En las tripas de Intereconomía, los tele predicadores de la derecha española
Entre el 'Tea Party' y ‘Los bingueros’: el grupo Intereconomía, la apoteosis de la derechona. ¿Qué hará Rajoy con ellos ahora que ha llegado al poder? Por Quico Alsedo
Jefes e inspiradores: Julio Ariza (propietario y presidente de Intereconomía), Rouco Varela(presidente de la Conferencia Episcopal española), Eduardo García Soriano (tertuliano), Antonio Jiménez (conductor de El gato al agua), Ana Gugel (presentadora en Intereconomía), José Javier Esparza (tertuliano) y José María Aznar (ex presidente del Gobierno). Ilustración: OFGMS
El 21 del agosto pasado dos Papas santificaron el centro de Madrid. En Cibeles, como una estrella pop,Joseph Ratzinger se manifestó a las masas enardecidas. Dos kilómetros más al norte, mucho más solitario, un Juan Pablo II de granito saludaba, como todos los días y sin ánimo cismático, a los trabajadores de Intereconomía. Con una leyenda tallada en la peana: “No tengáis miedo, abrid las puertas a Cristo”. “Lo puso ahí el dueño, Ariza, para contentar a Rouco”, dicen en la redacción. Dentro, en Castellana 37, lo que puso en su despacho el director de La Gaceta, el diario de Intereconomía, Carlos Dávila, fue un pulpo. O más exactamente varios. Sucedió en mayo de 2011, durante las elecciones municipales y autonómicas. A rebufo del éxito mediático del pulpo Paul, Dávila decidió que otro vidente cefalópodo era lo que sus lectores necesitaban para madurar los resultados de las elecciones. El problema: que por una mala alimentación o por lo que fuera, los pulpos profetas morían a las pocas horas. “Y veíamos a Dávila salir del despacho, cagándose en todo: ‘¡Se me ha muerto el pulpo! ¡Traedme otro!”, relata un extrabajador de Intereconomía.
Nada extrañó a una redacción acostumbrada ya a cierto pintoresquismo ibérico. Un ejemplo: “Nos llegan casi todos los días cartas de abuelillos, escritas a mano, enviadas desde, por ejemplo, Talavera, con un billete de 10 euros dentro y frases como: ‘Ánimo, sois los mejores”, cuentan. Algunos trabajadores de La Gaceta tuvieron problemas para cobrar el pasado mes de agosto, pero aún se recuerdan las últimas cenas de Navidad a todo trapo, con tarjetas regalo de Zara y El Corte Inglés, y sorteos de relojes de pulsera XXL, pantallas planas y hasta un coche, reminiscencia del mítico piso en Torrevieja del Un, dos, tres. En la última, entre lo cómico y lo surreal, se buscaba entre los presentes, para sacar de una urna el nombre del agraciado con el coche, “una mano inocente”. En la mesa presidencial estalla una carcajada: Mario Conde, 15 años en prisión por desfalcar miles de millones de Banesto en los años 80, se levanta y ejerce, con una sonrisa irónica, de “mano inocente”.
“En una ocasión, en la redacción, Ariza le llamó la atención a una chica porque se le veía el tanga al final de la espalda. Le pidió que se vistiera de una forma ‘decente’. A otra, por ejemplo, la metió en el despacho y le preguntó, muy serio, como circunspecto: ‘¿Tú estás casada o sólo vives en pareja?’.Ella se negó a contestar, le dijo que eso no era de su incumbencia, que qué le importaba. Y le supo mantener el tirón, porque lo cierto es que aún trabaja con él”, explica la misma fuente, que da por sentado que “Intereconomía da imagen de cachondeo por las tertulias, con todos pegándose gritos a ver quién la dice más gorda, pero saben muy bien lo que hacen, son una secta muy sutil”. Contraataca el jefe de prensa del grupo, Rafael Miner: “No somos tan extremistas como se dice, aunque a veces a alguno se le haya ido un poco la mano”.
Se trata, en definitiva, de hacer ruido. Por más que, en cifras reales, la cadena no llegue más que al 3% de audiencia, el éxito, resucitando todos los fantasmas de la derechona, parece innegable. Según su catón,Pau Gasol es un “peligroso antiespañol” por apoyar al 15-M; la película catalana Pa negre gana en los Goya “apoyado por el poderoso lobby gay”; y una consejera de la Generalitat es una “zorra” y una “puerca” por informar a los adolescentes sobre sexo. En la antología no debe faltar una pieza del telediario en que el redactor explicaba las razones por las que “los condones no están hechos para África”: “Hay que guardarlos en lugares frescos y secos, pero no existen esos lugares en África. Hay que abrir el envoltorio con cuidado; sin embargo, África no destaca por su manicura, tienen manos que pueden no ser aptas. Además, hay que leer bien el prospecto, y en África no saben leer”. Para rematar informando de “la doctrina de la Iglesia: no a la promiscuidad, y que en toda relación primen los sentimientos”.
