La agricultura, el turismo y el medio natural, perjudicados por un caluroso mes invernal. El descenso del precio del petróleo, una consecuencia positiva de las altas temperaturas.
Las temperaturas registradas en el pasado mes de febrero en Aragón se situaron dos grados por encima de la media de los últimos 30 años, establecida en ocho grados. Los efectos negativos sobre la producción agrícola, el turismo o la aportación hidráulica a los ríos procedente del deshielo de las montañas solo se ven contrarrestados por el descenso "positivo" del consumo de combustible en la calefacción y, por tanto, también del precio del petróleo (más de un 20% en solo seis meses).
No obstante, los expertos advierten que este ascenso "anómalo" de las temperaturas no es exclusivo de la región, sino que se ha vivido en toda España y en el hemisferio norte del planeta. "Las mínimas están subiendo 2,3 grados de media, aunque no está tan claro que pase lo mismo con las máximas registradas", afirma José Luis Sánchez, catedrático de Física de la Universidad de León y responsable de la Red Antigranizo de Aragón.
Los efectos más directos se producirán sobre los ecosistemas presentes en la comunidad. "Los osos no están hibernando como deberían porque no encuentran el hábitat que necesitan y ya veremos qué consecuencias tiene esto; las migraciones se han detenido porque las aves no necesitan ir a zonas africanas y encuentran alimento más accesible en la península, y algunos de los árboles frutales han adelantado su floración", explicó Sánchez.
Las explotaciones agrícolas serán, sin duda, una de las principales afectadas por la subida de temperaturas. A una anticipada primera floración se ha sumado el adelanto de la campaña de riegos y, probablemente, de la recolección. El resultado será una producción temprana y, según los expertos, "inferior en número y, seguramente, en calidad, porque han invernado el tiempo suficiente".
"La tendencia a la que nos lleva el cambio climático es un incremento de las oscilaciones de temperatura. Es pronto para afirmar si se ha acabado el invierno pero, lo que está claro es que, si apareciera ahora alguna helada el daño sería enorme porque acabaría con una etapa muy adelantada de floración y echaría a perder toda la cosecha que se encuentra avanzada", asegura Sánchez.
CRISIS DEL ESQUÍ El turismo está notando de forma considerable el efecto de las temperaturas y la escasez de precipitaciones, especialmente en el Pirineo y, en concreto, las estaciones de esquí y el entorno comercial que se mueve a su alrededor (hoteles, restaurantes o tiendas de material deportivo).
La Asociación de Empresarios de la Jacetania (AEJ) denunciaron esta semana su intención de reclamar ayudas al Gobierno de Aragón para afrontar las pérdidas sufridas en esta temporada. "En Cataluña, por ejemplo, sabemos que la Generalitat va a ofrecer créditos blandos --a un interés muy bajo o sin intereses-- o una subvención de hasta el 30% de las pérdidas a las zonas afectadas", asegura Luis Marco, presidente de la AEJ.
El descenso de hasta un 65% de visitantes a las estaciones de esquí, un 80% de pérdidas en muchos de las tiendas de deporte o una ocupación hotelera que se ha mantenido entre un 50 y un 65% de su capacidad son indicadores suficientes para un año en el que es muy posible que, si no nieva, las estaciones cierren antes de Semana Santa.
La acumulación de nieve en las subcuencas pirenaicas del Ebro es otra de las preocupaciones que plantean los expertos. Con solo 577,2 hectómetros cúbicos de agua condensados en nieve -un tercio del promedio registrado por estas fechas en los últimos cuatro años-, «solo la lluvia que pueda caer en los próximos meses evitará que haya problemas de sequía durante el verano », afirma Sánchez.
Según el Instituto Nacional de Meteorología, en los meses de marzo y abril «es imprevisible que se produzcan precipitaciones, ya que la tendencia apunta a que los frentes procedentes del Atlántico no giren a componente norte, necesario para la llegada del frío».
No obstante, la reserva de agua en los embalses, con un 65,7% de su capacidad, está por encima del promedio de los años 2002 al 2006 (130 hectómetros cúbicos más).
