sábado, enero 21, 2012

La importancia de cenar en familia


Es el momento más relajado del día, cuando no hay que mirar el reloj y se puede pasar un rato con los niños. Varios estudios científicos demuestran que cenar en familia tiene una incidencia directa sobre el comportamiento de los más pequeños, sus notas y hábitos alimentarios. Eso sí, se deben seguir ciertas pautas. Compartimos mesa con ocho familias españolas.

Cenar en familia,algo aparentemente sencillo, puede hacer más felices a sus hijos, ayudar a que se sientan más seguros, a que sean mejores estudiantes y menos propensos a fumar, beber alcohol o a drogarse. Pero, cuidado, tampoco es mano de santo. Sentarse a la mesa por obligación, con la idea de que se sacrifica para ajustarse al horario de los niños, preocupado por imponer pautas rígidas de conducta y creyendo, además, que debe desarrollar conversaciones constructivas puede ser incluso contraproducente. Disfrutar y relajarse, por más cansado que uno se sienta al final del día de trabajo, son dos factores decisivos para convertir ese encuentro familiar en un estímulo que contribuya al desarrollo de las habilidades sociales, emocionales e interpersonales de su prole. La regularidad es otro factor importante. Lo han comprobado los investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Minnesota y lo han corroborado expertos del Centro de Adicciones y Abuso de Sustancias de la Universidad de Columbia, en EE.UU. Según ambos estudios, cenar habitualmente -al menos cinco veces por semana- reduce la propensión a las adicciones. La investigación de Columbia llega a asegurar que de esta manera se reducen en un 42 por ciento las posibilidades de que los adolescentes beban alcohol, en un 59 de que fumen tabaco y en un 66 por ciento de que prueben marihuana. `Cuanto más tiempo de calidad se comparte entre padres e hijos, menos factores de riesgo y más de protección se desarrollan ante conductas negativas y ante patologías como depresión, ansiedad o problemas de comunicación´, explica Guillermo Fouce, doctor en Psicología y profesor de psicología social de la Universidad Carlos III. `Tener una buena relación con los padres, una buena afectividad y contacto es sumamente importante como factor de prevención´.

Curiosamente, frente a la creencia de quienes consideran que cenar en familia es un lujo en estos tiempos gobernados por el estrés y las prisas, lo cierto es que -el dato figura entre las conclusiones del estudio de Columbia- el porcentaje de familias que acaban así la jornada ha subido en los últimos años. Si en 1998 era del 47 por ciento, ahora ya alcanza al 59.

La cena tiene un valor especial con respecto al resto de las comidas, porque es al final del día cuando uno más se relaja y hay más propensión al diálogo. `Pero se debe procurar no hacer de la cena una ocasión para tratar asuntos serios. Eso tiene que surgir´, afirma Esteban Cañamares, psicólogo clínico especializado en la familia. El niño, dicen los expertos, acaba viendo una oportunidad natural para hablar de asuntos importantes para él de su día a día, ya sea porque le han llamado la atención, porque le preocupan dichos asuntos o porque le causan malestar. La televisión, conviene subrayar, es incompatible con este tipo de hábitos, lo mismo que todo aquello que entorpezca las relaciones interpersonales (juguetes, móviles, revistas, auriculares...) y si se pone música de fondo, el consenso es fundamental. `Por regla general es mejor no coger el teléfono durante la cena, a no ser, por supuesto, que se espere una llamada importante, y que nadie se levante hasta que todos hayan acabado´, matiza Cañamares, que recalca también la importancia de la sobremesa, aunque sea breve.

Esas pocas reglas, sin embargo, deben imponerse con suavidad para no crear, en ningún momento, un clima rígido. `Que no parezca que se está en un cuartel, sino en una reunión entre amigos´, deja claro el psicólogo. No se debe olvidar, en todo caso, que el motivo último de dicha reunión es alimentarse. Es decir, no se trata de ser condescendiente si el niño se niega a comer o empieza a jugar con la comida. `Entonces se ha de hablar con claridad y concisión, según la edad y sus características. Por ejemplo, es mejor decir enfáticamente `deja el plato en la mesa´ que `si no te portas bien y sigues molestando, te quedas sin postre´, aconseja Valentín Martínez-Otero, doctor en Psicología y Pedagogía. Está comprobado que en las cenas familiares los niños suelen comer mejor que cuando lo hacen solos o ante la televisión. El estudio de la Universidad de Minnesota asocia las cenas familiares con un menor porcentaje de trastornos alimentarios y mejores notas. Otra investigación similar comprobó que cenar en familia más de cinco veces a la semana, unido a dormir diez horas cada noche y ver la televisión menos de dos horas al día, están directamente relacionados con una menor incidencia de obesidad infantil. `Es importante compartir los momentos a la mesa con nuestros hijos y aprovechar para hacer una correcta educación alimentaria no solo de palabra, sino con el ejemplo´, afirma el nutricionista Juan Revenga. `Les estamos dando mensajes contradictorios si, por ejemplo, les decimos que coman fruta o verdura y nosotros no lo hacemos. Ya decía Einstein que educar con el ejemplo no es una forma más de educar, es la única´.
Priscila Guilayn y Virginia Drake

La importancia de lo insignificante

Comer en familia previene adicciones. Júntarse en la mesa en familia produce hijos sanos
Un estudio del National Center on Addiction and Substance Abuse at Columbia University (CASA, Centro Nacional de Adicciones y Abuso de Sustancias de la Universidad de Columbia) revela que las familias que cenan juntas al menos cinco veces a la semana reducen el riesgo de que sus chicos fumen, beban y se droguen.

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