Sánchez Drago, Pérez Reverte, el alcalde de Valladolid y las líneas rojas de la democracia. 27 oct 2010. Carlos Carnicero
La degradación de la calidad de nuestra democracia tiene su vértice en el comportamiento de algunos políticos y algunos supuestos intelectuales que se creen que tienen barra libre para el improperio, las declaraciones machistas y las ofensas más duras a nuestras aspiraciones de Igualdad.
Los comportamientos del Alcalde de Valladolid son inadmisibles y atraviesan las líneas rojas que deben estar vigente en un estado de derecho y en un país civilizado. La ofensa grosera a todas las mujeres en la descalificación realizada contra la ministra de Trabajo, Leire Pajín, no ha tenido consecuencias y no se han ejercido responsabilidades políticas. Le ha resultado gratis al edil que se ha limitado a decir que fueron unas declaraciones “desafortunadas”. Para más incongruencia este machista cuartelario del siglo XIX es ginecólogo de profesión. ¿Se imagina alguien que cualquier mujer tenga que someterse a un examen médico de un individuo que es capaz de decir lo que dijo de la ministra de Sanidad?
Y esto sin que haya sido reprendido, desautorizado o cesado por el líder de su partido que según propias declaraciones del alcalde vallisoletano le envío, junto al alcalde de Madrid, mensajes de solidaridad. ¿Solidaridad con el ofensor? ¿Solidad con le machismo, en una España que llevamos este año cincuenta y siete mujeres asesinadas por los machos que se creían dueños de ellas? ¿Tenemos derecho a conocer lo que le dijo el presidente del Partido Popular al líder del PP?
Soy partidario de introducir en el código penal la apología del machismo como delito, al igual que figura la apología del racismo o del terrorismo.
Un escritor, protegido de lujo de la presidenta de la Comunidad de Madrid se despacha en un libro autobiográfico con la confesión de pederastia consistente en haber mantenido relaciones sexuales de dos niñas de 13 años de edad en un viaje a Asia, y sus expresiones machistas, groseras e injuriosas son el regodeo en una conducta a todas luces delictivas de las que pudiera haber dudas si están prescritas. ¿Piensa Telemadrid mantener el contrato de este pederasta confeso? ¿La presidenta de la Comunidad de Madrid tiene algo que decir sobre este “intelectual” que hace gracia a sus seguidores narrando sus experiencias sexuales obscenas con dos niñas de trece años? Tiene futuro en el universo intelectual español un tipo como Fernando Sánchez Drago que lo mismo se viste de falangista que se confiesa públicamente como pederasta activo?
En todo caso, la pedagogía del habitual de Telemadrid, televisión pública, brilla por su ausencia en un mundo que persigue la pederastia por Internet y este individuo se permite presumir de su pederastia activa.
Por último, el escritor y académico de la Lengua, Arturo Pérez Reverte, cuyas expresiones machistas en sus artículos de prensa, son habituales, se permite llamar “mierda” al ya exministro de Asuntos Exteriores porque se emocionó y lloró en su acto de despedida. Los hombres parece ser que si lloran son una mierda.
La responsabilidad social de los escritores y los políticos está de capa caída cuando individuos como estos no sufren una sanción social ni responsabilidades de ninguna clase. Algunos de quienes debieran dar ejemplos de moderación, respeto a las leyes y educación, hacen lo contrario. Lo que empieza a suceder es que abundan individuos que no entienden que la democracia tiene rayas rojas que no se pueden traspasar.
La degradación de la calidad de nuestra democracia tiene su vértice en el comportamiento de algunos políticos y algunos supuestos intelectuales que se creen que tienen barra libre para el improperio, las declaraciones machistas y las ofensas más duras a nuestras aspiraciones de Igualdad.
Los comportamientos del Alcalde de Valladolid son inadmisibles y atraviesan las líneas rojas que deben estar vigente en un estado de derecho y en un país civilizado. La ofensa grosera a todas las mujeres en la descalificación realizada contra la ministra de Trabajo, Leire Pajín, no ha tenido consecuencias y no se han ejercido responsabilidades políticas. Le ha resultado gratis al edil que se ha limitado a decir que fueron unas declaraciones “desafortunadas”. Para más incongruencia este machista cuartelario del siglo XIX es ginecólogo de profesión. ¿Se imagina alguien que cualquier mujer tenga que someterse a un examen médico de un individuo que es capaz de decir lo que dijo de la ministra de Sanidad?
Y esto sin que haya sido reprendido, desautorizado o cesado por el líder de su partido que según propias declaraciones del alcalde vallisoletano le envío, junto al alcalde de Madrid, mensajes de solidaridad. ¿Solidaridad con el ofensor? ¿Solidad con le machismo, en una España que llevamos este año cincuenta y siete mujeres asesinadas por los machos que se creían dueños de ellas? ¿Tenemos derecho a conocer lo que le dijo el presidente del Partido Popular al líder del PP?
Soy partidario de introducir en el código penal la apología del machismo como delito, al igual que figura la apología del racismo o del terrorismo.
Un escritor, protegido de lujo de la presidenta de la Comunidad de Madrid se despacha en un libro autobiográfico con la confesión de pederastia consistente en haber mantenido relaciones sexuales de dos niñas de 13 años de edad en un viaje a Asia, y sus expresiones machistas, groseras e injuriosas son el regodeo en una conducta a todas luces delictivas de las que pudiera haber dudas si están prescritas. ¿Piensa Telemadrid mantener el contrato de este pederasta confeso? ¿La presidenta de la Comunidad de Madrid tiene algo que decir sobre este “intelectual” que hace gracia a sus seguidores narrando sus experiencias sexuales obscenas con dos niñas de trece años? Tiene futuro en el universo intelectual español un tipo como Fernando Sánchez Drago que lo mismo se viste de falangista que se confiesa públicamente como pederasta activo?
En todo caso, la pedagogía del habitual de Telemadrid, televisión pública, brilla por su ausencia en un mundo que persigue la pederastia por Internet y este individuo se permite presumir de su pederastia activa.
Por último, el escritor y académico de la Lengua, Arturo Pérez Reverte, cuyas expresiones machistas en sus artículos de prensa, son habituales, se permite llamar “mierda” al ya exministro de Asuntos Exteriores porque se emocionó y lloró en su acto de despedida. Los hombres parece ser que si lloran son una mierda.
La responsabilidad social de los escritores y los políticos está de capa caída cuando individuos como estos no sufren una sanción social ni responsabilidades de ninguna clase. Algunos de quienes debieran dar ejemplos de moderación, respeto a las leyes y educación, hacen lo contrario. Lo que empieza a suceder es que abundan individuos que no entienden que la democracia tiene rayas rojas que no se pueden traspasar.
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