Apóstoles a jornal. JUAN G. BEDOYA EL PAÍS - Sociedad - 20-03-2011
En las universidades españolas hay un centenar de capellanes a jornal del Estado porque Franco pagó generosamente a la Iglesia romana su apoyo al golpe militar de 1936, la posterior cruzada incivil y toda la brutal dictadura. No son los únicos. También paga el Estado a cientos de capellanes castrenses, penitenciarios y hospitalarios. Sumando de acá y de allá, cada año salen de Hacienda más de 6.000 millones de euros para financiar actividades de esta confesión, frente a apenas cinco millones para otras religiones.
Los obispos hubieran preferido el control completo de la Universidad, como hicieron con las enseñanzas medias, pero tuvieron que conformarse con capillas y capellanías. Ni siquiera les concedió el dictador un sindicato universitario. Contradecía sus ideas totalitarias. Pero los prelados aprovecharon bien la concesión. Muchos políticos actuales se forjaron en las capellanías católicas. Varios han acabado en el PSOE y en el PCE.
Entre los capellanes de la Complutense hay nombres famosos, como Jesús Aguirre y Ortiz de Zárate (1934-2001). Se hizo teólogo en Munich junto al hoy papa Benedicto XVI (de civil Joseph Ratzinger) y, antes de colgar la sotana para casarse con la duquesa de Alba, revolucionó el oficio y se convirtió en una estrella. En abril de 1963, cuando Franco ordenó matar a Grimau por una guerra que había terminado 24 años atrás, el capellán Aguirre convocó a sus fieles a una misa para orar por el alma del dirigente comunista. Pico de oro, sus sermones eran un acontecimiento dominical. Hoy aparecen más raros y aburridos que gorros de dormir. Están publicados con el título de Sermones en España. En 1977 fue director general de Música con Suárez, hasta que se convirtió en Duque de Alba.
Sobre la dichosa performance en la capilla de Somosaguas, tampoco hay que exagerar. Muchísimo peor es que estudiantes revoltosos no dejen hablar en la Universidad al cardenal Rouco, o callen a gritos a Aznar, Felipe González o Rosa Díez. ¿Qué es una perfomance, con permiso de la Real Academia? Perfomance art (arte en vivo: así han calificado este incidente los profesores) no es más que una muestra escénica donde prima la provocación o el asombro. Vanguardismo estético si uno se va hasta el famoso 1968; o una broma irreverente tipo Caiga quien Caiga. También han sido exageradas las reacciones, intentando convertir en delito una travesura estudiantil, y esa ceremonia de expiación presidida por un obispo, como si se hubieran posesionado de la Complutense todos los demonios.
Dijo un sabio que lo mejor de la religión es que produce ateos. Lo peor es cuando las jerarquías se toman la disidencia a la tremenda, y cuando, enfrente, actúan grupos antirreligiosos tremendistas o zopencos. Para ejercer de anticlerical también se necesita inteligencia. Ni los obispos tienen razón cuando dibujan una España dominada por laicistas furibundos o anticlericales a la vieja usanza (se nota lo poco que se lee a Galdós y los Baroja); ni aciertan los antisistema si creen que el episcopado actual sigue dando vivas a Cristo Rey y al Ejército de su invicto Caudillo.
Si el Estado no es laico ni neutral en materia religiosa, pese a exigirlo la Constitución, no es culpa de los prelados -nadie renuncia a privilegios gratis et amore-, sino falla de un Gobierno que, pese a presumir de laico, no ha hecho más que dejarse torcer el brazo por la Conferencia Episcopal, dando a la Iglesia católica mucho más que los Ejecutivos anteriores y, si apuran, tanto como el propio Franco.
La batalla laica se libra ahora en el campus. Arrecian las protestas contra la presencia de capillas en las universidades públicas - Sus defensores apelan a la libertad de culto y a la tradición - Al menos 12 centros tienen oratorios. P. ÁLVAREZ / J. A. AUNIÓN EL PAÍS - Sociedad - 20-03-2011
"En España se hizo la transición política, pero la transición religiosa ha quedado aparcada". Probablemente el ámbito donde se hacen más patentes estas palabras de Jorge Fernández, portavoz de la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España, es en la educación. Da fe de ello la presencia de la Iglesia católica en los contenidos de la enseñanza obligatoria con la asignatura de Religión confesional o la inevitable interlocución con los obispos a la hora de negociar las leyes educativas: la gran mayoría de la escuela privada y concertada en España es católica.
