Siete contenedores de barco instalados en el Paseo de Coches del Parque del Retiro reproducen el viaje de Elena. Esta moldava, que fue engañada por traficantes de esclavas sexuales, llegó al Reino Unido con 18 años. Hasta entonces, no había visto a un hombre desnudo, no sabía poner un condón, no tenía idea de practicar sexo oral. Lo aprendió a base de malos tratos.
Y cuando se libró de esa tortura, gracias a la Fundación Helen Bamber, quiso explicar la experiencia a su presidenta, Emma Thompson. Tras la charla, la actriz británica concibió Journey, una exposición que ya ha pasado por Londres, Viena y Nueva York, y que trae a Madrid el Ministerio de Igualdad.
¿Por qué una instalación?
Descarté una película, porque es muy difícil contar esta historia sin que resulte pornográfica. No quería que el público se limitara a estar sentado y a mirar. La idea era implicar a quien lo viera y que, al recorrer la exposición, sintiera algo de lo que vivió Elena.
¿Y cuál es su reacción al entrar en un container que apesta como los cuartos donde viven las mujeres prostituidas? ¿O en otro donde se mezclan las caras de decenas de clientes?
Tanto hombres como mujeres salen impactados. La gente desconoce en qué consiste la trata. Creen saberlo, porque leen los periódicos y se convencen de que las chicas traficadas sabían a qué venían, pero no es verdad. Incluso la Policía duda, a veces, porque le falta formación en esta materia. Los agentes que las interrogan no entienden que nieguen ser víctimas de tráfico.
¿Cómo pueden reconocer a una víctima de trata?
Por supuesto, no todas la prostitutas ejercen por obligación ni son víctimas de trata. Pero también es cierto que las que lo son no van a explicárselo al primer agente con el que hablen. Están amenazadas por los traficantes. Les dicen que las golpearán, que matarán a sus familiares. Los proxenetas son muy inteligentes, saben cómo destruir sus defensas y hacerlas sentir avergonzadas por lo que han vivido.
¿Se está avanzando en la sensibilización?
Lentamente. ¿En España también usáis la expresión "el oficio más antiguo del mundo" para definir la prostitución? Yo me niego a aceptarla. Solía creérmela antes, pero ya no. ¿Por qué algunas mujeres se prostituyen? Pues sencillamente porque en muchos lugares lo tienen muy jodido para encontrar un trabajo que les permita ganar dinero. Nadie tiene la vocación de acostarse con 40 tíos distintos las 24 horas del día. Si tuvieran oportunidades, no lo harían. Si yo necesitara dinero para mis hijos, también me prostituiría.
¿Está a favor de reglamentar la prostitución?
En países como Suecia, donde se ha prohibido, los hombres viajan a Alemania y a Holanda, donde es legal. Reglamentarla parece la solución, pero en los países donde es legal también hay mafias. Lo que necesitamos es una revolución.
¿De qué tipo?
El problema es que cada vez hay más hombres que pagan por tener sexo. Y eso es una disfunción. ¡El sexo es gratis! Es cierto que algunos no pueden acceder a él por distintas razones, y para ellos hay que llegar a algún tipo de acuerdo. Pero eso no tiene nada que ver con esos hombres comunes, con buen nivel adquisitivo, que ven a las mujeres como objetos sexuales. No podemos aceptarlo en pleno siglo XXI.
¿Cómo se puede cambiar esa mentalidad?
Con educación. Para ello tienen que implicarse los gobiernos, las escuelas y la Iglesia. El catolicismo hizo florecer la prostitución, al convertir a las mujeres en el fruto prohibido. Al obligarlas a actuar como vírgenes, creó un mercado para la prostitución.
¿Qué queda de esos viejos estereotipos?
as mujeres seguimos siendo vistas como objetos. Por eso, debemos rebelarnos hasta lograr el control de nuestros cuerpos, rechazar que se nos sexualice y se nos use para vender cualquier tipo de producto. Tengo una hija y veo cómo reacciona ante toda esa publicidad. Las jóvenes no se rebelan, temen parecer ridículas o no son conscientes de la desigualdad. Cuando se les dan los datos y se les dice que esto es serio, cambian. No soy una joven feminista. Tengo 50 años, llevo mucho tiempo en este mundo y ahora estoy más enfadada que nunca.
¿Por qué?
Porque tenemos un grave problema. Debemos reflexionar sobre nuestros hábitos sexuales, porque lo que está sucediendo es difícil de entender. Hay que investigar por qué los hombres recurren cada vez más a la prostitución. Para comprenderlos, deben ser incluidos en este debate.
