jueves, septiembre 29, 2011
El Banco de España echa a la directora de la CAM por manipular las cuentas. La ejecutiva pierde la pensión vitalicia de 370.000 euros anuales
* Ejecutivos sin control en las cajas. Directivos de entidades de ahorro arruinadas y rescatadas por el Estado reciben indemnizaciones millonarias por la falta de vigilancia de los consejos y del supervisor. ÍÑIGO DE BARRÓN - Madrid EL PAÍS - Economía - 09-10-2011
Se unió la codicia, los altos ingresos, baja cualificación y falta de vigilancia. El Banco de España dice que solo mira los salarios si hacen peligrar la solvencia. Quintás, presidente de la CECA, alertó de la dictadura de los ejecutivos. Los escándalos van desde cuantiosas prejubilaciones a pensiones vitalicias
Los responsables de las cajas y sus retribuciones
R. LÓPEZ ABAD CAM Casi cuatro millones por prejubilarse. Roberto López Abad gestionó la CAM de 2001 a 2010, es decir, durante su trayectoria negra hasta al hundimiento. Al prejubilarse obtuvo una indemnización de 3,8 millones, además de otra cantidad millonaria en pensiones. El fondo de rescate bancario reclamará judicialmente el dinero.
M. BLESA Caja Madrid La antigua cúpula reclama 25 millones. Miguel Blesa, presidente de Caja Madrid hasta enero de 2010, y nueve directivos más tenían previsto cobrar 25 millones como bonus tras dejar la entidad en una apurada situación económica. Caja Madrid ha anulado el pago. Los ejecutivos reclaman judicialmente el dinero.
J. L. PEGO Caixanova Premio para una caja nacionalizada. José Luis Pego fue directivo de Caixanova, una caja menos contaminada por el ladrillo que Caixa Galicia, aunque la unión de ambas hundió a la entidad resultante, Novacaixagalicia, que está nacionalizada. Pego, de 54 años, cobrará 10,8 millones por prejubilación y pensión.
J. L. MÉNDEZ Caixa Galicia 16,5 millones tras 29 años de poder total. José Luis Méndez fue director general de Caixa Galicia durante 29 años, periodo de una fuerte expansión y vertiginosa caída por el ladrillo. Vetado por el supervisor, abandonó la caja tras convertirse en Novacaixagalicia, ahora nacionalizada. Ha cobrado al menos 16,5 millones como pensión.
T. GARCÍA MONTES CAI Pelea en el tribunal por cuatro millones. Tomás García Montes, director general de Caja Inmaculada de Aragón, fue despedido en diciembre de 2009 tras la fusión con la caja Caja Círculo de Burgos y Caja Badajoz. Reclama 4,2 millones de indemnización en los tribunales porque la entidad pretende rebajar la cantidad.
Aquí está pasando algo. No está claro exactamente lo que es, pero puede que por fin estemos asistiendo a la aparición de un movimiento popular que, a diferencia del Tea Party, está enfadado con la gente con la que hay que estar enfadado.
Cuando empezaron las manifestaciones de Ocupa Wall Street, hace tres semanas, la mayoría de los medios informativos desdeñaban los incidentes, si es que se dignaban a mencionarlos. Por ejemplo, después de nueve días de manifestaciones, la Radio Pública Nacional no había dado la más mínima información sobre ellos.
Por tanto, el hecho de que las manifestaciones no solo hayan continuado, sino que además hayan crecido y acabaran volviéndose demasiado importantes para ignorarlas, es una prueba de la pasión de los que participan en ellas. Ahora que los sindicatos y un número cada vez mayor de demócratas expresan al menos un apoyo matizado a los manifestantes, Ocupa Wall Street empieza a parecerse a un acontecimiento importante que, con el tiempo, incluso podría llegar a considerarse un punto de inflexión.
¿Qué podemos decir de las manifestaciones? Lo primero es lo primero: la acusación de los manifestantes de que Wall Street es una fuerza destructiva, económica y políticamente es totalmente acertada.
Un cinismo agotador y la certeza de que nunca se hará justicia se han apoderado de una gran parte de nuestro debate político y, sí, yo mismo he sucumbido a veces. Mientras tanto, ha resultado fácil olvidar lo escandalosa que es realmente la historia de nuestras desgracias económicas. Por eso, en caso de que lo hayan olvidado, ha sido una obra en tres actos.
En el primer acto, los banqueros se aprovecharon de la liberalización para desmandarse (y pagarse unas espléndidas sumas), inflando unas enormes burbujas mediante unos préstamos temerarios. En el segundo acto, las burbujas se pincharon, pero los contribuyentes rescataron a los banqueros, con muy pocos compromisos a cambio, aunque los trabajadores normales y corrientes seguían sufriendo las consecuencias de los pecados de los banqueros. Y en el tercer acto, los banqueros mostraron su agradecimiento volviéndose contra la gente que les había salvado y proporcionando su apoyo -y la riqueza que seguían poseyendo gracias a los rescates- a los políticos que prometieron mantener sus impuestos bajos y eliminar la moderada normativa que se estableció a raíz de la crisis.