Estas cuestiones condicionan cualquier debate sobre la presencia de la religión, sus ritos y sus símbolos en los centros educativos públicos, que de una manera o de otra va y vuelve, a veces con enfrentamientos enconados y fuera de tono. O con acciones que pueden llegar a constituir delitos, como la que protagonizaron el 10 de marzo medio centenar de personas en la Universidad Complutense de Madrid. El grupo irrumpió en la capilla del campus de Somosaguas, donde había tres alumnas rezando. Leyeron un manifiesto contra el papel que la Iglesia da a la mujer, exhibieron imágenes del Papa Benedicto XVI con una cruz gamada. Hubo participantes que se desnudaron de cintura para arriba.
La actuación, que duró unos 15 minutos, ha levantado una gran polémica con reacciones desde los ámbitos académico, político y religioso. Ha recibido muestras de rechazo también desde sectores que se oponen a las capillas en los campus, como el propio rector de la Complutense, Carlos Berzosa, que abrió una investigación y ha condenado lo ocurrido.
Pero, entre críticas y respaldos, ha hecho saltar el debate desde su ámbito habitual -los colegios e institutos públicos, con sus clases de Religión y sus crucifijos que, según el Tribunal de Estrasburgo, no suponen adoctrinamiento de los alumnos- a la Universidad. ¿Debe haber capillas en las universidades públicas? Están presentes todavía en, al menos, 12 campus públicos de Madrid, Castilla y León, Andalucía, Comunidad Valenciana, Canarias, Asturias y Navarra.
Sus detractores opinan que el hecho de que haya una capilla en el campus "resulta impropio, excéntrico y extemporáneo para una institución pública, más aún para un centro universitario, en una sociedad ampliamente secularizada y crecientemente diversa como la española y en un Estado que podríamos situar entre aconfesional y laico", escribe el catedrático de Sociología de la Complutense Mariano Fernández Enguita. El profesor ha solicitado el cierre del oratorio de la Facultad de Educación de su campus.
Más de 150 profesores y catedráticos universitarios de toda España han firmado un documento en el que, aunque dicen no compartir "el modo en que se llevó a cabo la performance" de Somosaguas, defienden que de ninguna manera "las estudiantes pretendían poner en cuestión el ejercicio de ningún derecho individual o colectivo". También piden el fin de los oratorios y señalan que su presencia "no responde a la satisfacción del derecho a la libertad de culto, sino a un privilegio de la Iglesia católica que va siendo hora de superar en las universidades públicas".
Los defensores de estos espacios se aferran a la libertad de culto para pedir que se garantice servicio a los miembros de la comunidad universitaria que lo soliciten. "Es evidente que un no creyente puede tener otra posición en este tema, pero nosotros lo planteamos como un servicio humano y espiritual para las personas que lo desean", defiende Feliciano Rodríguez, delegado de la Pastoral Universitaria de Madrid.
También apelan a la tradición. El nacimiento de las universidades españolas está muy ligado a la Iglesia. A ello se refiere la secretaria general de la Universidad de Salamanca, el campus español más antiguo. Ana Cuevas, que es además la secretaria de la Junta de Capilla, explica que ese espacio tiene un estatus particular, pues no depende de la diócesis católica de la zona -como en la mayoría de los casos-, sino que es un organismo independiente, con financiación propia, dirigido por los decanos de las facultades y el rector. Cuevas cuenta que hace poco unos profesores plantearon cerrar la capilla, pero el claustro docente votó por su mantenimiento.
En la Universidad Complutense, con cinco capillas instaladas en facultades, ha habido dos peticiones formales para su cierre en Psicología y Geografía e Historia. Esta última se planteó el pasado junio a propuesta del decano, Luis Enrique Otero. La iniciativa fue respaldada mayoritariamente, con más de dos tercios de los votos, y trasladada al rectorado. Otero asegura que el asunto se abordó antes de que saltara la polémica de la capilla de Somosaguas. "Había conversaciones entre el rectorado y el arzobispado para el cierre, es lo que estamos esperando", explica el decano, que añade otro argumento más para sacar las capillas de la universidad. "Los católicos ya tienen espacios públicos para desarrollar sus creencias".
