DINK´S: Las Parejas Sin Hijos
No se habla tanto de ellos, como el controvertido colectivo de hijos de más de 30 años que conviven con sus padres, pero son una realidad creciente y, en muchos casos, imparable. Son los dinkies, acrónimo de Double Income No Kids , expresión inglesa que en castellano quiere decir "doble ingreso sin hijos": parejas de entre 25 y 35 años que renuncian a la descendencia en pos de mayor independencia económica, crecer profesionalmente, viajar y no perder oportunidades.
Fue una de las reivindicaciones fundantes del feminismo , pero hoy excede ampliamente a quienes "militan" en esas filas. La concepción de la maternidad/paternidad como opción y no como destino obligado de una pareja es una tendencia que se consolida en el Primer Mundo y que empieza a hacer pie en la Argentina, entre jóvenes y no tan jóvenes de sectores medios/altos y altos que encaran el futuro con más fidelidad a la propia voluntad y al proyecto personal que a los dictados de la biología y la tradición.
El abanico de argumentos que sostienen esta elección es muy amplio, y recorre desde ambiciones económicas, profesionales y laborales hasta cuestiones más personales, como la decisión de no sumar un nuevo ser a un mundo que creen peligroso o miserable, la convicción de sentirse incapaces de sostener la entrega que un niño supone, o la sospecha de que un hijo —un potencial tercero en discordia— puede amenazar un equilibrio que les resulta satisfactorio.
En Estados Unidos, según la American Demographics Magazine, "los matrimonios sin hijos están en ascenso. Tanto, que sumarán 31 millones de parejas para el año 2.010". Es tan fuerte la tendencia que ya se editaron allí una veintena de libros sobre el tema y uno de los últimos, Familias de dos, de Laura Caroll, batió récords de ventas.
Lo mismo ocurre en China, Canadá, Japón, España e Italia, donde el fenómeno empieza a alarmar a las autoridades. Basta navegar por Internet unos minutos para advertirlo: hay páginas que llegan hasta la militancia anti-hijos, como los sitios Childfree o The Childless Revolution.
Esas realidades poco tienen que ver con Argentina, al menos por ahora. Pero los especialistas coinciden en que la postergación de la maternidad y hasta la decisión de no procrear empiezan a sonar en algunos sectores. "Es un tema que aparece muy capilarmente, y en grupos muy pequeños (en quienes optan por una carrera académica, por ejemplo). En nuestro país el mandato de la maternidad es aún fuertísimo. Lo que aparece claramente es la postergación de la maternidad" , apunta la doctora Dora Barrancos, directora del Instituto de Estudios de Género de la Facultad de Filosofía de la UBA.
Las cifras la respaldan. "La tasa de fecundidad en la Capital viene cayendo desde 1990. Era de 2,1 hijos por mujer y hoy está por debajo del nivel de reemplazo generacional: 1,7 hijos por mujer", explica la socióloga Victoria Mazzeo, del Instituto Gino Germani. "Se postergó la edad del matrimonio (la primera unión de las mujeres era a los 28 años y ahora pasa los 30) y, también, la edad en que se da a luz al primer hijo: en los 80 oscilaba entre los 26 y 28 y hoy supera los 29. Además, aumentó la proporción de mujeres que, al final de su vida reproductiva, no han tenido hijos : en 1980 representaban el 14% de las argentinas de entre 50 y 54 años. En el 2001, esa cifra había trepado al 17%", agrega.
"Las mujeres tienen expectativas de una mejor posición social, lo cual implica mayor nivel educativo y mejores posiciones laborales. De allí que posterguen tanto la maternidad y que haya caído la cantidad hijos", sigue Mazzeo. En la Capital Federal, donde las oportunidades se multiplican, el fenómeno es más visible. Por eso la cantidad de mujeres sin hijos es mayor.
Conviviendo con la tradición
“No estamos en contra de la gente que tiene hijos, estamos en contra de la presión social que fuerza a la gente a tomar decisiones que no pueden revertirse y que son dañinas para los padres y el hijo”, explica la Asociación Mundial Childfree , con sede en Australia . Por su parte, la asociación británica Kiddin Aside brinda espacios para temas importantes en la agenda de un childfree: el encuentro con pares, información sobre leyes laborales (“¿Por qué un empleado con hijos obtiene más licencias que un empleado sin hijos?”, se preguntan), métodos anticonceptivos y de esterilización (a la que muchos médicos se oponen, sobre todo cuando se trata de personas jóvenes). En un mundo en el que como mínimo considera un poco raro el deseo de no tener hijos, los childfree buscan formar redes de contención. No Kidding! se propone como club social internacional, de la mano de numerosos sitios, que se reproducen en Internet desde diferentes partes del mundo.
