Hemos realizado un viaje de vacaciones a través de Túnez, donde hemos disfutado de la amabilidad y profesionalidad de cuantos nos han atendido en hoteles, cafeterías, tiendas y agencia de viajes. La satisfacción ha sido absoluta.
Sin embargo, el broche de oro amargo lo han puesto en un pequeño café de la medina de Túnez, donde nos han tratado sin ninguna consideración, engañándonos con un precio abusivo. ¿Dónde dice en el Corán que hay que engañar a los extranjeros y robarles el dinero? El asunto parece de poca importancia pero éticamente es grave. Tomamos dos tés a la menta sin ningún aditamento. En un local sencillo como ese, sin aire acondicionado el precio correcto es de 0,5 a 1 dinar. En vez de 2 dinares nos cobran 5. Casi el triple. Al pagar con un billete de 10 dinares me devuelve una moneda de 5 y se hace el loco el camarero al observar mi cara de estupefacción y desagrado ante tamaña tropelía. ¿Merece la pena gastar energía en discutir, reclamar la lista oficial de precios visada por el Ministerio de Turismo, acudir con un policía turístico para solicitar el cambio correcto? El dueño del café cree que merece la pena la desconsideración y deshonestidad porque los turistas tienen dinero de sobra, no van a regresar seguramente nunca y normalmente se conforman (por no discutir).
Ahora bien esto es despeciar varios elementos importantes de la cultura y la sociedad humanas: la solidaridad, la globalización y el poder de Internet. (Además, los creyentes en las religiones monoteístas aceptan que las malas acciones conllevan un castigo futuro por parte de Dios.) Como persona que ha sufrido un maltrato me veo en la obligación moral de advertir a mis semejantes para que no caigan en el mismo error: ser clientes de este café de ladrones. Es el trato que yo desearía y que busco y agradezco en otros que cuentan sus experiencias en foros o páginas de opinión de Internet y en guías de turismo. Este café tradicional tunecino se encuentra en la medina de Túnez, entrando desde la Puerta de Francia por la calle de la izquierda (rue Jemaa Ez Zitouna) a mano izquierda, pasado el café Essour para turistas (no confundir).
Dos citas periodísticas que hacen referencias a estos cafés: el café Essour, refugio de turistas, y el Café de los ladrones, donde los parroquianos locales son varones, pero aceptan a mujeres extranjeras para sablearlas sin vergüenza ninguna.
Un alto en el camino durante la compra está en el café Essour, (50,52 rue Jamaa Ezzitouna. 97 689 496) dentro de la Medina. Sentados toman té o café algunos ingleses, franceses y muchos españoles. En cualquier caso…todos extranjeros (los lugareños solo miran, no se puede tomar nada). Algún foráneo puede que se sume al ritual de abstinencia para sentir más de cerca la vivencia, así que se permiten licencias. Puedes estar sentado sin tomar nada, tan sólo admirar el aspecto mágico de diseño árabe del establecimiento (esta vez no dicen eso de si no consumes, te vas).
La intimidad y la calma de las callejas de la medina contrastan con la vivacidad de los zocos, muy frecuentados por los turistas. Un hervidero de vida ordenado y sistemático, entre babuchas bordadas a lo mil y una noches, esencias naturales de jazmín y de azahar, objetos en cerámica, madera y hueso labrado. También se conservan algunos cafetines, como el de Ezzitouna, que parecen sacados de El Cairo del escritor egipcio Naguib Mahfuz, y en los que los feligreses, todos masculinos, le dan a la shisha (narguile) ante un vaso de té. Las cafeterías de la ciudad moderna, en cambio, están frecuentadas por mujeres de toda edad, sin hiyab, vestidas con vaqueros y fumando como chimeneas. Contrariando el tópico, la mujer tunecina cuenta con un ministerio propio y un estatuto equivalente al de cualquier país occidental.
Sin embargo, el broche de oro amargo lo han puesto en un pequeño café de la medina de Túnez, donde nos han tratado sin ninguna consideración, engañándonos con un precio abusivo. ¿Dónde dice en el Corán que hay que engañar a los extranjeros y robarles el dinero? El asunto parece de poca importancia pero éticamente es grave. Tomamos dos tés a la menta sin ningún aditamento. En un local sencillo como ese, sin aire acondicionado el precio correcto es de 0,5 a 1 dinar. En vez de 2 dinares nos cobran 5. Casi el triple. Al pagar con un billete de 10 dinares me devuelve una moneda de 5 y se hace el loco el camarero al observar mi cara de estupefacción y desagrado ante tamaña tropelía. ¿Merece la pena gastar energía en discutir, reclamar la lista oficial de precios visada por el Ministerio de Turismo, acudir con un policía turístico para solicitar el cambio correcto? El dueño del café cree que merece la pena la desconsideración y deshonestidad porque los turistas tienen dinero de sobra, no van a regresar seguramente nunca y normalmente se conforman (por no discutir).
