Los sonrojos de Ana Botella
La sexóloga de las peras y las manzanas nunca ha sido una gran oradora. Hoy, en la SER, Ana Botella ha tenido uno de esos días brillantes. Habla la alcaldable de Madrid: “Creo que todos hemos visto esas escenas espeluznantes de niños de siete meses de gestación en las trituradoras. A mí me produce auténtico sonrojo que aquí al lado un niño de siete meses entre en una trituradora“. Y sí, es como para ponerse colorado (la mujer-mujer no se enfada ni se indigna, sólo se sonroja), porque a las famosas trituradoras de fetos no se las ha visto ni en pintura. ¿Qué tele ve Ana Botella? ¿Calle 13?
La leyenda urbana de la trituradora
Lo de las trituradoras es un buen ejemplo de cómo funciona la propaganda. En la investigación contra varias clínicas abortistas sólo ha salido una vez, y de refilón. Una ex empleada declaró haber visto un aparato que, según ella, parecía un triturador, aunque nunca lo vio usar. Ni ella, ni nadie: el siniestro picador de carne humana no apareció en ninguno de los registros a las clínicas, sólo en los titulares de cierta prensa y en las tertulias de cierta radio. De tanto repetir la película, normal que Ana piense que ya está en DVD.
Los fetos y la industria cosmética
Otra de las mentiras contra el aborto, por si Ana Botella me lee y quiere ampliar su repertorio: los fetos después se venden para fabricar cremas hidratantes. Según habían denunciado los antiabortistas, la empresa que recogía los residuos hospitalarios de una de estas clínicas después los llevaba a un laboratorio de cosmética. La Guardia Civil investigó la denuncia y, en efecto, descubrió que los recogedores iban de la clínica al laboratorio… de donde retiraban otros residuos sin dejar nada allí.
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