“Cuando tener hijos se convierte en un tema de conversación, y planteo que no quiero tenerlos, la gente suele subestimar la decisión, dicen ‘ya vas a ver que después vas a cambiar de opinión’”, cuenta Julia, una periodista de 28 años. “Mis razones no tienen nada que ver con el estilo de vida, la profesión o el dinero, creo que esas son cuestiones que no aportan nada a la decisión de tener un hijo. Pero no comparto la concepción tradicional de familia, no quiero formar una y me espanta el lado egoísta de tener un hijo, la imposición de un modelo de vida. Si no logro encontrar y sostener la forma de tener un hijo fuera de los cánones establecidos, prefiero abstenerme.”
La elección de Julia y de tantas otras tiene, muchas veces, un costo social. ¿Qué mujer no ha sentido vergüenza al tener que asumir en público que no tiene deseos de tener un bebé? La platea siempre reacciona mal y no falta quien haga la pregunta un tanto imbécil: “¿Por qué? ¿A él no le gustan los niños?” Es muy incómodo e irritante. Procrear se convirtió en una imposición de la sociedad. Optar por no tener hijos es casi un crimen.
Pero la tendencia es creciente, y parece irreversible. Tatiana Pignatari, 33, economista, casada hace 8 años con el arquitecto Diniz Pignatari, 49, no desea tener hijos, “al menos no por ahora”, hace la salvedad. Y tampoco sabe si los tendrá en el futuro. “En mi caso, la opción de no tener hijos no la tomé en función del trabajo. Yo, simplemente, no tengo ganas de ser madre”, dice ella.
Realmente, no es fácil defender esa posición. Basta entrar en el tema para que mujeres como Tatiana sean inmediatamente tratadas como una versión femenina y moderna de Herodes y, además de verse obligadas a responder “sí me gustan los niños, pero en la casa de otras”, aún tienen que escuchar: “¿Usted no cree que un hijo complementa la vida de una pareja?”
“El problema es que las mujeres de mi generación fuimos educadas para estudiar, trabajar y ser independientes. Vivo un conflicto”. Mientras tanto, disfruta la etapa de ser tía de un único sobrino.
“Cuando yo era más joven tenía este sueño, pero los años fueron pasando y mis ideas fueron cambiando. Siempre creí que, para traer un niño a esta ajetreada vida, sólo teníamos que encontrar al par perfecto”, dice Paula Dias, 33 años.
Sin embargo, su cabeza cambió: “No logro dejar de pensar en un bebé sin tomar en cuenta los gastos y responsabilidades que trae.” Y, aun así, no escapa del prejuicio: “A menudo, me veo dando explicaciones con respecto a mi opción de no tener hijos. Siempre las personas ponen cara de espanto”, cuenta.
Luciana Bressane, 34, casada hace dos años, asume el espanto: “Tengo prejuicios cuando veo una pareja mayor sin hijos. Inmediatamente creo que alguno de los dos tiene problemas de fertilidad o que ambos son anormales. Creo, también, que la opción de no tener hijos nos aleja de la realidad de la mayoría de las personas”, dice. “Creo que, sin hijos, una es más egoísta, individualista. Yo sé cuán importante soy en la vida de mis padres, cuantas alegrías vivimos juntos. Yo quiero eso para mí también y, por encima de todo, quiero poder sentir aquel amor incondicional e inexplicable de una madre por un hijo.”
Un nuevo modelo de vida
Los ‘dinks’ no se preocupan en llevar a los niños a la escuela, ni mucho menos, pensar en colegiaturas. Los fines de semana se levantan sin barullo alguno, tranquilamente desayunan, visitan restaurantes sofisticados, cada uno de ellos posee auto y están en vías de liquidar su casa. Compensan el estrés y su acelerada vida, comprando, usando artículos y servicios que para muchos son lujos, para ellos son imprescindibles para resistir su ritmo de vida.
