No quiero que los hombres se fijen en mí.
"Me disgusta sentirme observada o deseada sexualmente. Me siento incómoda si los hombres me miran al escote o a mis caderas. Un joven me entregó una poesía picante y ardorosa con alusiones a la hermosura y sensualidad de mi cuerpo y me sentí muy mal. ¿Cómo pudo atreverse a expresar su admiración por mí de forma tan directa y grosera?"
Este testimonio fue radiado en un consultorio sentimental en 2011 en España. Y lo curioso es que parece extraído del programa de Elena Francis en los años 50 del pasado siglo.
La recomendación del experto fue orientada a un apoyo psicológico orientado a un reforzamiento de la autoestima y a la aceptación del rol femenino y de la inevitabilidad del interés de los varones heterosexuales hacia las mujeres jóvenes y bellas por causas biofisiológicas difícilmente modificables. Evidentemente toda mujer debe dar una respuesta tajante de rechazo ante pretensiones no deseadas de un varón, pero no debe sorprenderse o molestarse por las reacciones normales en el comportamiento de los individuos de la especie homo sapiens, siempre dentro de la cortesía y el respeto.
Para no llamar la atención las mujeres:
1. Se recomiendan vestimentas de tipo monjil: camisas y faldas o pantalones en tonos grises, marrones u oscuros sin colorido ni estampados y zapatos o sandalias toscas.
2. Actitudes hoscas, poco comunicativas y andar con la vista hacia el suelo rehuyendo el contacto visual. Evitar sonreír y moverse con elegancia.
Muchas mujeres musulmanas deciden cubrir su cuerpo con vestidos amplios oscuros y taparse el pelo para sustraerse de las miradas y deseos de los hombres. No es una solución aceptable pues obliga a las mujeres a incomodidades y molestias (especialmente en climas cálidos) y, paradójicamente, aumenta la imaginación y el deseo de las calenturientas mentes lascivas de los varones cegados por la testosterona.
En los países civilizados una buena educación ciudadana y leyes igualitarias laicistas favorecen que hombres y mujeres vistan como quieran y convivan sin molestias de ningún tipo en un clima de tolerancia.
"Me disgusta sentirme observada o deseada sexualmente. Me siento incómoda si los hombres me miran al escote o a mis caderas. Un joven me entregó una poesía picante y ardorosa con alusiones a la hermosura y sensualidad de mi cuerpo y me sentí muy mal. ¿Cómo pudo atreverse a expresar su admiración por mí de forma tan directa y grosera?"
Este testimonio fue radiado en un consultorio sentimental en 2011 en España. Y lo curioso es que parece extraído del programa de Elena Francis en los años 50 del pasado siglo.
La recomendación del experto fue orientada a un apoyo psicológico orientado a un reforzamiento de la autoestima y a la aceptación del rol femenino y de la inevitabilidad del interés de los varones heterosexuales hacia las mujeres jóvenes y bellas por causas biofisiológicas difícilmente modificables. Evidentemente toda mujer debe dar una respuesta tajante de rechazo ante pretensiones no deseadas de un varón, pero no debe sorprenderse o molestarse por las reacciones normales en el comportamiento de los individuos de la especie homo sapiens, siempre dentro de la cortesía y el respeto.
Para no llamar la atención las mujeres:
1. Se recomiendan vestimentas de tipo monjil: camisas y faldas o pantalones en tonos grises, marrones u oscuros sin colorido ni estampados y zapatos o sandalias toscas.
2. Actitudes hoscas, poco comunicativas y andar con la vista hacia el suelo rehuyendo el contacto visual. Evitar sonreír y moverse con elegancia.
Muchas mujeres musulmanas deciden cubrir su cuerpo con vestidos amplios oscuros y taparse el pelo para sustraerse de las miradas y deseos de los hombres. No es una solución aceptable pues obliga a las mujeres a incomodidades y molestias (especialmente en climas cálidos) y, paradójicamente, aumenta la imaginación y el deseo de las calenturientas mentes lascivas de los varones cegados por la testosterona.
En los países civilizados una buena educación ciudadana y leyes igualitarias laicistas favorecen que hombres y mujeres vistan como quieran y convivan sin molestias de ningún tipo en un clima de tolerancia.
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