Teniendo en cuenta esta historia, ¿cómo es posible no aplaudir a los manifestantes por tomar finalmente partido?
Es verdad que algunos de los manifestantes van vestidos de forma extraña o tienen lemas que parecen absurdos, lo que es inevitable dado el carácter abierto de los acontecimientos. Pero ¿y qué? A mí, al menos, me ofende mucho más ver a unos plutócratas con trajes de corte exquisito, que deben su permanente riqueza a las garantías del Gobierno y se quejan de que el presidente Obama ha dicho cosas malas sobre ellos, que ver a unos jóvenes desharrapados denunciando el consumismo.
Tengan en cuenta también que la experiencia ha dejado penosamente claro que los hombres trajeados no solo no tienen ningún monopolio sobre la sabiduría, sino que además tienen muy poca sabiduría que ofrecer. Cuando los bustos parlantes de, pongamos por caso, la CNBC se mofan de los manifestantes por su falta de seriedad, recuerden cuántas personas serias nos aseguraron que no había una burbuja de la vivienda, que Alan Greenspan era un oráculo y que los déficits presupuestarios harían que se dispararan los tipos de interés. Una crítica mejor a los manifestantes es su falta de reivindicaciones políticas concretas. Seguramente resultaría útil que los manifestantes se pudieran poner de acuerdo sobre al menos algunos cambios políticos que les gustaría ver promulgados. Pero no deberíamos conceder demasiada importancia a la falta de concreción. Está claro qué clase de cosas quieren los manifestantes de Ocupa Wall Street, y en realidad es a los intelectuales políticos y a los políticos a quienes les corresponde la labor de completar los detalles.
Rich Yeselson, un experto organizador e historiador de movimientos sociales, ha sugerido que la ayuda para las deudas de los estadounidenses que trabajan sea uno de los temas centrales de las manifestaciones. Yo lo secundo, porque dicha ayuda, además de hacer justicia económica, podría contribuir en gran medida a la recuperación de la economía. Y sugeriría que los manifestantes también exijan inversiones en infraestructuras -no más recortes de impuestos- para ayudar a crear puestos de trabajo. Ninguna propuesta va a convertirse en ley en el actual clima político, pero la razón principal de las protestas es cambiar ese clima político.
Y ello abre verdaderas oportunidades políticas. No, por supuesto, para los republicanos de hoy día, que instintivamente se ponen de parte de los que Theodore Roosevelt apodaba los malhechores de gran riqueza. Mitt Romney, por ejemplo, quien, dicho sea de paso, probablemente pague menos impuestos con respecto a sus ingresos que muchos estadounidenses de clase media, condenó rápidamente las manifestaciones llamándolas "guerra de clases".
Pero a los demócratas se les está brindando lo que equivale a una segunda oportunidad. El Gobierno de Obama ya desperdició antes una gran cantidad de posible buena voluntad al adoptar unas medidas benignas con los banqueros que no consiguieron poner en marcha una recuperación económica, y eso que los banqueros devolvieron el favor volviéndose en contra del presidente. Ahora, sin embargo, el partido de Obama tiene la oportunidad de empezar de cero. Lo único que tiene que hacer es tomarse esas manifestaciones tan en serio como merecen tomarse.
Y si las manifestaciones incitan a algunos políticos a hacer lo que deberían haber estado haciendo desde el principio, Ocupa Wall Street habrá sido un éxito clamoroso.
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miércoles, septiembre 28, 2011
Equo va, también en Zaragoza. El conjunto de los candidatos EQUO se eligen a través de proceso de primarias. Recogida de firmas o avales en Zaragoza
Queremos agradeceros vuestro apoyo en pre-avalar a EQUO dentro de la Plataforma www.yoavalo.org creada por el Partido Pirata.
Para que podáis firmar el aval en papel que es el único que nos acepta la Junta electoral, os proporcionamos el modelo en este enlace.
Os pasamos un pliego que podéis imprimir y repartir o pedir a vuestros conocidos y amigos que firmen. (De los datos oficiales solo debe ser rellenado el apartado Partido Político: EQUO)
Recogida de Avales EQUO Zaragoza Semana del 4 al 9 de Octubre
Estimad@s Amig@s de EQUO;
Os informamos que durante esta semana tenemos confirmadas las siguientes mesas para que paseís a confirmar vuestro aval:
Todos los días: de 12-14 Plaza San Francisco-Universidad. ( También la Semana que viene).
Martes de 18.30-20.30 Plaza San Francisco.
Miércoles y Jueves: 18-20 Calle Delicias/Jardín Vertical.
Domingo 16.30 Entorno a la manifestación antitaurina.
En estas podréis firmar, recoger pliegos de firmas o entregar pliegos rellenados. Os pasamos un pliego que podéis imprimir y repartir o pedir a vuestros conocidos y amigos que firmen. ( De los datos oficiales solo debe ser rellenado el apartado Partido Político:EQUO)
Recordad que sólo disponemos hasta el día 16 de octubre para conseguir las firmas necesarias y para firmar válidamente hay que ser ciudadano español, mayor de 18, estar censado en la provincia de Zaragoza y no haber avalado a ningún otro partido.