No desean hijos y llegan a tener mascotas para "cubrir" ese aspecto de su vida.
Algunos suelen optar por alquilar viviendas (lo que reduce el nivel de compromiso entre ambos integrantes) y las decoran con diseño extremo (por ejemplo con muebles funcionales y minimalistas). El departamento donde convive la pareja incluso suele ser temporal porque la duración de la pareja misma también puede ser temporaria.
Por el trabajo excesivo los dinkis suelen tener la necesidad del relax y la recreación, algo que se transforma en un ítem de consumo relevante. Además suelen optar por tomar sus vacaciones en lugares exóticos y adoran todas aquellas actividades vinculadas al turismo aventura.
También les preocupa el equipamiento y la decoración del hogar y aunque concurren a shopings y supermercados, algunos prefieren tiendas o boutiques lo que les permite encontrar productos más exclusivos. Estudios sobre el segmento reflejan además que una de las grandes pasiones de estas parejas suele ser la tecnología . De hecho las empresas tech apuntan a estos jóvenes consumidores que se vuelcan desde navegar por la web hasta hacer compras a través de Internet. Prefieren el celular al teléfono fijo y la palm a las computadoras personales, se desviven por los equipos de música, los televisores y las cámaras fotográficas o de video digitales.
El nuevo modelo social se empieza a reflejar en la cesta de la compra de los españoles. Los llamados hogares emergentes , es decir, los formados por solteros, parejas sin hijos y familias monoparentales, tienen unos hábitos de consumo muy distintos de los de la familia tradicional: comen más fuera de casa; les gustan las marcas, la calidad y la comida saludable, y son los más abiertos a la innovación.
En España hay un millón de personas de menos de 50 años que viven solas, y representan el 20% de los hogares. Es una tasa aún baja si se compara con las de otros países europeos, como Finlandia, Alemania y Holanda , donde estos hogares ya representan el 35% del total. El 41% de estos consumidores comen regularmente fuera de casa (frente al 11% de la población general) y sólo el 31% cree que tienen tiempo para cocinar (frente al 53% general). Estas personas "se alimentan de forma más desestructurada, pican más y suelen hacerlo frente al televisor", explica el director de TNS para el sur de Europa, Josep Montserrat.
Las empresas alimentaria comenzaron a fijarse en estos nuevos consumidores hace ya algunos años, con aquellas primeras sopas instantáneas que "probablemente se adelantaron a la tendencia", agregó, por su parte, Josep Montserrat.
Su preferencia por la comida rápida o fácil de preparar no significa que no les preocupe seguir una dieta mediterránea. Al contrario, los solteros y las parejas sin hijos han convertido la salud en una "obsesión" y el 79% de ellos declaran que les gusta seguir una dieta sana, hasta el punto de que el 66% de los integrantes de este grupo aseguran que están dispuestos a pagar más por un producto de mayor calidad.
“Los chicos son una carga financiera en la familia. Mientras otros llevan a sus chicos a McDonald’s, nosotros nos vamos en nuestras motos BMW a México. Ellos estaban comprando ropa y libros escolares mientras yo aprendía a volar un aeroplano. Podemos sonar codiciosos queriendo comprar cosas para nosotros a costa de no tener hijos. No fue ese tipo de elección. No íbamos a tener hijos de todos modos”, aclara Roger, un miembro norteamericano de No Kidding!
A nivel local son pocos los emprendimientos que apuntan a ese segmento, pero existen algunos: en el Valle de Traslasierra (Córdoba) el complejo de Cabañas Rancho Paradise ofrece romanticismo y tranquilidad. Allí no se aceptan niños y los motivos están bien claros: “El complejo está acondicionado para adultos, nuestras cabañas tienen una escalera y un primer piso balconado hacia el interior (no recomendables para los chicos). No tenemos cancha de fútbol ni de nada. Las noches son muy románticas. Al ser sólo parejas el clima es diferente, podés leer en la pileta que nadie te va a pegar con un flota flota en la cabeza”, explica Andres Bernadzki, uno de los dueños.
Para él, que a sus 40 años no tiene hijos, la iniciativa comenzó a partir de su propia inquietud: “Cada vez que salía de vacaciones con mi novia, no encontraba lo que buscaba: un lugar donde estar tranquilos, por eso desde el principio apuntamos a este segmento”. Y aclara: “Ojo, no soy chicofóbico, pero hay un momento y un lugar para cada cosa”.