Ahora bien esto es despeciar varios elementos importantes de la cultura y la sociedad humanas: la solidaridad, la globalización y el poder de Internet. (Además, los creyentes en las religiones monoteístas aceptan que las malas acciones conllevan un castigo futuro por parte de Dios.) Como persona que ha sufrido un maltrato me veo en la obligación moral de advertir a mis semejantes para que no caigan en el mismo error: ser clientes de este café de ladrones. Es el trato que yo desearía y que busco y agradezco en otros que cuentan sus experiencias en foros o páginas de opinión de Internet y en guías de turismo. Este café tradicional tunecino se encuentra en la medina de Túnez, entrando desde la Puerta de Francia por la calle de la izquierda (rue Jemaa Ez Zitouna) a mano izquierda, pasado el café Essour para turistas (no confundir).
Dos citas periodísticas que hacen referencias a estos cafés: el café Essour, refugio de turistas, y el Café de los ladrones, donde los parroquianos locales son varones, pero aceptan a mujeres extranjeras para sablearlas sin vergüenza ninguna.
Un alto en el camino durante la compra está en el café Essour, (50,52 rue Jamaa Ezzitouna. 97 689 496) dentro de la Medina. Sentados toman té o café algunos ingleses, franceses y muchos españoles. En cualquier caso…todos extranjeros (los lugareños solo miran, no se puede tomar nada). Algún foráneo puede que se sume al ritual de abstinencia para sentir más de cerca la vivencia, así que se permiten licencias. Puedes estar sentado sin tomar nada, tan sólo admirar el aspecto mágico de diseño árabe del establecimiento (esta vez no dicen eso de si no consumes, te vas).
La intimidad y la calma de las callejas de la medina contrastan con la vivacidad de los zocos, muy frecuentados por los turistas. Un hervidero de vida ordenado y sistemático, entre babuchas bordadas a lo mil y una noches, esencias naturales de jazmín y de azahar, objetos en cerámica, madera y hueso labrado. También se conservan algunos cafetines, como el de Ezzitouna, que parecen sacados de El Cairo del escritor egipcio Naguib Mahfuz, y en los que los feligreses, todos masculinos, le dan a la shisha (narguile) ante un vaso de té. Las cafeterías de la ciudad moderna, en cambio, están frecuentadas por mujeres de toda edad, sin hiyab, vestidas con vaqueros y fumando como chimeneas. Contrariando el tópico, la mujer tunecina cuenta con un ministerio propio y un estatuto equivalente al de cualquier país occidental.
1 comentario:
Es una pena que un pais eminentemente turístico, con su encanto mediterráneo y su belleza (paisajistica, natural, cultural y moral) se véa en ocasiones puesto en entredicho por actuaciones a mi juicio no correctas y que muchas veces son producto de desinterés y mercantilismo desacerbado.
Este año, he sufrido QUINCE DÍAS de infierno en el Hotel Globalia El Habib, sito en la ciudad de MONASTIR (TÚNEZ), donde tras haber cotratado quince días en un Hotel de Cuatro Estrellas en régimen de TODO INCLUIDO, hemos carecido de lo mas básico EL ÁIRE ACONDICIONADO, sufriendo una altísimas temperaturas (La habitación, para mayor calor estaba situada sobre la cocina), viendonos sorprendidos al comprobar que un hotel antíguo, caduco, demodé y en rehabilitación pueda ostentar esa categoría.
Creo que deberían revisarse detenida y escrupulosamete estos establecimienos para evitar dar una mala imagen y hasta que no se acabe y se opruebe la rehabilitación no clasificarlo como cuatro estrellas.
¿Un cuatro estrellas sin áire acondicionado? Eso no es asumible en ningún lugar y mucho menos en Túnez.¡¡¡¡
En beneficio de todos (de ese maravilloso país en primer lugar).
EVITEN ESAS COSAS, POR FAVOR.¡¡¡¡¡¡
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