamó mayor libertad religiosa en los países musulmanes. Recordó el atentado que "golpeó brutalmente" la noche de fin de año a la Iglesia copta de Alejandría (Egipto), constató "la sucesión de ataques" contra las minorías cristianas y pidió a las "autoridades políticas y a los líderes religiosos" islámicos que "trabajen para que sus conciudadanos cristianos puedan vivir con seguridad", señalando la "urgente necesidad de adoptar, pese a las dificultades y amenazas, medidas eficaces para proteger a las minorías religiosas".
En ese pasaje Ratzinger citó dos países concretos, Irak y, especialmente, Pakistán, para solicitar al Gobierno la abolición de la ley contra la blasfemia: "Es evidente", dijo, "que sirve como pretexto para provocar injusticias y violencia contra las minorías religiosas". Según Benedicto XVI, "el trágico asesinato del Gobernador de Punjab" demuestra la urgencia de esa abolición.
En el análisis sobre la violencia, el Papa acusó con firmeza a los países donde el Islam es mayoritario diciendo que la violencia encuentra su caldo de cultivo en la discriminación social y política: "La libertad religiosa no se aplica plenamente cuando se garantiza solamente la libertad de culto y además con limitaciones", concluyó. "Animo, además, a acompañar la plena tutela de la libertad religiosa con programas que, desde la escuela primaria y en el cuadro de la enseñanza religiosa, eduquen en el respeto a todos los hermanos de la Humanidad".
Una asignatura pendiente en la escuela
Un derecho

No etiquetarás a nadie en vano. ANTONIO Aramayona

No etiquetarás a nadie en vano. 26/01/2011 ANTONIO Aramayona Profesor de Filosofía Habrá que recordar que, a veces, solo por una reivindicación justa nos convierten en laicistas agresivos y ateos.
En los años 60 y primeros años de los 70 podía verse en los cuartos de algunos estudiantes alemanes un póster donde en grandes letras se leía: "Ein kluges Wort und schon ist man kommunist", que, traducido libremente, viene a decir: una palabra sensata o razonable y ya es uno comunista. No era un chiste o un mero chascarrillo, sino un fiel reflejo de lo que ocurría por aquel entonces en muchas partes del mundo.
Aplicado a España, cautiva por aquel entonces en pleno tardofranquismo, el mensaje de aquel póster alcanzaba un grado superlativo, pues todo lo que se opusiera o se desviase de los valores eternos del Movimiento y del nacionalcatolicismo era sospechoso inmediatamente de perversión comunista para las mentes celtibéricas. La clase trabajadora reivindicaba derechos laborales fundamentales y una buena parte de la ciudadanía reclamaba derechos humanos y libertades cívicas, pero la gente afín a la dictadura lo interpretaba como movimientos subversivos del comunismo, contubernios masónicos y ataques a los cimientos mismos de la Patria.
En los últimos años hemos asistido a un automatismo similar en nuestro país por parte de personas y grupos pertenecientes al conservadurismo tradicional "de toda la vida". El fantasma nacionalcatólico ha ido recorriendo España durante muchos siglos, pero muchos somos ya quienes decimos con firmeza que el nacionalcatolicismo debe acabar, que todos los ciudadanos tenemos el mismo derecho a ejercer la inalienable libertad de conciencia, en completa igualdad de condiciones, sin privilegios para nadie. Y por ello se nos declara anticatólicos. Muchos reivindicamos que el Concordato franquista de 1953, así como los Acuerdos de 1976 y 1979 entre el Vaticano y el Estado español, deben acabar, e ipso facto somos tildados de laicistas agresivos. Hay incluso quienes tienen la cabeza tan pequeña, tan pequeña que además de no caberles la menor duda, nos encasillan como ateos por no coincidir con su ideología: si alguien afirma que determinadas ideas religiosas pertenecen a la superchería y la irracionalidad, es etiquetado de ateo. Con ello esa gente obvia, por cabeza pequeña o por ignorancia, que existen, entre otros, el agnosticismo, la indiferencia intelectual o la indiferencia de hecho, más sobre todo la ciencia y la razón.
Muchos reconocimos hace meses a Ratzinger el mismo derecho a visitar nuestro país que cualquier otra persona con tal de que los gastos de ese viaje no fuesen costeados por el dinero público, de todos los contribuyentes. Y se nos asoció con no sé qué persecución religiosa de la Segunda República. Y de paso, quedamos clasificados en la casilla del ateísmo.
Todos tenemos derecho a amar y ser amados, constituir una familia y decidir libre y responsablemente sobre nuestro propio cuerpo, independientemente de nuestras preferencias sexuales, pero se nos llamará de inmediato pervertidos, asesinos y contrarios a la ley natural y la ley divina. Decimos cosas sensatas y hablamos de forma razonable, y por ello mismo somos tachados de anticatólicos. Incluso hay quien dirá de nosotros que solo podemos ser ateos, dada nuestra fea conducta.
Hay gente en nuestro país que aún no se ha enterado de que vivimos en un país constitucionalmente aconfesional. Sigue creyendo que todo esto sigue siendo su cortijo, condenan el aborto, el matrimonio homosexual, la pareja de hecho, los anticonceptivos, y un largo etcétera más, todo ello aprobado democráticamente con sendas leyes por los órganos parlamentarios que representan a toda la ciudadanía. Esa gente añora privilegios seculares y patentes de corso en materia de moral y costumbres, defiende el dinero que perciben los suyos, sus exenciones fiscales, el complejo entramado de poder y privilegios que configuran con algunos sectores del poder legislativo, ejecutivo y judicial. Pues bien, para esa gente, todo aquel que critique este estado de cosas es anticatólico, ateo y antipatriota (para ellos son términos equivalentes). Cumplen así lo que escribe Epicuro en su Carta a Meneceo: "no es impío el que desecha los dioses de la gente, sino quien atribuye a los dioses las opiniones de la gente". Y es que pocos son tan impíos como buena parte de la gente pía. Más aún, visto lo visto, estoy cada vez más convencido de que, si alguna suerte de divinidad existiera, ese dios sería poco religioso, a la vista de lo que generalmente se ha dicho o comentado de él en el transcurso de la historia del género humano. Más aún, incluso no habría que descartar la posibilidad de que ese dios se declarase ipso facto ateo.
Habrá que volver a poner en nuestras casas algún póster que recuerde que no solo por una reivindicación justa nos convierten en laicistas agresivos y ateos, sino sobre todo que buena parte de estos males confesionales proviene de que hasta ahora nuestros gobernantes y parlamentarios no se han atrevido a hacer realidad el artículo 16.3 de la Constitución: "Ninguna confesión tendrá carácter estatal".

lunes, enero 24, 2011

Recuperemos el timón en un mundo caótico. MIRIAM SUBIRANA EL PAIS SEMANAL

Recuperemos el timón en un mundo caótico. MIRIAM SUBIRANA EL PAIS SEMANAL - 23-01-2011
En el caos es difícil predecir lo que ocurrirá. El cambio es la constante, y planificar no funciona como en condiciones normales. No sabemos lo que nos espera y debemos estar preparados para improvisar. Nos ayudará la confianza. Confiar y creer en nosotros. Confiar en nuestra capacidad, en nuestros recursos internos y en los de los demás, permaneciendo abiertos y atentos para aplicar los más adecuados en cada situación.
Sin confianza, sin fe conjunta, no podemos realizar proyectos unidos. La confianza vincula y une. Sin verdadera confianza, la creatividad no fluye. Generamos confianza cuando nos mostramos íntegros, queremos el bien del otro, demostramos capacidad para resolver sus necesidades, adoptamos un tono emocional positivo y mantenemos una buena autoestima.
Junto a recuperar confianza, en tiempos de incertidumbre es fundamental encontrar las pautas creativas que nos permitan surfear sobre las olas sin ahogarnos. Dejemos de ser náufragos a merced de las corrientes, las olas y el viento, llevando el timón de nuestra vida. Metafóricamente, las corrientes son las situaciones que han dejado huella en nosotros en forma de cicatrices, de relaciones que hay que cerrar, de aspectos con los que debemos reconciliarnos y de hábitos que nos dominan. Son las corrientes subterráneas que se mueven en nuestro interior y provocan inquietud, desasosiego y angustia. Las olas son las múltiples influencias que ejercen presión sobre nosotros. Influencias de personas, situaciones y trabajos. Los vientos son los condicionamientos culturales, religiosos, sociales, económicos, políticos, laborales y deportivos. Estos vientos condicionan nuestras decisiones, actitudes y acciones.
Si no sujetamos firmemente el timón de nuestra vida, las corrientes, las olas y los vientos seguirán dominándonos. Viviremos sin rumbo en el caos de los mares agitados. La cuestión está en cómo lo hacemos. La meditación nos ayuda a con-centrarnos y asentarnos en llevar el timón de nuestra vida. Otro método para desbloquear nuestra creatividad es la escritura creativa expresada en las páginas matinales. Cada mañana al despertar puede escribir lo que sienta y lo que hay en usted. Soltándose, sin reprimirse. Poner palabras a lo que sentimos nos ayudará a verbalizarlo, clarificarlo y soltarlo.

