Las religiones minoritarias piden al Estado que no financie confesiones. Solo los cristianos ortodoxos comprenden que se dé el 0,7% a la Iglesia católica. I. CEMBRERO / M. CEBERIO BELAZA - Madrid EL PAÍS - Sociedad - 20-06-2010
Todos contra el modelo de financiación de la Iglesia católica. Las confesiones minoritarias rechazan que los contribuyentes puedan destinar el 0,7% a su IRPF a las arcas de la religión mayoritaria en España. La única excepción son las iglesias ortodoxas, que se muestran algo más comprensivas con los privilegios de los que, gracias al Concordato de 1979, goza la Iglesia católica.
La divulgación, por EL PAÍS, el domingo pasado, del borrador de la nueva Ley Orgánica sobre Libertad Religiosa que prepara el Gobierno ha incitado a las confesiones minoritarias a pronunciarse sobre el proyecto que debería entrar en las Cortes después de la visita del Papa Benedicto XVI a España, prevista para noviembre.
El texto desarrolla el laicismo -algo que alaban-, pero lamentan, en cambio, que no aborde la financiación de las iglesias ni recorte las competencias de unos Ayuntamientos generalmente muy cicateros a la hora de permitir la apertura de templos.
Tres religiones firmaron en 1992 acuerdos con el Ministerio de Justicia: los musulmanes, que rondan los 1,4 millones de fieles, los protestantes (un millón) y los judíos (33.000). Se convirtieron así en interlocutores del Estado que les otorga, además, subvenciones.
Otras cuatro confesiones obtuvieron en esta década la consideración de "notorio arraigo", que conlleva algunas ventajas fiscales: los mormones (44.000 fieles), los budistas (80.000), los Testigos de Jehová (110.000) y los cristianos ortodoxos (600.000). Hinduistas e Iglesia de la Cienciología aspiran, como mínimo, a lograr este estatuto. "Pedimos igualdad de derechos", afirma Iván Arjona, presidente de los cienciólogos.
"Nuestra mayor objeción al borrador de la ley la hacemos a algo que no figura en ella: la financiación", señala Jaume Llenas, secretario general de la Alianza Evangélica Española, que agrupa a profesionales protestantes.
Todas las confesiones minoritarias lamentan, en mayor o menor medida, esa omisión. "Mantener ese 0,7% es discriminatorio con los demás", sostiene Mohamed Ali, presidente de la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas (FEERI), uno de los dos pilares del islam español.
Pero las discrepancias afloran cuando formulan ideas sobre cómo subsanar esa "parcialidad". Algunos aspiran a que se generalice el modelo de financiación del que se beneficia la Iglesia católica. No es el caso de los Testigos de Jehová, que optan por una separación clara entre las iglesias y el Estado. "¿Por qué debe pagar el Estado a los profesores de religión o subvencionar el ejercicio de mi fe?", se sorprende Aníbal Matos, portavoz de los Testigos de Jehová. "Que las instituciones reciban directamente dinero supone convertir al Estado en recaudador de esa confesión y crear relaciones de dependencia no deseables", añade Llenas.
"Si de verdad España avanza hacia un Estado laico lo mejor sería que desaparezca esa contribución impositiva a la Iglesia", recalca Mohamed Ali. "Ahora bien, si no es posible eliminarla, entonces los contribuyentes de otras confesiones deben poder hacer esa misma aportación del 0,7% a sus instituciones".
"Así, en tiempos de crisis, podríamos renunciar temporalmente al 0,7% en beneficio del Estado y ayudarle a ahorrar", bromea Mariano Blázquez, secretario ejecutivo de la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España.
"Quizá el Estado no debería costear con los impuestos el culto, pero sí las actividades sociales de las confesiones como lo hace con las ONG", matiza Jacobo Israel Garzón, presidente de la Federación de Comunidades Judías de España. Lo ideal, para los evangélicos, sería más bien que se aumente la cantidad deducible del IRPF por donaciones a instituciones religiosas.
Cuanto más pequeña es la comunidad religiosa, más empeño ponen sus líderes en subrayar su autonomía económica. "Nosotros nos autofinanciamos a través del diezmo", subraya Faustino López, director de los mormones. "Los budistas siempre hemos sido autosuficientes y la envidia [hacia los católicos] no encaja en nuestras creencias", añade Luis Morente.
La gran excepción son los cristianos ortodoxos, cuyo número de fieles en España se ha disparado estos últimos años a causa de la inmigración rumana y, en menor medida, búlgara y ucraniana.
Para darles cabida, la Iglesia católica les presta templos en los que celebran su liturgia y hasta bodas y bautizos. Incluso se les permite decorar la iglesia mientras dura la ceremonia con sus ornamentos. Quizá por eso los ortodoxos son más comprensivos. "España es un país mayoritariamente católico", dice Teófilo Moldovan, arcipreste ortodoxo rumano. "No puedo pretender que equiparen a mi iglesia con la católica", prosigue. "Sí ansío mejoras, como concluir un acuerdo con el Estado como el que hace 18 años lograron judíos, musulmanes y evangélicos".
El grueso de los cristianos ortodoxos han estado sometidos durante largos años a regímenes comunistas que marginaban la religión. Esas vivencias les marcan ahora al valorar la ley de Libertad Religiosa en gestación.
"Hay que tener cuidado de ir demasiado lejos por el camino de la laicidad", advierte Andrés Kordochkin, presbítero de la Iglesia Ortodoxa rusa de Madrid. "Tenemos muy malos recuerdos de una Unión Soviética, donde la exhibición de símbolos religiosos, como la cruz pectoral, estaban muy mal vistos y acarreaban problemas al que lo llevaba". A juzgar por su borrador, la ley española no veta los símbolos religiosos individuales.