Al margen de si los oratorios deben quedar dentro o fuera de los campus, lo que reclaman las universidades es que se respete su autonomía. A eso se refiere el presidente de los rectores españoles, Federico Gutiérrez-Solana. Como responsable de la Conferencia de Rectores (CRUE), dice que cada institución tendrá que decidir sobre esta cuestión, porque para eso es autónoma, pero su opinión es que "la universidad pública es laica". En el campus que dirige, el de Cantabria, no hay capillas. El presidente de la CRUMA, el órgano que aglutina a los rectores madrileños, también defiende la búsqueda de acuerdos en el seno de cada universidad. Javier Uceda admite que, hasta ahora, no ha sido un debate prioritario. "La CRUMA no ha valorado la situación, no tenemos una posición conjunta porque no era una cuestión de actualidad ni estaba en el centro del debate".
Al menos 12 de las 50 universidades públicas españolas ofrecen servicios religiosos regular o esporádicamente: Barcelona, Salamanca, Valladolid, Sevilla, Alicante, Navarra, La Laguna, Oviedo, Complutense, Autónoma de Madrid, Politécnica de Madrid y Rey Juan Carlos. En general, se establecen convenios entre los rectorados y la diócesis del lugar, que son las que designan al capellán. La Complutense se niega a facilitar datos de su acuerdo con la Pastoral Universitaria de Madrid. El delegado de esta, Feliciano Rodríguez, explica que, en general, las universidades asumen gastos de mantenimiento (luz, agua, calefacción) porque los centros están dentro de los recintos docentes, pero "no hay ningún tipo de prestación económica" de las facultades para los servicios religiosos.
En algunos casos, tienen otros usos aparte del confesional. En La Laguna (Canarias), el oratorio también es la sede de una agrupación folclórica. En la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense, lo que hay es un espacio multiconfesional, donde se celebran misas, pero también acuden a rezar los estudiantes musulmanes. Cuando estos últimos solicitaron un lugar, los responsables de la facultad pensaron: "El espacio de rezo es este", explica la decana, María del Carmen Pérez de Armiñán. Defiende esta solución como absolutamente lógica -"Cuando nos piden un espacio para hacer un debate, dejamos un aula; para comer, la cafetería"- y asegura que nunca ha habido ningún problema, por lo que no se plantean cerrarlo.
Así, se trataría de una solución similar a la de algunos aeropuertos como el Valencia, que tienen un oratorio, o los de Tenerife Sur y Málaga, con capillas católicas y salas multiconfesionales, explica un portavoz de AENA. En Barajas hay dos mezquitas, tres capillas y dos salas multiconfesionales. Para ofrecer servicios en estas últimas acaba de firmar un convenio la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España, dice su portavoz, Jorge Fernández: "Es histórico para nosotros".
Sin embargo, Fernández considera que no es lo mismo un aeropuerto, un hospital o una cárcel -espacios públicos dónde reclaman estar presentes, pues las personas que están allí no pueden desplazarse al lugar de culto-, que en los centros educativos estatales. Los centros escolares, en principio -aunque también hay posiciones distintas dentro del colectivo-, cree que deben ser laicos, así que no tienen pretensiones de entrar. "Pero si están los demás, nosotros también queremos", matiza. "Reclamamos un espacio justo, que no haya presencia privilegiada de ninguna confesión", añade.
Los colectivos musulmanes sí reclaman tener presencia, dice Riay Tatary, presidente de la Unión de Comunidades Islámicas de España. Y no solo en la Universidad, sino también en los institutos, para que los adolescentes dispongan de un espacio para orar. "Hay un instituto en Ceuta que lo tiene", asegura.
Pero a los defensores del laicismo tampoco les parece bien esta solución. "No deberíamos albergar ningún tipo de centro de culto, los recintos docentes se deberían emplear a actividades académicas", reclama el decano de Geografía de la Complutense, Luis Otero. "En nuestra facultad, las instalaciones son muy precarias por la falta de espacio. El local de la capilla sería estupendo para instalar un laboratorio de Arqueología".
