miércoles, mayo 19, 2010

Materiales para entender la crisis económica mundial y la política del gobierno de España. EL PAPEL DE LOS SINDICATOS ‘AMARILLOS’.

Ajustes criminales, capitulo 2, 18 de mayo de 2010/ ASSI.

EL PAPEL DE LOS SINDICATOS ‘AMARILLOS’. La experiencia de los últimos 30 años de ‘progreso’ y desmovilización ‘a la española’ nos asegura que los sindicatos ‘amarillos’ no van a formar parte de la solución a la tensión social generada por los planes de ajuste y la reforma laboral, ni siquiera de una respuesta digna. Ya lo han reconocido. No van a llamar a una unidad social que no les interesa, no van a pedir solidaridad entre los distintos sectores afectados, no van a conectar los problemas del funcionariado, la jubilación, la precariedad juvenil, el despido masivo, el desempleo, los desahucios, la inmigración explotada y el largo etcétera que completa la catástrofe social permanente, ésa que va fatal cuando se supone que ‘no hay crisis’ y va peor cuando sí la hay. No se les ocurrirá llamar a una verdadera huelga general a no ser que, como en Grecia, el pueblo les obligue a hacerlo.

Se limitarán a protestar contra los ‘excesos coyunturales’ del capital financiero, como si la normalidad del capitalismo fuese bonita, como si la situación a la que ellos mismos han contribuido firmando todas las reformas laborales durante tres décadas fuese justa o digna. Ahora que la ‘paz social’ no puede garantizarse sólo con pan y circo, convocarán movilizaciones sectoriales (la primera el 20-M) para desmovilizar y dividir socialmente, con pronunciamientos sobre problemas parciales para parar así la huelga general, que es la única respuesta social justa posible. Ese mismo día, el 20-M, el pueblo griego nos dará una lección por cuarta vez.

Dicen: “convocamos una huelga de funcionarios”. Pero ¿qué hacían cuando se multiplicaban las colas en las oficinas de empleo? ¿Qué decían mientras firmaban, una tras otra, las reformas laborales? ¿Qué decían cuando se legalizó el delito de las ETTs? ¿Dónde estaban mientras se precarizaba hasta la náusea al ejército de reserva juvenil? ¿Y cuando se multiplicaban los despidos en todas partes? ¿Qué hay de la conciliadora incorporación de la mujer a la trituradora del mercado laboral? ¿Qué opinan de las políticas de extranjería basadas en la demagogia y la explotación del miserable? ¿Por qué no se oponen a las cárceles para extranjeros pobres? Nunca los supuestos ‘representantes’ de los trabajadores colaboraron tan eficazmente en una guerra social fratricida. Han contribuido a la extensión moderna del clasismo, el racismo, el sexismo, el machismo y la insolidaridad social, sinónimos todos ellos de una desintegración de la convivencia tan sutil como eficaz. Y para colmo, su mensaje ambiguo sirve incluso al PP para presentarse ante la opinión pública como el ‘partido de los trabajadores’, provocando la clásica y demagógica confusión que desorienta a una audiencia mayoritariamente incapaz de dirigir su rabia con puntería.

Dicen: “no puede ser que desde fuera se evalúe y decida sobre nuestra situación y nuestras políticas”. ¡Como si eso fuese una novedad! ¿Dónde estaban cuando se construía la Europa del mercado libre y antidemocrático? ¿Qué decían cuando eran nuestras empresas las que se beneficiaban de la falta de soberanía en los países que hemos expoliado durante las dos últimas décadas? ¿Cuántos asesinatos de sindicalistas colombianos han denunciado públicamente? ¿Dónde estaban mientras nuestras élites y sus empresas arruinaban las vidas de la población trabajadora, indígena y campesina en tantos lugares?

Dicen: “las medidas del gobierno son injustas porque los trabajadores y trabajadoras inocentes pagan las consecuencias y los culpables de la crisis se siguen beneficiando”. ¡Pues claro! ¿Ahora se dan cuenta? ¿O más bien se fingen indignados para que su clientela no vuelva su cabreo contra ellos? Demasiado tarde, élite sindical empresarializada… ya no os creen. Vuestro curriculum colaboracionista os delata.

Resumen histórico de las reformas laborales en la democracia neoliberal española

(Fuente principal: Las reformas laborales en España. Encarna Ruiz Galacho):

1977. Pactos de la Moncloa: contención salarial. Se implanta por primera vez la subordinación de los aumentos en los salarios nominales a la inflación prevista por el gobierno, facilitando la sujeción permanente a la baja de los salarios reales.

1979. Acuerdo Básico Interconfederal, para ir preparando la elaboración del Estatuto de los Trabajadores entre UGT y CEOE –que lanza la delirante y absurda acusación a UCD de ‘sovietizar España’. Se rompe oficialmente la unidad del frente sindical.

