miércoles, julio 23, 2008

STOP GRAN SCALA. Cáritas ve con mucha preocupación el proyecto de Gran Scala

Cáritas. UNA MIRADA EXTERNA. STOP GRAN SCALA
Cáritas ve con mucha preocupación las apuestas institucionales por un desarrollo poco sostenible de Aragón, social y económicamente. Proyectos como Gran Scala ponen de manifiesto que la exclusión entendida en todas sus vertientes sólo se tiene en cuenta cuando llega a cotas de extremada gravedad y cuando ya no hay remedio. Caritas, como pone de manifiesto en todas sus memorias, interviene no sólo para paliar sino para prevenir la generación de nuevas pobrezas. Por eso creemos que no es tarde para que el Gobierno de Aragón en este momento, y en su nombre la sociedad aragonesa, apuesten por políticas y acciones orientadas a la inclusión y no a la exclusión, que tengan en cuenta a toda la ciudadanía y que no vuelva a dejar en los márgenes, cada vez más amplios, a un conjunto unto de personas que sin duda se verán abocadas a la exclusión con proyectos tan poco sostenibles como éste.
Más que un desierto, término con el que se llama a esta zona aunque no lo es, Los Monegros son el resultado de una política de desertización del tejido productivo por falta de planificación y de voluntad, junto con un abandono asumido y consentido. No podemos aplicar el "todo vale" para el entorno rural como tampoco se hace en el entorno urbano. Las luces de neón y el tintineo de las tragaperras del Proyecto de Gran Escala irrumpen en el medio rural monegrino cuando este vive un momento difícil y hasta se podría decir, de desesperación.
El agua siempre ha marcado el ritmo de vida en Los Monegros; la escasa pluviometría ha determinado cosechas de cereal malas e irregulares. Estos últimos años la sequía ha afectado de especial manera a la ganadería; la falta de pastos obliga al ganadero a gastar más en piensos compuestos, con lo que la rentabilidad de sus explotaciones disminuye.
Esperando el regadío que en algunos lugares ha llegado tarde y en otros no llegará, a pesar de las eternas promesas electorales, la población inició hace un tiempo ya el éxodo a la ciudad (el regadío no es pues garantía para fijar a la población); esta marcha continúa por la falta de servicios, sobre todo de salud y educación. El resultado es un conjunto de pueblos con una población muy envejecida, con un sector de edad media que tiene muy limitadas sus posibilidades de futuro, y con tan pocos niños que no habrá relevo generacional.
El último invitado a esta fiesta ha sido el baile en los precios en la producción de los biocombustibles, fenómeno que ha desplazado un volumen importante de productos para consumo humano y animal en otra dirección, provocando graves repercusiones en la regulación de precios, inseguridad en los ganaderos, subida de precios de piensos, aumento de la especulación en la cadena de distribución, etc. No ha habido una política correctora de estas deficiencias. A esta situación hay que añadir la anunciada desaparición de las subvenciones al cereal por parte de la PAC (Políticas Agrarias Comunitarias), que produce una sensación de que todos los esfuerzos realizados de adaptación a la situación, a las nuevas tecnologías y la modernización de la agricultura no habrán servido de nada. ¡No hay alternativas! Porque tampoco han servido los pequeños esfuerzos que se han hecho por Implantar talleres o industrias, ya que todo se concentra en Zaragoza.
Frente a un panorama como éste y un proyecto como Gran Scala, la gente parece que no puede hacer otra cosa más que aferrarse a él como un clavo ardiendo. Pero esa no es nuestra opinión. Caritas Aragón de la que Caritas Zaragoza forma parte, ha puesto de manifiesto como otras alternativas son posibles y eficaces. El Plan Estratégico de Desarrollo Rural llevado a cabo durante tres años en la comarca del Jiloca con la participación ciudadana, las Administraciones Públicas y las entidades sociales y empresariales, ponen de manifiesto que hay alternativas que son viables y que favorecen el desarrollo desde lo que cada comarca es y puede llegar a ser. Creemos en ese modelo, en el modelo de desarrollo sostenible, con participación en la generación de recursos de sus propios protagonistas, sin miedo a la entrada de capital foráneo pero con un gran respeto por la dignidad y la capacidad de decisión de sus personas. Sabemos que es un proceso más lento, menos deslumbrante, pero sin duda más sostenible, más coherente con la tierra, y con las personas que son las que definitivamente tienen que tomar la decisión sobre su propio futuro.
Además, en las valoraciones que se hacen sobre este macro proyecto, no toman fuerza, en ningún momento, ni el coste social posterior a su puesta en marcha, ni la prevención de hechos colaterales que invariablemente se obvian tachándolos de anecdóticos y puritanos. Sólo cuando nos desborden las cifras y tengamos que actuar sobre la incidencia social de Gran Scala pensaremos que probablemente este proyecto no fue el más adecuado para humanizar y mantener nuestro entorno. Asistimos con total normalidad a la deshumanización de lo lúdico, a la normalización del juego de casino como miseria asumida de los ricos, sin entrever las consecuencias sociales, sanitarias y humanitarias que esto supondrá para los de siempre, los excluidos, pero ojo, los excluidos no sólo de aquellos que lo son antes de Gran Scala, sino también de aquellos, que lo serán como consecuencia de dicho proyecto empresarial, la nueva pobreza rica.
Planteamos aquí sólo algunas de las cuestiones que desde el punto de vista de lo social plantea el proyecto de Gran Scala para Cáritas y sobre los que queremos llamar la atención:

1/ En primer lugar, ni podemos ni debemos apostar por un modelo de desarrollo basado en factores de exclusión evidentes en la propia definición del modelo empresarial que se propone: tono especulativo, generador de adicciones (al juego, a las drogas, al comercio de personas...), el tono de desarraigo con la realidad e historia de la zona entre otros.
2/ Gran Scala no va a tener una incidencia significativa sobre las personas que Cáritas acompaña actualmente, puesto que el nivel de exclusión se traslada incluso en esos ámbitos. No obstante, somos conscientes que va a generar nuevas bolsas de marginación, pobreza y exclusión para las cuales no existen procesos ni modelos de intervención en nuestra Comunidad (la pobreza rica: determinadas adicciones, modelos de prostitución, desarraigo de las personas con el territorio en el que terminan, ludopatías,...)
3/ Observamos como las "nuevas juventudes" (sin pretender generalizar) carecen de unos ideales de convicción y compromisos fuertes y arraigados. Se desarrollan en una cultura material, de dinero fácil y de apenas esfuerzo. Creemos que van a ser los principales afectados, sobre todo por esa vulnerabilidad que caracteriza a muchos de estos jóvenes. (Falso referente de conquista... poca capacidad y criterio de toma de decisiones... espejismo...).
4/ Nos preocupa el modelo empresarial propuesto como elemento cultural y educacional para nuestros menores. Ante la facilidad con la que se está hablando de la posibilidad de modificar leyes del juego en nuestra Comunidad, y por la convivencia de estos espacios con espacios de ocio y restauración, nos inquieta la vulnerabilidad para el acceso de menores a estos espacios así como el evidente y obvio contacto de los menores que accedan a estos espacios con este modelo social (apuesta por un negocio centrado en el juego como forma de ocio, coexistencia con la droga y prostitución de alto standing, modelo de acceso al éxito y al desarrollo personal, coexistencia con mafias, etc) que nosotros vemos como una situación de riesgo para ellos y de vulnerabilidad al presentar como normalizados modelos sociales que no lo son, al menos desde nuestra visión.
5/ Ponemos de manifiesto el estrecho vínculo entre el juego y las actividades marginales, como relación muchas veces causal y finalista de historias personales que están por escribirse, si no se remedia antes (alcohol, drogas... como causa o como consecuencia de una ludopatía, prostitución como fuente alternativa de ingresos...; modelos no constructivos de ocupación de ocio y tiempo libre...)
6/ Por descontado, el juego desde esta perspectiva conlleva "traición", "mentiras", "pérdida de confianza" en cualquier contexto familiar: padres — hijos — hermanos... Así como la pérdida de control personal...
7/ A más y paradójicamente, este proyecto alimenta la exclusión desde la perspectiva de género y la desigualdad social. Una vez más la realidad de la mujer que no elige o que se ve abocada a ejercer la prostitución se va a asociar a un problema de violencia de género, de falta de libertad y de desarrollo personal en un entorno de continua alimentación de vulnerabilidad.
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[...]"Hace pocos días Cáritas Aragón databa en un 13% los aragoneses en pobreza relativa y en un 3% en pobreza severa. Las estadísticas del INE reflejan un 16%. Esto no es pesimismo, ni menos, alarmismo. Es la realidad.
Realidad cruda es la que responde a Biel, vicepresidente del Gobierno de Aragón, cuando dice que los opositores a Gran Scala son los que deben explicarse.
A pesar de que en Monegros podrían muy bien caber varias cosas a la vez (planes no acometidos y magníficos casinos a porrillo), hay demasiados motivos para oponernos y que quisiéramos explicar a nuestro Gobierno razonadamente. Si a la sociedad civil se nos da la oportunidad de hacerlo con sosiego.
Una política social preventiva ordenará la creación de empleo, los beneficios sociales, la recaudación de impuestos... Todo ello con gran prevención para evitar ludopatías, crisis familiares, pérdida de producción, blanqueo de dinero, prostitución, usuras, aumento de delicuencia... Esto no es demagogia. No queremos que a la buena intención de nuestros políticos le ocurra como en la comedia de Bertold Brecht, que como a la gente no le gustaban las disposiciones del gobernante, éste pidió que se cambiara de gente.
En la sociedad del riesgo en que vivimos, esperamos de nuestro Gobierno que empiece a prevenir lo que viene ocurriendo: unos pocos crean los riesgos y muchos sufren los peligros. Nos oponemos al riesgo de nuevas pobrezas a gran escala".
Alberto Ruiz. Secretario General de Cáritas Zaragoza (extracto del artículo publicado en Heraldo de Aragón el 25 de abril de 2008)

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