En las universidades españolas hay un centenar de capellanes a jornal del Estado porque Franco pagó generosamente a la Iglesia romana su apoyo al golpe militar de 1936, la posterior cruzada incivil y toda la brutal dictadura. No son los únicos. También paga el Estado a cientos de capellanes castrenses, penitenciarios y hospitalarios. Sumando de acá y de allá, cada año salen de Hacienda más de 6.000 millones de euros para financiar actividades de esta confesión, frente a apenas cinco millones para otras religiones.
Los obispos hubieran preferido el control completo de la Universidad, como hicieron con las enseñanzas medias, pero tuvieron que conformarse con capillas y capellanías. Ni siquiera les concedió el dictador un sindicato universitario. Contradecía sus ideas totalitarias. Pero los prelados aprovecharon bien la concesión. Muchos políticos actuales se forjaron en las capellanías católicas. Varios han acabado en el PSOE y en el PCE.
Entre los capellanes de la Complutense hay nombres famosos, como Jesús Aguirre y Ortiz de Zárate (1934-2001). Se hizo teólogo en Munich junto al hoy papa Benedicto XVI (de civil Joseph Ratzinger) y, antes de colgar la sotana para casarse con la duquesa de Alba, revolucionó el oficio y se convirtió en una estrella. En abril de 1963, cuando Franco ordenó matar a Grimau por una guerra que había terminado 24 años atrás, el capellán Aguirre convocó a sus fieles a una misa para orar por el alma del dirigente comunista. Pico de oro, sus sermones eran un acontecimiento dominical. Hoy aparecen más raros y aburridos que gorros de dormir. Están publicados con el título de Sermones en España. En 1977 fue director general de Música con Suárez, hasta que se convirtió en Duque de Alba.
Sobre la dichosa performance en la capilla de Somosaguas, tampoco hay que exagerar. Muchísimo peor es que estudiantes revoltosos no dejen hablar en la Universidad al cardenal Rouco, o callen a gritos a Aznar, Felipe González o Rosa Díez. ¿Qué es una perfomance, con permiso de la Real Academia? Perfomance art (arte en vivo: así han calificado este incidente los profesores) no es más que una muestra escénica donde prima la provocación o el asombro. Vanguardismo estético si uno se va hasta el famoso 1968; o una broma irreverente tipo Caiga quien Caiga. También han sido exageradas las reacciones, intentando convertir en delito una travesura estudiantil, y esa ceremonia de expiación presidida por un obispo, como si se hubieran posesionado de la Complutense todos los demonios.
Dijo un sabio que lo mejor de la religión es que produce ateos. Lo peor es cuando las jerarquías se toman la disidencia a la tremenda, y cuando, enfrente, actúan grupos antirreligiosos tremendistas o zopencos. Para ejercer de anticlerical también se necesita inteligencia. Ni los obispos tienen razón cuando dibujan una España dominada por laicistas furibundos o anticlericales a la vieja usanza (se nota lo poco que se lee a Galdós y los Baroja); ni aciertan los antisistema si creen que el episcopado actual sigue dando vivas a Cristo Rey y al Ejército de su invicto Caudillo.
Si el Estado no es laico ni neutral en materia religiosa, pese a exigirlo la Constitución, no es culpa de los prelados -nadie renuncia a privilegios gratis et amore-, sino falla de un Gobierno que, pese a presumir de laico, no ha hecho más que dejarse torcer el brazo por la Conferencia Episcopal, dando a la Iglesia católica mucho más que los Ejecutivos anteriores y, si apuran, tanto como el propio Franco.
La batalla laica se libra ahora en el campus. Arrecian las protestas contra la presencia de capillas en las universidades públicas - Sus defensores apelan a la libertad de culto y a la tradición - Al menos 12 centros tienen oratorios. P. ÁLVAREZ / J. A. AUNIÓN EL PAÍS - Sociedad - 20-03-2011
"En España se hizo la transición política, pero la transición religiosa ha quedado aparcada". Probablemente el ámbito donde se hacen más patentes estas palabras de Jorge Fernández, portavoz de la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España, es en la educación. Da fe de ello la presencia de la Iglesia católica en los contenidos de la enseñanza obligatoria con la asignatura de Religión confesional o la inevitable interlocución con los obispos a la hora de negociar las leyes educativas: la gran mayoría de la escuela privada y concertada en España es católica.
