UN FIN DE SEMANA SIN CONSUMO 4, 5 y 6 de junio
Querid@s compañer@s funcionari@s,
Seguramente, a todos nos ha afectado la reducción del 5-8% "SOLIDARIO" de nuestro sueldo. Los sindicatos promueven que nos manifestemos y que vayamos a la huelga el 2 de Junio. Nos manifestaremos y movilizaremos lo que haga falta, pero la huelga de LA FUNCIÓN PÚBLICA ES POCO. Hace falta una
huelga general
para protestar a un gobierno que, con la excusa de la crisis, está desarrollando una política neoliberal, recortando derechos laborales, precarizando empleo y favoreciendo a empresarios, banqueros y ricos. Mandan el capital financiero y las transnacionales sobre los gobiernos. Los trabajadores debemos manifestar nuestra repulsa y exigir nuestros derechos duramente conquistados a la negociación colectiva de nuestros sueldos, jubilaciones, enseñanza y sanidad.
¡Servicios públicos de calidad, financiados con más impuestos!
Pensad qué pasaría si todos nos pusiéramos de acuerdo en
NO CONSUMIR:
PARA QUE LOS RESTAURANTES DONDE DEJAMOS 30 EUROS POR CENAR,
LAS CAFETERÍAS Y BARES SIN NUESTRA PRESENCIA,
LAS TIENDAS DE ROPA Y CALZADO SIN COMPRARNOS UNA CAMISETA O UNOS ZAPATOS,
EL CINE, EL TEATRO Y OTROS EVENTOS SIN IR A SENTARNOS EN SUS BUTACAS,
LA COMPAÑÍA DE TELÉFONO DONDE GASTAMOS 35 EUROS APROXIMADAMENTE AL MES,
LA GASOLINERA EN LA QUE PONEMOS 20 EUROS PARA IRNOS A PASAR EL DOMINGO A LA PLAYA,
LA PELUQUERÍA EN LA QUE DEJAMOS 30 EUROS POR PARA PONERNOS GUAP@S,
EL GIMNASIO AL QUE VAMOS DESPUÉS DEL TRABAJO,
LA AGENCIA DE VIAJES ANULANDO NUESTRA ESCAPA DE FIN DE SEMANA...
SE DEN CUENTA DE LA IMPORTANCIA DEL COLECTIVO DE FUNCIONARIOS,
QUE HACE QUE FUNCIONE EFICAZMENTE EL PAÍS,
Y NOS DEFIENDAN SOLIDARIAMENTE EN VEZ DE CRITICAR
Y ENVIDIAR NUESTRA SITUACIÓN LABORAL DURAMENTE CONSEGUIDA
MEDIANTE ESTUDIO Y OPOSICIÓN.
Etc...
¿Qué pasaría si dejáramos de consumir?
Observad cuando salís a la calle, ¿quiénes son los que reparten ese capital entre los distintos comercios? ¿El Estado o nosotros?
No nos engañemos, si dejamos de consumir, nos afecta a todos.
Y para que no jueguen con nosotros y no se nos infravalore. Creemos , que deberíamos manifestarnos haciendo un fin de semana sin consumir:
-NO AL MÓVIL, -NO A LA GASOLINA, -NO AL RESTAURANTE, -NO A LAS ESCAPADAS DE FIN DE SEMANA, - ...
Hagámoslo, todos juntos:
PRIMER FIN DE SEMANA DE JUNIO (4, 5 y 6)
NO CONSUMAMOS, SERÁ LA MEJOR FORMA DE HACERNOS OÍR.
Reenvía este correo a todos los funcionarios. Cuántos más seamos, más se nos oirá. Para que esto no se convierta en un correo SPAM, ya sabéis, reenviad el correo a todos los funcionarios que conozcáis por medio de CCO cuenta de correo oculta.
