CLASES QUE VAN POR LIBRE Artículo de El País Semanal nº 1676 - 9 de noviembre de 2008
Cambiar los exámenes por la motivación; ésta es la apuesta de algunos colegios y padres que recelan de los métodos de siempre. Hoy existen otros modelos que priman el aprendizaje natural y la inteligencia emocional. Texto y fotografía de Mercedes de la Rosa.
Lomi dejó de ir a la escuela a los nueve años. Desde entonces continuó sus estudios en casa. Y resulta que recuerda todo lo que aprendió a partir de esa edad. "Si algo no te interesa, únicamente lo memorizas para el examen y, tal como lo aprendes, lo olvidas. En cambio, si te interesa y lo interiorizas desde la curiosidad, permanece"; explica este veinteañero, hoy empresario de circo, que aprobó sin problemas el graduado escolar. La elección de los padres de Lomi de educar a sus hijos en casa fue natural, no ideológica. "El niño no se sentía a gusto en la escuela", recuerda Peter, su padre. Durante un cambio de colegio, Lomi pasó unos meses en casa, donde recuperó la curiosidad por aprender. "No todos los niños se desenvuelven igual en una clase grande; cada uno tiene su ritmo" : A raíz de esta experiencia, Peter creó la organización Crecer Sin Escuela junto a un grupo de gente en su misma situación. Motivación frente a imposición.
"Más vale una cabeza bien hecha que bien llena", escribió el renacentista Montaigne. Las ampollas levantadas por la reciente reforma de la Ley Orgánica de Educación (LOE) -la segunda en dos años-, así como las cifras expuestas por los 27 ministros europeos de Educación, que sitúan a España como el tercer país con mayor tasa de abandono escolar antes de complementar la educación secundaria, con un 29,6% -el doble que la media europea-, apuntan a que algo no funciona en el sistema de enseñanza tra-dicional. Hay quien culpa a la juventud por su desidia, quien señala la falta de motivación de los maestros, y quien piensa que el problema radica en la deshumanización de los planes de estudio. Sean cuales sean las causas, entre las fisuras de la educación tradicional se han hecho hueco otras formas de educar; métodos centrados en el aprendizaje natural del niño, que priorizan la construcción de la persona y que desempolvan la teoría de Montaigne.
"La educación actual está enfocada para pasar exámenes, cuando debería ir mucho más allá de la mera transmisión de información", apunta el psiquiatra Claudio Naranjo, especialista en educación. "Además de aprender, necesitamos aprender a aprender". La tesis de Naranjo es una de las prioridades en la agenda de la Unesco, que desde hace años impulsa la necesidad de "aprender a ser". A través del programa Educación para el Desarrollo Sostenible (EDS) trata de integrar la comprensión y el respeto de los niños hacia sí mismos, hacia los demás, y hacia el medio ambiente. "No es tan importante lo que se enseña, sino cómo y cuándo se enseña", apunta Marta Sierra, directora de la escuela Waldorf Aravaca de Madrid. Creada tras la 1 Guerra Mundial por el filósofo Rudolf Steiner, la pedagogía Waldorf tiene como objetivo proporcionar las herramientas necesarias para que el niño construya su propio conocimiento a través del medio creativo.
"Aprender el azul o el amarillo antes o después es irrelevante", apunta Cristina Ruiz, directora de la guardería Nimbo de Barcelona. "Lo importante es que los niños se sientan queridos, comprendidos, seguros y confiados. Con estos ingredientes, y su capacidad innata para explorar el entorno, experimentar y descubrir lo que les rodea, el aprendizaje se da solo" : En Nimbo utilizan materiales simples como piñas, telas o lanas para el aprendizaje, y, periódicamente, cambian durante semanas los juguetes vistosos por cajas de cartón o botellas de plástico. "Es importante que un niño desarrolle la imaginación y que llegue a sus propias conclusiones a través de la experimentación".
En ocasiones son los propios padres quienes impulsan la creación de centros alternativos. Tal es el caso de La Serrada, en Cocentaina (Valencia), una iniciativa nacida de un grupo de padres y profesionales de la enseñanza basada en la educación no directiva. El proyecto se inspira en escuelas libres o comunidades de aprendizaje como Els Donyets (Valencia), Ojo de Agua (Orba) o Paideia (Extremadura), que tímidamente han ido creándose en los últimos años. A diferencia de otros países europeos y de Estados Unidos, en España ha costado que se reconocieran. Para Marta Sierra, la causa radica en que "a veces se confunde escuela libre con escuelas en las que no se hace nada".
El objetivo de la educación denominada holística o integral es conseguir que el niño relacione conocimiento y sentimiento. El fin, formar seres humanos. "Cuando se conectan estos dos factores se produce un clic que posibilita la comprensión", apunta Sierra. El método Waldorf no utiliza libros de texto; son los propios niños quienes, a través del material preparado por los maestros, elaboran sus cuadernos con información y dibujos. No hay exámenes ni notas, y el estímulo es constante para reforzar la voluntad del niño. "Quienes reciben este tipo de educación no tienen por qué tener problemas para adaptarse a otros sistemas"; aclara Sierra. "Muy al contrario, se convierten en jóvenes maduros y seguros, se conocen a sí mismos, lo que facilita que puedan llegar a realizar cualquier cosa que se propongan":
Para Claudio Naranjo, la educación tradicional yerra al pensar que lo principal es el intelecto, descuidando lo espiritual y el valor de la libertad. "Somos seres tricerebrados: tenemos un cerebro racional, otro afectivo y otro instintivo, y la educación debería contribuir a armonizar las tres partes en vez de pretender que el niño renuncie a su instinto y se esté quieto. Las cosas que de verdad interesan se aprenden por amor al conocimiento y no por miedo al suspenso. Los exámenes matan la enorme curiosidad del niño. Lo aprendido a la fuerza se olvida".
En España hay alrededor de 2.000 familias que escogen esta opción, según apunta la Asociación para la Libre Educación (ALE). La LOGSE no reconoce la enseñanza en casa,
El fin de la educación integral es relacionar conocimiento y sentimiento para formar seres humanos aunque tampoco la prohibe, lo que en ocasiones conduce a enfrentamientos de las familias con la Administración.
Para evitar esta situación, cuando el año pasado Isidora, de siete años, dejó de ir a la escuela, su madre la matriculó en Clonlara, un centro de educación a distancia. Isidora no se sentía cómoda viendo cómo sus compañeros de clase se burlaban de sus amigas de otras nacionalidades. "Muchos padres piensan que sus hijos van a aprender todo en la escuela: y hay cosas, como la comprensión o el respeto a los otros, que no enseñan", apunta Evelyn, madre de Isidora. Aparte de las asignaturas obligatorias de lengua y matemáticas, aprovecha la curiosidad de su hija para enseñarle todo lo que le interesa, además de violín y dibujo. La realidad desmonta el mito de que si un niño no va al colegio no se socializa: su hija sigue jugando con niños por las tardes y los fines de semana. Lomi lo corrobora: "Claro que te relacionas, y no únicamente con niños, sino con gente de todas las edades. Te haces más humano".
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