Gracias por ayudar a que Equo sea una realidad.
-No podemos asegurar de momento horarios seguros del resto de los emplazamientos ya que depende de la disponibilidad de los voluntarios. (Sereís informados en breve con un calendario más elaborado y extenso sobre los distintos puntos donde poder validar vuestros avales)
*Si quieres colaborar en la recogida de firmas escribe un mail aquí o pasate por la Equomunidad de Zaragoza desde donde se esta organizando.
Rosa Burgos-J.Manuel Vázquez Comunicación Equo Tel. 670 23 91 41 equozaragoza(a)proyectoequo.org www.equova.org
martes, septiembre 27, 2011
¿EDUCAR A LOS ADOLESCENTES DE HOY? Tomás García Muñoz
¿EDUCAR A LOS ADOLESCENTES DE HOY?
Tomás García Muñoz.
Orientador del Instituto “Santiago Apóstol” (Almendralejo).
Hace algunos meses, un periódico de amplia tirada en el País Vasco constataba algo que los educadores llevamos observando con preocupación en las aulas, desde hace algunos años: el crecimiento del número de jóvenes que necesitan de atención psicológica y/o psiquiátrica. Paralelamente, un estudio de la universidad de Salamanca llamaba la atención sobre adolescentes que comienzan programas de desintoxicación a los 15 años. En Tenerife, las urgencias detectan a adolescentes con graves problemas neurológicos, causados por el consumo de “crack” -un derivado de la heroína-. La edad de inicio en el consumo del alcohol y tabaco, según un estudio realizado en colegios de la FERE, se aproxima a los 11,2 años de media, constatando, además, el consumo descontrolado en fines de semana.
La Psicología nos advierte que se heredan unos determinados “componentes de la personalidad”, que hacen que unos chicos/as tengan más probabilidad que otros de que se desencadene un proceso que trastorne su equilibrio social, emocional y mental; pero, son las variables del entorno, especialmente las relaciones con la familia y con los grupos sociales con los que está en contacto, las que desencadenan determinados procesos a medio y largo plazo. Es decir, todos nacemos con una “diana de peligro”; en unos, más pequeña y en otros, mayor. Si comenzamos a “lanzar dardos” (ausencia de “límites” en la educación familiar, carencia de referentes éticos –valores- en la actuación educativa para con los hijos, padres dimisionarios, relaciones familiares/sociales anárquicas, etc.) alguno de estos dardos termina acertando en la diana y “aparece el problema”: agresividad y violencia, a veces con los mismos padres; consumo de sustancias adictivas, pasotismo, depresión, fracaso escolar...
Por desgracia, los comportamientos sin límite de los adolescentes están hoy de moda. Como muestra, se pueden ver en las pantallas españolas dos películas americanas (“Thirteen” y “Elephant”) que ahondan en este tema. Sin salir de España, según la Fiscalía General del Estado, el año pasado 100.000 menores, que deberían estar estudiando, fueron detenidos por haber perpetrado más de 22.000 delitos violentos.
¿Cómo se vive este problema en las aulas? Los profesores nos encontramos con un porcentaje, cada vez mayor, de alumnos/as egoístas, caprichosos, descarados, provocativos y violentos; pero, a la vez, faltos de ambición, de esfuerzo, de autoexigencia, faltos de interés por aprender y por casi todo... Traemos, a continuación, el testimonio de una profesora que nos resulta demasiado cercano y frecuente a los que nos dedicamos a educar a nuestros “teenagers”[1] de Educación Secundaria Obligatoria.
“... es profesora de Lengua y nunca ha tomado tranquilizantes. Hasta ahora. El caso es que lleva casi dos semanas durmiendo muy mal; se nota agotada nada más comenzar el día [...] tiene su primera clase a las 8.30: un grupo normal de alumnos movidos, pero educados. No así el que tiene a la hora siguiente: cinco chavales no han traído libros ni cuadernos, diez los han traído pero no hay manera de que los saquen de la mochila...” (Marín, J., 2003)
En primer lugar, deseamos dejar sentado que los problemas de indisciplina escolar son un eco, amplificado, de la verdadera falta de autoridad que existe en el seno de la familia.
“... los problemas en el aula son, en primer lugar, problemas en la familia. Las dificultades que vivimos día a día en la escuela son un reflejo de lo que ocurre en el hogar [...] no hay autoridad porque los padres no la ejercen. [...] Los padres no mandan sobre sus hijos; y no mandan entre otras cosas porque no están con ellos. Y con el poco tiempo que están, ¿para qué complicarse la vida? Ejercer la autoridad exige demasiado sacrificio personal. En vez de ‹‹crisis de autoridad›› podríamos hablar de ‹‹síndrome de autoridad oxidada››”. (Fidalgo, J.M., 2004: 4)
¿CUÁNDO ES EL MOMENTO DE EDUCAR?