un propósito claro “Para vivir creativamente, perdamos el miedo a equivocarnos” (Joseph Chilton Pearce)
Para no ahogarnos en estos momentos caóticos, debemos tener claro nuestro propósito personal. Tendremos más energía cuando lo canalicemos para dar lo mejor de nosotros mismos desde nuestra autenticidad. Será un propósito conectado con el cambio global, y no centrado en satisfacer necesidades egoístas insostenibles. Cuando mantenemos nuestro propósito en nuestra conciencia, el poder de la intención actúa con fuerza: creas lo que crees. Los deseos y las intenciones pueden cambiar la manifestación física de la realidad.
Para clarificar nuestras metas podemos plantearnos ciertas preguntas: ¿qué me pide la vida?, ¿qué me ofrece que haga?, ¿a qué le presto atención?, ¿en qué me estoy fijando?, ¿cuál es mi responsabilidad?, ¿qué tengo que hacer ahora para vivir mi propósito? Estar en el presente refuerza nuestro valor.
Para cumplir nuestras metas nos ayudarán las afirmaciones. Son una buena semilla que da fruto si la plantamos aplicándola en nuestra vida, regándola y nutriéndola a diario. Crear nuestras propias afirmaciones funciona. Creamos nuestra realidad en base a lo que creemos y afirmamos. Ejemplos: “El pasado no tiene poder sobre mí”. “Yo puedo”. “No lo han hecho para hacerme daño”.

SOBERANÍA PERSONAL “La creatividad es el orden natural de la vida” (Julia Cameron)
Perdemos energía intentando controlar lo incontrolable. Podemos controlar nuestra mente y lo que sentimos entrenando la mente a pensar positivo. El enfoque positivo consiste en cambiar de dentro hacia fuera: ser creativos, pensar de forma distinta y provocar cambios positivos. Ser positivo significa encontrar siempre la mejor forma posible de responder a cada situación en nuestra vida. Así seremos más comprensivos, comunicativos y solidarios. Seamos parte de la solución, no parte del problema. Esto implica salirnos del ciclo de la rabia, el miedo y la tristeza, y entrar en la compasión, la valentía y la alegría. Cuando permitimos que los miedos se apoderen de nosotros, se atrofia nuestra capacidad creativa. Los miedos son los enemigos de la creatividad. El pánico nos paraliza. La cuestión está en mantener nuestra energía en el nivel más alto. Si los cambios nos pillan en momentos bajos, tendremos menos capacidad para afrontarlos.
Seamos creativos para mantener nuestra integridad y fuerza interior. Aprendamos a poner un punto y aparte. Frenar y controlar el tráfico mental. Redirigir nuestra energía en la dirección que queremos. Entrar en ese instante de silencio y la claridad emerge, la intuición habla y la escuchamos. En ese instante nos hemos liberado de las presiones. Practiquémoslo tantas veces como podamos, un minuto cada hora es lo ideal.
Otro método fácil es la respiración consciente. La respiración es la metáfora de la aceptación de la vida, al inspirar aceptamos vida. Inspirar es aceptar y espirar es contribuir. La respiración nos ayuda a conectar con el silencio interior, en especial cuando la mente genera mucho ruido. Ahora inspire profundamente, relájese, dé las gracias y al soltar el aire se da al mundo. En ese darse está la vida con su creatividad.
Una práctica regular como la meditación diaria, la sesión semanal de yoga, la oración nocturna, el paseo diario o la revisión personal nos ayuda a retomar el timón de nuestra vida. El mantener tiempos y espacios para profundizar en nuestro descubrimiento y desarrollo personal es lo que mejores resultados ofrece.

Recuperar la paz “Cierro los ojos para ver” (Paul Gauguin)
Por naturaleza, somos paz. Pero en este momento, ahora que el mundo nos habla de sus enfermedades e infortunios, es posible que nos encontremos lejos del ser pacífico. El propósito de la meditación es devolver la conciencia al núcleo silencioso del yo. La meditación es un buen camino para aquietar las maquinaciones de una mente complicada y retornar a la creatividad armoniosa.

Dar espacio a nuestra vida
Es bueno que demos espacio en nuestra vida diaria a todo lo que favorezca nuestro propósito y nos ayude a fortalecer nuestras relaciones. Aprendamos a decir no a todo lo que nos distraiga y debilite. Los entornos en los que trabajamos suelen ser disfuncionales para ser plenamente creativos. Busquemos espacios, personas, libros y momentos para liberar la energía creativa.
Cantidad de cosas llaman nuestra atención. Nos distraemos. Vamos de un lado a otro intentando atender todo lo que se presenta a nuestro paso. Si relajamos nuestro cuerpo, aquietamos nuestra mente y tranquilizamos nuestro corazón, podremos conectar con los impulsos procedentes de nuestra esencia. Descubriremos la enorme riqueza creativa de nuestro interior y daremos lo mejor de nosotros mismos.

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sábado, enero 22, 2011

Posibles recortes amenazan la estabilidad en el empleo en Sodemasa

Posibles recortes amenazan la estabilidad en el empleo en Sodemasa

Actualidad SODEMASA. Los presupuestos para el 2011 prevén un recorte del 28 % en medio ambiente, las consecuencias en la plantilla de la empresa se pueden traducir en recortes generalizados. Una dosis más de precariedad a la ya existente. Desde nuestro blog expresamos nuestro mas rotundo rechazo a este nuevo escenario…


1.- Qué es SODEMASA:
SODEMASA, Sociedad de Desarrollo Medioambiental de Aragón, es una empresa pública dependiente del Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón.

Las actividades que realizamos los trabajadores de SODEMASA, son de muy diverso contenido y muchas de ellas son desconocidas por la opinión pública, como por ejemplo:
- Elaboración de proyectos y en la ejecución de las principales infraestructuras de protección y mejora medioambiental de Aragón.
- Realización de obras necesarias para la ejecución de los planes de acción estratégicos del Dpto. de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón (Plan Integral de Depuración y el Plan de Gestión Integral de Residuos).
- En materia de Biodiversidad y Desarrollo Sostenible, SODEMASA colabora en la definición, realización y gestión de, entre otras cosas, los Planes de Ordenación de Recursos Naturales y la Red Natural de Aragón; el desarrollo socioeconómico de las zonas protegidas, etc.
- Control de plagas y especies invasoras que afectan al territorio, la protección de los espacios naturales y de la fauna y flora, encontrándose muchas de estas especies amenazadas, así como la gestión administrativa de estas actividades y muchas otras todas ellas relacionadas con el medio ambiente.

Estos trabajos, que en su mayoría son “invisibles” para la opinión pública, las desempeñan aproximadamente unos 400 trabajadores.

2.- El Consejero de Medio Ambiente, Alfredo Boné, comparece en las Cortes, oponiéndose al presupuesto de su departamento y corroborando la disminución en un 28,18% del presupuesto de su Consejería.

3.- El Comité Intercentros de SODEMASA (en adelante, CIS) reitera su extrema preocupación y denuncia ante la opinión pública:
- Las graves consecuencias que esto acarreará en materia medioambiental.
- Las graves repercusiones en el aumento de la tasa de desempleo.
- La falta de asentamiento de la población en el medio rural.
- La falta de un empleo mínimamente estable y, por otro lado, tan poco reconocido.
- La falta de estabilidad laboral y, por tanto, de profesionalización.
- Siendo que el Operativo de Incendios desempeña funciones de emergencia y, la Empresa en general, servicios tan esenciales para la sociedad, no se entiende tan salvaje recorte.

