Numerosas páginas web permiten conocer al detalle la cantidad de CO2 que emite cada familia española.
Los López y los Martínez, dos familias supuestas, tienen mucho en común: viven en el mismo edificio de una ciudad española costera; tienen un perro de la misma raza y un hijo de la misma edad. Pero mientras los López se preocupan por el medio ambiente y procuran contaminar lo menos posible, los Martínez pasan olímpicamente de la cuestión.
Los primeros, ahorradores, apagan las luces cada vez que salen de las habitaciones, no dejan el piloto de la televisión encendido toda la noche, compran bombillas de ahorro energético, se duchan con el agua regulada a la temperatura ideal, y, aunque tienen un pequeño coche, prefieren el transporte público. Los segundos, en cambio, dejan las luces encendidas todo el rato, no apagan el ordenador personal cuando han terminado de trabajar, usan el coche para ir a comprar cualquier cosa al lado de casa, se dan largos baños con el agua hasta arriba y utilizan la lavadora sin que esté llena del todo.
En el hogar de los López emiten 7,6 toneladas de CO2 anuales. Los Martínez, 10,4 toneladas, en un país cuyas emisiones de este gas contaminante superan ya las 420 millones de toneladas, 9,6 por cada habitante, según los últimos datos del Ministerio de Medio Ambiente.
Y usted, ¿cuánto contamina? ¿Sigue los buenos hábitos de consumo energético que recomiendan las organizaciones internacionales? En fin, ¿es usted un López o un Martínez? Para hallar la respuesta a estas preguntas sólo hay que consultar algunas páginas web. Una de las más completas es la creada por las fundaciones Ecología y Desarrollo y Natura en su campaña para ayudar a mitigar el cambio climático producido por las emisiones de CO2 (http://www.climatium.org). La página, subvencionada por el Ministerio de Medio Ambiente, es un medio práctico de conocer cuánto contamina una familia atendiendo al gasto de luz, gas y combustible.
Los López meten sus datos y salen bien parados. Un solo coche, poco gasto de luz y, además, un consumo muy bajo de gas. Los Martínez hacen lo mismo y el ordenador les responde con una cifra incómoda. Su excesivo gasto eléctrico, sus dos coches y la moto del niño disparan sus emisiones de CO2 hasta los 10,4 toneladas. Los Martínez empiezan a preocuparse y navegan por la página en busca de soluciones. Lo primero es cambiar de costumbres. Encuentran sugerencias como, por ejemplo, apagar las luces: dejarlas encendidas durante 2 horas equivale a emitir entre 60 y 100 gramos de CO
2 a la atmósfera. Lo siguiente es comprarse un lavavajillas (puede suponer un ahorro energético de hasta el 60%) y abandonar la vitrocerámica.
Los Martínez empiezan a tomar nota y siguen navegando por la Red en busca de más recomendaciones. Los ecologistas también añaden algunas. Por ejemplo, que los Martínez no anden abriendo y cerrando el horno cada vez que quieren comprobar si la pizza se ha hecho. Cuando esa puerta se abre disminuye la temperatura 25 grados. Es decir, más tiempo y más energía. Las recomendaciones de otras páginas, como la de la empresa eléctrica Unión Fenosa (http://www.unionfenosa.es), abarcan todos los electrodomésticos del hogar. Tapar las cacerolas mientras se hace el cocido y ajustar el tamaño de la llama al cocinar ahorra un 20% de energía; limpiar las rejillas de la nevera, un 15%; usar frigoríficos de clase A, los que menos agua y electricidad consumen, supone un 70% de ahorro y comprar una tostadora cerrada, un 80%.
Después del hogar, la carretera. Los sonrojados Martínez llegan hasta la página de la campaña lanzada por la ONG estadounidense Enviromental Defense (http://www.fightglobalwarming.com). Se dan cuenta de que deben usar más el transporte público o la bicicleta y deciden vender dos de sus tres vehículos. La ONG les sugiere que dejen de conducir de forma agresiva, que hay que decelerar o acelerar suavemente (un acelerón supone un 50% más de gasolina) y que lleven un mantenimiento riguroso de las ruedas, filtros de aire, frenos y motor.
Las recomendaciones de las organizaciones ecologistas se centran en detalles aparentemente intrascendentes. Pero no lo son. "Dejar el piloto de la cadena de música encendido nos puede costar 15 euros de electricidad anuales", señala Sara Pizzimato, responsable de la campaña de energía de la ONG Greenpeace. "Los hogares españoles podrían llegar a ahorrar un 9,4% de la energía que se gasta en todo el país. Esa cantidad es igual al consumo residencial anual de toda la Comunidad Valenciana, y no supondría ninguna pérdida en el nivel de vida de las familias", asegura Pizzimato.
Puede que el esfuerzo de Los Martínez o Los López, tomados por separado, no sirva de mucho. Pero sin la suma de muchos esfuerzos individuales para reducir las emisiones y sin el compromiso de los gobiernos no habrá forma de parar el calentamiento, que afectará a los hijos y nietos de Los Martínez y Los López.
