miércoles, julio 25, 2012

La contrarrevolución sí está siendo televisada. Para decretar el estado de excepción en España ni siquiera ha hecho falta un golpe de estado –como en Italia o Grecia

La contrarrevolución sí está siendo televisada.

Tras un año de terror, dolor, señales de humo y guateques idiotas.

Pronto se cumplirá un año de... la muerte de Gil Scott Heron. 'La revolución no será televisada', pero la contrarrevolución necesita ser televisada. Y en ello estamos. Para decretar el estado de excepción en España ni siquiera ha hecho falta un golpe de estado –como en Italia o Grecia. Unos votábamos el relevo de nuestros reales verdugos mientras otros celebrábamos una revolución virtual. El mundo ‘nos miraba’…

I / El terror y el dolor.

He aquí algunos argumentos de los más destacados premios nobel del robo y el asesinato:
El nuevo gobierno va siendo considerado cada vez más como el único responsable de la situación y por lo tanto se verá obligado a asumir la totalidad del coste político de la reestructuración […]
Desde el primer momento en que tome el poder, tiene que dejar la retórica optimista e insistir, aunque sea exagerando, en la gravedad de los desequilibrios económicos, haciendo hincapié en las responsabilidades de sus predecesores […]
Los gobiernos pueden conseguir que la opinión pública se ponga de su lado, si obran de forma flexible, presentando, con la ayuda de la prensa, estas medidas como medidas de justicia […]
Puede contestar a los que están reaccionando que las medidas están previstas por el acuerdo impuesto por el FMI y que está obligado a tomarlas, ya sea por voluntad propia o no […]
Las medidas que causan la mayoría de las manifestaciones son las que afectan a toda la población y tienen como resultado la subida de los precios […]
El gobierno pues tiene que velar por que se ponga de su lado una parte de la población, aunque tuviera que cargar desproporcionadamente y con unas medidas penosas a ciertos grupos sociales […]
Este guión lo escribió un tal Chris Morrison en La viabilidad de los ajustes, informe incluido en el nº13 (¡año 1996!) de la publicación de la OCDE Cahiers de Politique Economique. El obsceno informe, toda una confesión criminal, lo tenéis en inglés aquí1  y en francés aquí2, aunque no debería hacernos falta leerlo para entender el ataque terrorista al que venimos siendo sometidos. Sólo sirve para demostrarnos, una vez más, que la realidad es tan horrible que no hay sitio para la conspiranoia: si hace falta, cuando haga falta, matarán a quienes haga falta. En realidad, ya han comenzado. Y su mejor arma es crear un escenario virtual, un espectáculo para sujetar a millones de seres acojonados y boquiabiertos.
¿Os suena esto otro? Leed:
Uno de los recortes principales concierne a los costos de operación de las escuelas y las universidades. Es una opción mucho más preferible que una reducción drástica del número de alumnos y estudiantes. Las familias van a reaccionar violentamente ante la posibilidad de que sus hijos queden excluidos de la educación. Sin embargo, no van a reaccionar a una degradación gradual de la calidad de la educación. Así, poco a poco van a aceptar pagar una cantidad de dinero para que sus hijos puedan estudiar, o que se recorte algún tipo de actividad educativa. Esta degradación, sin embargo, se tiene que hacer paso a paso, primero en una primera escuela y no en la escuela vecina, para evitar así una reacción generalizada de la población.
¿Queréis democracia de verdad? Pues absteneos de reclamar una mejor escenografía:
El referéndum es un arma eficaz en manos de un gobierno sólo cuando él es el que tiene el control. Puede recurrir a un referéndum para aprobar una medida tomada por él y poner fuera del partido a una coalición de disidentes. También, cuando algunas medidas provocan una creciente ola de disturbios y de represión, entonces la declaración de un referéndum puede calmar el juego político y contribuir a la restauración del orden, apaciguando la presión de los manifestantes.
¿En algún momento os dio la impresión de que Merkel se parece a un sicario de la mafia?
[…] ayuda el reparto de roles entre las organizaciones internacionales, las cuales se encargan del papel de recordar las duras obligaciones del plan de reestructuración, y un número de países que jugará el papel de los patrocinadores y proporcionará alguna ayuda cuando la toma de algunas medidas muy duras llegue a ser muy peligrosa.
En efecto: todo en este plan clasista, racista, fascista, terrorista… (¡y espectacular!) estaba escrito. Todas las redundancias son pocas. Y mientras tú te pudres, Botín se descojona.
Lo que acabas de leer lleva ejecutándose a la puerta de tu casa (si tienes) desde hace años. Zapatero recorrió el penúltimo tramo en mayo de 2010 [ver enlace 3], 
ya en pleno ataque financiero a los PIGS [ver otro enlace4], 
con la clásica e inestimable ayuda de los sindicatos colaboracionistas [otro5], 
para más poder y gloria de los mismos de siempre [y otro 6]
y pasó el testigo al mejor atleta del equipo [ahora mismo, en la recta final…7].
Para decretar este estado de excepción en España ni siquiera ha hecho falta un golpe de estado –como en Italia o Grecia. Unos votábamos el relevo de nuestros reales verdugos mientras otros celebrábamos una revolución virtual. El mundo ‘nos miraba’…
¿Puede sorprendernos aún cómo pudimos llegar hasta aquí?

II / La sociedad del guateque idiota.