1980. Acuerdo marco Interconfederal entre CEOE y UGT, que introduce la moderación salarial y reglas sobre productividad y absentismo. CCOO, en un estertor de dignidad, se niega a firmar porque el acuerdo garantiza la pérdida de salarios reales y de poder de negociación colectiva, así como un modelo sindical burocrático, antidemocrático y corporativo. Ellos mismos lo avisan: el Estatuto de los Trabajadores es derechizado por la patronal y el gobierno acaba introduciendo la temporalidad y modificando las condiciones del despido, todo ello en perjuicio de los trabajadores/as.

1981. Acuerdo Nacional de Empleo (gobierno, CEOE, UGT y CCOO) que reduce salarios y aumenta la contratación temporal.

1982. El PSOE gana las elecciones con un discurso keynesiano que se traduce inmediatamente en prácticas neoliberales. Comienza la fase de flexibilización, ataque a la estabilidad del empleo y facilitación de los despidos.

1983. Acuerdo Interconfederal (gobierno, CEOE, CCOO y UGT). Se prepara el escenario para la generalización de los contratos temporales (llamados de ‘fomento del empleo’ y fuertemente incentivados desde el gobierno), principal herramienta para la división de la población asalariada. Se intensifica el rendimiento y la productividad del trabajo. Los costes del despido se abaratarán en extremo.

1984. Ley de Reconversión Industrial. Comienza la privatización masiva y, con ella, el paro masivo. Reales Decretos sobre contratación laboral precaria. Endurecimiento de las condiciones para la percepción de las pensiones de jubilación, reducción de su cuantía y promoción de la jubilación anticipada a favor de la nueva precariedad.

1985. Primera huelga general por las medidas del PSOE (con todos los sindicatos salvo UGT), con más de 4 millones de participantes y contra el recorte de las pensiones.

El auge empresarial de finales de los años ochenta se traduce en una recuperación del empleo basada en la temporalidad y los bajos salarios. Tanto en épocas de bonanza como en recesión, la distancia entre las tasas de beneficio empresarial y el descenso de los salarios reales del trabajo sigue en aumento. Así, en 1988, el peso de los salarios en el PIB retrocede al nivel de 1966. Bajan las cotizaciones de empresarios a la S.Social, las pensiones, la cobertura por desempleo, la duración de los contratos, el coste del despido. Se derogan las Ordenanzas Laborales del Franquismo por contener, en su mayor parte, condiciones más favorables (¡!) a los trabajadores de las que estaba aplicando el gobierno neoliberal del PSOE.

1988. Suena la flauta: una segunda huelga general (esta vez sí están todos) consigue la retirada de un Plan de Empleo Juvenil que aumentaba la precarización.

1992. Siempre con la excusa de fomentar el empleo y proteger el desempleo, llega la tercera reforma laboral del PSOE. El Decretazo endurece las condiciones de acceso y reduce el número de personas con derecho a cobrar el paro, la cuantía de éste y la aportación estatal. Se instala la triunfante visión del parado como ‘vago, parásito y defraudador’. A la vez, el encadenamiento de contratos temporales en claro fraude de ley se convierte en una práctica habitual y extendida hasta hoy.

La respuesta al decretazo se limita a una huelga general de media jornada.

1994. Con un índice de paro que supera el 20%, el PSOE enfrenta la reforma más grave del Estatuto de los Trabajadores: se temporaliza la temporalidad y se precariza la precariedad. Nace el contrato-basura (de ‘aprendizaje’) y se legaliza, mediante las ETTs, lo que hasta entonces era delito: traficar con la fuerza de trabajo. También aumenta el poder del empresario para despedir, bajan los costes del despido y se permite un ‘despido económico objetivo’ para echar al 10% de una plantilla sin necesidad de ERE. Otros ataques a la población asalariada afectan a la movilidad funcional y geográfica, la polivalencia de los puestos de trabajo, la jornada laboral, vacaciones y descansos. La negociación colectiva sufre la desregulación y se acentúa la desprotección de los sectores más vulnerables y reivindicativamente débiles.

La huelga general de 1994, pese a la participación masiva, representa un punto de inflexión en la desmovilización y el abandono definitivo de la confrontación por los sindicatos institucionales.

1995. El PP llega al gobierno, recién iniciado un ciclo económico alcista que permite gestionar el resultado de las agresiones frontales ejecutadas por el PSOE. Los sindicatos ya no cuestionan el discurso y las políticas neoliberales. Se consolida la perversa ‘concertación social’. Las propuestas de reducción de la jornada laboral son rechazadas en el parlamento.

1997. Se firma un Acuerdo Interconfederal para la Estabilidad en el Empleo, con total consenso. La falsa y nauseabunda idea de que ‘los empresarios crean empleo’ se convierte en ley incuestionable. Los términos ‘competitividad’ y ‘flexibilidad’ ya son palabra de dios. Se crea el contrato fijo barato, en realidad igual de temporal que antes pero con el despido aún más fácil, y un nuevo contrato para la formación. Para cada nuevo puesto de trabajo creado se necesita firmar 26 contratos.

La tasa de eventualidad se había multiplicado por 4 en 10 años, la subcontratación se extiende ilimitadamente y la siniestralidad laboral (sobretodo en el sector de la construcción) se dispara. Una iniciativa legislativa para regular la subcontratación, apoyada por medio millón de firmas, es rechazada por los votos del PP.