4.- Anualmente, se han venido celebrando reuniones entre los Sindicatos, el Departamento de Medio Ambiente y SODEMASA, con escaso éxito: de todas las reclamaciones efectuadas, solo se han venido firmando acuerdos de mínimos para el Operativo de Incendios.
Como ejemplo, el 7 de abril de 2010, desde el Departamento de Medio Ambiente, se publicó una nota de prensa, de la que se hicieron eco varios medios de comunicación, en el que se refería a un “acuerdo” (¿¿??) habido con los sindicatos para el incremento de contratación de las cuadrillas forestales en la campaña 2010, consistente en que las 70 cuadrillas que integran el operativo iban a trabajar, como mínimo, durante 7 meses, frente a los 5 del año anterior.
El acuerdo del Departamento con los Sindicatos integrantes de los Comités de Empresa de SODEMASA, al que hacía referencia la nota de prensa nunca ha existido, puesto que era parte de otro más global que nunca se firmó.
Por la parte sindical, sí que se remitió un borrador de acuerdo conjunto, en el que se plasmaban los acuerdos parciales alcanzados, junto con la legalidad correspondiente a cada uno de ellos, a la empresa SODEMASA y al Departamento de Medio Ambiente que implicaba ésta y otras muchas cuestiones, sin que hasta la fecha se haya tenido respuesta al respecto, ni se haya firmado ningún documento.
Del resto de las solicitudes, la empresa ha tomado decisiones unilateralmente, sin acuerdo con los representantes de los trabajadores o bien, en su mayoría, las ha dejado en el olvido, sin ninguna intención de hablar con la representación sindical, y dando la callada por respuesta.

5.- Recortes ya sufridos en SODEMASA en 2009 y 2010:
- Un amplio número de trabajadores han visto reducido su tiempo de trabajo pasando a trabajar nueve meses, en lugar de los doce que siempre trabajaban en los ejercicios anteriores.

- Así, la empresa reduce a su antojo el tiempo de trabajo a lo largo del año sin verse en la necesidad de presentar un ERE en la Inspección de Trabajo o, lo que es lo mismo, escapando de cualquier control de la Administración y de los Comités de Empresa.

- Se han aplicado reducciones salariales de forma unilateral por la empresa a todos los trabajadores de SODEMASA, en porcentajes de hasta el 6,7%, sin negociación ni acuerdo con el Comité Intercentros por pretender negociar con una carta en blanco, sin entregar información alguna de la empresa a los representantes de los trabajadores.

6.- Y para 2011:
- De los 400 trabajadores que no son del operativo, se van a eliminar unos 100 puestos de trabajo, es decir, un 25% de la plantilla.

- A los 850 trabajadores del operativo se les va a recortar su ya mermado tiempo de trabajo, de unos 6 ó 7 meses, en otro 25 ó 30%, a 3 ó 4 meses de trabajo.

7.- Denunciamos una vez más públicamente la falta de sensibilidad de las Cortes de Aragón y de la clase política en general con nuestro medio natural, la poca empatía de la clase política actual con el medio rural aragonés, convirtiéndonos en el saco de todos los palos.
Y su constante incumplimiento de una ley que ellos mismos aprobaron: en particular, del art. 102.2 de la Ley de Montes de 2006 que regula el tiempo de trabajo de las cuadrillas forestales, y que será, como mínimo, de 10 meses.

8.- En empresas públicas de otras Comunidades Autónomas, similares a SODEMASA, como EGMASA, en Andalucía, y GEACAM, en Castilla-La Mancha, los trabajadores del Operativo de Prevención y extinción de incendios, trabajan los doce meses del año y se encuentran contratados al 100% de jornada, haciendo buena la tantas veces oída y repetida frase de “los incendios se apagan en invierno” pero que, en la Comunidad Autónoma de Aragón, nunca se ha dicho desde el convencimiento ni se ha apostado unánimemente.9.- Ni el Departamento de Medio Ambiente, ni la empresa pública SODEMASA, han dado ninguna información oficial al respecto. No han comunicado a los Comités de Empresa, cual va a ser la situación de TODA su plantilla durante el año 2011 y de cara a futuro.

En conclusión, estamos cansados de estas situaciones y del silencio cómplice que arrastramos del Departamento de Medio Ambiente, de SODEMASA y de la propia clase política aragonesa, del ninguneo por parte de la empresa a las Secciones Sindicales y Comités de Empresa, dando la mínima información posible, sin responder a nuestras preguntas, resultando así tan poco transparente.

Préstamos de carne y hueso - Coop57 Aragón

Préstamos de carne y hueso - Coop57 Aragón

La cooperativa Coop57 Aragón emerge como fórmula alternativa de servicios financieros, con créditos y ahorros con valor ético y social El límite es 120.000 euros.

[J. HERAS PASTOR - EL PERIODICO DE ARAGON] Si quiere saber qué se hace con sus ahorros y darles un uso exclusivamente social tiene alternativa. Olvidarse de la letra pequeña y los asteriscos propios de las entidades financieras es posible con Coop57 Aragón, una cooperativa de servicios financiero éticos y solidarios que lleva cinco años implantada en la comunidad.

Para hacerse socio individual solo es necesario depositar un capital mínimo de 300 euros y compartir los principios que inspiran esta organización. El rendimiento de los ahorros ronda el 2%, pero aquí los márgenes y porcentajes son lo de menos. El objetivo es financiar entidades y negocios ligados a la economía social, proyectos de carne y hueso que buscan la salida humana al dinero.

Coop57 tiene su origen en Cataluña y hoy está presente en cinco comunidades. Nada tiene que ver con la banca tradicional, pero tampoco la sustituye porque su capacidad de gestión es limitada. Se centra en la concesión de pequeños préstamos --120.000 euros como máximo-- a entidades asociadas (cooperativas, fundaciones, asociaciones), nunca a titulo individual. Hoy tiene 38 socios colectivos --el doble que cuando se fundó--, entre los que figuran conocidas firmas de la ciudad como La Veloz, Kairos, Recicleta, Tranviaser o locales de restauración como La Birosta y A Flama, y a un buen número de asociaciones.

Para que una entidad forme parte del grupo y se beneficie de sus ventajosos préstamos debe aportar un capital mínimo de 900 euros y compartir los principios de la economía social y solidaria: condiciones laborales dignan, respeto al medio ambiente, implicación social... "No importa el dinero que tienes o cuanto aportas, sino cuál es tu proyecto y cómo lo llevas a cabo", explica Macarena Fernández, coordinadora de Coop57 Aragón. En cinco años ha financiado 45 proyectos (500 en toda España).

La cooperativa ofrece facilidades y fórmulas adaptadas para la devolución de dinero prestado, realmente sin comisiones y con un interés de entre el 4% y el 7%. Y parece que la experiencia funciona. En los 15 años de vida de Coop57 no se ha dado ningún impagado. "El éxito ha sido la prudencia y el sentido común. Donde hay un euro vemos un euro, nada más. Esto es economía real, la de los bancos es ficticia y está inflada", opina Fernández.

Razonable rentabilidad

A nivel particular, ofrece la posibilidad gestionar los ahorros con una rentabilidad anual del 2%, y darles una utilidad social bajo su custodia. "Los proyectos que financian tiene un rendimiento económico, que es necesario para sostener el proyecto, pero el objetivo final es la rentabilidad social", explica. Hoy cuenta con 220 socios colaboradores (729 a nivel estatal).

Coop57 toma todas sus decisiones de forma asamblearia y no comparte el lenguaje financiero. Además, la crisis no ha dañado su actividad, más bien al contrario: "Hemos notado que vienen más personas para invertir aquí sus ahorros porque no se fían de la banca".

Pero ir contracorriente no es sencillo. De ahí que el ideal del sistema de autogestión del proyecto cojee en parte. Por razones de seguridad y obligaciones jurídicas el dinero de Coop57 está depositado en entidades financieras tradicionales. "No tenemos alternativa", reconoce Fernández. En concreto, el capital operativo está en Caja Laboral y el depósito fijo en Caja Abogados, por ser las entidades de banca convencional "más próximas" a sus principios. Pero esta limitación no quita valor a una singular iniciativa que borra la codicia del dinero y muestra su cara más humana

Cómo comunicar los cambios FERRAN RAMON-CORTÉS EL PAIS SEMANAL

Cómo comunicar los cambios FERRAN RAMON-CORTÉS EL PAIS SEMANAL - 16-01-2011

El hijo de mi amigo Pepe seguía el guion que su padre había previsto para su vida: después de su etapa escolar con un expediente académico brillante y varios veranos de estancia en Londres, cursaba el primer año de Administración de Empresas en una prestigiosa escuela de negocios.
Hasta que una tarde, a mitad del segundo trimestre, fue a verlo al despacho y se lo soltó: “Papá, dejo la carrera. El año que viene me matriculo en Comunicación Audiovisual. Quiero ser realizador…”.

