La Archidiócesis de Sevilla llama a secundar la huelga general. Achaca a la reforma laboral un "marcado carácter idolátrico" ANTONIO AVENDAÑO SEVILLA 16/09/2010 foto: El arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo Pelegrina.ANTONIO AVENDAÑO
No es la primera vez que desde la Archidiócesis de Sevilla se muestra simpatía con la causa de los trabajadores, pero no consta que en anteriores convocatorias de huelga general la jerarquía eclesiástica sevillana se hubiera mostrado tan contundente al apoyar un paro general convocado por los sindicatos. El boletín de este mes de la Pastoral Obrera de la Archidiócesis no se anda por las ramas: "Apoyamos la convocatoria de huelga general del 29 de septiembre como un derecho de los trabajadores y como una medida justa y legítima para la defensa de los derechos y la dignidad de los trabajadores".
Para el anónimo redactor de la publicación oficial de la Archidiócesis, que ostenta monseñor Juan José Asenjo, "oponerse a la reforma laboral es una cuestión de dignidad" porque dicha legislación "tiene un marcado carácter idolátrico, ya que nace y responde a un contexto en el que la economía de mercado se ha convertido en un absoluto que invade todos los campos de la existencia humana".
Sostiene en una pastoral que el paro es "justo y legítimo"
Pero el texto no se limita a formular consideraciones genéricas de defensa de los más débiles, sino que levanta juicio sumarísimo contra la reforma promovida por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero: "Es la mayor agresión que han sufrido los derechos de los trabajadores en nuestra historia reciente". Y a continuación recuerda que "las sucesivas reformas laborales han ido recortando los derechos de los trabajadores: reducción de la contratación indefinida y fomento de la contratación temporal y a tiempo parcial; recortes en la prestación por desempleo; abaratamiento del despido al tiempo que se incrementaban las bonificaciones a empresas".
En otro párrafo del texto se razona, con terminología estrictamente sindical, que "la reforma actual va más lejos ampliando las causas del despido, que será más barato y subvencionado y limitando la aplicación de los derechos laborales de los convenios".
En la última convocatoria de huelga general, que tuvo lugar en el año 2002 bajo el Gobierno conservador de José María Aznar, el entonces arzobispo de Sevilla no ocultaba que sus simpatías estaban con los trabajadores, en particular con los jornaleros andaluces, cuyos derechos se proponía recortar el Ejecutivo. En una entrevista concedida a un periódico nacional, monseñor Amigo Vallejo argumentaba lo siguiente: "La huelga es un derecho democrático y como tal debe respetarse. Ya sé que una huelga general tiene un componente político de desgaste del Gobierno, pero, por la información que tenemos a través de los sindicatos, hay razones fundadas para hacerla. Yo no veo que esta huelga sea injusta".
No es la primera vez que desde la Archidiócesis de Sevilla se muestra simpatía con la causa de los trabajadores, pero no consta que en anteriores convocatorias de huelga general la jerarquía eclesiástica sevillana se hubiera mostrado tan contundente al apoyar un paro general convocado por los sindicatos. El boletín de este mes de la Pastoral Obrera de la Archidiócesis no se anda por las ramas: "Apoyamos la convocatoria de huelga general del 29 de septiembre como un derecho de los trabajadores y como una medida justa y legítima para la defensa de los derechos y la dignidad de los trabajadores".
Para el anónimo redactor de la publicación oficial de la Archidiócesis, que ostenta monseñor Juan José Asenjo, "oponerse a la reforma laboral es una cuestión de dignidad" porque dicha legislación "tiene un marcado carácter idolátrico, ya que nace y responde a un contexto en el que la economía de mercado se ha convertido en un absoluto que invade todos los campos de la existencia humana".
Sostiene en una pastoral que el paro es "justo y legítimo"
Pero el texto no se limita a formular consideraciones genéricas de defensa de los más débiles, sino que levanta juicio sumarísimo contra la reforma promovida por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero: "Es la mayor agresión que han sufrido los derechos de los trabajadores en nuestra historia reciente". Y a continuación recuerda que "las sucesivas reformas laborales han ido recortando los derechos de los trabajadores: reducción de la contratación indefinida y fomento de la contratación temporal y a tiempo parcial; recortes en la prestación por desempleo; abaratamiento del despido al tiempo que se incrementaban las bonificaciones a empresas".
En otro párrafo del texto se razona, con terminología estrictamente sindical, que "la reforma actual va más lejos ampliando las causas del despido, que será más barato y subvencionado y limitando la aplicación de los derechos laborales de los convenios".
En la última convocatoria de huelga general, que tuvo lugar en el año 2002 bajo el Gobierno conservador de José María Aznar, el entonces arzobispo de Sevilla no ocultaba que sus simpatías estaban con los trabajadores, en particular con los jornaleros andaluces, cuyos derechos se proponía recortar el Ejecutivo. En una entrevista concedida a un periódico nacional, monseñor Amigo Vallejo argumentaba lo siguiente: "La huelga es un derecho democrático y como tal debe respetarse. Ya sé que una huelga general tiene un componente político de desgaste del Gobierno, pero, por la información que tenemos a través de los sindicatos, hay razones fundadas para hacerla. Yo no veo que esta huelga sea injusta".
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