Clamor infantil. DOLORES BALLESTEROS. EL PAÍS - Opinión - 21-09-2008
En la encuesta sobre la infancia de España de 2008, realizada por la Universidad de Comillas y la Fundación SM, han aparecido datos preocupantes para nuestros niños.
El más llamativo quizás sea, que el 27% de los niños españoles se sienten solos y que el 41% piensan que su padre, y en menor medida su madre, están muy poco tiempo en casa. Los niños no se quejan de estar mal atendidos materialmente, sino de falta de calor humano, necesitan a sus padres, no las cosas que estos pueden comprarle.
Quizás los padres hemos equivocado el enfoque de nuestra familia. Creemos que trabajar mucho para darles a nuestros hijos lo mejor (material), lo más caro, es el camino. Incluso hemos sacrificado el tener un nuevo hijo porque temíamos perder el nivel económico alcanzado. Y resulta que los niños nos dicen que no son felices, que se sienten solos sin los mimos de su madre, o los juegos con su padre, que se sienten desbordados por los deberes escolares y que les gustaría contar con ellos para hacerlos. Que no quieren una televisión, ni un móvil ni una play para jugar, que prefieren unos hermanos con los que hablar y compartir. Prefieren el ser al tener.
No dejemos pasar la ocasión de hacer una reflexión sobre el tema. Es posible que muchas familias estén a tiempo de remediarlo. La felicidad de nuestros hijos está en juego.
Nuestros hijos son lo primero, pero de verdad ¿los ponemos en primer lugar.
En la encuesta sobre la infancia de España de 2008, realizada por la Universidad de Comillas y la Fundación SM, han aparecido datos preocupantes para nuestros niños.
El más llamativo quizás sea, que el 27% de los niños españoles se sienten solos y que el 41% piensan que su padre, y en menor medida su madre, están muy poco tiempo en casa. Los niños no se quejan de estar mal atendidos materialmente, sino de falta de calor humano, necesitan a sus padres, no las cosas que estos pueden comprarle.
Quizás los padres hemos equivocado el enfoque de nuestra familia. Creemos que trabajar mucho para darles a nuestros hijos lo mejor (material), lo más caro, es el camino. Incluso hemos sacrificado el tener un nuevo hijo porque temíamos perder el nivel económico alcanzado. Y resulta que los niños nos dicen que no son felices, que se sienten solos sin los mimos de su madre, o los juegos con su padre, que se sienten desbordados por los deberes escolares y que les gustaría contar con ellos para hacerlos. Que no quieren una televisión, ni un móvil ni una play para jugar, que prefieren unos hermanos con los que hablar y compartir. Prefieren el ser al tener.
No dejemos pasar la ocasión de hacer una reflexión sobre el tema. Es posible que muchas familias estén a tiempo de remediarlo. La felicidad de nuestros hijos está en juego.
Nuestros hijos son lo primero, pero de verdad ¿los ponemos en primer lugar.
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