Mi amigo me llamó desesperado: “Ayúdame a disuadirlo. No puedo permitir que cometa semejante error…”. Recibí al hijo de mi amigo y hablamos un buen rato. Evidentemente no lo disuadí de nada. Me limité a verificar si la suya era una decisión firme y madura, y efectivamente así me pareció que lo era.

Los siguientes tres meses fueron de profunda tensión: mi amigo le cerró el grifo económico y prácticamente le negó la palabra. A su hijo, y también a mí, que intentaba hacerle comprender que era su elección y que no la había tomado irreflexivamente. Su hijo lo pasó muy mal y en más de una ocasión dudó de su decisión. Pero siguió adelante con su plan.

Hace unos días desayuné con Pepe. No solo ha aceptado la situación, sino que apoya con entusiasmo la carrera de su hijo. Al hablar de los meses pasados, los resumió en una frase clarividente: “Simplemente no estaba preparado para recibir aquella noticia”.

Mi miedo es tu miedo “El único temor que me gustaría que sintieras frente a un cambio es el de ser incapaz de cambiar con él” (Jorge Bucay)

Cualquier decisión trascendente en nuestras vidas produce al compartirla un gran impacto en la gente que nos rodea. Aunque no lo deseemos, al comunicar un cambio vital importante provocamos una profunda alteración emocional en las personas más cercanas, y si esta comunicación se produce sin preámbulos, sin preparación alguna y de golpe, las posibilidades de que se genere un conflicto son evidentes.

Sería deseable compartir nuestras decisiones con los demás desde el principio, para darles tiempo a hacerse a la idea y digerirlas, pero lo cierto es que muchas veces posponemos la comunicación del cambio hasta el último momento, cuando no podemos esperar más o no tenemos más remedio que decirlo. Lo hacemos así porque tememos la reacción de los demás, pero sobre todo porque en el proceso de tomar la decisión nos sentimos inseguros y no queremos que nos hagan dudar. Nos da miedo que nos intenten disuadir de nuestras intenciones, que saboteen nuestros planes y que arruinen la ilusión que hemos puesto en el proceso.

Se produce así una profunda asimetría entre el proceso de tomar la decisión y el de comunicarla: mientras que al decidir nos tomamos todo el tiempo necesario para reflexionar, valorar y asimilar la situación (un tiempo que nuestro subconsciente utilizará para ordenar las ideas y poner cada pieza en su sitio), al comunicar la decisión, si lo hacemos de sopetón, no dejamos a los demás margen alguno para prepararse y los enfrentamos sin preaviso a un impacto emocional profundo, debido a un cambio que muchas veces es ya irreversible. Lo más probable es que este impacto les haga reaccionar impulsivamente, presos del temor.

Preparando el terreno

“Dejamos de temer aquello que se ha aprendido a entender” (Marie Curie)

Si compartimos nuestros planes con los demás desde el principio, y antes de haber tomado una decisión firme, nos arriesgamos a sufrir presiones y a no poder tomar nuestra decisión en libertad. Y si esperamos al final a comunicarlos, cuando ya no hay vuelta atrás posible, podemos provocar reacciones desmesuradas y acabar siendo víctimas de una profunda incomprensión.

¿Cómo podemos evitar ambos riesgos? La solución no es fácil y pasa por actuar en dos fases: en la primera, mientras tomamos nuestra personal decisión, podemos abstenernos de compartir nuestras intenciones. Podemos no desvelar nada mientras la decisión no sea firme, y así la podremos tomar sin ningún tipo de interferencia o condicionamiento. En la segunda, y una vez nos sintamos seguros con nuestra decisión, reiniciaremos mentalmente el proceso, actuando paso a paso, compartiéndolo con los demás, dándoles así tiempo para mentalizarse, para ir haciéndose a la idea, hasta poder aceptar nuestro cambio.

Esto significa que a la hora de comunicar grandes cambios podemos esperar a tener clara la decisión, pero no podemos esperar al último momento, porque necesitaremos un tiempo prudente para realizar todo el proceso de comunicación. Significa también que es importante no comunicar las grandes decisiones cuando sean a los ojos de los otros completamente irreversibles. Si no hay margen de maniobra, nos encontraremos muy probablemente con una reacción de angustia por parte de ellos.

Un buen punto de partida para el proceso de comunicación es que empecemos por compartir con los demás el estado en que nos encontramos, y que justifica la decisión que vamos a tomar (estamos frustrados por un estancamiento profesional, estamos desmotivados por una mala relación laboral, estamos ilusionadísimos con un nuevo proyecto que se va a realizar…). Esto exige, de entrada, preguntarse uno mismo con sinceridad por la causa, por el motivo de este cambio, que no tiene por qué nacer siempre del conflicto, sino que puede proceder también de la ilusión.

En segundo lugar, es recomendable retroceder mentalmente en el tiempo y volver a andar el camino andado al tomar la decisión, pero esta vez compartiéndolo con los demás. Los tiempos serán distintos, y podemos rehacer el camino saltando algunas etapas, pero es una buena forma de hacer participar al otro del proceso de reflexión hasta la decisión, y ayudará a que la acepten y la comprendan. La ventaja de hacerlo así es que nosotros, como conocemos el punto de llegada, nos mantendremos firmes en nuestra decisión. Pero los demás podrán ir siguiendo el proceso, podrán irse haciendo a la idea, de manera que puedan finalmente tener una respuesta serena.

Reacciones imprevisibles

“De lo que tengo miedo es de tu miedo” (William Shakespeare)

Lo hagamos como lo hagamos, es importante que estemos preparados para recibir, de entrada, cualquier tipo de reacción. Las noticias inesperadas, aun preparando el terreno, producen reacciones impulsivas, muchas veces desmesuradas, de las que quienes las manifiestan se arrepienten en relativamente poco tiempo. Así, cuando nos enfrentamos a comunicar un gran cambio, debemos prepararnos para estas respuestas. Saber que lo normal es que se produzcan y que las primeras reacciones suelen ser negativas, porque son producto del temor de aquellos que las tienen. Si contamos ya de entrada con ellas, las podremos vivir sin dolor.

El hecho es que queremos el máximo respeto y libertad para nuestras decisiones, pero en la mesura en que estas influyen en la vida de los que nos rodean, debemos respetar también su reacción. Hemos de barajar la posibilidad de su falta de comprensión inicial, incluso de su enfado o su poca predisposición a entender o escuchar nuestros motivos. Pero debemos vivirlo con naturalidad, sin reaccionar nosotros a su primera reacción.

Y si al final nos hacen dudar… Si nuestra convicción se tambalea, será una señal de que en el fondo no lo teníamos tan claro, y habrá sido bueno que ocurriera. Más vale entrar en crisis en esta etapa que con las decisiones tomadas y ejecutadas.





AMPLIAR MIRAS


1. Películas

– ‘El padre de la novia’ (‘remake’ del clásico de Vincente Minnelli), dirigida en 1991 por Charles Shyer y protagonizada por Steve Martin y Diane Keaton, ofrece un completo recorrido por las irracionales reacciones de un padre al que su hija sorprende con la decisión de su boda.

– ‘El club de los poetas muertos’, dirigida en 1989 por Peter Weir y protagonizada por Robin Williams, nos ofrece una dramática visión de la incomprensión de un padre en la decisión de su hijo respecto de su proyecto vital.

2. Libros

– ‘Príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra’, el superventas de John Irving, ofrece también una impactante narración de las repercusiones emocionales que tienen en los demás imprevistos cambios vitales.