Las temperaturas registradas en el pasado mes de febrero en Aragón se situaron dos grados por encima de la media de los últimos 30 años, establecida en ocho grados. Los efectos negativos sobre la producción agrícola, el turismo o la aportación hidráulica a los ríos procedente del deshielo de las montañas solo se ven contrarrestados por el descenso "positivo" del consumo de combustible en la calefacción y, por tanto, también del precio del petróleo (más de un 20% en solo seis meses).
No obstante, los expertos advierten que este ascenso "anómalo" de las temperaturas no es exclusivo de la región, sino que se ha vivido en toda España y en el hemisferio norte del planeta. "Las mínimas están subiendo 2,3 grados de media, aunque no está tan claro que pase lo mismo con las máximas registradas", afirma José Luis Sánchez, catedrático de Física de la Universidad de León y responsable de la Red Antigranizo de Aragón.
Los efectos más directos se producirán sobre los ecosistemas presentes en la comunidad. "Los osos no están hibernando como deberían porque no encuentran el hábitat que necesitan y ya veremos qué consecuencias tiene esto; las migraciones se han detenido porque las aves no necesitan ir a zonas africanas y encuentran alimento más accesible en la península, y algunos de los árboles frutales han adelantado su floración", explicó Sánchez.
Las explotaciones agrícolas serán, sin duda, una de las principales afectadas por la subida de temperaturas. A una anticipada primera floración se ha sumado el adelanto de la campaña de riegos y, probablemente, de la recolección. El resultado será una producción temprana y, según los expertos, "inferior en número y, seguramente, en calidad, porque han invernado el tiempo suficiente".
"La tendencia a la que nos lleva el cambio climático es un incremento de las oscilaciones de temperatura. Es pronto para afirmar si se ha acabado el invierno pero, lo que está claro es que, si apareciera ahora alguna helada el daño sería enorme porque acabaría con una etapa muy adelantada de floración y echaría a perder toda la cosecha que se encuentra avanzada", asegura Sánchez.
CRISIS DEL ESQUÍ El turismo está notando de forma considerable el efecto de las temperaturas y la escasez de precipitaciones, especialmente en el Pirineo y, en concreto, las estaciones de esquí y el entorno comercial que se mueve a su alrededor (hoteles, restaurantes o tiendas de material deportivo).
La Asociación de Empresarios de la Jacetania (AEJ) denunciaron esta semana su intención de reclamar ayudas al Gobierno de Aragón para afrontar las pérdidas sufridas en esta temporada. "En Cataluña, por ejemplo, sabemos que la Generalitat va a ofrecer créditos blandos --a un interés muy bajo o sin intereses-- o una subvención de hasta el 30% de las pérdidas a las zonas afectadas", asegura Luis Marco, presidente de la AEJ.
El descenso de hasta un 65% de visitantes a las estaciones de esquí, un 80% de pérdidas en muchos de las tiendas de deporte o una ocupación hotelera que se ha mantenido entre un 50 y un 65% de su capacidad son indicadores suficientes para un año en el que es muy posible que, si no nieva, las estaciones cierren antes de Semana Santa.
La acumulación de nieve en las subcuencas pirenaicas del Ebro es otra de las preocupaciones que plantean los expertos. Con solo 577,2 hectómetros cúbicos de agua condensados en nieve -un tercio del promedio registrado por estas fechas en los últimos cuatro años-, «solo la lluvia que pueda caer en los próximos meses evitará que haya problemas de sequía durante el verano », afirma Sánchez.
Según el Instituto Nacional de Meteorología, en los meses de marzo y abril «es imprevisible que se produzcan precipitaciones, ya que la tendencia apunta a que los frentes procedentes del Atlántico no giren a componente norte, necesario para la llegada del frío».
No obstante, la reserva de agua en los embalses, con un 65,7% de su capacidad, está por encima del promedio de los años 2002 al 2006 (130 hectómetros cúbicos más).
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