Con la deuda que no deja de crecer y con el paro en la cima, el Gobierno se ha creído obligado a demostrar su firme voluntad de atajar el gasto público y acometer un plan de poda de altos cargos y de reducción de número de funcionarios limitando al 10% la reposición de plazas vacantes. De lo primero, ya se ha visto el glorioso resultado: 16 millones de euros, a costa, entre otras cirugías, de dejar a la Biblioteca Nacional sin dirección general: parece una broma si no fuera una muestra de la estima en que el Gobierno tiene a la institución que debía ser, con el Museo del Prado, la niña de los ojos de su Ministerio de Cultura.
Y de la reducción de funcionarios, no vendrá mal recordar que la impresión de despilfarro e ineficiencia, no siempre justificadas, de la función pública en España nada tiene que ver con su número. De hecho, España está, en cantidad de empleados públicos muy por debajo de Francia, y no digamos ya de los países nórdicos. Sumamos entre funcionarios y contratados, si el Boletín estadístico del personal al servicio de las administraciones públicas no miente, 2,66 millones, lo cual parece una enormidad -no ha faltado ilustre periodista que haya propuesto su drástica reducción hasta quedar en 700.000- pero no somos más que el 11,6% de la población activa y el 14,3% de la hoy ocupada.
Lo interesante es que, de ese total, medio millón trabaja en las instituciones sanitarias del Sistema Nacional de Salud y otros 650.000 en los diferentes niveles del sistema educativo, de infantil a universitario: nada menos que 43 funcionarios de cada 100 son empleados en sanidad y educación. Tal vez se podría reducir este número a su cuarta parte, como propone Luis María Ansón, pero entonces habría que explicar cómo se proporcionan a cada españolito que viene al mundo 14 años de escolarización obligatoria, o cómo se garantiza a todo el que lo demanda una atención médica y hospitalaria gratuita y de calidad como la dispensada por el Servicio Nacional de Salud.
Una vez descontados los empleados en instituciones docentes y sanitarias, resulta que, del resto, algo más de un cuarto de millón son militares, policías y guardias civiles, o sea, personal de las Fuerzas Armadas y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, a los que es preciso añadir el personal adscrito a la administración de justicia y a los centros penitenciarios y las policías locales y autonómicas, lo cual eleva el total de los encargados de seguridad interior y exterior a otro medio millón. ¿Propondría alguien que también esos efectivos se podaran hasta reducir a 125.000 la suma de policías, guardias civiles, jueces y demás que velan por el orden y la seguridad?
Por supuesto, todos estos funcionarios, más los conductores de autobuses urbanos, los encargados de la limpieza de calles, plazas y paseos, los diligentes expendedores de documentos de identidad, pasaportes y carnés de conducir, los vigilantes de museos, etc., etc., no se caracterizan precisamente por sus altos salarios ni por sus millonarios planes de pensiones: congelar el salario de un médico, un maestro, un policía, un administrativo, no tiene idénticos efectos que congelar el de un directivo del BBVA o del Santander. Vamos, que con congelar a unos cuantos de estos habría para mantener la temperatura de varias decenas de miles de aquellos: el salario anual de 1.000 funcionarios importa la mitad del plan de pensiones de algún alto ejecutivo bancario. En todo caso, no es por ahí por donde el Estado podrá ahorrar sin grave deterioro de los servicios que los ciudadanos reciben de las instituciones sostenidas en el trabajo de estos funcionarios.
¿Por dónde, pues? Por una mayor eficiencia, desde luego, pero también por donde sobran, por las burocracias clientelares que han crecido al rebufo de las autonomías sin más control que la amistad de presidentes, consejeros y demás cargos en función de neocaciques. Ahí, en séquitos de autoridades autonómicas, en oficinas abiertas en el extranjero, en televisiones para amigos, en directores o directoras generales de identidad, en asesores internos y externos, en estudios sobre el color de los peces y otras corruptelas y corrupciones, es por donde habría que comenzar los planes de austeridad y de poda. Lo que pasa es que a base de reducir el Estado, las tijeras del Gobierno no alcanzan para iniciar esos trabajos de saneamiento y se mete en faena suprimiendo la dirección general de la Biblioteca Nacional. Lo dicho: la montaña parió otra vez -y van ya ni sabe cuántas- un ratón.
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