Hijos en propiedad. ELVIRA LINDO

Hijos en propiedad. ELVIRA LINDO DOMINGO - 02-01-2011
"¿Qué tal el colegio?", le preguntas al hijo de algún conocido. Y entonces, antes de que ese niño logre vencer su barrera de timidez y contestarte, hay una madre o un padre que responde: "Pues estamos muy contentos porque íbamos un poco flojillos en matemáticas, pero, como nos hemos esforzado, al final, lo hemos sacado. Así que estamos la mar de contentos". Soy muy sensible a la ñoñería, cuando escucho ese plural maldito somatizo la gran incomodidad que siento y noto que parpadeo demasiado por no saber bien adónde mirar para escapar de la vergüencilla ajena. Es curioso, ese plural se empleaba cuando los niños eran muy chicos y no sabían expresarse, y bien estaba que así fuera: era una manera de que los niños aprendieran cómo responder a las preguntas de los desconocidos. Lo tremendo es que ahora ese plural que convierte a un hijo en un mero apéndice de sus padres se prolonga en algunos casos incluso cuando la criatura ha comenzado la universidad. Los hijos se acomodan a no responder y dejan que sean esos padres inefables los que respondan por ellos. El silencio de los jóvenes es muy enigmático, a veces se les aprecia cierto rubor, pero no acierto a saber si es que sienten vergüenza de sus padres o de su propia incapacidad para mostrarse como adultos. Hay padres que se consideran la mejor influencia para sus hijos. Eso siempre me intriga. ¿En ningún momento se plantean que someter a sus hijos al contraste de otras formas de pensar o de vida no es peligroso sino enriquecedor? El padre de Buda, queriendo darle a su hijo la educación más protegida, más exquisita, lo mantenía encerrado en un palacio, rodeado de belleza y juventud. Cuatro veces cuenta la leyenda que el muchacho se escapó, y en esas cuatro excursiones a la vida real pudo ver a un mendigo, a un enfermo, a un viejo y a un muerto. Y ya no quiso volver a su reclusión. Cuando yo era niña, era más fácil que hoy disfrutar de zonas de independencia: la calle, el colegio o los familiares te permitían ir construyendo tu personalidad de manera poliédrica. Si bien en España no es legal educar a los niños en casa, como gustan hacer algunos padres fanáticos americanos que no permiten que sus crías respiren el aire del mundo, sí que se ha impuesto en algunas familias el miedo al contagio. Al contagio de otros seres diferentes. La Abogacía del Estado rebatía esta semana los argumentos por los que unos padres se oponen a que su hija reciba clases de Educación para la Ciudadanía. Imagino que los miedos que impulsaron a esa pareja a llevar este asunto hasta el Tribunal Constitucional han sido alimentados durante todos estos años por la Iglesia, que no ha dejado de insistir en la peligrosidad de la asignatura, y por el Partido Popular, que llevó hasta el patetismo su oposición, haciendo que en la Comunidad Valenciana se impartiera en inglés. Pero también hay un componente de soberbia paterna. Y esa soberbia no tiene ideología, está asentada sobre la vanidad de creer que puedes insuflarle a tu hijo todo tu pensamiento, para que lo herede, para que sea un ser a tu imagen y semejanza. Los temores que provoca dicha asignatura están claros. El sexo, cómo no, en primer lugar. El miedo a que se reconozca verbalmente que se puede llamar familia a la que está bajo el amparo de dos personas del mismo sexo; que se puede llamar matrimonio a dos personas del mismo sexo (igual que se puede llamar hijo a un hijo no biológico); el miedo a que la exposición a la realidad homosexual inocule la "enfermedad" de la homosexualidad en los niños; el miedo a que el niño quede expuesto al principio básico de la democracia, el de igualdad. Terror a que los niños reciban en la escuela unas ideas opuestas al adoctrinamiento casero. O simplemente el temor a que sean informados. Padres que por sus hijos MA-TAN. Al fin y al cabo, aunque a Belén Esteban y a estos padres temerosos de la diversidad del mundo les mueva una moral bien distinta, hay un elemento poderoso de unión: el que lleva a creer que un hijo es una propiedad más del progenitor y que cualquier cosa que entre en su cabecita debe ser fiscalizada por el padre. Me gustaría saber cuántos de esos padres que se echaron las manos a la cabeza por una asignatura escolar permiten que a sus hijos les eduque un reality show, que también contiene un gran principio de educación para la ciudadanía: aquel que defiende que la manera más rápida de ganar dinero consiste en salir haciendo el zángano en la televisión. Me puedo imaginar que para algunos padres debe de ser duro aceptar que ellos no son la mejor influencia sobre la tierra para sus hijos, o, al menos, que no debería ser la única. Pero los padres respondemos a una maquinaria que se oxida pronto: de niños, los hijos nos admiran; de adolescentes, nos cuestionan; de adultos, nos toman cariño y nos llevan la contraria. Y qué tranquilizador es que nos discutan sin amargura, sin resentimiento, que sepan que el amor es incondicional y que pueden defender su propio criterio. Cuando así sucede, la relación se vuelve tan dulce como cuando eran niños. En cuanto a la sobreprotección, qué pedagógica resulta esa escena de Psicosis en que Normas Bates afirma: "El mejor amigo de un muchacho es su madre". Y no hay más que ver cómo acabó la cosa.

jueves, enero 20, 2011

El héroe que escribió un 'best seller'. Stéphane Hessel, antiguo miembro de la Resistencia, vende más de 850.000 copias de '¡Indignaos!