El espectáculo no es un conjunto de imágenes, sino una relación social entre personas mediatizada por imágenes. […] Es una visión del mundo que se ha objetivado. […] El espectáculo es materialmente la ‘expresión de la separación y el alejamiento entre el hombre y el hombre’. La ‘nueva dominación del engaño’ concentrada allí tiene su base en esta producción, por cuyo intermedio ‘con la masa de objetos crece... el nuevo dominio de seres extraños a los que se halla sometido el hombre’. Es el estadio supremo de una expansión que ha vuelto la necesidad contra la vida (Debord: ‘La sociedad del espectáculo’, 1967).

Para ejercer un control hegemónico, para gobernar cada rincón de tu perra vida hasta matarte si es necesario y salir con victoriosa impunidad como Pedro por su casa, el capitalismo reduce la realidad a pura apariencia y ficción. Los simulacros se suceden hasta que te conviertes en una imagen permanente de ti mismo, haciéndote tu propia marca, ‘poniéndote en el mercado’, empachándote de sentimiento virtual, vendiéndote como un peluche del Corte Inglés, como las ciudades se venden para ‘ponerse en el mapa’. Hasta estar solo. Hasta SER solo. Y la Fundación Coca-Cola te convence de que así puedes ser feliz, cuando lo que eres es un idiota8. La palabra griega idiōtēs (de idios: privado, uno mismo) definía al ciudadano privado y egoísta que no se preocupaba de los asuntos públicos. También eres una víctima, sí, pero una víctima idiota. Y el drama llega cuando te resistes a darte cuenta: negando la evidencia perdemos la consciencia y, con ella, la conciencia, y con ella nuestra humanidad, por mucho que caminemos por la acera echando limosna a diestro y siniestro, o que nos fotografiemos con un niño negrito en brazos de vacaciones en el trópico, o incluso que votemos en blanco porque ‘no nos convence ninguno’. Cuando la tragedia se torna farsa, los idiotas se convierten en cómplices. Y mientras el gobierno declara sujeto matable al último extranjero pobre, yo decido que este verano reservaré una casa rural porque no me llega para el hotel.
Qué pena, qué pena, qué pena y qué pena. Tendré que consolarme viendo en una pantalla las mansiones de un rico y chapotear, mientras tanto, en la diarrea mental que me produce este conflicto entre la envidia de sus posesiones, las ganas de imitar sus pornográficas costumbres, la frustración por un imposible y la ilusión de lo posible. Y juego a la lotería. Y desprecio en secreto a ese indigente sentado en la acera, tal como haría el rico si pasara a mi lado. Y juego a decirme que soy un ser único e irrepetible, y que yo lo valgo.

En un mundo de imágenes, todo es posible menos lo posible. Cuando tú mismo eres una imagen, nada sirve para nada. Cuando pierdes la conexión con la vida y la muerte, no sirves para nada. Cuando lo único que quieres hacer es participar del espectáculo, no eres nada (sentido común de una catástrofe civilizatoria).
La destrucción de la realidad que resulta de mercantilizar la vida social (y la existencia misma, en su puro sentido biológico) ha transformado también nuestra manera de comprendernos a nosotros mismos y a los demás, nuestro comportamiento, nuestra forma de conocer en general. El narcisismo explota y el sentimiento de pertenencia desaparece, sustituido por las hinchadas de fútbol, la propaganda patriótica barata, el orgullo de organizar una Expo u otros ejercicios patéticos de autoayuda (individual y también colectiva) en el psicólogo, ante el televisor, leyendo a Paulo Coelho o reivindicando el derecho ilegítimo a ser libremente idiota en cualquier ‘asamblea apolítica’ –menuda chaladura posmoderna: ¡ni siquiera la asamblea de tu escalera es apolítica, hostias!
Sólo así se explica que la prensa deportiva venda ‘evasiones necesarias para sobrellevar la que está cayendo’, que cada gobierno de clowns con traje te venda ‘ajustes necesarios que son por tu bien’, o que tú mismo, militante comprometido en complicidad apoteósica con la sociedad del espectáculo, te inventes ‘performances necesarias para que la gente te entienda’. ¿La gente? ¡Tú eres la gente! ¡La gente eres tú! Lo que nadie debería entender es que toleremos la ruina, la miseria, el hambre o la muerte evitable de cualquiera de nosotros. Es el pueblo (sí, amiguitos, esa palabra tan ‘pasada de moda’) el que tiene que decir y hacer. ¡Es el pueblo, idiota! Hace falta menos narcisismo, menos fetichismo, menos autoayuda, un poco de autoinsulto (de ahí esta pequeña contribución), mucho de autoorganización y más de acción colectiva.

Nos estafan y votamos. Votamos y nos estafan. 
Nos roban y les hacemos reverencias. 
Nos torturan y les aplaudimos. Nos matan y les regalamos flores. 
No es que no nos representen, es que nos quieren matar mientras la televisión nos hace engullir una versión manipulada de nuestro propio asesinato. 
Nos horroriza vivir una vida real de personas reales, libres de fetiches y autocomplacencia.
Pero el deseo es nuestro. La vida ha de ser nuestra. La calle será nuestra.
La revolución no será televisada, pero será. La contrarrevolución sí necesita ser televisada.
Dinamitar nuestra condición de engendros del espectáculo es urgente.
Claudicar de esa idiotez ciudadana que nos ha robado el alma es urgente.
En primera persona de un plural infinito: el nuestro.
No es sólo cuestión de dignidad. Es cuestión de supervivencia.

ASSI –mayo de 2012.
The revolution will not be televised. There will be no pictures of pigs shooting down brothers in the instant replay. […] The revolution will be live (Gil Scott Heron, 1974 –el próximo 27 de mayo se cumplirá un año de su muerte).

No hay comentarios:

.

Archivo del blog

.