Si deseamos una juventud sana y equilibrada afectiva, social y psicológicamente, hemos de resignarnos a “ejercer de padres” (Savater, 1997) desde que nace el niño/a. Este hecho implica, por ejemplo: no ceder a sus caprichos o a sus “chantajes” para que le saquemos del “parque” o de la cuna y le tomemos en brazos, no comprarle la primera “chuchería” o juguete que se le antoje, a cualquier hora del día y cualquier día de la semana... De otra manera, el niño crecerá en el convencimiento de que el mundo le pertenece y que basta pedirlo, o exigirlo, para que se “cumpla su voluntad”, sea ésta una videoconsola, una motocicleta, una prenda “de marca”, una determinada cantidad de dinero para “salir, no asistir a clase, no hacer sus tareas de clase o los encargos domésticos asignados... Cediendo a sus caprichos abonamos y cultivamos su egoísmo, convertimos al niño, invariablemente, en un tirano y, más tarde, asistiremos –como parientes o profesores- a las quejas de los padres, cuando los hijos apenas cruzan el limite de la primera a la segunda infancia: -“no puedo con mi hijo”, “se encara conmigo”, “siempre hace lo que le da la gana”, “no obedece ni con castigos”... En realidad, el hijo fue quien llevó siempre “el bastón de mando” en esa relación asimétrica. Pero, no olvidemos que “lo que se hace o deja de hacer en la infancia influye en la mayor o menor resistencia de los chicos al ataque de todos los agentes negativos que van a tener que soportar”. (Aguiló, A.; 2003)
Cuentan los historiadores que Aníbal decidió atacar a los romanos en su propio terreno. Después de cruzar con su ejército los Pirineos y los Alpes los venció en Cannes. Pero, en vez de seguir hasta Roma, se quedó en Capua descansando. Entretanto, el ejército romano se reorganizó y derrotó a Aníbal. La historia atribuye al general cartaginés la siguiente frase: «Cuando podía, no quise; ahora que querría no puedo». Con la educación de los chicos y chicas sucede algo parecido:
“Cuando se puede actuar y sentar las bases de una buena formación, con escolares de menos de diez años, los padres se inhiben al ver a sus hijos activos, despreocupados y sin problemas aparentes. Pero, cuando se quiere actuar, cuando tienen ya 17 ó 20 años, es tarde” (Ramo, A., 2003: 4).
Hay que aprovechar los primeros años de la vida del niño y no dejar pasar el tiempo o ir archivando los problemas. Es necesario hacer que el chico/a vaya adquiriendo hábitos y actitudes personales y sociales, desde pequeño. La carencia de hábitos y defensas provocará un deterioro personal del joven en el futuro.
Si la familia no interviene, el niño o la niña llega a la escuela sin socializar. Pero, para esa fecha se ha perdido un tiempo irrecuperable. Los tres primeros años del niño son un “período esponja”, donde el niño es sumamente receptivo a toda la labor socializadora y educadora que le proporcionan los padres; especialmente, en el terreno de las actitudes y en el de los hábitos (higiene personal, limpieza, cumplimiento de horarios, exigencia, esfuerzo, solidaridad, cumplimiento de normas...). Si esta tarea no se ha realizado satisfactoriamente en el hogar, el maestro habrá de ocuparse –restando mucho tiempo a sus tareas docentes- a socializar y a educar, compitiendo en desigual lid contra la televisión, la sociedad, los amigos, el barrio, la calle y demasiadas veces contra los criterios “educativos” de la propia familia.
“Los profesores sufren la quiebra de la sociedad familiar tradicional, como nunca se había visto antes. [... ] los profesores en ocasiones han de ejercer de domadores de ganado salvaje” (Morán, G. 2003).
¿QUIÉN DEBE EDUCAR? ¿DÓNDE?
A esa pregunta hemos contestado, sobradamente, en otro lugar[2]. Exponemos sintéticamente algunas de las conclusiones allí señaladas:
Debe educar la familia, y sólo por delegación la escuela y el instituto. Es necesario aprovechar el vasto potencial educador que tiene el hogar, soportado por las cálidas e intensas relaciones afectivas que lo caracterizan, que permiten socializar y cimentar las bases de la futura educación del niño/a. Para ello, hay que señalar referentes y criterios de moralidad, ejercitar la voluntad mediante la práctica del esfuerzo en la adquisición de hábitos personales y sociales, corregir, poner límites y castigar, si fuera necesario. Y, todo ello, sin dejar de amar. Por otra parte, los padres no pueden desaprovechar el papel de modelo (“el tirón”) que tienen ante sus hijos/as pequeños; porque, lo que no hagan los padres lo están dejando “al albur” de la televisión, la calle, los amigos...
Los educadores apoyaremos siempre la tarea educadora de los padres. Por eso, es hoy más necesario que nunca el contacto permanente entre los padres y los profesores de sus hijos/as con objeto de aunar criterios y sumar esfuerzos. Si no hay coherencia entre lo que se hace en los dos lugares o entre lo que hace el padre y la madre dentro del hogar, al niño se le podrá, en el mejor de los casos, “amaestrar”. Educar implica coherencia, es algo más profundo y supone hacer crecer al chico/o como persona en todos los aspectos de su personalidad: físico, intelectual, afectivo, social, moral, trascendente...
