viernes, febrero 20, 2009

Belloch zanja la polémica de Escrivá de Balaguer. Aprobó ayer darle su nombre a una calle en la zona del Portillo

Belloch zanja la polémica de Escrivá de Balaguer. Aprobó ayer darle su nombre a una calle en la zona del Portillo. 18/02/2009 EL PERIÓDICO
El fundador del Opus Dei, Josemaría Escrivá de Balaguer, tendrá finalmente una calle con su nombre en Zaragoza, una vía de nueva creación entre la plaza de la Ciudadanía y la avenida de Anselmo Clavé, en la zona de la antigua estación ferroviaria del Portillo.
El Gobierno del Ayuntamiento aprobó ayer dedicar este nuevo vial a Escrivá de Balaguer con el objetivo de zanjar la polémica que suscitó la inicial propuesta del alcalde, Juan Alberto Belloch, de sustituir, en aplicación de la Ley de la Memoria Histórica, la calle del General Sueiro por la del fundador del Opus Dei. Tras concluir la reunión del Gobierno municipal, Belloch defendió honrar con una calle al que considera uno de los tres aragoneses más importantes de la segunda mitad del siglo XX, porque es "un hecho objetivo" a pesar de que CHA e IU lo vinculan al franquismo y de que pueda haber voces críticas en el propio PSOE.
"El Gobierno ya ha tomado su decisión. Eso ya es irreversible", afirmó Belloch, quien opinó que es "sectarismo ideológico puro y duro" oponerse a que Escrivá de Balaguer tenga una calle en la ciudad al vincularlo con el franquismo. "Pero sectarios hay en todas partes, hasta en mi partido", comentó.
Asimismo, estimó que jamás se debe dejar de colocar el nombre de alguien en una calle en función de qué ideas tenga, porque ese es "un planteamiento absurdo "Debe hacerse en función de la importancia objetiva del personaje", dijo.

comentarios ()Cristiano de base - 18/02/2009 - 11:22:05 h. *Juan Alberto: Errare humanum est, perseverare diabolicum. Escrivá tiene muchos seguidores acérrimos (sectarios) y muchos detractores y damnificados (ex Opus). ¿Aún NO te has dado cuenta del coste político de esta decisión para tu imagen?*La doctrina del Opus es políticamente incorrecta en los estados democráticos modernos (homófoba, sexista, elitista, clasista...) Aunque lo nieguen gracias al doblepensar orweliano y nos vendan que san Josemaría era un ser angélical su "Obra" es innegable. En el Heraldo de Aragón me han borrado todos los comentarios con críticas doctrinales desde el catolicismo de base al Opus. ¿Este comentario verá la luz? El poder del Opus y de la Conferencia Episcopal Española y de Benedicto XVI es grande, pero eso no demuestra que tengan razón.
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Vecino de General Sueiro- 18/02/2009 - 11:47:41 h.Los nombres de las calles siempre se han impuesto desde arriba por decretazo caciquil (nombres de ex alcaldes, etc) Por primera vez hemos podido opinar. Y como vecino de General Sueiro opino. Prefiero vivir en calle Aben Aljafa, Gandhi, Jon Sobrino, Vicente Ferrer, Odón de Buen o Benedicto de Blancas que en calle san Josemaría. Me podrán hacer caso (a mí y a otro miles de disconformes) o imponer su voluntad soberana como antaño...
// El mundo al revés- 18/02/2009 - 12:16:32 h. Ahora los que NO somos del Opus Dei somos los SECTARIOS. Busca en Wikipedia SECTA e infórmate,o lee el libro de Pilar Salarrullana y dime qué son el Opus Dei, Legionarios de Cristo, Regnum Christi, Nueva Acrópolis, Hare Krishna, Iglesia de la Cienciología, Moon, Niños de Dios... Ver http://www.sindioses.org/sociedad/sectaspeligro.html

// ¿San? Josemary
- 18/02/2009 - 12:06:54 h. En fin, no creo que haya zanjado ninguna polémica, ya que ésta pervivirá mientras ese personaje de la secta "Opus Dei" tenga algún reconocimiento público. Y soy católico, por eso no voy contra las calles ya definidas a santos (por malas personas que fueran, véase Pedro Arbués), pero en el siglo XXI no podemos permitir dedicar una calle a una persona de conducta malvada o reprochable como fue Escrivá.
El CSIC se desvincula del congreso creacionista de la Expo. La comunidad científica española rechaza en bloque los debates sobre 'diseño inteligente' que tendrán lugar en Zaragoza