Todos contra el modelo de financiación de la Iglesia católica. Las confesiones minoritarias rechazan que los contribuyentes puedan destinar el 0,7% a su IRPF a las arcas de la religión mayoritaria en España. La única excepción son las iglesias ortodoxas, que se muestran algo más comprensivas con los privilegios de los que, gracias al Concordato de 1979, goza la Iglesia católica.
La divulgación, por EL PAÍS, el domingo pasado, del borrador de la nueva Ley Orgánica sobre Libertad Religiosa que prepara el Gobierno ha incitado a las confesiones minoritarias a pronunciarse sobre el proyecto que debería entrar en las Cortes después de la visita del Papa Benedicto XVI a España, prevista para noviembre.
El texto desarrolla el laicismo -algo que alaban-, pero lamentan, en cambio, que no aborde la financiación de las iglesias ni recorte las competencias de unos Ayuntamientos generalmente muy cicateros a la hora de permitir la apertura de templos.
Tres religiones firmaron en 1992 acuerdos con el Ministerio de Justicia: los musulmanes, que rondan los 1,4 millones de fieles, los protestantes (un millón) y los judíos (33.000). Se convirtieron así en interlocutores del Estado que les otorga, además, subvenciones.
Otras cuatro confesiones obtuvieron en esta década la consideración de "notorio arraigo", que conlleva algunas ventajas fiscales: los mormones (44.000 fieles), los budistas (80.000), los Testigos de Jehová (110.000) y los cristianos ortodoxos (600.000). Hinduistas e Iglesia de la Cienciología aspiran, como mínimo, a lograr este estatuto. "Pedimos igualdad de derechos", afirma Iván Arjona, presidente de los cienciólogos.
"Nuestra mayor objeción al borrador de la ley la hacemos a algo que no figura en ella: la financiación", señala Jaume Llenas, secretario general de la Alianza Evangélica Española, que agrupa a profesionales protestantes.
Todas las confesiones minoritarias lamentan, en mayor o menor medida, esa omisión. "Mantener ese 0,7% es discriminatorio con los demás", sostiene Mohamed Ali, presidente de la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas (FEERI), uno de los dos pilares del islam español.
Pero las discrepancias afloran cuando formulan ideas sobre cómo subsanar esa "parcialidad". Algunos aspiran a que se generalice el modelo de financiación del que se beneficia la Iglesia católica. No es el caso de los Testigos de Jehová, que optan por una separación clara entre las iglesias y el Estado. "¿Por qué debe pagar el Estado a los profesores de religión o subvencionar el ejercicio de mi fe?", se sorprende Aníbal Matos, portavoz de los Testigos de Jehová. "Que las instituciones reciban directamente dinero supone convertir al Estado en recaudador de esa confesión y crear relaciones de dependencia no deseables", añade Llenas.
"Si de verdad España avanza hacia un Estado laico lo mejor sería que desaparezca esa contribución impositiva a la Iglesia", recalca Mohamed Ali. "Ahora bien, si no es posible eliminarla, entonces los contribuyentes de otras confesiones deben poder hacer esa misma aportación del 0,7% a sus instituciones".
"Así, en tiempos de crisis, podríamos renunciar temporalmente al 0,7% en beneficio del Estado y ayudarle a ahorrar", bromea Mariano Blázquez, secretario ejecutivo de la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España.
"Quizá el Estado no debería costear con los impuestos el culto, pero sí las actividades sociales de las confesiones como lo hace con las ONG", matiza Jacobo Israel Garzón, presidente de la Federación de Comunidades Judías de España. Lo ideal, para los evangélicos, sería más bien que se aumente la cantidad deducible del IRPF por donaciones a instituciones religiosas.
Cuanto más pequeña es la comunidad religiosa, más empeño ponen sus líderes en subrayar su autonomía económica. "Nosotros nos autofinanciamos a través del diezmo", subraya Faustino López, director de los mormones. "Los budistas siempre hemos sido autosuficientes y la envidia [hacia los católicos] no encaja en nuestras creencias", añade Luis Morente.
La gran excepción son los cristianos ortodoxos, cuyo número de fieles en España se ha disparado estos últimos años a causa de la inmigración rumana y, en menor medida, búlgara y ucraniana.
Para darles cabida, la Iglesia católica les presta templos en los que celebran su liturgia y hasta bodas y bautizos. Incluso se les permite decorar la iglesia mientras dura la ceremonia con sus ornamentos. Quizá por eso los ortodoxos son más comprensivos. "España es un país mayoritariamente católico", dice Teófilo Moldovan, arcipreste ortodoxo rumano. "No puedo pretender que equiparen a mi iglesia con la católica", prosigue. "Sí ansío mejoras, como concluir un acuerdo con el Estado como el que hace 18 años lograron judíos, musulmanes y evangélicos".
El grueso de los cristianos ortodoxos han estado sometidos durante largos años a regímenes comunistas que marginaban la religión. Esas vivencias les marcan ahora al valorar la ley de Libertad Religiosa en gestación.
"Hay que tener cuidado de ir demasiado lejos por el camino de la laicidad", advierte Andrés Kordochkin, presbítero de la Iglesia Ortodoxa rusa de Madrid. "Tenemos muy malos recuerdos de una Unión Soviética, donde la exhibición de símbolos religiosos, como la cruz pectoral, estaban muy mal vistos y acarreaban problemas al que lo llevaba". A juzgar por su borrador, la ley española no veta los símbolos religiosos individuales.
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