POLÉMICA EN EL SENO DE LA IGLESIA CATÓLICA. Los escándalos sexuales tocan al Papa y cuestionan el celibato. La ola de abusos perpetrados por curas pederastas sacuden Alemania. 14/03/2010 PAOLA ÁLVAREZ
El goteo no cesa y la indignación inicial va abriendo paso al debate. El escándalo de abusos sexuales dentro de la Iglesia católica alemana, que el país observa estupefacto desde el pasado enero, parece no tener fin y ha puesto sobre la mesa temas que durante años han sido tabú, como el fin del celibato o el reconocimiento de las relaciones homosexuales entre curas que, según un reportaje del semanario Spiegel, son cada vez más habituales. Las peticiones de una normalización de la sexualidad dentro de la Iglesia ya no provienen solo de psicólogos o políticos, sino que incluso los propios católicos exigen reformas profundas para que no vuelvan a repetirse ni los abusos ni una crisis institucional como la actual.
El último escándalo llegó el viernes al trascender que el papa Benedicto XVI aceptó en los años 80, cuando era arzobispo de Múnich, que un cura con antecedentes de pederastia fuera trasladado a su diócesis y siguiera ejerciendo, como informó ayer este diario. El Vaticano replicó ayer mismo que Ratzinger "no estaba en absoluto relacionado con las decisiones tras las cuales se verificaron los abusos", y denunció una supuesta operación para implicar "con ensañamiento" al Papa en los recientes escándalos.
"Todo esto es una pesadilla", resume Alois Glück, presidente del Comité Central de los Católicos alemanes. Glück, exjefe del grupo parlamentario de la CSU, el partido bávaro hermano de la CDU de Angela Merkel, se mostraba ayer a favor de la supresión del celibato: "No soy el único. Al mismo tiempo se ha pronunciado la Conferencia Episcopal suiza, que quiere llevar a Roma el debate sobre el celibato".
GÜNTER GRASS Fuera de la Iglesia, el debate ya es imparable. El viernes fue el premio Nobel y reconocido azote moral del país Günter Grass el que señalaba la obligación de los clérigos de mantenerse célibes como un detonante: "La propensión a los abusos sexuales se da en todos los lugares donde la gente tiene que ver con niños, pero esto se acentúa aún más con el celibato", dijo Grass a la agencia DPA.
Otro debate es el relacionado con la homosexualidad. Hubertus Mynarek, exdecano de la facultad de Teología de Viena que tras apostatar en 1972 se convirtió en uno de los principales críticos de la Iglesia alemana, explica que las relaciones entre hombres son cada vez más habituales en la Iglesia. Entre otras cosas, dice, porque el ambiente de los seminarios funciona como "una poderosa influencia" sobre jóvenes indecisos o reprimidos a la hora de hacerles "decidirse por la homosexualidad". Para Mynarek, romper el tabú de la homosexualidad es esencial.
Bajo la avalancha de reacciones está el hecho de que, para muchos alemanes y católicos de todo el mundo, este escándalo (como los de EEUU o Irlanda) no solo saca a la luz terribles historias de abusos, sino que evidencia que la Iglesia lleva décadas protegiendo a los que cometen estos delitos anteponiendo su imagen al bien de sus fieles.
Cuando a principios de año el rector del colegio jesuita Canisius, en Berlín, reconoció que numerosos alumnos habían sido víctimas de abusos en los años 70 y 80, sacando a la luz pública lo que llamó "la punta del iceberg", pocos imaginaban adónde llegaría el tema. Ahora la base de ese iceberg se extiende por toda Alemania y ya ha tocado incluso al Papa. El escándalo no solo ha sacado a la luz problemas internos de la Iglesia, sino que ha abierto otros frentes como la necesidad de ampliar el periodo de prescripción de estos delitos (ahora son 10 años después de que la víctima cumpla la mayoría de edad) o la necesidad de exámenes psicológicos a los aspirantes a sacerdote.
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