Incluso votantes de otros espectros políticos acaban subyugados por la estrábica agresividad de los argumentos y los telepredicadores intereconómicos, que funcionan por dos vías paralelas:convenciendo a los convencidos, y como alocado espectáculo serie B para los demás.“Están entre la derecha oficial del PP y otra derecha más extrema, eventualmente democrática hoy, pero que podría no serlo mañana. Respetuosa con la ley, pero que podría no serlo”. La opinión es del, para muchos, padre putativo de esta explosión mediática conservadora. La voz que incendió las ondas desde la Cope en la segunda mitad de los 2000, y cuyo impacto abrió ese nuevo caladero: Federico Jiménez Losantos. “En realidad, Intereconomía ha estado cinco años haciendo lo mismo, erre que erre, y sólo cuando se han puesto los demás a criticarles es cuando se han consagrado, cuando han tenido éxito”, dice el periodista a ROLLING STONE.
Losantos apunta al caldo de cultivo que ha generado la situación: “La sociedad española, y no sólo ella, está en un momento de caos impreciso, de incertidumbre total, y el periodismo es de las áreas que más sufre eso: nada ha cambiado tanto como el periodismo en estos años”. La correa de transmisión que proviene del poder está en plena transformación: “Son los partidos, al final, los que controlan la concesión de licencias y el cotarro en general. Y lo que quiere un candidato es que le apoyen. Quien no le apoya, aunque sea de la misma ideología, acaba en la calle si de ese político depende: siempre hay un momento en que no eres lo suficientemente obediente. Ellos no sólo controlan qué medios existen, sino la publicidad institucional. Mientras sea así, los medios, o son muy de partido, o son muy partidistas, que no es lo mismo”.
Se decidió que un pulpo vidente era necesario para los resultados de las elecciones. Pero se morían a las pocas horas y Dávila, director deLa Gaceta, salía del despacho gritando: ‘¡Se ha muerto el pulpo! ¡Traedme otro!’
Losantos, autor de alguna intervención estruendosa en Intereconomía TV -“el Orgullo Gay insulta a los gays, que en realidad son católicos y les gusta la familia”, dijo-, pone música a la canción del periodismo militante. El estribillo cada vez más de moda en los medios y propio, según algunos, de las sociedades en decadencia. Por ejemplo, la argentina. Habla Gisele Sousa, redactora del diario de referencia allá, Clarín: “La militancia es necesaria en Argentina, te preguntan de qué lado estás. En las ruedas de prensa los políticos, en vez de criticarse entre ellos como era habitual, acusan de mentir directamente a periodistas, con nombre y apellidos. Dicen: ‘Fulanito de tal es un mentiroso’. El clima es irrespirable”. “Sin embargo, el periodismo militante es algo que está muy en la base histórica de los periódicos españoles”, interviene en el debate otro de los todopinadores de referencia del conservadurismo mediático, el singular César Vidal: “Desde que empieza el negocio de la prensa al comienzo del siglo XIX, los periódicos son muy pero muy militantes. Y ahora los medios lo están siendo también, sí”.
“Nunca ha faltado tampoco la publicidad institucional de Esperanza Aguirre”, explican. ¿Y qué puede pasar con este nuevo cambio de gobierno en la Moncloa? ¿Se agradecerán los servicios prestados? “No es seguro qué puede hacer Rajoy en su política de medios ahora que está en el poder”, dice César Vidal. “Y no lo es teniendo en cuenta la experiencia de Aznar. Uno de los primeros periodistas que le apoyó fue Antonio Herrero, y uno de los primeros de los que se quiso deshacer Aznar cuando llegó a Moncloa fue Antonio Herrero”. La dependencia periodística respecto del poder es tal que, por ejemplo, mientras se escriben estas líneas, la rumorología coloca nubarrones sobre Público, lanzado por el empresario Jaume Roures al calor del zapaterismo y, ahora, en concurso de acreeedores, necesitado de encontrar su camino después de él.
La explosión de webs y canales de TDT, y la condición de casi chiringuitos de muchos medios son sólo otro apéndice de la situación. “Ariza siempre ha llevado un mantra encima allá por donde ha pasado: sinergia, sinergia, sinergia”, dice alguien que trabajó a sus órdenes en Época. “Yo he escuchado después por todas partes lo de unir el papel e internet, pero él ya lo decía en 2003”. Las redacciones de los medios de Intereconomía están casi totalmente integradas, dando pábulo al corolario de periodismo-patera con que muchos se refieren a estos soportes.