El héroe que escribió un 'best seller'. Stéphane Hessel, antiguo miembro de la Resistencia, vende más de 850.000 copias de '¡Indignaos!' - Su panfleto político, de 32 páginas, es el número uno en Francia
El actual fenómeno literario en Francia se llama Stéphane Hessel y es un hombre delgado, con el pelo rapado, simpático, atento y lúcido. Tiene 93 años, se dirige a su mujer, de parecida edad, llamándola "amor mío", ha vivido una vida de aventuras, coraje y determinación que no cabría en varias películas y reside en un piso discreto y acogedor en un barrio del sur de París.
Canturrea al pasearse por el apartamento. Recibe muchas llamadas que no contesta. Su fax temblequea constantemente. Su librito, un panfleto político de 32 páginas titulado Indignez vous! (¡Indignaos!) ya ha sido comprado por 850.000 franceses, va a sobrepasar el millón, se encuentra en las listas de los libros más buscados en Francia y se va a traducir a una veintena de lenguas. Editado de forma casi artesanal por Indigène, empresa perteneciente a un matrimonio de editores militante y comprometido de Montpellier, se vende a tres euros. Al principio imprimieron 8.000 ejemplares pensando que no iría más allá. Pero el librito, que salió en plena tormenta social en Francia por el retraso de las jubilaciones, cobró vida propia.
Nacido en Berlín, Hessel llegó a París en 1924, a los siete años. Sus padres fueron unos alemanes cultos y curiosos, escritor y pintora respectivamente, amigos de Duchamp y Picasso y su relación amorosa sirvió de modelo para la película Jules et Jim, de François Truffaut. "Conocí a Walter Benjamin a los 15 años. Toda esa gente era mi familia. Por eso, cuando el nazismo calificó esa cultura de degenerada, tuve que rebelarme. Por cierto, a mi madre le gustó mucho la película. Y escribió a Truffaut para decírselo".
Hessel estudió en la Escuela Normal Superior, donde conoció a Sartre: "Era un tipo influyente, que te convencía de cómo había que ser y cómo debía uno actuar". Tras el armisticio, se levantó contra Pétain, luchó en la Resistencia, fue hecho prisionero por la Gestapo y estuvo en un campo de concentración, entre otras vivencias. Pero su libro no habla de eso.
"Mi obra exhorta a los jóvenes a indignarse, dice que todo buen ciudadano debe indignarse actualmente porque el mundo va mal, gobernado por unos poderes financieros que lo acaparan todo". Y prosigue: "En nuestra época teníamos un adversario claro: Hitler, Stalin. Y dijimos 'no'. Ahora, el enemigo es más difícil de encontrar. Pero es igual de importante decir 'no'. Hay que resistir otra vez. Nosotros nos jugábamos la vida. Pero los jóvenes de ahora se juegan la libertad y los valores más importantes de la humanidad".
'En situaciones como la presente, no debe existir espacio para la resignación o la apatía' afirma. Hessel rememora los tiempos de la Resistencia, en que la indignación frente a los nazis fue el motor de la victoria y de la reconstrucción posterior del país de acuerdo con la inspiración proporcionada por el Consejo de la Resistencia, que sentó las bases del estado de bienestar «una jubilación que permita a los viejos trabajadores acabar dignamente sus días»; «la nacionalización de las fuentes de la energía, la electricidad y el gas, el carbón»; «el reintegro a la nación de los grandes medios de producción monopolizados, fruto del trabajo común, de las fuentes de energía, de la riqueza del subsuelo, de las compañías de seguros»; una prensa verdaderamente libre; «la posibilidad efectiva para todos los niños franceses de beneficiarse de una instrucción desarrollada»
¡Indignaos! Es lo que más vende
"El último éxito editorial en Francia –único país que todavía se permite fenómenos literarios– se titula ¡Indignaos!. Está firmado por un destacado miembro de la Resistencia, que se fugó además del campo de concentración de Buchenwald"
MATÍAS VALLÉS El último éxito editorial en Francia –único país que todavía se permite fenómenos literarios– se titula ¡Indignaos!. Está firmado por un destacado miembro de la Resistencia, que se fugó además del campo de concentración de Buchenwald. Tres datos numéricos abonan la perplejidad ante el acontecimiento protagonizado por Stéphane Hessel. El autor cuenta 93 años, y su libro lleva vendidos 600.000 ejemplares, pese a que ocupa sólo catorce páginas de texto. Por tanto, Indignez-vous! tiene la longitud ideal para repetir su condición de superventas en España. Es el primer ensayo que todos los críticos han leído antes de comentarlo, se concluye en el tiempo que tarda el ordenador en activarse.
El escueto contenido de ¡Indignaos! lo sitúa como un manifiesto en pro de la ´insurrección pacífica´ ante el desorden mundial, en sus vertientes económica y política. Hessel desea plantar la semilla entre los jóvenes. «Nos dirigimos a las nuevas generaciones, tomad el relevo, indignaos». El estilo directo comanda el ensayo, porque un circunloquio se saldría de los márgenes del librillo. Puestos a localizar las claves del éxito, no puede desdeñarse la apelación del autor nonagenario a su mortalidad, «el fin no está lejos». El cóctel de la edad con la indignación juvenil –»os deseo que tengáis motivos de indignación»– ha cursado con efectos irresistibles.
No cabe confundir la energía juvenil con la puerilidad. Hessel lanza andanadas polémicas, al proclamar por ejemplo que «no se puede excusar a los terroristas que ponen bombas, se les puede comprender». Si en Francia se produjera un atentado contra un político al estilo Arizona, se culparía al autor superventas que se expresa sin tapujos. El antiguo resistente toma como instructor e inductor a Sartre, que nunca se hubiera imaginado en un texto al borde de la autoayuda. La exigencia de indignación –contra el predominio de las propuestas tranquilizadoras– serviría para alertar a los políticos, porque «la indiferencia es la peor de las actitudes». La frase dista de la genialidad, pero ha subyugado a cientos de miles de lectores inteligentes por franceses.
Una vez estipulado el objetivo de su panfleto, Hessel parece reparar en que los jóvenes carecen de la motivación suficiente para plantearse los objetivos de la indignación, concepto que habrán descubierto en el ensayo. De ahí que el autor se preste a trazar las dianas, empezando por la inevitable desigualdad económica. Entre los tópicos infalibles no faltan los derechos humanos y la ecología. La opción del autor por Palestina decanta ideológicamente su afinidad, y se redondea con la pincelada autóctona del trato dispensado a los gitanos, sin duda una oportuna incorporación de última hora.
La biografía de Hessel se interpone en sus motivos de indignación. El ciudadano francés de origen alemán intervino activamente en la redacción de la Declaración de Derechos Humanos. En ¡Indignaos! se recuerda su característica de ´universales´, cuando los anglosajones propugnaban la sutil diferencia de titularlos únicamente como ´internacionales´. Una docena de páginas dejan espacio para excursiones lingüísticas, de ahí que el autor distraiga al lector con la ocurrencia de que «no hace falta ex-asperar, sino es-perar». Un toque de Derrida, bombón al que jamás se resistirá un francés.
¡Indignaos! predica por tanto la indignación esperanzada, donde el matiz optimista complicará su uso bajo las faldas de los Pirineos. Hessel subraya la contradicción de que los israelíes hablen de «terrorismo no violento», pero no traspasa la frontera de la ironía porque podría distraer su marcial arenga. Los indignados en potencia hallarán su inspiración en el molde de la Resistencia francesa al nazismo. La insurgencia gala durante la Segunda Guerra Mundial se enfrenta al mismo problema demográfico que el antifranquismo, porque el número de militantes en ambos movimientos desborda a la población global de la época.
El mensaje resistente se sintetiza en que «nuestra cólera contra la injusticia sigue intacta». Frente al dilema de indignarse sin perder la dignidad, no falta el pronunciamiento «contra los medios de comunicación de masas», condenados por proponer horizontes viciados a los jóvenes. Desmintiendo a los cardiólogos, la indignación permite alcanzar los 93 años en perfecto estado de agitación. El mensaje final de Hessel a los escépticos sin motivos de rabia es un evangélico «¡buscad y encontraréis!». El ensayo no ahorra en signos de exclamación, útiles en un ensayo breve por ocupar menos espacio que los interrogantes.

14 Febrero 2011 | Categorías: Crisis sistémica |

Ignacio Ramonet – Comité Científico de ATTAC España

Tiene 93 años. Se llama Stéphane Hessel. Y la historia de su vida es una fabulosa novela. Lo era ya, en cierto modo, antes mismo de que naciera. Algunos quizás recuerden aquella película de François Truffaut, Jules et Jim. Pues bien, la mujer anticonformista interpretada por Jeanne Moreau, y uno de sus dos amantes (1), Jules, judío alemán traductor de Proust, fueron sus padres. En la atmósfera artística del París de los años 1920 y 1930, Stéphane Hessel creció rodeado de los amigos de la casa, entre otros, el filósofo Walter Benjamin, el dadaísta Marcel Duchamp y el escultor Calder…

Al estallar la Segunda Guerra Mundial, se alista en la Resistencia y se suma, en Londres, al equipo del general De Gaulle, quien le confía una peligrosa misión en territorio francés. Detenido por los nazis, es torturado y deportado al campo de exterminio de Buchenwald, de donde trata, una y otra vez, de evadirse. Lo acaban capturando y lo condenan a la horca. A punto de ser ejecutado, consigue usurpar la identidad de un muerto y logra por fin evadirse. Se une a la lucha por la liberación de Francia, inspirado en los principios del Consejo Nacional de la Resistencia que promete una democracia social, la nacionalización de los sectores energéticos, de las compañías de seguros y de la banca, y la creación de la Seguridad Social.

Después de la victoria, De Gaulle lo envía -tiene apenas 28 años- a Nueva York, a la ONU, cuyos fundamentos teóricos se están acicalando entonces. Allí, Hessel participa, en 1948, en la elaboración y redacción de uno de los documentos más trascendentales de los últimos seis decenios: la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Regresa luego a París para integrarse en el gabinete socialista de Pierre Mendès-France, que inicia la descolonización, pone fin a la guerra en Indochina, y prepara la independencia de Túnez y Marruecos. Los años más recientes, este noble y persistente defensor de las causas justas, diplomático de profesión, los ha consagrado a protestar sin descanso contra el trato dispensado a los “sin papeles”, a los gitanos, a todos los inmigrantes…

Y si hoy nos referimos a él, es porque acaba de publicar un librito, más bien un breve panfleto político de 30 páginas, devenido -en la Francia popular sublevada contra la regresión social-, un excepcional éxito editorial y un fenómeno social. Gracias al boca a boca y, sobre todo, a las nuevas redes sociales, el texto, ninguneado al principio por los medios de información dominantes, ha conseguido franquear las censuras y llenar de esperanza miles de corazones. En apenas unas semanas, de este repertorio de las injusticias más indignantes, ya se han vendido (cuesta 3 euros) más de 650.000 ejemplares… Algo jamás visto. Su título: una consigna, ¡Indignaos! (2).

Dice Balzac que el panfleto “es el sarcasmo convertido en bala de cañón”. Añade Stéphane Hessel que la indignación es la pólvora de toda explosión social. Dirigiéndose a sus lectores, les recomienda: “Deseo que halléis un motivo de indignación. Eso no tiene precio. Porque cuando algo nos indigna, nos convertimos en militantes, nos sentimos comprometidos y entonces nuestra fuerza es irresistible”.

Los motivos de indignación no escasean: “En este mundo, dice Hessel, hay cosas insoportables”. En primerísimo lugar: la naturaleza del sistema económico responsable de la actual crisis devastadora. “La dictadura internacional de los mercados internacionales” constituye además, según él, “una amenaza para la paz y la democracia”. “Nunca, afirma, el poder del dinero fue tan inmenso, tan insolente y tan egoísta, y nunca los fieles servidores de Don Dinero se situaron tan alto en las máximas esferas del Estado”.

En segundo lugar, Hessel denuncia la desigualdad creciente entre los que no tienen casi nada y los que lo poseen todo: “La brecha entre los más pobres y los más ricos jamás ha sido tan profunda; ni tan espoleados el afán de aplastar al prójimo y la avidez por el dinero”. A guisa de enmienda sugiere dos propuestas sencillas: “Que el interés general se imponga sobre los intereses particulares; y que el reparto justo de la riqueza creada por los trabajadores tenga prioridad sobre los egoísmos del poder del dinero”.