¿CÓMO EDUCAR?
Hasta hace poco, en la familia, había otro concepto de cómo educar a los hijos. Estaba más centrado en los valores, en las normas de comportamiento social, en el respeto a la autoridad, en la importancia del esfuerzo, en la exigencia y en la firmeza. Había menos paternalismo proteccionista, ausente de todo criterio educativo, como ocurre ahora.
“Hoy se confunde el amparo a la infancia con no asignar deberes ni responsabilidades a los futuros ciudadanos, con lo que no se educa para la vida sino para un mundo feliz inexistente... nosotros éramos educados en el sentido del deber más que en la importancia del ser; en la espiritualidad más que en el materialismo” (Ladrón de Guevara, 2003: 2).
En otro lugar (García Muñoz, 2003) alertábamos acerca de una corriente psicológica muy difundida en España, en los años siguientes a la transición democrática, que ha resultado nefasta como referente educativo para los padres; en cuanto que les ha desarmado en sus principios y actuaciones educadoras con el miedo a “traumatizar” a los pequeños. Nos referimos a la “antipsiquiatría”. Esta corriente “para defender el desarrollo armónico de los niños, anima a los padres a que sean permisivos para evitar los famosos “complejos”; a pesar de las graves consecuencias que conlleva, hay que concederles todo”. (Santaché, 2003: 36)
Es necesario poner límites para educar.
Afortunadamente y, aunque tarde, se va abriendo camino otra corriente entre los psicólogos actuales que defiende todo lo contrario que la antipsiquiatría: la necesidad de normas y referentes para el desarrollo equilibrado de la personalidad del niño. Los que nos encontramos con la responsabilidad profesional de educar pensamos, con muchos autores, que nuestra generación no ha sido traumatizada por una educación, quizás demasiado exigente. A lo sumo, podríamos decir que se podía mejorar:
“Temerosos de aplicar la misma autoridad con que fuimos educados, en muchos casos, no hemos hallado una forma más tolerante de transmitir valores que el silencio absoluto” (Aulestia, 2000).
Para Gonzalo Aza, psicólogo especialista en intervención familiar, si no se ponen los límites a los chicos/as a tiempo habrá que ponerlos después, cuando es más difícil. “Si se les ha puesto de pequeñitos, la adolescencia transcurre con menos sobresaltos” (Aza, 2004: 5). De hecho, los comportamientos graves en la adolescencia se han hecho demasiado frecuentes. Han abandonado los barrios marginales y se han extendido en todas las clases sociales y, lo que pasa una familia con un problema así, sólo lo sabe otra familia que ha tenido el mismo problema: jóvenes egoístas, caprichosos, pasotas, incapaces de esfuerzo, violentos, menores en rehabilitación de todo tipo de adicciones, que se inician en su consumo cada a vez a menor edad... Cuando llegan al Instituto suelen plantear problemas de conducta, que advertimos con mucha facilidad: absentismo, comportamientos antisociales, falta de hábitos de cualquier tipo, fracaso escolar...
Estos comportamientos destructivos, que tienen su origen en la educación y circunstancias familiares, encuentran también la solución sólo en el seno de la misma familia. El Instituto, en estos casos, puede hacer poco más que hacer ver la realidad a los padres. No obstante, es necesario hacer una puntualización importante: los padres son los responsables primeros, pero no siempre principales.
“...hasta que un padre no invite a su hijo a drogarse, el máximo responsable será el adolescente, y, eso hay que dejárselo claro; pues, al no ser consciente del problema, tienden a culpabilizar a todo lo que le rodea, padres, sociedad... De hecho, si el adolescente no se responsabiliza, toda solución es inútil” (Lacasa, 2004: 2).
Pero las circunstancias familiares e ideológicas no ayudan. De una parte el crecimiento de las separaciones y divorcios (115.000 en España, en 2002). De otra, las modas ideológicas, a las que nos hemos referido más arriba, fuertemente arraigadas en muchas familias, que consideraban una aberración poner límites a los niños e, incluso, llegan a defender que la autoridad es antipedagógica.
Las circunstancias sociales tampoco son propicias: estamos ante la era de la telebasura, en la época de la superficialidad, de la frivolidad, del hedonismo, del “todo vale”, del culto a lo efímero, de la “cultura del pelotazo”... Muchas series televisivas, que gozan de gran audiencia entre los jóvenes, no se caracterizan precisamente por ser una escuela de valores para ellos. Algunas reproducen las mismas actitudes desafiantes y agresivas que muestran muchos jóvenes con sus padres, ante sus profesores o en la sociedad. A veces, se ensalzan o se hace apología encubierta de estas actitudes y comportamientos, apareciendo ante los ojos del joven como “modelos” a imitar. El único criterio “pedagógico” que guía a las cadenas de televisión, al emitir estos programas, es el de ganar “audiencia”.
