¡Que prohíban fumar ya! Por: Cecilia Jan
Aunque el tiempo no acompañe, os propongo un pequeño juego: encontrar un sitio al aire libre sin una colilla. Lo cierto es que en esto, los fumadores no discriminan: ni playa ni montaña, ni el parque natural más protegido ni la calle más fea, ningún espacio se libra.
Y no iban a ser menos las zonas infantiles. La nueva ley antitabaco, que prohibirá a partir de enero fumar en parques y puertas de colegios para no dar mal ejemplo, puede parecer excesiva a algunos. Pero seguro que los padres que han visto a sus hijos jugar en la arena y encontrarse con que hay casi más colillas que cáscaras de pipas (otro clásico, pero al menos ni tóxico ni maloliente) han visto la luz.
¡Qué exagerada!, diréis algunos. Pues no. Primero le quitas a la pequeña una colilla que iba ya de camino a la boca, y le dices al mayor, que está haciendo una montaña con ellas, que no se cogen. Pero claro, ¿con qué van a jugar, si están rodeados? Y entonces intentas expulgarlas tú misma. Y te das cuenta de que a sólo dos metros hay una papelera. Pero claro, comprendes que algunos pobres padres o madres fumadores ni se molesten en levantarse del banco porque total, igual la colilla se cae porque la papelera es de rejilla, así que lo mejor es tirarla allí mismo, donde hay tres o cuatro niños jugando con sus cubos y palas, que así aprenden a reciclar. Al final abandonas cuando ves que no hay forma de acabar con ellas. Por muchas que tires, siempre vuelven. Lo mismo vale para cualquier playa.
A ver, que yo comprendo que fumar puede ser una adicción o un placer, y que algunos incluso lo necesiten para sobrellevar una tarde en los columpios con sus hijos, pero ¿es tan difícil buscar una papelera? O en su ausencia, ¿es tan complicado llevar encima un cenicero portátil -se pusieron de moda cuando la prohibición de fumar en las oficinas- para guardarse la colilla? En caso de que no se encuentre, vale un botecito de plástico como los de los carretes de fotos, como he visto hacer a algún fumador responsable (por desgracia, o son pocos, o los que pasan de todo fuman más).
Una colilla puede tardar entre varios meses y varios años en degradarse, según las distintas fuentes. Y aparte de lo feo que queda, contiene elementos tóxicos, pues el filtro está hecho precisamente para retener los químicos más nocivos del cigarrillo. Según una "estimación prudente" hecha por la ambientóloga Vanessa Sánchez en un artículo, en España pueden acabar en el suelo unos 4.000 millones de colillas al año. Casi nada. Es decir, aparte de las 600.000 muertes que se producen al año en el mundo por aspirar el humo de otros, los residuos de fumar, en forma de filtros, suponen una grave amenaza a los ecosistemas donde suelen acabar (campos, ríos o mares).
Así que aparte de porque me apetece entrar con mis peques a tomar algo en un bar sin que nos ahumen (al final casi nunca lo hacemos, porque en nuestro barrio ningún hostelero ha tenido la visión de declarar su local libre de humos para captar a las numerosísimas familias con niños), estoy impaciente por que aprueben la ley y pueda dejar de recoger colillas ajenas en el parque.
Y a tí, ¿te molestan las colillas? Si eres fumador, ¿qué haces con ellas?
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