En temas de política internacional, Hessel afirma que su “principal indignación” es el conflicto israelo-palestino. Recomienda que se lea “el informe Richard Goldstone de septiembre de 2009 sobre Gaza (3), en el cual este juez sudafricano, judío, que incluso se declara sionista, acusa al ejército israelí”. Relata su visita reciente a Gaza, “prisión a cielo abierto para un millón y medio de palestinos”. Una experiencia que lo sobrecoge y solivianta. Aunque no por ello reniega de la no-violencia. Al contrario, reafirma que “el terrorismo es inaceptable”, no sólo por razones éticas sino porque, al ser “una expresión de la desesperación”, no resulta eficaz para su propia causa pues “no permite obtener los resultados que la esperanza puede eventualmente garantizar”.

Hessel convoca el recuerdo de Nelson Mandela y de Martin Luther King. Ellos, dice, nos indican “el camino que debemos aprender a seguir”. Porque, para avanzar, sólo existe una conducta: “apoyarnos en nuestros derechos, cuya violación -sea quien sea el autor de ésta-, debe provocar nuestra indignación. ¡No transijamos jamás con nuestros derechos!”.

Finalmente, se declara partidario de una “insurrección pacífica”. En particular contra los medios masivos de comunicación en manos del poder del dinero, y que “sólo proponen a los ciudadanos el consumo de masas, el desprecio hacia los humildes y hacia la cultura, la amnesia generalizada y una competición a ultranza de todos contra todos”.

Stéphane Hessel ha sabido expresar con palabras, lo que tantos ciudadanos golpeados por la crisis y por las medidas de regresión social sienten en el fondo de sí mismos. Ese sentimiento de que les están arrebatando sus derechos, esos anhelos punzantes de desobedecer, esos deseos de gritar hasta perder el aliento, esas ganas en fin de protestar sin saber cómo…

Todos esperan ahora la segunda entrega. Cuyo título, lógicamente, sólo puede ser: ¡Sublevaos!


Notas: (1) El otro era Pierre-Henri Roché, autor de la novela con el mismo título llevada a la pantalla por François Truffaut. (2) Stéphane Hessel, Indignez-vous!, Indigène éditions, Montpellier, 2010. (3) NDLR: “Human Rights In Palestine And Other Occupied Arab Territories. Report of the United Nations Fact Finding Mission on the Gaza Conflict”, Naciones Unidas, Nueva York, 15 de septiembre de 2009.

La república filosófica. JUAN JOSÉ TAMAYO

La república filosófica. JUAN JOSÉ TAMAYO EL PAÍS - Sociedad - 16-01-2011
En un delicioso diálogo entre Borges y Ernesto Sábato, este pregunta qué opina de Dios. Borges: "¡Es la máxima creación de la literatura fantástica! Lo que imaginaron Wells, Kafka o Poe no es nada comparado con lo que imaginó la teología". Un siglo antes se le había adelantado Marx al afirmar que la religión es la realización fantástica de la esencia humana. Esa idea es la culminación de dos procesos que pone en marcha la modernidad en su crítica de la religión: la interpretación antropológica del cristianismo y la desmitificación de los textos del Nuevo Testamento.
Quien lleva a cabo la más radical lectura antropológica de los dogmas del cristianismo es el filósofo alemán Feuerbach en la más emblemática de las obras del ateísmo humanista del siglo XIX, La esencia del cristianismo, donde asevera que la religión es el sueño del espíritu humano, la esencia divina es la esencia humana, hablar de Dios es hablar del ser humano y el misterio de la teología es la antropología. El libro hizo furor entre los jóvenes hegelianos, hasta el punto de que uno de sus dirigentes, Arnold Ruge, resumió así la nueva situación político-cultural: "Dios, la religión y la inmortalidad quedan depuestos y se proclama la república filosófica".
Quienes llevan hasta sus últimas consecuencias el humanismo de Feuerbach son otros dos filósofos alemanes: Marx y Nietzsche. Para Marx, la lucha contra la religión es la lucha contra el otro mundo, del que la religión es el aroma espiritual. Una vez que ha desaparecido el más allá de verdad, la tarea intelectual consiste en averiguar la verdad del más acá. Ahora, la crítica del cielo se convierte en la crítica de la tierra, la crítica de la religión pasa a ser la crítica del derecho y la crítica de la teología se torna crítica de la política.
Nietzsche da un paso más. Una vez que Dios ha muerto y se ha demostrado vana la promesa de salvación en otro mundo después de la muerte, la única fidelidad a mantener es a la tierra y la respuesta a la pregunta por el sentido hay que buscarla en la historia: "¡Hermanos míos, permaneced fieles a la tierra!", es su exhortación compulsiva en Así hablaba Zaratustra.
El proceso de desmitificación del Nuevo Testamento tiene lugar en la Ilustración
y llega a su zenit con la conferencia pronunciada por el teólogo Bultmann en 1941 sobre Nuevo Testamento y mitología, en la que propone un ambicioso programa cuya idea central es la existencia de una distancia abismal entre nuestra concepción del mundo, que es científica, y la que ofrece el Nuevo Testamento, que es mítica. Es esa imagen la que hay que desmitificar, cree Bultmann, para que emerja el mensaje central del Evangelio, que es palabra viva de salvación para la humanidad. Este programa, asumido por los teólogos cristianos en diálogo con la modernidad, toca de lleno la línea de flotación de los dogmas del cielo, el infierno y, por supuesto, el purgatorio, cuya existencia fue negada por Lutero por carecer de base bíblica. ¿En qué quedan, entonces, los premios que prometían y los castigos con que amenazaban los predicadores de los Novísimos en nuestra infancia nacional-católica? ¿En pura "creación de la literatura fantástica"?

El Papa concluye la reforma de la eternidad. Benedicto XVI proclama que el purgatorio no es un lugar físico, sino "fuego interior" del pecador

El Papa concluye la reforma de la eternidad. Benedicto XVI proclama que el purgatorio no es un lugar físico, sino "fuego interior" del pecador - Juan Pablo II modificó en 1999 el concepto de cielo e infierno y antes de morir cuestionó el limbo. JUAN G. BEDOYA EL PAÍS - Sociedad - 16-01-2011

Todo es metáfora. Donde el Credo enseña que los buenos serán premiados con el cielo eterno y los pecadores castigados con un terrible infierno, en realidad no se refiere a lugares físicos entre las nubes o bajo tierra, sino a estados de ánimo. Vale lo mismo para el purgatorio, que el papa Benedicto XVI acaba de reducir también a un simple "fuego interior". "El purgatorio no es un elemento de las entrañas de la Tierra, no es un fuego exterior, sino interno", dijo el Pontífice en la catequesis del miércoles pasado.
Juan Pablo II sostuvo algo parecido en agosto de 1999 sobre el cielo y el infierno, también meros estados de ánimo. Lo había proclamado mucho antes el filósofo existencialista francés Jean Paul Sartre, con esta frase que hizo época: "El infierno son los otros".

Dijo en 1999 el famoso papa polaco: "El infierno, más que un lugar, es una situación de quien se aparta de modo libre y definitivo de Dios". Y también que "el cielo no es un lugar físico entre las nubes, sino una relación viva y personal con Dios".

Hasta ahora estaba justificado escribir cielo, infierno, purgatorio o limbo en mayúscula porque se consideraban topónimos, "si bien de carácter mítico o imaginario". Lo establece así la Real Academia Española en la reciente Ortografía de la lengua española. Su argumento es que esos sustantivos "designan específicamente los lugares establecidos por las distintas religiones como destino de las almas tras la muerte".

Liquidados como topónimos míticos, pierden el derecho a la mayúscula. Queda por llegar una petición de disculpas por las desgracias y los miedos causados con esos espantajos. Después de Galileo era imposible creer en el cielo tal como lo presentaban los eclesiásticos. Pero decirlo ha sido peligroso durante siglos. En el año 1600 fue quemado vivo Giordano Bruno; en 1616 condenado Copérnico, y en 1663, Galileo. El precio moral que ha pagado el Vaticano por esas barbaridades es elevado, pero mayor el quebranto de millones de fieles que han vivido -muchos viven todavía- aterrorizados por la idea del fuego eterno en un infierno ahora desechado.