2001. En una breve fase de debilidad de la concertación, el PP aprueba la nueva reforma laboral por Real Decreto. Y a callar. CCOO rechaza la propuesta de huelga general de UGT. Se firma el Primer Acuerdo Interconfederal de la Negociación Colectiva para moderar los salarios y someter los contratos a la flexibilización continua y la competitividad de las empresas. Los sindicatos firmantes, en un alarde de cinismo, dicen querer evitar los conflictos innecesarios.

2002. El PP impone otra reforma laboral por decreto y al margen del ET, a pesar de la primera huelga general convocada contra su gobierno. 6’5 millones de accidentes laborales y más de 10.000 trabajadores muertos ilustran esos últimos seis años de legislatura. Se sigue reduciendo la prestación por desempleo y aumentando la facilidad del despido. ‘Quien no trabaja es porque no quiere’… dice Aznar. Todos callan.

2006. Acuerdo para la mejora y el crecimiento del empleo. Todos firman. Un supuesto empleo indefinido, que en realidad se acompaña de un despido más barato más generosas bonificaciones al empresario (más de 2.500 millones de euros) y mayores rebajas de sus cuotas a la S.Social, sustituye al contrato temporal. No es más que un juego de palabras.

2009. Todos firman un Compromiso sobre Negociación Colectiva que supone, en realidad, la preparación del terreno a las reformas que van a ser aplicadas con la excusa de la crisis actual.

La historia se repite una y otra vez. Los métodos y excusas empleados para continuar una carrera hacia ninguna parte, también. Comparad la evolución de la legislación laboral con sus consecuencias reales y las diferentes coyunturas de supuesto auge o recesión. El único elemento constante en todo momento es el aumento del beneficio empresarial, la concentración de poder en grandes corporaciones y la acumulación de beneficios; del otro lado, la reducción permanente de salarios reales, la precariedad, el endeudamiento, la frustración, la desorientación, la desmovilización social, la pérdida de un referente más allá del propio interés. La historia del neoliberalismo en el Reino de España, como en cualquier esquina de la globalización, es la historia de un modelo destructor de puestos de trabajo que repite promesas de mejora a costa de destruir más puestos de trabajo –y si sólo fuera eso... Simplemente porque los seres humanos ya no servimos, simplemente porque la mayoría les sobra. Millones de personas empobrecidas que, en la Europa del capital, la guerra y las mentiras como catedrales, siguen intentando salvar su trasero y permanecen deslumbradas por los pornográficos alardes de los más ricos.

Ya es hora de aclararse. Ya es hora de comprender que ya es hora de hacer justicia.

Empresarios y voceros de la banca (españoles y europeos, fascistas del libre mercado) insisten en la necesidad de más reforma laboral. Se saben dueños de un poder absoluto. El gobierno hará lo que le manden: ya lo ha anunciado, dando un plazo de dos semanas mientras Europa le felicita por su ‘valentía’. Y los sindicatos cómplices azuzarán la división social para que otros repitan la victoria: unos cuantos paseítos por la calle, turno por turno, para asegurar el derecho a la pataleta inútil, siempre con las decisiones ya tomadas y las reformas consumadas. Como siempre. Que nadie diga que le engañan. Que nadie diga que no lo sabía. Ha ocurrido tantas veces en pocos años…

Pero las llamadas a la huelga general comienzan a sonar, dispersas pero convencidas. ¿Seremos capaces de dar una respuesta frontal, radical, unitaria, anticapitalista y plural? ¿O sólo en Grecia saben hacerlo? Urge una respuesta que sume las expresiones de todas las víctimas del sistema y en la que cada sector deje bien claro que nunca puede defenderse un derecho propio sin pelear por los derechos del resto. Una respuesta cuya justa expresión pasa necesariamente por la huelga general. Ése es el primer paso de toda reacción digna desde el pueblo hacia quienes, forzando la máquina del despojo y la concentración de riqueza, le declaran la guerra. Cada oportunidad que perdamos podría ser la última.

Post Scriptum: un ejemplo / Convocatoria de huelga sectorial emitida por la Federación de Enseñanza de CCOO de Aragón: “CCOO rechaza el recorte de los salarios públicos por primera vez en democracia y convoca a movilizaciones”. Efectivamente, un leve error gramatical expresa la triste realidad. Valga la exageración: “CCOO rechaza, por primera vez en demasiado tiempo, el recorte de los salarios públicos”. ¿Por qué no rechaza la totalidad de una agresión a la totalidad de la población trabajadora? ¿Tan difícil es analizar las implicaciones de un ataque total que perjudica a toda la población salvo a una élite que no para de enriquecerse a costa de nuestro empobrecimiento? Cualquier cosa menos afrontar una crítica del modelo, de sus fines, sus beneficiarios y su poder destructivo.

Firma: otro antisistema militante y furibundo, valgan ambas redundancias.

ASSI –Acción Social Sindical Internacionalista.

No hay comentarios:

.

Archivo del blog

.