El pepino de la hamburguesa 06/06/2011 00:00 / Julio César Herrero
Es incomprensible que los medios no hayan cuestionado la veracidad de las acusaciones A la imprudencia se ha unido la ineficacia de la Comisión Europea y la reacción tardía de España
Cornelia Prüfer-Storks es, además de senadora de Salud de Hamburgo, una irresponsable. El pasado día 26, y tras haber fallecido dos ancianos como consecuencia de la bacteria E.coli, sin ninguna prueba clínica, no tuvo mejor idea que arremeter contra los agricultores españoles y cargarles los muertos y los pepinos.
Los efectos de las temerarias declaraciones han traído de cabeza a toda Europa y más allá durante siete días en los que la prudencia ha brillado por su ausencia y la insensatez ha caracterizado a numerosos países y a la Comisión Europea.
Los efectos que han provocado sobre los productores las afirmaciones de la senadora, y el seguidismo de sus colegas, son considerables.
El pánico desatado por la posible contaminación de unas partidas de pepinos procedentes de diversas explotaciones de Almería y Málaga bloqueó las importaciones en diversos países, provocó que otros no recomendaran el consumo de pepinos procedentes de España y, en el caso de Austria y Rusia, el veto se extendió a otros productos, como el tomate y la berenjena.
La gracia de Cornelia ha originado pérdidas multimillonarias, ha puesto en riesgo numerosos puestos de trabajo, ha sembrado la duda sobre los estrictos controles a los que se someten los alimentos y ha desprestigiado la imagen del sector.
A la torpeza de la hamburguesa -hay gentilicios que imprimen carácter y marcan tendencia- hay que añadir el oportunismo de algunos políticos y la ausencia de vigilancia necesaria que deben ejercer los medios de comunicación. En esta crisis han fallado todos los resortes. Resulta difícil de entender - y al mismo tiempo, preocupante- que las solas declaraciones de un político, sin ningún fundamento, hayan sido suficientes para ocasionar semejante inestabilidad y poner bajo sospecha a un país y a un sector productivo.
Si la senadora tuvo en cuenta los efectos que podría provocar su acusación y, a pesar de todo, la hizo, habrá que deducir que ha habido intencionalidad. Si no lo pensó, es una irresponsable. La segunda opción cobra fuerza toda vez que una responsable de Salud se manifiesta públicamente con tal contundencia sin aportar ni un solo dictamen clínico que soporte el diagnóstico.
Esta forma de proceder debería ser suficiente para inhabilitarla para la política, en general, y para hacerse cargo de asuntos relacionados con la salud, en particular. Los pronunciamientos taxativos en materias médicas o de salud no son aconsejables. Más aún cuando pueden generar alarma, como ha sido el caso, y cuando los ciudadanos, ante una duda -aunque sea injustificada- pueden tomar decisiones que pongan en peligro el sostenimiento de una parte relevante de la economía de un país.
Pero es igualmente incomprensible que los medios de comunicación no sólo no hayan cuestionado la fiabilidad de las imputaciones de la senadora sino que incluso se hayan hecho eco.
Esta actitud ha contribuido notablemente a incrementar la sensación de inseguridad entre los ciudadanos y a amplificar un estado de alarma que ha provocado que algunos gobiernos decidieran el bloqueo de las importaciones y desaconsejaran el consumo de las hortalizas españolas.
Sin embargo, el cúmulo de despropósitos no se agota en la senadora y en el papel de los medios de comunicación. Que la Comisión Europea hubiera dado la alerta a toda la Unión señalando como responsables de la infección a las explotaciones españolas sin tener los informes definitivos, para al día siguiente tener que manifestar que la contaminación pudo producirse fuera de España, obliga a cuestionarse no sólo la solvencia de los procedimientos que se siguen en Bruselas sino también las políticas de comunicación en momentos de crisis.
Un principio básico, en estas circunstancias, es no afirmar aquello de lo que no se tiene absoluta certeza ni pronunciarse sobre situaciones hipotéticas.
Finalmente, la gestión del Gobierno español tampoco ha sido acertada. Entre otras acciones, debería haber exigido a Cornelia Prüfer-Storks pruebas irrefutables que respaldaran sus acusaciones; debería haber forzado una desautorización por parte del Ministerio de Sanidad alemán; debería haber evitado el pronunciamiento de la Comisión; debería haber reclamado la agilización de las pruebas clínicas para despejar todas las dudas y la realización de análisis elaborados por otros laboratorios si fuera necesario.
Pero nada ha funcionado como debería.
* Hamburgo afirma que los pepinos españoles no son la fuente de "E. coli"
* Berlín pide "comprensión" por la alerta precipitada 05/06/2011 EL PERIÓDICO
Alemania rastrea ansiosamente las pistas sobre el foco de la bacteria
La ministra alemana de Agricultura y Defensa del Consumidor, Ilse Aigner, defendió ayer que la actuación de Alemania ante la infección por la bacteria E. coli ha sido correcta y justificó la alerta sanitaria sobre los pepinos españoles por "la gravedad del brote" y "la obligación de informar sobre los casos sospechosos". En declaraciones a RTVE y a la agencia Efe, Aigner advirtió de que las restricciones por la crisis del pepino afectaron a todas las verduras que se comercializaban en la zona de Hamburgo, no solo a las españolas.
"No señalamos a España, sino que avisamos a todo el país en general sobre todos los tomates, lechugas y pepinos, independientemente del país del que procedieran. Esto también provocó pérdidas considerables en el mercado alemán. No se ha explicado correctamente", lamentó la ministra, con talante muy serio.
Aigner pidió "comprensión" a la población española, que le ha hecho llegar mensajes de indignación por haber apuntado al pepino español como transmisor, con las consiguientes pérdidas económicas además de la imagen de desprestigio de los productos españoles. "La Administración alemana tenía que actuar tal como lo hizo", insistió la ministra.
Aigner calificó la situación de "dramática", con nuevos casos de enfermos y muertos, y defendió el hecho de que las autoridades alemanas están obligadas a "perseguir cada sospecha".
AYUDAS A LOS AGRICULTORES "Los consumidores alemanes valoran los productos agrarios de España", dijo la ministra sobre los perjuicios que la alerta les ha provocado y su veto actual en la mayoría de los mercados de Alemania. Y apuntó que, junto con el resto de ministros europeos, ha pedido a la Comisión Europea "examinar las medidas de ayuda para los agricultores" de los países afectados.
* Alemania pide comprensión y subraya la calidad de los productos españoles
Ilse Aigner subraya que "los productos alimenticios españoles son de alta calidad, eso se sabe en España y Alemania, de lo contrario los alimentos españoles no tendrían la participación que tienen en el mercado de Alemania y otros muchos países". "Pido de nuevo a la población española comprensión para la actitud de las autoridades alemanas implicadas, que actuaron como debían hacerlo en los últimos días. El desarrollo es dramático. Desde hace mas de una semana registramos nuevos casos de enfermedad y muertes", señala el mensaje. Agrega que "en esta situación las autoridades están obligadas a perseguir cualquier sospecha".
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