Los papas libran ahora a sus fieles católicos de esa escatología apocalíptica, tenebrosa y vengadora. Teólogos tan importantes como Hans Küng o Hans-Urs von Balthasar se les adelantaron 40 años, el primero con grave riesgo de anatematización. Fue perito del Concilio Vaticano II por decisión de Juan XXIII y profesor de teología en la Universidad Católica de Tubinga cuando fue apartado del cargo por sus escritos.

En 1975 Küng escribió sobre el cielo: "No se puede hoy, como en los tiempos bíblicos, entender el firmamento azul como la parte exterior del salón del trono de Dios, sino como imagen del dominio invisible de Dios. El cielo de la fe no es el cielo de los astronautas. No es un lugar, sino una forma de ser". Dijo sobre el infierno: "No debe entenderse como un lugar del mundo supraterrestre o infraterrestre, sino como exclusión de la comunión con el Dios vivo".

Si todo era tan evidente, ¿por qué los papas revisan tan tarde la doctrina sobre el más allá? Hay tres respuestas. La primera tiene que ver con el llamado acoso de la ciencia. Roma no quiere repetir las amargas historias de Galileo o Giordano Bruno. La segunda razón es fruto de las estadísticas: el 60% de los católicos cree en Cristo, pero no en el infierno ni en el paraíso. Y, por último, se cumple una obligación conciliar que han retrasado más de lo prudente. La Iglesia debe vivir en su tiempo, y ha de actualizar la interpretación que en el pasado se hizo de los textos sagrados. Se trata del aggiornamento, la palabra preferida de Juan XXIII y su Vaticano II.

El último mito en caer en desuso ha sido el purgatorio. Se trataba de un lugar intermedio entre el cielo y el infierno, una especie de sala de espera. Nunca se dijo oficialmente dónde estaba ubicado y su entrada en escena, en torno a 1170, justificó la celebración del Día de Todos los Santos y la fea costumbre de las bulas con que comprar el cielo para las almas de amigos y parientes.

Otro tachón en la geografía escatológica afectó al limbo. Decían los catecismos clásicos que el limbo era el lugar al que iban quienes morían sin uso de razón y sin bautizar. Un lugar sin tormento ni gloria, algo así como estar en Babia toda la eternidad.

El castigo consistía en vivir en una tercera clase de cavidad distinta del cielo y el infierno, en el que las almas cándidas, además de estar privadas de gloria, sufrirían la ausencia de quienes habían tenido la fortuna de salvarse: padres, hermanos... La doctrina tridentina incentivaba con tan terribles argumentos el bautismo rápido de los recién nacidos.

Fue Juan Pablo II quien ordenó en 2004, poco antes de morir, al entonces cardenal Joseph Ratzinger (hoy Benedicto XVI) la dirección de una comisión teológica que razonase la supresión del limbo. No era un problema teológico aislado. El papado se sentía obligado a cambiar puntos de vista que han llenado de zozobra a sus fieles. Así, la visión que, desde san Agustín, tiene la Iglesia de Roma sobre el hombre como un ser irremediablemente empecatado desde que Eva y la serpiente liaron a Adán. El Papa buscaba una síntesis que ayudase "a una práctica pastoral más coherente e iluminada". La doctrina que coloca en el limbo a los niños muertos con el "pecado original" no lavado por el bautismo, es de origen medieval y poco relevante entre los teólogos modernos a no ser porque se hermana con la idea, también arrumbada por el Concilio Vaticano II, de que fuera de la Iglesia romana no había salvación.

"En el inicio creó Dios el cielo y la tierra", reza la primera frase de la Biblia. Para los que se toman este libro sagrado como doctrina, semejante inicio ocurrió en apenas una semana y hace unos 6.000 años. También sostienen que existió un paraíso (un jardín llamado otras veces el Edén, la Tierra del deleite), donde Adán y un apéndice costillar llamado Eva tuvieron dos hijos, Caín y Abel, que a su vez... La dichosa historia de la manzana les costó ser arrojados a unas tinieblas exteriores y tener que trabajar, ellos y sus descendientes, para ganarse el pan "con el sudor de su frente". El cronista bíblico no percibió desempleo en aquel tiempo.

Es una curiosa historia, con serpiente incluida y con final infeliz. En realidad, todo irreal. Pero sus consecuencias han sido terribles. Como durante siglos el tema del paraíso terrenal se ha interpretado tal como fue escrito en los tiempos del rey Salomón, los predicadores cristianos han enseñado que por Eva entró el mal y la muerte en el mundo y que la mujer merece desprecio eterno por ello. "No seáis nunca ni Judas ni Eva", exhortaba Pío XII, en los años cincuenta del siglo pasado, cada vez que había ordenaciones sacerdotales en Roma y recibía en audiencia a los misacantanos.

Hay una larga relación de pensadores cristianos que proclamaron en los años sesenta, tras el Vaticano II, lo que ahora predican los pontífices. Pero, para una mirada de lego, la nueva escatología papal pone patas arriba la interpretación clásica de los textos sagrados y lo que se ha enseñado como doctrina a los niños españoles en catecismos tan afamados como los de Astete y Ripalda. También decae estrepitosamente la idea de Tomás de Aquino sobre algunos de los placeres esenciales de los que van al cielo: además de la visión de Dios, el sabio de Aquino subraya el poco cristiano de la contemplación de los sufrimientos de los arrojados al infierno.

En la misma línea, el colosal Dante predica esa fruición vengativa cuando en La Divina Comedia, además de regodearse en la "región de los condenados" con la cita de ladrones, usureros, alcahuetes, traidores, príncipes negligentes, papas codiciosos y genios tramposos como Ulises (por lo del caballo de Troya), ajusta cuentas a sus paisanos de Florencia, de los que fue prior antes de ser exiliado. En su viaje al más allá el poeta cita a 32 florentinos que se pudren en los infiernos. Es humano el regodeo, pero de exageraciones tales procede quizás la alternativa excremental de la palabra escatología, un derivado de ésjatos (último) y logos (estudio): el estudio de los últimos días.

El cotilleo morboso de Dante ante los condenados al fuego eterno aterrorizó, en cambio, a Unamuno, que califica de "absurdo moral" la sola idea del infierno. "Por el infierno empecé a rebelarme contra la fe. Mi terror ha sido el aniquilamiento, la anulación, la nada más allá de la tumba. ¿Para qué más infierno?", escribió.

Por el infierno y el resto de la escatología cristiana, el Vaticano, con su enorme poder, llenó de sombras, tristezas y miedos durante siglos la visión de la humanidad, con límites tenidos hoy por irreverentes. Un ejemplo es el predicador capuchino Martin von Cochem, que llegó a fijar la altura de las llamas del infierno, llamando la atención sobre el hecho de que su fuego es más tórrido que el terrenal: porque sucede "en lugar cerrado", "se alimenta de pez y azufre" y es Dios quien lo sopla.

"Tú sabes", se exhibe Cochem, "que cuando se sopla sobre el fuego, éste prende con más ímpetu. Si el fuego se atiza con grandes fuelles, como se hace en las fraguas de los herreros, las llamas se enfurecen. Cuando es el Dios omnipotente el que sopla el fuego del infierno con su aliento, ¡cuán horrible no será su rabia y furor".

Que una escatología tan grosera y disparatada haya pervivido durante siglos se explica por el ansia de inmortalidad del género humano y la esperanza de un "más allá" tras la muerte. Lo sostiene el teólogo Manuel Fraijó, alumno en Alemania de Karl Rahner, Hans Küng o Walter Kasper (director de su tesis doctoral). "Ya avisó Feuerbach que, si no existiera la muerte, no existiría la religión. Y Nietzsche atribuía la victoria del cristianismo a esa deplorable adulación de la vanidad personal lograda a golpe de promesas de inmortalidad", añade.

El infierno es, además, una antiutopia destructiva. Al amenazar con las penas eternas, se pretendía infundir terror y provocar la huida del mundo. La mirada del más allá operaba como distracción para alejar a los creyentes de sus responsabilidades en la construcción de la ciudad terrena.

Al fondo está la doctrina de la resurrección, que nació también como respuesta a la injusticia. Dice el teólogo Fraijó: "Existen los injustamente tratados, los humillados y ofendidos, las víctimas del egoísmo y la barbarie. La resurrección viene a satisfacer una de las apetencias fundamentales del ser humano, marcado por una melancolía de la plenitud que únicamente la resurrección llena. Existe una antropología, llamémosla de los insatisfechos, que encaja bien con el anuncio de la resurrección. Para ella, la resurrección es una exigencia".

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