Ansiedad infantil
Valentín Fuster. «Hay padres que se obsesionan con el éxito académico o deportivo de sus hijos. Si esos niños son incapaces de cumplir con las expectativas paternas, pueden tener dolores de pecho o presuntos soplos al corazón. Muchas veces no es un problema cardiaco, sino de ansiedad infantil. Es mejor inculcar a los hijos la importancia de un método de estudio sin agobiarlos. Por ejemplo, tener un horario para hacer los deberes o dormir lo suficiente. Entonces, el niño rinde lo que puede rendir y llega hasta donde puede llegar. A veces, los padres se niegan a aceptar que el niño no alcanza más y buscan segundas opiniones. El enfermo o su familia no deben dominar el juicio del médico porque se entra en una espiral de pruebas innecesarias y costosas.»
Luis Rojas Marcos. «Para algunos padres, los niños son una inversión. Invierten dinero e ilusión en su formación escolar. Ante la decepción por la falta de rendimiento, sienten la necesidad de buscar una explicación tolerable. Por eso reaccionan negativamente ante un diagnóstico que descarta una enfermedad. En cierto modo prefieren que el doctor confirme que su hijo sufre un problema físico, pues es más fácil de entender y aceptar.»
Trastornos de la alimentación
Valentín Fuster. «La obesidad es una epidemia. Si los progenitores son obesos, los hijos tienen más probabilidades de serlo por dos factores: el genético y el ambiental. Si los jóvenes obesos no se cuidan, serán adultos todavía más obesos, y con el tiempo tendrán una presión arterial alta, diabetes, colesterol y quizá una enfermedad cardiaca. Es básico tratar al paciente con mucha sensibilidad. La obesidad no es culpa suya. En la obesidad genética existe el denominado umbral de apetito. Tienen hambre constantemente y no es fácil contenerse. Y esta falta de control daña su autoestima. Existen leyes para fomentar un entorno libre de humo y campañas contra el tabaco. Se necesitarían medidas parecidas contra el consumo excesivo de calorías. En cuanto a la anorexia, es frustrante porque estas pacientes se niegan a aceptar que tienen un problema. Te escuchan, pero no se creen nada de lo que les estás diciendo.»
Luis Rojas Marcos. «La anorexia es un trastorno antiguo, pero sólo en los últimos 50 años ha recibido la atención que se merece. De hecho, en la Europa medieval ya había mujeres ascetas, místicas que renunciaban a la comida, incluso santas. Para estas mujeres austeras, vivir sin comer no sólo era algo sobrenatural, sino, además, una forma de desconectarse de los aspectos terrenales de la existencia. La delgadez ofrece a ciertas mujeres una posibilidad única de demostrarse a sí mismas y de exhibir públicamente su superioridad moral, pues es una prueba de haber logrado dos metas muy deseadas: la belleza descarnada y el autocontrol.»
Valentín Fuster. «Hay padres que se obsesionan con el éxito académico o deportivo de sus hijos. Si esos niños son incapaces de cumplir con las expectativas paternas, pueden tener dolores de pecho o presuntos soplos al corazón. Muchas veces no es un problema cardiaco, sino de ansiedad infantil. Es mejor inculcar a los hijos la importancia de un método de estudio sin agobiarlos. Por ejemplo, tener un horario para hacer los deberes o dormir lo suficiente. Entonces, el niño rinde lo que puede rendir y llega hasta donde puede llegar. A veces, los padres se niegan a aceptar que el niño no alcanza más y buscan segundas opiniones. El enfermo o su familia no deben dominar el juicio del médico porque se entra en una espiral de pruebas innecesarias y costosas.»
Luis Rojas Marcos. «Para algunos padres, los niños son una inversión. Invierten dinero e ilusión en su formación escolar. Ante la decepción por la falta de rendimiento, sienten la necesidad de buscar una explicación tolerable. Por eso reaccionan negativamente ante un diagnóstico que descarta una enfermedad. En cierto modo prefieren que el doctor confirme que su hijo sufre un problema físico, pues es más fácil de entender y aceptar.»
Trastornos de la alimentación
Valentín Fuster. «La obesidad es una epidemia. Si los progenitores son obesos, los hijos tienen más probabilidades de serlo por dos factores: el genético y el ambiental. Si los jóvenes obesos no se cuidan, serán adultos todavía más obesos, y con el tiempo tendrán una presión arterial alta, diabetes, colesterol y quizá una enfermedad cardiaca. Es básico tratar al paciente con mucha sensibilidad. La obesidad no es culpa suya. En la obesidad genética existe el denominado umbral de apetito. Tienen hambre constantemente y no es fácil contenerse. Y esta falta de control daña su autoestima. Existen leyes para fomentar un entorno libre de humo y campañas contra el tabaco. Se necesitarían medidas parecidas contra el consumo excesivo de calorías. En cuanto a la anorexia, es frustrante porque estas pacientes se niegan a aceptar que tienen un problema. Te escuchan, pero no se creen nada de lo que les estás diciendo.»
Luis Rojas Marcos. «La anorexia es un trastorno antiguo, pero sólo en los últimos 50 años ha recibido la atención que se merece. De hecho, en la Europa medieval ya había mujeres ascetas, místicas que renunciaban a la comida, incluso santas. Para estas mujeres austeras, vivir sin comer no sólo era algo sobrenatural, sino, además, una forma de desconectarse de los aspectos terrenales de la existencia. La delgadez ofrece a ciertas mujeres una posibilidad única de demostrarse a sí mismas y de exhibir públicamente su superioridad moral, pues es una prueba de haber logrado dos metas muy deseadas: la belleza descarnada y el autocontrol.»
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