Estas cuestiones condicionan cualquier debate sobre la presencia de la religión, sus ritos y sus símbolos en los centros educativos públicos, que de una manera o de otra va y vuelve, a veces con enfrentamientos enconados y fuera de tono. O con acciones que pueden llegar a constituir delitos, como la que protagonizaron el 10 de marzo medio centenar de personas en la Universidad Complutense de Madrid. El grupo irrumpió en la capilla del campus de Somosaguas, donde había tres alumnas rezando. Leyeron un manifiesto contra el papel que la Iglesia da a la mujer, exhibieron imágenes del Papa Benedicto XVI con una cruz gamada. Hubo participantes que se desnudaron de cintura para arriba.
La actuación, que duró unos 15 minutos, ha levantado una gran polémica con reacciones desde los ámbitos académico, político y religioso. Ha recibido muestras de rechazo también desde sectores que se oponen a las capillas en los campus, como el propio rector de la Complutense, Carlos Berzosa, que abrió una investigación y ha condenado lo ocurrido.
Pero, entre críticas y respaldos, ha hecho saltar el debate desde su ámbito habitual -los colegios e institutos públicos, con sus clases de Religión y sus crucifijos que, según el Tribunal de Estrasburgo, no suponen adoctrinamiento de los alumnos- a la Universidad. ¿Debe haber capillas en las universidades públicas? Están presentes todavía en, al menos, 12 campus públicos de Madrid, Castilla y León, Andalucía, Comunidad Valenciana, Canarias, Asturias y Navarra.
Sus detractores opinan que el hecho de que haya una capilla en el campus "resulta impropio, excéntrico y extemporáneo para una institución pública, más aún para un centro universitario, en una sociedad ampliamente secularizada y crecientemente diversa como la española y en un Estado que podríamos situar entre aconfesional y laico", escribe el catedrático de Sociología de la Complutense Mariano Fernández Enguita. El profesor ha solicitado el cierre del oratorio de la Facultad de Educación de su campus.
Más de 150 profesores y catedráticos universitarios de toda España han firmado un documento en el que, aunque dicen no compartir "el modo en que se llevó a cabo la performance" de Somosaguas, defienden que de ninguna manera "las estudiantes pretendían poner en cuestión el ejercicio de ningún derecho individual o colectivo". También piden el fin de los oratorios y señalan que su presencia "no responde a la satisfacción del derecho a la libertad de culto, sino a un privilegio de la Iglesia católica que va siendo hora de superar en las universidades públicas".
Los defensores de estos espacios se aferran a la libertad de culto para pedir que se garantice servicio a los miembros de la comunidad universitaria que lo soliciten. "Es evidente que un no creyente puede tener otra posición en este tema, pero nosotros lo planteamos como un servicio humano y espiritual para las personas que lo desean", defiende Feliciano Rodríguez, delegado de la Pastoral Universitaria de Madrid.
También apelan a la tradición. El nacimiento de las universidades españolas está muy ligado a la Iglesia. A ello se refiere la secretaria general de la Universidad de Salamanca, el campus español más antiguo. Ana Cuevas, que es además la secretaria de la Junta de Capilla, explica que ese espacio tiene un estatus particular, pues no depende de la diócesis católica de la zona -como en la mayoría de los casos-, sino que es un organismo independiente, con financiación propia, dirigido por los decanos de las facultades y el rector. Cuevas cuenta que hace poco unos profesores plantearon cerrar la capilla, pero el claustro docente votó por su mantenimiento.
En la Universidad Complutense, con cinco capillas instaladas en facultades, ha habido dos peticiones formales para su cierre en Psicología y Geografía e Historia. Esta última se planteó el pasado junio a propuesta del decano, Luis Enrique Otero. La iniciativa fue respaldada mayoritariamente, con más de dos tercios de los votos, y trasladada al rectorado. Otero asegura que el asunto se abordó antes de que saltara la polémica de la capilla de Somosaguas. "Había conversaciones entre el rectorado y el arzobispado para el cierre, es lo que estamos esperando", explica el decano, que añade otro argumento más para sacar las capillas de la universidad. "Los católicos ya tienen espacios públicos para desarrollar sus creencias".