“Durante siglos, la educación consistía en proponer modelos deseables a la juventud. Ahora, no los tenemos. Nuestros alumnos lanzan a la fama a una degradada fauna de personajillos de tres al cuarto” (Marina, J. A. 2004: 3).
En cualquier caso, la educación paterna ha alimentado la idea, en la mayoría de estos chicos, de que no existen límites a base de no haberlos puesto nunca. En cualquier caso, las consecuencias recaen al final en los propios jóvenes y los adultos que les rodean (padres y profesores, preferentemente).
“Catorce años de tolerancia y paciencia [...] convierten a un hijo encantador en un extraño muchas veces hostil... «Mi hijo es un extraño para mí»... «No nos habla. Come, coge dinero y se va. ¿Qué podemos hacer?» Sin embargo, según los manuales de psicología evolutiva, los que en realidad sufren son ellos: los adolescentes” (Chivite, 2003).
“Los profesores se encuentran indefensos e inermes ante los comportamientos de muchos escolares sedientos de referentes positivos que no reciben en la familia o en su entorno social. Está prohibido por ciertas convenciones sociales corregir, reñir, sancionar... Hay padres que consideran que sus hijos siempre tienen razón y desautorizan a los profesores ante la menor queja, diluyendo el papel asignado a éstos como preceptores de sus hijos y los referentes de prestigio que conlleva el rol del profesor” (Ladrón de Guevara, 2003: 2).
Es necesario que los padres tomen conciencia de este grave problema que tiene su expresión en la adolescencia, pero que se gesta desde el nacimiento del hijo. Es necesario que se den cuenta y rectifiquen y, sobre todo, que si advierten un problema grave en su hijo, pidan asesoramiento especializado (médico de familia, psicólogo u orientador escolar, tutor...), y no se escondan bajo los complejos de culpa. José Antonio Marina afirma que es un drama que los padres no hablen más con los profesores de Secundaria, porque son los que aún mantienen contacto con la realidad que viven los chicos, mientras que el padre suele estar engañado.
“Ante una sospecha, lo más importante es no esconderse, sino hacer averiguaciones, preguntar, buscar asesoramiento, saber exactamente en qué está metido el joven. Es imprescindible situar el problema, porque tan malo es preocuparse por un comportamiento normal sacado de quicio como minusvalorar una conducta de riesgo [...]”.
Acudir seguidamente a especialistas que puedan asesorar sobre qué hacer, saber a qué se pueden enfrentar, comenzar a tomar medidas y poner límites. Por mucho que cueste (y, a veces, cuesta mucho)... nunca es tarde para tomar medidas, pero si se ponen antes, todo es más fácil. (Lacasa, J.M., 2004: 2) .
En los límites está la clave de la solución al problema de los “adolescentes límite”:
El desarrollo de la personalidad se produce precisamente cuando el recién nacido, el niño o el joven vive en función del otro. Es precisamente en el otro donde encuentra su justa dimensión, los límites a sus caprichos primero y a su libertad, más tarde. El niño empieza a socializarse -a desprenderse de su egoísmo- cuando ha de compartir un juguete, su silla preferida, sus pasteles preferidos, las caricias de su abuela..., cuando descubre que todos los días no pueden comprar “chucherías” o “juguetes”, que todos sus caprichos no se pueden satisfacer...
Igual que ponemos límites para que un niño de dos años no se asome a una ventana de un cuarto piso o juege con la bici por una carretera, habrá que marcar otros muchos límites que no pueden ser negociables, convirtiéndose en normas de obligado cumplimiento: no agredir, no robar, no insultar, las horas mínimas de sueño, los programas de televisión que no debe ver, las horas mínimas de estudio, o TV., etc. Pero, no basta con poner las normas. Es tan importante como establecerlas, controlar su cumplimiento y es ahí donde fallan muchos padres; porque, eso implica una larga y constante exigencia, a los hijos, y hacia ellos mismos (García Muñoz, 2003: 38).
La necesidad de la autoridad (en forma de normas, referentes, límites y correcciones) es defendida por muchos psicólogos actuales como una condición necesaria, para que los chicos/as desarrollen una personalidad con un fuerte sentimiento de seguridad. Los jóvenes actuales sienten esa misma necesidad, a poco que comienzan a madurar. De hecho, en una encuesta reciente se decía que más de la mitad de los jóvenes considera a sus padres blandos y poco estrictos. “¿Poco estrictos? ¿Más tolerantes? ¿Menos autoritarios?, ¿Menos rígidos, más compresivos, más amables? Muchos padres y madres se sienten incapaces de enfrentarse a sus hijos, de intentar educarles [...] A veces me pregunto si en realidad no les estaremos estafando un poco. El mundo laboral es duro. La competitividad es despiadada hoy en día. Y las condiciones no parece que tiendan precisamente a suavizarse. Sin embargo, educamos a nuestros hijos en la blandura. Colmamos sus deseos, les descargamos de responsabilidades...”Chivite, F., 2003).
“Aquel, a quien no hayan puesto límites, tenderá a buscarlos hasta que los encuentre, de una manera u otra. El problema es cuando es la realidad la que pone esos límites, porque no hay maestro más duro” (Lacasa, J.M., 2004: 2).
