viernes, marzo 02, 2012

El crucifijo se mantiene en los plenos del Ayuntamiento de Zaragoza con el apoyo de Belloch y el PP


Zaragoza|01/03/2012
El pleno del Ayuntamiento de Zaragoza ha rechazado este jueves declarar la aconfesionalidad institucional y retirar todos los símbolos religiosos de los lugares públicos municipales, como defendía CHA e IU, gracias al voto en contra del PP y del alcalde, Juan Alberto Belloch, y la abstención de su grupo, el PSOE.

El concejal del PP Pedro Navarro ha criticado esta moción de CHA por estimar que se correspondía más con un debate sobre el "estado" del Gobierno de Zaragoza con un "tripartito" (PSOE, CHA e IU) "perdiendo el tiempo en ponerse de acuerdo" y con CHA "intentando no parecer lo que es, su socio".
"No es una moción contra la presencia de símbolos religiosos sino contra el alcalde, Juan Alberto Belloch, que o no pueden o no se atreven a presentar", ha apuntado Navarro, quien ha advertido de que sigue siendo el mismo, "el de los símbolos religiosos y el que pone calles de santos", al que con su voto eligieron alcalde.
Desde el PP, ha subrayado "preferimos hablar de libertad individual y que cada uno haga lo que quiera".
El vicealcalde de Zaragoza, Fernando Gimeno, ha aludido a las distintas sentencias judiciales en las que hacen prevalecer la tradición y el valor artístico de los símbolos y en concreto el crucifijo que preside el salón de plenos y ha indicado que "lo que hay que hacer es cambiar las normas por el procedimiento que hay que cambiarlas".
El portavoz de CHA, Juan Martín, ha indicado que lo que ha pedido es "sentido común" al tiempo que ha agradecido al PSOE su moderación en este debate frente a los de 2008 y 2009 "teniendo en cuenta que fue a Sevilla a apoyar a la candidata del PSOE que quería eliminar a todos los capellanes castrenses del ejército", en alusión a Carme Chacón.
Martín, quien ha informado de que es la tercera iniciativa que presentan al respecto, ha subrayado que la aconfesionalidad supone un avance de igualdad en la sociedad.
El portavoz de IU, José Manuel Alonso, ha recordado que laico, que significa que "viene del pueblo" es un movimiento que surgió en el "Siglo de las Luces" en un intento de separar el ámbito religioso del estatal y los poderes del estado y limitar al ámbito privado la práctica de la religión.

Belloch impide la retirada del crucifijo al votar en solitario con el PP mientras su partido se abstenía. Le acusan de incumplir el acuerdo de su investidura y de desoír la petición de revisar la ordenanza cívica

Pocas veces un pleno tan insulso, en cuanto a decisiones de envergadura en el ámbito municipal, puede tener consecuencias tan serias para la gobernabilidad. La petición de la retirada del crucifijo presidiendo el salón de plenos y todos los símbolos religiosos de las dependencias y actos municipales, y la revisión de la ordenanza cívica desató la tormenta entre el Gobierno socialista y los socios que le auparon al mismo, CHA e IU, que marcaron distancias con el alcalde, Juan Alberto Belloch, y advirtieron de que su decisión puede acarrear consecuencias, y complicar el futuro tripartito.
Los nacionalistas se enfadaron con el primer edil después de que este decidiera desmarcarse hasta de su propio partido en la moción presentada por CHA sobre la retirada de los símbolos religiosos y su apreciado crucifijo. Belloch votó en contra de la misma en solitario, con el PP, mientras sus compañeros de partido se abstenían y solo CHA e IU votaban a favor. El PSOE les dejó solos y el alcalde en primera persona, después de intentar que el voto fuera secreto y de que se hubiera anunciado que daría libertad a sus ediles para decidir. La misma que con la que defendió su voto.

AVISOS Pero no contentó al portavoz nacionalista, que recordó al primer edil que "durante nueve meses" había pedido en privado esta retirada y que se ha llevado con respeto "extremo". Pero que alineándose con el PP también incumple el acuerdo de investidura entre CHA y el PSOE, por lo que le anunció que los nacionalistas "nos atenemos a lo pactado". Clara advertencia de cara al futuro.
Mientras, la moción para derogar la ordenanza cívica, uno de los caballos de batalla de IU, avivó también las fricciones con el Gobierno. "Con quién quieren llevar adelante las gobernanzas de esta ciudad", preguntó directamente a Belloch el portavoz de IU, José Manuel Alonso. Sus advertencias sirvieron de poco. Como ya era previsible, el PSOE --una vez más y por tercera ocasión, tras la del crucifijo y otra que pedía impedir la comercialización de alimentos transgénicos en la ciudad-- votó con el PP y dejó solos a CHA e IU.
Su objetivo era solo la presidencia del pleno, con Belloch, Gimeno y Pérez Anadón. "Si ustedes desprecian a sindicatos, a los colectivos ciclistas, dejan a un lado movimientos como el del 15-M, a los colectivos laicos, a los que van a favor de una escuela pública y laica... Ya no digo el Gobierno de la ciudad, sino su gobernanza... ¿Con quién la van a hacer?", preguntó en su aviso a navegantes.
Mientras, el PP sacó partido de las desavenencias y su portavoz adjunto, Pedro Navarro, estuvo especialmente brillante al resaltar la "contradicción y división" del PSOE, capaz de rebatir la ponencia de su líder nacional, Alfredo Pérez Rubalcaba, mientras el alcalde vota distinto al resto de sus ediles. Y también acusó a CHA de contradecirse, por no haber hecho nada en la época en la que gobernaba con los socialistas, los mismos que les dejaron solos.