Al margen de si los oratorios deben quedar dentro o fuera de los campus, lo que reclaman las universidades es que se respete su autonomía. A eso se refiere el presidente de los rectores españoles, Federico Gutiérrez-Solana. Como responsable de la Conferencia de Rectores (CRUE), dice que cada institución tendrá que decidir sobre esta cuestión, porque para eso es autónoma, pero su opinión es que "la universidad pública es laica". En el campus que dirige, el de Cantabria, no hay capillas. El presidente de la CRUMA, el órgano que aglutina a los rectores madrileños, también defiende la búsqueda de acuerdos en el seno de cada universidad. Javier Uceda admite que, hasta ahora, no ha sido un debate prioritario. "La CRUMA no ha valorado la situación, no tenemos una posición conjunta porque no era una cuestión de actualidad ni estaba en el centro del debate".
Al menos 12 de las 50 universidades públicas españolas ofrecen servicios religiosos regular o esporádicamente: Barcelona, Salamanca, Valladolid, Sevilla, Alicante, Navarra, La Laguna, Oviedo, Complutense, Autónoma de Madrid, Politécnica de Madrid y Rey Juan Carlos. En general, se establecen convenios entre los rectorados y la diócesis del lugar, que son las que designan al capellán. La Complutense se niega a facilitar datos de su acuerdo con la Pastoral Universitaria de Madrid. El delegado de esta, Feliciano Rodríguez, explica que, en general, las universidades asumen gastos de mantenimiento (luz, agua, calefacción) porque los centros están dentro de los recintos docentes, pero "no hay ningún tipo de prestación económica" de las facultades para los servicios religiosos.
En algunos casos, tienen otros usos aparte del confesional. En La Laguna (Canarias), el oratorio también es la sede de una agrupación folclórica. En la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense, lo que hay es un espacio multiconfesional, donde se celebran misas, pero también acuden a rezar los estudiantes musulmanes. Cuando estos últimos solicitaron un lugar, los responsables de la facultad pensaron: "El espacio de rezo es este", explica la decana, María del Carmen Pérez de Armiñán. Defiende esta solución como absolutamente lógica -"Cuando nos piden un espacio para hacer un debate, dejamos un aula; para comer, la cafetería"- y asegura que nunca ha habido ningún problema, por lo que no se plantean cerrarlo.
Así, se trataría de una solución similar a la de algunos aeropuertos como el Valencia, que tienen un oratorio, o los de Tenerife Sur y Málaga, con capillas católicas y salas multiconfesionales, explica un portavoz de AENA. En Barajas hay dos mezquitas, tres capillas y dos salas multiconfesionales. Para ofrecer servicios en estas últimas acaba de firmar un convenio la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España, dice su portavoz, Jorge Fernández: "Es histórico para nosotros".
Sin embargo, Fernández considera que no es lo mismo un aeropuerto, un hospital o una cárcel -espacios públicos dónde reclaman estar presentes, pues las personas que están allí no pueden desplazarse al lugar de culto-, que en los centros educativos estatales. Los centros escolares, en principio -aunque también hay posiciones distintas dentro del colectivo-, cree que deben ser laicos, así que no tienen pretensiones de entrar. "Pero si están los demás, nosotros también queremos", matiza. "Reclamamos un espacio justo, que no haya presencia privilegiada de ninguna confesión", añade.
Los colectivos musulmanes sí reclaman tener presencia, dice Riay Tatary, presidente de la Unión de Comunidades Islámicas de España. Y no solo en la Universidad, sino también en los institutos, para que los adolescentes dispongan de un espacio para orar. "Hay un instituto en Ceuta que lo tiene", asegura.
Pero a los defensores del laicismo tampoco les parece bien esta solución. "No deberíamos albergar ningún tipo de centro de culto, los recintos docentes se deberían emplear a actividades académicas", reclama el decano de Geografía de la Complutense, Luis Otero. "En nuestra facultad, las instalaciones son muy precarias por la falta de espacio. El local de la capilla sería estupendo para instalar un laboratorio de Arqueología".
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