Los "dinkies": un target atractivo para el mercado
"Es un segmento que empieza a crecer en Argentina , y que el mercado mira con interés. Muchos de los consumidores de nuestras marcas son DINK", comenta Braulio Bauad, director de la consultora KB, especializada en marcas de lujo. Sus estudios de mercado le permiten describir el perfil de estas parejas: "Tienen un compromiso profesional fuerte. Valoran lo académico, la formación, e invierten mucho dinero en el cuidado de su estética y su salud (alimentación, ejercicio, masaje, interés por las disciplinas de origen oriental). Son muy psicoanalizados, aceptan más la infidelidad y tienen un componente cool y transgresor (en la moda y en los mandatos familiares). Son bichos urbanos, conocen la ciudad al dedillo, pero vacacionan en lugares exóticos. Adoran el turismo aventura".
De acuerdo con un trabajo de investigación conjunto entre la Universidad de Palermo y la consultora Enfoque Retail , hoy este tipo de parejas ya suman cerca de 600.000 hogares en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires. Sus ingresos muestran una gran disparidad, en una banda que va de 2600 a 6400 pesos mensuales, aunque para las empresas el dato más relevante es que cuentan con una gran propensión al gasto personal, especialmente si se compara su comportamiento con el del resto de la población. El gasto total de este segmento suma unos $ 4000 millones al año.
"Hay una mayor disponibilidad para el gasto personal, que no se encuentra acotado por la cantidad de miembros de la familia. En el caso de las parejas con hijos, cada nuevo integrante representa un recorte en la capacidad adquisitiva del grupo en su totalidad. Las jóvenes parejas, en cambio, pueden prodigarse gustos y gastos de una manera más libre", sostiene Diego Llaneza, director de Enfoque Retail.
Los publicitarios también reconocen a los DINK como el segmento más atractivo a la hora de trazar sus estrategias de venta, por dos razones fundamentales: compran en forma más impulsiva y son más arriesgados a la hora de probar cosas nuevas.
"El presupuesto que manejan les permite comprar sin pensar demasiado, bajo la premisa de que trabajan todo el día para poder gastar la plata en lo que quieren. Es el segmento menos ahorrativo de todos, y si bien están los que piensan en comprarse su propia casa o un auto, o asegurarse el futuro económicamente, son los más presentistas, viven y piensan el hoy", explica Florencia Leonetti, responsable de Planeamiento estratégico de la agencia de publicidad BBDO Argentina.
Un estudio recientemente realizado por Latin Panel Argentina detalla que las compras de dinks suelen ser menos frecuentes que las de una familia tipo.
En efecto, los hogares de hasta dos personas son los que menos dinero gastan en abastecerse de productos de Alimentación, Perfumería y Limpieza, de acuerdo a la información relevada de su panel permanente de 3.000 hogares a nivel nacional.
El nuevo grupo de hogares desembolsa, en promedio, 27% menos que una familia de tipo de cuatro integrantes y acude a comprar con una frecuencia 24% menor.
Así, cuando un hogar de dos personas pasa a ser de tres, el índice de gasto de ese hogar se incrementa en un 20%. A partir de la incorporación del cuarto integrante, la diferencia se va haciendo mucho más marginal. Los hogares sin hijos o con hijos adultos son los que menos gastan en abastecerse de bienes de la canasta básica de Alimentación, Perfumería Y Limpieza.
Por el contrario, los hogares con hijos de entre 13 y 18 años son el segmento que más gasta (35% más que uno sin hijos), seguidos por los que tienen hijos de entre 19 y 25 años (33% más), luego por los que tienen niños de entre 6 y 12 (20% más) y por último, los que tienen hasta 5 (15% más).
Un bebé -y los gastos que genera- implica un gasto 18% superior en el desembolso para la compra de productos de Alimentación, Perfumería y Limpieza de un hogar.
Compran con menos frecuencia los hogares de hasta dos personas son los que concurren con menor frecuencia a realizar sus compras de la canasta básica. Lo hacen en promedio un 24% menos frecuentemente que una familia de cuatro integrantes.
La frecuencia de compra también se reduce a medida que avanza la edad de los hijos o en los hogares sin hijos. Los hogares con hijos menores de seis años compran un 31% más frecuentemente que los hogares sin hijos o con hijos adultos. Esto puede atribuirse a que los hijos pequeños aceleran el abastecimiento del hogar. Exigen la disponibilidad impostergable de ciertos productos.
