Los nombres y las cosas. Calixto Corral, director general de Fincas Corral
La pequeña localidad granadina de Alamedilla cuenta hoy con no más de 800 habitantes, casi una tercera parte de los casi 2.500 que tenía en 1963. Por aquel entonces, un modesto agricultor de la zona cogió a su familia y, como tantos otros, se mudó a Catalunya en busca de mejor fortuna para él, su mujer y sus cinco hijos. Calixto Corral, el menor de ellos, empezó a trabajar enseguida como mecánico. Poco podía imaginar entonces que cuarenta años después estaría al frente de una de las primeras empresas españolas en la intermediación de compraventa de pisos.
Fincas Corral, creada en 1987 en l'Hospitalet de Llobregat (Barcelona), generó un volumen de negoció de 84 millones de euros en el 2003, según las cifras provisionales de una compañía que hoy dispone de 294 sucursales y unos 2.800 empleados repartidos por toda la peninsula Ibérica.
Tras 17 años de crecimiento, Corral sueña en pasar de 300 a 500 oficinas en los próximos años.
Entre su llegada a Barcelona y la situación que disfruta en la actualidad, median muchas vicisitudes personales y empresariales de Calixto Corral. El joven mecánico de la familia demostró sus aspiraciones desde el principio. Antes de acertar con el que ha sido el negocio de su vida. Corral probó fortuna con un bar y una tienda de instrumentos musicales. "En ambos casos, el fracaso fue absoluto, por lo que traspasé los locales y finalmente acepté una oferta que me llegó para trabajar en una gestoria."
En su nueva oficina, Calixto Corral descubrió el potencial de la intermediación inmobiliaria, que ya ejercían con cierto éxito empresas como Sasi, Ibusa y Grupasa. Un buen día, le propuso a su jefe su proyecto de crear una empresa nacional especializada en este ámbito, pero la idea no fue bien acogida por su interlocutor. Semanas después, Corral abandonó la empresa y monto Asesoría Fincas Corral, germen del actual grupo.
"Empecé de cero, con deudas, una calculadora de bolsillo y la funda de una agenda, y aprendí las técnicas comerciales con el método de acierto y error", recuerda el empresario. Sin más estudios que su formación profesional, el autodidacta no se desanimó por las dificultades propias de los inicios de cualquier empresa y centró sus esfuerzos en generar confianza.
Diez años después de crear la empresa, su fundador pudo plantearse por fin la expansión española. En 1987, Fincas Corral ya estaba suficientemente implantada en Catalunya, donde contaba con 80 oficinas, y disponía de la experiencia necesaria para accometer este reto. A diferencia de Don Piso, que recurrió a las franquicias para crecer fuera de su comunidad de origien, las casi 300 oficinas de Fincas Corral són propias. "Yo no creo en la franquicia para esta actividad, prefiero asumir el riesfo de equivocarme y disfrutar del éxito cuando tomo decisiones acertadas."
Los últimos años, en los que buena parte del crecimiento económico ha descansado en la construcción y en el boom del sector inmobiliario, la compañía se ha beneficiado de su agresividad, que le ha llevado a más que quintuplicar sus ventas desde 1998. No todos creen que este crecimiento se haya conseguido con buenas artes. Ex empleados, colectivos seudoanónimos de consumidores y algun competidor denuncian que en Fincas Corral no es oro todo lo que reluce. Las acusaciones vas desde la simple queja por las condiciones confusas de los contratos hasta querellas por estafa.
De momento el empresario de origen andaluz esta tranquilo, y avalado por los miles de personas que, día tras día, entran en alguna de sus oficinas.
La mayor preocupación de este empresario es profesionalizar el sector. Corral continúa acompañando de vez en cuando a sus comerciales a vender pisos, aunque cada vez menos porque les resulta muy violento. "Es necesario que las empresas de intermediación formen a sus empleados y les enseñen, junto con las técnicas comerciales, materias fiscales y éticas", comenta el directivo. En Fincas Corral, los cursos de formación son obligatorios. "Insisto en que no se pueden hacer chapuzas, hay que cuidar los detalles y, por ejemplo desaconsejar una operación si vemos que una casa no es adecuada para un cliente concreto".
Corral se califica como un jefe exigente con los suyos, machacón en el cuidado de la calidad del proceso de compraventa. Aficionado a los viajes y a las novelas históricas, sueña con dar una nueva vuelta de tuerca a su compañía y alcanzar las 500 oficinas en España antes de cinco años. "No me considero un afortunado ni un número uno, pero creo en el trabajo y en las personas." Y en el boom del labrillo.