Los López y los Martínez, dos familias supuestas, tienen mucho en común: viven en el mismo edificio de una ciudad española costera; tienen un perro de la misma raza y un hijo de la misma edad. Pero mientras los López se preocupan por el medio ambiente y procuran contaminar lo menos posible, los Martínez pasan olímpicamente de la cuestión.
Los primeros, ahorradores, apagan las luces cada vez que salen de las habitaciones, no dejan el piloto de la televisión encendido toda la noche, compran bombillas de ahorro energético, se duchan con el agua regulada a la temperatura ideal, y, aunque tienen un pequeño coche, prefieren el transporte público. Los segundos, en cambio, dejan las luces encendidas todo el rato, no apagan el ordenador personal cuando han terminado de trabajar, usan el coche para ir a comprar cualquier cosa al lado de casa, se dan largos baños con el agua hasta arriba y utilizan la lavadora sin que esté llena del todo.
En el hogar de los López emiten 7,6 toneladas de CO2 anuales. Los Martínez, 10,4 toneladas, en un país cuyas emisiones de este gas contaminante superan ya las 420 millones de toneladas, 9,6 por cada habitante, según los últimos datos del Ministerio de Medio Ambiente.
Y usted, ¿cuánto contamina? ¿Sigue los buenos hábitos de consumo energético que recomiendan las organizaciones internacionales? En fin, ¿es usted un López o un Martínez? Para hallar la respuesta a estas preguntas sólo hay que consultar algunas páginas web. Una de las más completas es la creada por las fundaciones Ecología y Desarrollo y Natura en su campaña para ayudar a mitigar el cambio climático producido por las emisiones de CO2 (http://www.climatium.org). La página, subvencionada por el Ministerio de Medio Ambiente, es un medio práctico de conocer cuánto contamina una familia atendiendo al gasto de luz, gas y combustible.
Los López meten sus datos y salen bien parados. Un solo coche, poco gasto de luz y, además, un consumo muy bajo de gas. Los Martínez hacen lo mismo y el ordenador les responde con una cifra incómoda. Su excesivo gasto eléctrico, sus dos coches y la moto del niño disparan sus emisiones de CO2 hasta los 10,4 toneladas. Los Martínez empiezan a preocuparse y navegan por la página en busca de soluciones. Lo primero es cambiar de costumbres. Encuentran sugerencias como, por ejemplo, apagar las luces: dejarlas encendidas durante 2 horas equivale a emitir entre 60 y 100 gramos de CO
2 a la atmósfera. Lo siguiente es comprarse un lavavajillas (puede suponer un ahorro energético de hasta el 60%) y abandonar la vitrocerámica.
Los Martínez empiezan a tomar nota y siguen navegando por la Red en busca de más recomendaciones. Los ecologistas también añaden algunas. Por ejemplo, que los Martínez no anden abriendo y cerrando el horno cada vez que quieren comprobar si la pizza se ha hecho. Cuando esa puerta se abre disminuye la temperatura 25 grados. Es decir, más tiempo y más energía. Las recomendaciones de otras páginas, como la de la empresa eléctrica Unión Fenosa (http://www.unionfenosa.es), abarcan todos los electrodomésticos del hogar. Tapar las cacerolas mientras se hace el cocido y ajustar el tamaño de la llama al cocinar ahorra un 20% de energía; limpiar las rejillas de la nevera, un 15%; usar frigoríficos de clase A, los que menos agua y electricidad consumen, supone un 70% de ahorro y comprar una tostadora cerrada, un 80%.
Después del hogar, la carretera. Los sonrojados Martínez llegan hasta la página de la campaña lanzada por la ONG estadounidense Enviromental Defense (http://www.fightglobalwarming.com). Se dan cuenta de que deben usar más el transporte público o la bicicleta y deciden vender dos de sus tres vehículos. La ONG les sugiere que dejen de conducir de forma agresiva, que hay que decelerar o acelerar suavemente (un acelerón supone un 50% más de gasolina) y que lleven un mantenimiento riguroso de las ruedas, filtros de aire, frenos y motor.
Las recomendaciones de las organizaciones ecologistas se centran en detalles aparentemente intrascendentes. Pero no lo son. "Dejar el piloto de la cadena de música encendido nos puede costar 15 euros de electricidad anuales", señala Sara Pizzimato, responsable de la campaña de energía de la ONG Greenpeace. "Los hogares españoles podrían llegar a ahorrar un 9,4% de la energía que se gasta en todo el país. Esa cantidad es igual al consumo residencial anual de toda la Comunidad Valenciana, y no supondría ninguna pérdida en el nivel de vida de las familias", asegura Pizzimato.
Puede que el esfuerzo de Los Martínez o Los López, tomados por separado, no sirva de mucho. Pero sin la suma de muchos esfuerzos individuales para reducir las emisiones y sin el compromiso de los gobiernos no habrá forma de parar el calentamiento, que afectará a los hijos y nietos de Los Martínez y Los López.
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