"Lo bueno del sexo es que es gratis. ¿Por qué se paga?"
MÓNICA CEBERIO BELAZA
Emma Thompson baja a la cafetería del hotel con el pelo electrizado. Son las ocho de la mañana o'clock y tiene una ristra de entrevistas por delante. De las de cuarto de hora por periodista, uno tras otro desfilando por delante preguntando lo mismo. Es un viaje relámpago. Como en algún momento tiene que desayunar, conseguimos un poquito más de tiempo para esta charla. La actriz británica, perfecta profesional de la comunicación, aparece sonriente, encantadora, y esforzándose por hablar un poco de español.
No está en Madrid para promocionar ninguna película sino para traer a la ciudad, gracias a la Fundación Helen Bamber y el Ministerio de Igualdad, una exposición contra la trata de mujeres que ha visitado ya Londres, Viena y Nueva York: Journey. Un proyecto ideado por la actriz, de 50 años, que muestra a través de siete vagones con olores y sonidos el viaje funesto de una joven que salió de Moldavia hacia Reino Unido con 19 años para acabar siendo explotada sexualmente y vendida en Londres por 500 libras. Como los minutos escasean, el desayuno está ya servido cuando llega la actriz: zumo de naranja, café, leche y bollos variados. "Yo no como esas cosas", dice muy educadamente. Pide un esprèsso y fruta fresca. Con un plato de melón y piña delante, empieza a hablar de inmediato. Tampoco quiere perder el tiempo. "Como artista me dedico a contar historias, a comunicar emociones", explica. "En ese ámbito es donde puedo aportar algo y ése es el sentido de la exposición. Cuando conocí a Elena, la protagonista de la historia de Journey, una de las cosas que me dijo fue: 'Quiero que todo el mundo sepa durante cinco jodidos minutos lo que he sentido, lo que se siente'. Eso es lo que hemos pretendido. Que la gente se meta en su piel y no la juzgue; que las víctimas puedan dejar de sentir vergüenza". Es una activa militante. A través de una de las múltiples organizaciones de derechos humanos con las que colabora conoció -y adoptó hace seis años- a un ex niño soldado, un chico ruandés de 16 años que había perdido a su familia en 1994. Y a través de la Fundación Helen Bamber, dedicada a combatir las consecuencias psicológicas de la tortura, los campos de concentración o el tráfico de seres humanos, llegó a Elena. La actriz usa sus dotes de extraordinaria oradora para hacer más efectiva su denuncia social. "No puedo ni empezar a describir mi rabia", dice gesticulando. "Estas situaciones no son aceptables en el siglo XXI. Es necesario que la gente entienda lo que está pasando y que después piense qué se puede hacer. Yo pasaba cada día por el salón de masajes donde trabajaba Elena. Ella ni sabía lo que era un condón cuando tuvo su primer cliente. No hablaba inglés. Nunca había visto a un hombre desnudo ¿No le pareció raro a él? ¿No pensó que quizá la chica no era libre? Pagar por acostarse con una víctima de trata es como cometer una violación. Los clientes deben, al menos, estar alerta". La actriz pide a los Gobiernos, como primer paso, un estudio sobre hábitos sexuales. "Hace falta saber por qué pasan las cosas. Lo bueno del sexo es que es gratis. ¿Por qué tantos hombres pagan?". El tiempo pactado pasa rápido y otra periodista espera. Hay que marcharse. "No dejes de hablar con el psiquiatra de la fundación", se despide. "Él te seguirá contando. Sabe mucho más que yo".Del 11 al 15 de diciembre el Paseo de coches de El Retiro de Madrid acogerá la exposición Journey que, tras pasar por Londres, Viena y Nueva York, llega a España con el objetivo de concienciar contra la trata
El acto de inauguración estará presidido por la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, y la promotora de la exposición, la actriz inglesa Emma Thompson
Dentro del Plan Integral de lucha contra la trata de seres humanos con fines de explotación sexual puesto en marcha por el Gobierno de España el pasado 12 de diciembre de 2008, uno de los principales objetivos es promover la toma de conciencia de la ciudadanía acerca de este comercio ilegal, cruel e ilícito que convierte en mera mercancía a las mujeres. En este marco es donde se sitúa la exposición Journey, que nace del convenio firmado entre el Ministerio de Igualdad y la Fundación Helen Bamber, organización que trabaja con víctimas de tortura, incluyendo víctimas de trata. (más información en www.helenbamber.org).
Descripción de la muestra
Journey denuncia el viaje físico y emocional de una víctima de trata con fines de explotación sexual. Está formada por siete vagones-contenedores, a través de los cuales conocemos la historia de Elena, una mujer que fue víctima de trata.