¿Quiénes han de poner los límites? Los padres, con el asesoramiento adecuado cuando el tema les desborde. Pero, esa es su responsabilidad. Para ello, habrán de utilizar su autoridad, su ejemplo, una fluida comunicación con los hijos (“sentadas” periódicas para hablar), repartiendo responsabilidades (papel de los encargos y tareas en el hogar), exigencia en el cumplimiento de normas y obligaciones y todo sazonado con el amor.
Desde el punto de vista preventivo, para José M. Lacasa (2004), dejar a un lado las preocupaciones de los adultos y averiguar la de los niños es la mejor prevención. “Una educación con criterios, pendiente de las necesidades de los niños y no de lo que esperamos de ellos, ayudarán a nuestros hijos a elegir correctamente en las innumerables veces que las drogas o el alcohol se crucen en su camino [...] No dejarse llevar por la desilusión si el niño no alcanza lo que esperamos de él, puede ayudarle en el futuro. Y eso está en mano de cualquier padre”.
Este último punto enlaza con otro tema, que abordaremos en otro momento: los modelos erróneos de educación seguidos por muchas familias. La mayor parte de estos adolescentes “límite” han tenido un modelo educativo de excesivo proteccionismo (“que no sufra...”), a la vez muy permisivo (“¡Déjalo! Si no disfruta ahora, ...”) y donde les hemos dado (regalado) todo, antes de que lo necesiten o lo valoren (“como yo no pude...”). Los padres dimisionarios responden a esa concepción ideológica, que hemos señalado más arriba, por la cual las cortapisas pueden traumatizarlos, y sus progenitores tienen escrúpulos con respecto al ejercicio de la autoridad. (Aza, 2004: 5)
Como resumen, a modo de llamada de atención a padres y madres, nos parece oportuno traer aquí una cita que, a pesar de ser antigua, cada día tiene más vigencia:
“Las relaciones entre padres e hijos son irreversibles, y esto es lo que las distingue de las relaciones humano-sociales hoy día imperantes. Los padres han de existir para sus hijos, y no éstos para aquellos. Luego, para esos hijos surgirá el deber de existir, a su vez, para sus propios hijos, cosa que les será posible únicamente porque tuvieron unos padres que existieron para ellos. Esta relación irreversible entre padres e hijos es la fuente de la hominización; se experimenta el amor y se enseña a amar, uno es tratado responsablemente y enseña a ser responsable” (Groothoff, 1967: 101).
BIBLIOGRAFÍA:
AGUILÓ, Alfonso (2003): En Ramo, Arturo. “Aprovechar los primeros años”.
AULESTIA, K. (2000): “La otra historia”. En El Correo, 14 de Julio de 2000.
AZA, Gonzalo. (2004). “Aunque sea a destiempo, los límites hay que ponerlos”. En Rev. Magisterio. Nº 11.612.
CHIVITE, F.L. (2003): “Angelitos”. En El Correo. 17 de Octubre.
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GARCÍA MUÑOZ, T. (2002): “¿Educación o enseñanza? ¿En la familia o en la escuela?”. En La Bocina del Apóstol. Nº 2. Instituto Santiago Apóstol. Almendralejo. Pág. 9 ss.
- (2003): ”Cómo educar a nuestros hijos e hijas hoy”. En La Bocina del Apóstol. nº 3, págs. 32 y ss.
GROOTHOFF, Hans-H. (1967): Pädagogk. Fischer Bücherei, Frankfurt am Main. En Quintana Cabanas, J. M. (1989): Sociología de la Educación. Dykinson, Madrid. Págs. 432-433.
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LADRÓN DE GUEVARA, E. (2003). “Educación y personalidad”. En Rev. Escuela, Praxis, Barcelona. Nª 3.605.
MARÍN, Juan (2003): “La profe no duerme”. En “El Heraldo de Aragón”. 11 de Mayo.
MARINA, J.A. (2004): “Las citas de la semana”. En Rev. Escuela, Praxis, Barcelona.
MORÁN, Gregorio (2003): “Una Sentencia obscena”. En La Vanguardia, 17 de Mayo.
RAMO, Arturo (2003): “Aprovechar los primeros años”. En Rev. Escuela. Núm. 3.594 (912).
SAVATER, Fernando (1997): El valor de educar. Ariel, Barcelona.
SANTACHÉ, E. (2003): “Odio fraterno”. En Rev. Ciudad Nueva. Madrid. Nº 404. Dic.
[1] En el ámbito sajón se conoce con este apelativo a los jóvenes, cuyas edades incluyen la partícula “teen” en el cardinal que corresponde a su edad. Es decir, adolescentes y jóvenes entre los trece (thirteen) y los diecinueve (nineteen).
[2] Recomendamos al lector el artículo “¿Educación o Enseñanza? ¿En la familia o en la Escuela?” (García Muñoz, 2002): La Bocina del Apóstol. Número 2. Mayo. Págs. 9 y ss.
lunes, septiembre 26, 2011
domingo, septiembre 25, 2011
Un Gran Mundo Pequeño Little People Big World Spanish
LITTLE PEOPLE, BIG WORLD es un programa de la televisión americana que va mostrando al espectador la vida de la familia Roloff que, como podéis ver, no es muy "corriente".