Una Zaragoza abierta y de Todos. Juan Alberto Belloch Julbe.
La decisión de dedicar una calle de Zaragoza al fundador del Opus Dei, San Josemaría Escrivá de Balaguer, ha originado una cierta polémica entre algunos sectores ciudadanos del ámbito progresista. En la mayoría de los casos se trata de una controversia razonada y razonable, como lo son casi todas las cosas que ocurren en la vida democrática de las ciudades.
Sin embargo, algunas de las opiniones que se vienen emitiendo van más allá de la defensa legítima de un determinado punto de vista -en contra de la decisión tomada por el Ayuntamiento de Zaragoza- e incurren en lo que a mi juicio es un clamoroso error de concepto a partir del cual el debate queda totalmente desenfocado.
Así, por ejemplo, el profesor Rodrigo Sánchez, escribía en estas mismas páginas que “al santo aragonés que predicó el uso del cilicio le pone una calle un ayuntamiento socialista, dejando por el “camino” un reguero de sombras sobre sus modos de utilizar e interpretar el pasado, y a sus votantes, parte de las izquierdas zaragozanas, desnortadas”. En la propia acusación está la mejor defensa de nuestros argumentos.
Porque el Ayuntamiento que presido no es un “ayuntamiento socialista”, sino el Ayuntamiento de Zaragoza, una ciudad plural, con cinco fuerzas políticas representadas en la Corporación y donde la fuerza mayoritaria -que somos los socialistas- tenemos el 38 % de los votos y gobernamos en coalición con un partido que no es de izquierdas y en minoría. No me quiero escudar en las cifras y porcentajes electorales para justificar ninguna decisión, pero sí creo que es importante reflexionar sobre el hecho de que el asunto que ha generado esta polémica no puede ser nunca visto como una cuestión interna de la izquierda. Las calles son de todos. Incluso de aquellos que no piensan como nosotros.
Y precisamente por el alto valor simbólico y pedagógico que tienen las decisiones sobre la nomenclatura de los espacios públicos es por lo que estoy convencido de que debemos adoptarlas con amplitud de miras, sin sectarismo, distinguiendo lo que es relevante y digno de destacar, practicando la tolerancia y celebrando todo aquello que haya aportado a nuestra ciudad proyección internacional.
Escrivá de Balaguer cumple sobradamente esos criterios como santo de la Iglesia Católica, su condición de aragonés, su vinculación con la ciudad de Zaragoza y su indiscutible -aunque ciertamente discutido- carácter de muy importante figura histórica del siglo XX en Aragón, en España y en el mundo, como demuestra las 42 calles y plazas que tiene dedicadas ciudades de 13 países del mundo, o las trece universidades y cien centros de formación creados bajos su impulso.
Las opiniones personales que cuestionan los valores de su obra y de su figura no significan necesariamente que no sea adecuada su inclusión en nuestro callejero, que correría el riesgo de quedar semivacío en el caso de que sometiéramos a sus titulares al mismo intenso escrutinio en relación con nuestras convicciones ideológicas individuales.
Puedo estar equivocado, desde luego. Pero no hay ninguna sombra en esta decisión ni en la forma en la que el alcalde y su gobierno miran al pasado. Todo lo contrario. Hay luz. Luz para respetar y aceptar. Yo entiendo el mandato que los zaragozanos me han dado para ser alcalde de Zaragoza en el sentido de impulsar una ciudad en la que todos nos sintamos reconocidos en algún momento. Una Zaragoza abierta y de todos.
Es lo que creo como alcalde, pero no a costa de mis ideales socialistas -como algunos dicen estos días-, sino precisamente como expresión de los mismos. No me cuesta admitir lo evidente, como es la existencia de muy diversas sensibilidades en mi partido y en la izquierda en general. Pero la mía no es ni menos respetable ni menos progresista. Y, además, estoy seguro de que no es minoritaria. Porque creo en un socialismo que aspira a construir la justicia y el progreso social en una perspectiva integradora, dialogante y antidogmática. Sin axiomas excluyentes ni revanchas.

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