Aunque no citó expresamente a nuestro país, Herranz sí advirtió de la situación en «algunos Estados democráticos que se declaran aconfesionales, pero donde se configura el peligro de que un fundamentalismo laicista se convierta en una nueva especie de religión de Estado, en un ateismo militante no declarado pero real».
En concreto, Herranz aludió al «progresivo empobrecimiento ético de las leyes civiles o de proyectos políticos que se quisieran convertir en leyes», entre los que destacó el «desprecio de la indisolubilidad del vínculo matrimonial, la liberalización del aborto, de la eutanasia, de la droga; la insuficiente tutela de la institución familiar» y la «reducción relativista» de la libertad religiosa. Para Herranz, todo ello lleva al «retroceso de civilización, donde se ponen al mismo nivel la verdad y el error, la libertad y el egoísmo», hasta «querer instaurar de hecho esa dictadura del relativismo».
Tras recordar los atentados a la libertad religiosa en Estados teocráticos o regímenes comunistas, Julián Herranz también aludió a «algunos gobiernos que se proclaman democráticos y pluralistas», en los que «surgen problemas de insuficiente respeto y tutela de la libertad religiosa», hasta el punto de querer «expulsar del ámbito público todo lo religioso». Una actitud que calificó de «intolerante y poco respetuosa del derecho a la libertad religiosa».
Frente a ello, el cardenal instó a respetar la libertad religiosa, lo que supone que «ninguna persona pueda ser forzada a actuar contra su conciencia, ni debe ser impedida de profesar su religión en privado y en público». Finalmente, Herranz realizó un llamamiento contra «una indiscriminada nivelación jurídica entre todas las religiones, poniendo en todo a la Iglesia católica a la misma altura de cualquier otra comunidad religiosa o secta». http://www.periodistadigital.com/religion/object.php?o=289956
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