En UN GRAN MUNDO PEQUEÑO, los padres, Matt y Amy Roloff miden escasamente
Matt Roloff, el padre, padece una displasia ósea que mi ignorancia del inglés no me deja determinar, su mujer Amy es acondroplásica y tienen cuatro hijos, uno de ellos acondroplásico como su madre (y con un hermano gemelo, sí gemelo, que parece un chopo al lado del resto de la familia según podéis ver en la foto) y como mi hija.
No tengo ni idea de la línea del programa: no sé si se rinde al formato de espectáculo televisivo conmovedor o, como me gustaría pensar, se muestra simplemente a una familia "diferente" que funciona por la vida como las demás (al fin y al cabo no hay otra forma de caminar, vaya. Cada casa tiene su cosa ¿no?).
Seguramente, si el tema está planteado de forma correcta, se podía llegar a algo bueno desde aquí: nos acostumbraríamos a ver gente con determinados condicionantes físicos llevando una vida si mayores aspavientos. Probablemente pasado un tiempo pasaríamos por alto sus diferencias y nos dejaríamos llevar simplemente por las historias que se cuentan. Normalidad. Como quien vé "Yo soy Bea", ¿no?.
Dado que aquí hablamos de acondroplasia quizá esta podía ser una forma de acabar con el yugo del "enano"; con esa connotación negativa que alimenta su, por el momento, innegable discapacidad social. Quizá se podía avanzar algo.
Para el resto de problemas, como ocurre con cualquiera, acudiremos a la medicina que ese es su campo.
"Little people big world" - Conociendo a los Roloff
Matt sufre un tipo de enanismo que afecta a sus huesos, además de su baja estatura tiene problemas de movilidad que le obligan a andar con muletas.
Amy Roloff
Amy sufre achondroplasia, el tipo de enanismo más común, causado por un desorden genético.
Zach sufre achondroplasia al igual que su madre Amy. A pesar de que su madre apenas ha tenido complicaciones en su vida por su enfermedad, Zach, en cambio ha sufrido graves problemas teniendo que enfrentarse a complejas cirugías para drenar el exceso de líquidos en su cabeza y se ha sometido a varias operaciones para lograr enderezar sus piernas ya que le causaban molestias.
Molly es la única hija de la familia, es la mejor estudiante de la familia Roloff.
Jacob es el benjamín de la familia, pero a pesar de esto supera en altura a sus padres y su hermano Zach. En muchos capítulos le vemos jugando a lucha libre con su hermano Zach, en los primeros capítulos Zach le gana con facilidad pero en el desarrollo del programa Jacob acaba haciendo daño a Zach en sus "luchas".
Una buena opción para disfrutar de una serie entretenida de lunes a viernes y en familia, de corta duración y muy interesante para descubrir que son mas las cosas que nos unen de las que nos separan de la personas de talla baja.
Little People, Big World (Un gran pequeño mundo)
Little People, Big World es un reality producido en Estados Unidos, que se transmite en el TLC. La serie sigue los seis miembros de la familia Roloff cerca de Portland, Oregon. Muchos de los episodios se centran en los padres, Matt y Amy, y uno de sus hijos, Zach, que todos tienen enanismo.
"Little People, Big World" (Un gran pequeño mundo) se estrenó el 4 de marzo de 2006 y la quinta temporada comenzará en el otoño de 2009. El programa también está disponible para su descarga en iTunes.
El programa sigue la vida cotidiana de la familia Roloff - los padres de Matt y Amy, y sus cuatro hijos: Zach, Jeremy, Molly y Jacob. Matt, Amy y Zach son personas poco, mientras que Jeremy, Molly y Jacob son de estatura media. Los adolescentes Zach y Jeremy son mellizos, aunque Zach no es de altura media.
La familia vive en el 36-acre Fincas Roloff, ubicada al norte de Hillsboro en Helvetia, Oregón (un suburbio de Portland). Aunque las calabazas se cultivan y son vendidas por la familia, gran parte de la finca se ha convertido en un patio de recreo para los niños Roloff. Fueron diseñados por Matt, quien pasó la mayor parte de su infancia en el hospital.
En los episodios de la serie suelen mostrar a uno o más miembros de la familia Roloff participando de las actividades diarias tales como ir de compras, atletismo y se ocupan de las finanzas del hogar. El drama del espectáculo surge del hecho de que muchas de estasactividades se hacen más difíciles debido a la altura de los enanos de la familia - Matt y Amy son 4'1 "(124 cm), Zach es 4'4" (132 cm).
Como en cualquier reality show, los segmentos que se transmiten son los que se espera que generen interés para los espectadores. La familia Roloffs tiene varios amigos cerca que aparecen regularmente en el programa, entre ellos el actor Martin Klebba que conoce a Amy durante más de 20 años.
.http://www.youtube.com/results?search_query=Little+People+Big+World&aq=f
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