El crucifijo ELOY Fernández Clemente 01/04/2012
Me preocupa mucho la resolución del alcalde Belloch en nuestro ayuntamiento zaragozano: tan preocupado por dar una imagen populista, con su manifiesta devoción al Pilar, su orgulloso desfile con banda y gesto en actos de dudosa participación, y ahora su voto con el PP y al margen de su partido (que calló y se abstuvo, vergonzante) para que siga en la sala de sesiones ese viejo símbolo de paz y amor, hoy de enfrentamientos.
Me cuesta mucho vincular la cruz, con o sin ajusticiado, con el mensaje evangélico. Y menos su imposición a cuantos no compartan esa religión, esa exteriorización triunfante de un grupo grande, pero no plenario, de imponer a todos su "verdad". No voy a entrar ahora en la legalidad, en este país donde tantas leyes y normas son saltadas a la torera impunemente por quienes a veces las votaron, o están obligados a cumplirlas. Es una cuestión falsa: si estamos en un Estado laico, nada había que votar (ni se vota el cumplimiento de las normas, ni se votan las creencias), porque el crucifijo no debería estar en las paredes desde hace años. Ausente con normalidad, sin violencia. Sin erradas frases azañistas. Y se trataría de si se le devolvía allí, incluso contra la ley.
Sigo sin comprender que esa figura de Jesús, que me resulta atractiva, intelectualmente cautivadora, haya existido o no como nos la cuentan los tardíos textos, se crea o no que era "hijo de Dios" (y lo que eso quiere decir),siga siendo invocada por una Iglesia --sobre todo sus jerarcas-- que no me casa bien con su mensaje. Que asusta con sus oscuros teologismos; sus obsesos ritos tan lejanos del mundo actual; su comportamiento tan a veces hipócrita y de negación de sus pecados, errores, encubrimientos; su ideología ultraconservadora y agresiva.
Me culpo, creo que debemos culparnos muchos, cientos, la mayoría de cuantos tenemos algo que escribir, decir, hacer, de comodidad porque abordar este tema es tremendamente incómodo, al menos para mí. Conservo aún de mi estricta y profunda formación religiosa juvenil un respeto a muchas cosas y a muchas personas, a las que en absoluto querría molestar. Pero también me queda, desde hace más de 40 años, una honda frustración por haber participado entregada, activamente, en algo en que creí --dogmas y comportamientos-- y de lo que me siento claramente alejado, violentamente arrojado.
Por eso, al fin, tras unos días de silencio, decido dar claramente mi opinión. Ya sé que "con la que está cayendo", en medio de una crisis económica, social, política, muy grave, puede parecer una frivolidad tocar otros temas. Pero debemos insistir en la urgencia de defender una sociedad civil robusta, una justicia digna, una convivencia respetuosa, un marco de libertades y solidaridad. Porque, precisamente por lo mal que están las cosas de la economía, debería haber una mínima posibilidad de hablar de todo sin miedo, sin rencor, sin odio. Crear, a todos los niveles, un marco de relaciones respetuosas y, por ello, explícitas.
DEBERÍAMOS participar en ese hoy casi imposible diálogo, unos y otros, creyentes o no, ordenados o "desordenados". Porque hay muchas cosas en las que podríamos coincidir (estoy entre los horrorizados por la brecha creciente entre la izquierda y la derecha, cuando no todo es antagónico, no debería serlo).
¿De qué crucifijo hablamos, pues? No del que tantos respetamos, porque evoca una figura muy reverenciada por el imaginario cristiano: equivocadamente, me temo, aunque veinte siglos de arte y escuela ha hecho del icono algo autónomo, distante de esa Pasión rememorada estos días a golpes de tambor, curiosas y dichosas costumbres. Por eso, como ordenan en tantos países leyes prudentes, ese debe ser un asunto privado, interiorizado, y no parece de recibo imponer a todos lo que sólo para algunos es objeto de adoración trascendente.
Mi respeto, pues, al símbolo principal de tantos cristianos; mi rechazo a que sus dirigentes, eclesiásticos o, como en esta ocasión, civiles, impongan sus creencias en lugares públicos. Y lo de menos, me temo, es el crucifijo, apenas un símbolo de cuanto hay en lid: ingentes sumas de dinero, asignaturas, privilegios.
Catedrático de Historia Económica.
Universidad de Zaragoza

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