El recorrido evoca las siete etapas que resumen la experiencia de una víctima de trata. Los contenedores han sido diseñados por artistas internacionales, y permiten al visitante escuchar, ver y sentir la sórdida y brutal experiencia que vive una esclava sexual. Esperanza, Viaje, Uniforme, Dormitorio, Cliente, Estigma y Resurrección son los nombres en los que se sintetiza el contenido de cada vagón de un siniestro tren que no dejará indiferente a nadie.
Antecedentes
Journey ha sido presentada en Londres, Trafalgar Square, en septiembre de 2007, así como en Viena, en febrero de 2008 en el contexto del Foro de Naciones Unidas para la Lucha contra la Trata de Seres Humanos. Su último destino ha sido Nueva York en noviembre de 2009, Washington Square Park.
Acto de inauguración
El acto de inauguración de la exposición tendrá lugar el 11 de diciembre y estará presidido por la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, acompañada de la actriz Emma Thompson, quien ha liderado la puesta en marcha y difusión de esta exposición en los distintos lugares por los que ha pasado.
También estarán presentes la propia Helen Bamber y la fundadora de Coco de Mer, Sam Roddick, además del médico que asistió a la protagonista de la exposición (Elena), Michael Korzinski.
Organizadores
Ministerio de Igualdad, con la colaboración del Ayuntamiento de Madrid, la Comunidad de Madrid, y cinco organizaciones de la Red española contra la trata (Accem, APRAMP, Médicos del Mundo, Proyecto Esperanza y Organización Internacional contra las Migraciones. Más información en www.redcontralatrata.org), que además de colaborar económicamente aporta voluntarios de las distintas organizaciones que la integran para acompañar al visitante durante su recorrido por la exposición. Asimismo, prestan su colaboración en este proyecto pionero la actriz Mabel Lozano y la periodista Charo Izquierdo, directora de Yo Dona.
PRÓXIMAMENTE: JOURNEY EN MADRID FECHA: del 11 al 15 de diciembre de 2009 LUGAR: Paseo de Coches de El Retiro
HORARIO VISITAS: de 12 a 20 horas ENTRADA GRATUITA HABRA SERVICIO DE GUARDERÍA CON LUDOTECA, ORGANIZADO POR CRUZ ROJA
Más información sobre la trata
Se llama Emma Thompson. Da gusto verla y oírla en la pantalla. Posee belleza y técnica. También inteligencia, elegancia y corazón. Pertenece a esa raza de actrices que siempre clavan el gesto y la frase, de las que no puedes recordar una mala interpretación. Hace tiempo que no prodiga su arte. Imagino que ha ganado el suficiente dinero para permitírselo y considera más urgente utilizar su magnética personalidad, su aprovechable fama y su racional prestigio para denunciar el siempre lamentable estado de los derechos humanos. Concretamente, se pregunta por los derechos de las putas. De las más tiradas, de inmigrantes que no sabían de qué iba la sórdida movida y son obligadas por traficantes del sexo y macarras no elegidos a eso tan presumiblemente extenuante de andar follando a todas horas con desconocidos.
Sin embargo, me sorprende al leer en una entrevista con persona tan sabia e ilustrada su infantil convicción de que lo bueno del sexo es que es gratis y su negativa a entender que se pague por su disfrute. Desde los habitantes del paleolítico a los del apocalipsis podrían desmentir su certidumbre con ancestrales y abrumadores datos.
A lo más que puede aspirar Emma Thompson y cualquier persona con sentido de la justicia es a algo tan utópico como que los gobiernos legalicen el puterío, a la eliminación de los voraces intermediarios, a que el alquiler del cuerpo sea un acto libre. Aunque en el caso de los pobres emplear el término libertad suena a eufemismo o a sarcasmo.
Por supuesto, eso no le afectaría al puterío de lujo. Ése siempre estará protegido por sus envidiados usuarios, por los jefes de la tribu. Al igual que aquellos seres que descubren en su selectiva entrepierna poderes infalibles para el ascenso profesional y social. Tampoco el de las (y los) exuberantes trepas que venden su carísima virtud a exclusivos y millonarios clientes mediante esa institución tan respetable del matrimonio.
Se supone que la prostitución, junto a las drogas, las armas, el suelo y la banca son los bisnes más jugosos del universo. La lógica asegura que estas cositas son patrimonio exclusivo del sistema. Reclamarle que baje su porcentaje de ganancias en nombre del humanismo y la dignidad le puede sonar a broma.
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