La endeblez del panorama actual la ha vivido en sus carnes Jiménez Losantos, que dejó la Cope en 2008 para embarcarse en su propio proyecto, Esradio: “Me he quedado en la séptima parte de lo quecobraba, así de claro. A ver, si no tienes casas en el extranjero, ni te lías con ninguna famosa, ni tienes hijos conflictivos, pues puedes funcionar”, se ríe: “¡Total, hay que hacer dieta de todas las maneras!”. El periodismo español está en estado de ERE constante: sólo en Madrid, en 2011, se acumularon casi 3.000 despidos. Cada semana cierran publicaciones y se anuncian nuevas regulaciones.
Los medios de Ariza, en todo caso, siempre han vivido en una cierta frugalidad. Padre de seis hijos y militante carlista en sus años mozos, no falta quien le atribuye la condición de miembrode la orden del Temple, una especie de secta antaño enfrentada a los masones. Templario o no, sus medios juegan a las cruzadas, emprendiendo campañas para defender el español, luchando contra el aborto o resucitando un “peligro rojo” más propio de la Guerra Fría. En su ideario, público en la web, se declaran defensores de “la familia” e identificados con “las raíces cristianas”.
La querencia por un pasado imperial español, esa nostalgia de ribetes franquistas, forma parte del aroma. Los Reyes Católicos -que “no reconocerían esta España”, dice César Vidal- forman parte de la foto de familia. Uno de los reporteros estrella de la cadena, José Javier Esparza, estaría vinculado según algunas fuentes con la llamada “nueva derecha europea”, una suerte de facción ultra post Le Pen que busca cambiar el envoltorio extremista por una cara más amable. Esparza, que luce un parche que le tapa un ojo en todas sus intervenciones en la cadena, es autor de novelas que explotan un hipotético pasado excalibur patrio, como La gesta española y La España épica. El ABC, la Cope y cuatro años como jefe de gabinete en la secretaría de Estado de Cultura en la época de Aznar figuran en su currículo.
En el otro lado, un trabajador del grupo muy crítico con la línea editorial explica cómo “se cuida muchísimo que no se nos relacione con nada que tenga que ver con la extrema derecha, se ha llegado a borrar una cruz gamada de una foto sólo por eso”. Además, matiza su visión desde dentro: “Con su línea editorial o no, lo cierto es que han logrado abrir debates que están en la sociedad, pero en los que los medios muchas veces se la cogen con papel de fumar. Por ejemplo, las encuestas dicen que una mayoría de españoles está contra el aborto, pero los medios tradicionales lo obvian. Estos no. No hacen periodismo para periodistas, sino para la gente de la calle, la que charla en el bar. La Gaceta busca ser un Marca de la política. Lo tienen muy claro”.
“Han logrado abrir debates que están en la sociedad. Las encuestas dicen que una mayoría de españoles están contra el aborto, pero los medios españoles lo obvian. Ellos no”
De emitir sólo música clásica e información económica, pasa a cadena generalista. Exactamente lo mismo que hará años después con La Gaceta, a la que le quitará el de los Negocios del título y el color sepia para protagonizar, en apenas un mes, el mayor crecimiento en la historia de la prensa española: una subida del 44% simplemente con una dura transfusión de contenidos, para sus críticos, sensacionalistas. En 2000 le compra al periodista Jaime Capmany la revista Época, enfangada en una deuda de 500 millones de pesetas (tres millones de euros). La derechiza aún más y consigue reflotarla.
Una anécdota de 2008 ilustra la singular forma de trabajar intereconómica, extensible a grandes regiones del panorama periodístico actual. A La Gaceta llega el chivatazo de que la directora general de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, tiene “un pisazo” montado en la sede del propio Ministerio del Interior, en el que viviría hasta su hija. Desde Intereconomía, cuenta alguien muy cercano a la operación, sale el coche de Ariza, un Mercedes negro, con un redactor dentro. Como si de una película de Ozores se tratara, el tipo se planta en la sede de Interior con un ramo de flores y un brazo escayolado. El ramo es en realidad un cebo para la hija de Gallizo, y se lo envía un presunto admirador. Dentro de la escayola va una cámara -sí, como en las películas de 007-que grabará a la muchacha recogiendo las flores y confirmando que ella y su madre viven allí. A nadie se le ocurre en Intereconomía que Gallizo, a cuyo cargo están centenares de presos de ETA, está amenazada de muerte y su seguridad es la del Estado. Interior explica que la vivienda es monacal y que hasta las camas se compraron en Ikea, pero la historia se publica finalmente.
