jueves, julio 19, 2012

El sueño ultra. Santiago Roncagliolo

RAYOS Y CENTELLAS por Santiago Roncagliolo 
 EL SUEÑO ULTRA EL PAÍS SEMANAL  
 Otro amigo mío se regresa al Perú. Después de diez arios en España, ha reunido sus pertenencias (discos, libros, colección completa de Calvin & Hobbes) y ha organizado una venta en un bar. Sus compañeros de una década han desfilado por ahí para despedirse y repartirse sus recuerdos. 
  Con este, ya se me han ido cuatro amigos: dos a Perú, uno a Colombia y otro a Argentina. Pero si incluyo a los conocidos, la lista se alarga a diez o doce Algunos se regresan porque reciben propuestas de trabajo allá. Otros, simplemente porque no las reciben aca. Au lque tengan los papeles en regla, da igual. Renovar el permiso de residencia es un proceso largo y complicado, y se pueden pasar meses en un limbo legal Durante ese lapso, tras los recortes en el presupuesto sanitario, no tienen garantizada ni la atención médica. 
  Un éxodo de extranjeros como este es el sueño dorado de los políticos que pueblan las noticias en Europa La extrema derecha de Marine Le Pen consiguió un resultado histórico en las presidenciales francesas, y se apresta a repetirlo en las legislativas. Geert Wilders hizo caer al Gobierno holandés, porque se siente capaz de conseguir más votos. En Grecia, los energúmenos de Aurora Dorada llevaron al Parlamento el mensaje de que los inmigrantes son "parásitos" y "delincuentes". Para bloquear la entrada de extranjeros, su líder propone nada menos que minar las fronteras. 
  Existe una forma sencilla de echar a los extranjeros: arruinar la economía La inmigración es señal de que un pais va bien y genera trabajo. Si no es así, los inmigrantes se van solos. Los ultras deben estar agradecidos a la crisis económica por su notable trabajo de limpieza étnica en España, un país que, por primera vez en décadas ya abandona más gente de la que llega. El año pasado llegaron 450.000 personas y se fueron 580.000. Nueve de cada diez de estas últimas fueron extranjeras. 

 Y SIN EMBARGO, SU PARTIDA no ha ayudado en nada a mejorar la economía. Todo lo contrario. Los ultras y los derechistas moderados que quieren sus votos, como hizo Sarkozy en Francia, retratan a los inmigrantes como una masa de haraganes adictos a la seguridad social que se niegan a asumir las costumbres europeas y se entretienen robando y delinquiendo. Y habrá de esos. Pero los primeros que se van son los otros. 
  En mi lista de conocidos que retornan figuran un escntor premiado y traducido a quince idiomas, un guionista que ha trabajado en cine y televisión de dos países, y un periodista que colabora con medios ingleses como The Economist. También pequeños empresarios, restauradores, mandos medios... Estos inmigrantes no piden trabajo: lo ofrecen. Se van por que su capacidad les permitirá encontrar colocación donde haya dinero. Al perderlos, Es paña deja escapar lo que más necesita una economía en crisis: emprendedores. 
  Dicho todo esto, debemos reconocerle a la extrema derecha su vocación igualitaria. no sólo odia a los negros, a los judíos, a los árabes y a los sudacas. También detesta a los europeos. 
  Debido a las durísimas políticas de austeridad, los votantes perciben a la Comunidad Europea como una máquina de recortes sociales. Los más descontentos de cada país se preguntan si les irá mejor solos. Por seducirlos, el holandés Wilders se negó a apoyar las políticas de ajuste económico dictadas desde Bruselas y Berlín. Y para no ser menos, Marine Le Pen quiere recuperar las fronteras francesas.
 "La extrema derecha no sólo odia a los negros o a los árabes. También a los europeos"

 NO HACE FALTA ESFORZARSE TANTO. En Europa ya hay una frontera cada vez más clara: la que separa a ricos y pobres. Una profunda brecha separa cada vez más a los paises del Norte y del Sur, y también a los habitantes de cada país. En España, el año pasado, la desigualdad creció un 11%. Y cuando la gente no encuentra oportunidades en su país, ¿saben lo que hace? Emigra. 
  Si la extrema derecha avanza más, fastidiará a todos los grupos étnicos que le encanta fastidiar. Pero también les hará la vida imposible a mileq de europeos, que un día se encontrarán con que los extranjeros son ellos. Si se elevan fronteras nacionales, los inmigrantes de Francia no serán sólo los argelinos, sino los portugueses. Y los de Alemania no serán sólo los turcos, sino los españoles. 
  El sueño ultra es una sociedad que se las arregla sola. Si sus partidos crecen, sin duda, conseguirán una en la que nadie tenga adónde ir. Se largarán de ella los más talentosos, tanto nacionales como extranjeros, los que puedan defenderse con su trabajo y no con su árbol genealógico. Cuando se marche el último, no le hará falta apagar la luz. A sus espaldas, todo estará ya bastante oscuro.  Sígueme en Tbvitter: @twitroncagliolo Ilustración de Pep Montserrat

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