Parejas con o sin hijos, ¿quiénes son más felices?
En conclusión...
La decisión de no procrear y de orientar la vida hacia otros proyectos enciende las críticas —y hasta el escándalo— en algunos sectores: los acusan de cómodos y eternos narcisistas, incapaces de asumir responsabilidades de adultos; y otros hablan de personas egoístas y ambiciosas, entregadas a competencias varias y "perdidas" por el consumo selectivo y de calidad.
Pero abrir la cabeza, escuchar y respetar siempre es mejor que juzgar. Entonces, ni buenos ni malos, ni mejor ni peor: parejas que no consideran que los hijos sean necesarios para llevar una vida plena; personas que asumen que no desean o no pueden entregarle a un niño el tiempo y el cuidado que necesita y actúan en consecuencia... No desafiando sino soltando, simplemente, la obligación de ser padres. ¿No es mejor que traer al mundo un bebé sin espacio donde ubicarlo, sin convicción ni deseo?
Fuentes: Mujeres Hoy Tu Vida - AOL Infobaeprofesional El País - España La Nación Clarin1 Clarin2 Esmas.com
* "What If We Say No To Reproduction?"
Is the ultimate expression of feminism to live life without children? It may sound a little wacky to you, but to freethinkr over at Feministing, it seems to make perfect sense,
But what if there were no families? What if we say no to reproduction? My understanding of reproduction is that it is the basis of the institutions of marriage and family, and those two provide the moorings to the structure of gender and sexual oppression. Family is the social institution that ensures unpaid reproductive and domestic labour, and is concerned with initiating a new generation into the gendered (as I analyzed here) and classed social set-up. Not only that, families prevent money the flow of money from the rich to the poor: wealth accumulates in a few hands to be squandered on and bequeathed to the next generation, and that makes families as economic units selfishly pursue their own interests and become especially prone to consumerism. So it makes sense to say that if the world has to change, reproduction has to go. Of course there is an ecological responsibility to reduce the human population, or even end it , and a lot was said about that on the blogosphere recently (here, and here), but an ecological consciousness is not how I came to my decision to remain child-free. Because reproduction is seen as a psychological need, even a biological impulse, that would supposedly override any rational concerns arising out of a sense of responsibility, ecological or otherwise, I would like to propose emotional conditioning to counter such a need or impulse to reproduce.
So, popping out puppies is just one more way "the man" keeps a sister down? Oh, that patriarchy -- they've got a million ways to get ya! But, in all seriousness, if she's going to get so elemental that she claims that reproduction is at the root of gender oppression, why not just go all the way and claim that food, clothing, and shelter are "tools of the patriarchy" as well? "Because we have food, clothing, and shelter, our basic needs are met and we feel free to reproduce. Reproduction is the basis of marriage and family, which leads to gender and social oppression! Therefore, we all need to forego food, clothing, and shelter in order to kill the patriarchy!"
Pshaw!
PS: Far be it from me to try to convince some unwilling feminist to breed, but the liberal impulse to try to override human nature with "conditioning" is always scary to behold. The Left has killed millions across the world in their failed attempts to bed humanity's nature to their wacky Utopian schemes and in the end, it never really works. Human nature can be channeled, worked with, and harnessed, but it can't be conditioned out of existence and the fact that leftists always seem so keen to do it is more than a little creepy and fascistic.
Hat tip to Ace of Spades HQ for the story.
2 comentarios:
Me gustó mucho tu blog, tal vez te intereses en los temas del mío!!
Date una vuelta
http://porlaextincionhumanavoluntaria.blogspot.com/
Hola, dejame decirte que tu articulo es muy interesante y completo !
Te felicito !
Nosotros somos Dinkies y tenemos una revista con artículos de interés para las parejas sin hijos, como tecnologia, altruismo, turismo, gourmet, relacion de pareja, salud y belleza, etc.
También tenemos una sección para las parejas Gay ya que por naturaleza son parejas Dinks !
Te invito a que la visites :
DINKY'S CLUB
Sin embargo no promocionamos la extinción humana voluntaria, es mas una elección de vida personal !
Otra vez gracias por este interesante articulo !
Saludos
Publicar un comentario