Uno de los grandes atractivos de El gato al aguason los mensajes al plató. Esta noche, por ejemplo, se puede leer: “Un 23F es lo que hace falta”. Otro estribillo que se repite: “¿Y por qué no podemos procesar a Zapatero?”. Se han llegado a recibir 12.000 en una noche, nos apuntan. Preguntamos, medio en broma medio en serio, si es necesario ser adepto a la causa para trabajar aquí. “Pero, tío, ¿tú me has visto?”, nos dice un tipo con coleta, con aire al Nota de El gran Lebowski. El 15-M ha hecho fortuna con consignas como ‘Detrás de un corrupto, seis tertulianos’, y el programa es la punta de lanza del fenómeno todológico: los opinadores que saben y pontifican de todo. Desde el otro lado del arco, Nacho Escolar, ex director dePúblico, y habitual de las tertulias, quiere marcar distancia: “Dentro de la opinión y el análisis hay de todo: hay quien lo hace mejor o peor, y también hay quien cobra, en dinero o en favores menos confesables.
En cuanto a personajes, una fuente de dentro afirma: “En Intereconomía saben muy bien que El gato al agua es el mascarón de proa, lo que arrastra a la gente, y hay un personaje clave ahí: Mario Conde, porque da un aire de respetabilidad. Puedes ponerle un montón de tragaldabas al lado, pero él tiene credibilidad, la gente se lo cree”, sigue esta misma fuente, que implora el mayor maquillaje posible sobre su identidad porque “Ariza y Dávila están obsesionados con las filtraciones, son implacables con eso, les saca de quicio y son imprevisibles si se enteran”. “El lector a pie de cancha no es tan versado como el de otros medios, por eso se identifica más”, sigue este mismo trabajador. “No se le trata como a un niño, desde la superioridad, por eso la identificación es tan fuerte. Las causas de Intereconomía generan una adhesión muy fuerte porque son comprensibles y explotan los miedos habituales a lo diferente y lo desconocido... La verdad es que desde dentro de la casa, el calor de esta militancia es alucinante”.
Calor que se demuestra ahora, cuando la cadena, a pesar de su crecimiento en los últimos años, se ve obligada a pasar el cepillo y pedir aportaciones a su audiencia. ¿Cómo se ha llegado hasta aquí? Sigue este trabajador: “Pues porque contrataron que les gestionase la publicidad la agencia de La Sexta, de Mediapro, que les han esquilmado”, explica un buen conocedor del mercado publicitario. “Desde que contrataron con Publiseis, que es la de La Sexta, han ingresado un millón de euros al mes. Antes, cuando les gestionaba la publicidad Publiespaña, de Telecinco, ingresaban dos al mes, incluso con algo menos de audiencia. Desde junio gestionan su propia publicidad, así que algo recuperarán”. Los palos en las ruedas venían, curiosamente, de la competencia.
La eclosión de Intereconomía ha hecho aflorar a una generación de opinadores, la mayor parte asociados a latitudes conservadoras. Por ejemplo, Salvador Sostres, para el que “los pobres lo son porque quieren” y “les gusta lo cutre”. O Carlos Cuesta, que anima a “levantar España”, bandera mediante, cada vez que termina su programa. Las acusaciones de guerracivilismo no se han hecho esperar. Para César Vidal, uno de los aludidos, las causas son otras: “Los medios están experimentando muchas mutaciones, una serie de ellos están en una derecha sin complejos, pero también aparecen otros que no se disfrazan de centro-izquierda, sino que se ofrecen como de izquierdas sin complejos. Yo no diría guerracivilismo, pero el Gobierno de estos últimos años ha planteado un guerracivilismo político y por eso estamos viendo reacciones que no se veían desde antes de la Transición”.
De vuelta al plató de El gato al agua, Dávila opina que “los catalanes van a dejar secos a todos los españoles... Al resto de los españoles, quiero decir”, mentando otra de las bichas de la derecha: el peligro separatista, la patria en permanente estado de alerta ante sus enemigos. El toro que oficia de logotipo de la cadena perseguido, en fin, por sus múltiples adversarios. Un martirologio que deberá ser revisado ahora que Rajoy ha llegado a la Moncloa, y que medirá ahí su poder real. “Ahora veremos”, dice Escolar, “si de verdad quieren ir tan lejos. Si le piden a Rajoy dar marcha atrás en los matrimonios homosexuales, en los recortes del Estado del Bienestar...”.
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