El 'frigorífico' siberiano se descongela DANIEL UTRILLA | CORRESPONSAL EN MOSCÚ
Hegel sostenía que Siberia estaba al margen de la historia universal porque «sus características no le permiten ser un escenario para la cultura». Pues bien, quizás estas características que han mantenido durante milenios al vasto territorio siberiano en estado de hibernación histórica estén empezando a cambiar.
La tundra se calienta. En el mítico norte helado de Siberia empiezan a ser visibles síntomas de un progresivo deshielo del subsuelo helado y del 'permafrost' (capa de hielo superficial), un sistema en frágil equilibrio que comienza a quebrarse por primera vez en 11.000 años.
La formación de grandes lagos en las planicies de la Siberia subártica, la caída de postes eléctricos debido a lo movedizo del terreno, el descubrimiento de grandes praderas verdes o la existencia de madrigueras de tejón mucho más al norte de lo habitual son algunas de las evidencias que enumera el científico ruso Serguei Kirpotín, biólogo especialista en dinámica de paisajes de la Universidad Estatal de Tomsk: «El deshielo del subsuelo está aumentando considerablemente y más allá del círculo polar ártico el clima comienza a templarse mucho más rápidamente que en otras regiones del planeta». Según cálculos recogidos por el diario 'Nezavísima' 'Gazeta', en Siberia Oriental, cerca del río Amur y en la región de Primorie, se ha registrado en los últimos 100 años un aumento de 3,5 grados. Otros estudios hablan de 3 grados de subida en los últimos cuatro decenios.
Sobre la base de estudios desarrollados por científicos de la URSS hace 15 años, durante aquel otro 'deshielo' político que fue la 'perestroika', Kirpotín ha constatado con sus propios ojos cómo el paisaje de la tundra ha ido cambiando. «Los lagos cambian de lugar, unos desaparecen y otros aparecen... Puede ocurrir que donde había un lago se formen dos. Algunos ven aumentada su superficie, otros vierten sus aguas en otros, o el terreno que antes era seco al año siguiente aparece bajo agua», explica.
El estudio está siendo financiado por INTAS, una asociación independiente formada por la UE y otros países afines que actúan para fomentar el potencial investigador en la antigua URSS mediante la cooperación científica. Si bien toda Siberia equivale en extensión a EEUU y Europa juntos, la zona objeto de estudio y de preocupación queda limitada a la tundra, la franja más septentrional que se caracteriza por su capa de subsuelo congelado sobre la que crecen musgos y líquenes. Más en concreto, el estudio afecta a las regiones de Novi Urengoi y Pangoda, una zona que rebasa parcialmente la línea del círculo polar ártico con una extensión de 150 por 200 kilómetros.
Además, bajo la gélida alfombra siberiana hay oculta una 'bomba' de relojería: cantidades ingentes de metano -muy superiores a las que ya emite la actividad humana- cuya liberación vendría acelerada por el deshielo. Originado por la descomposición de las sustancias orgánicas de los pantanos, el metano posee una gran capacidad de absorción térmica en la atmósfera (atrapa 21 veces más calor que el dióxido de carbono), lo que lo sitúa al frente de la lista de gases de efecto invernadero. En algunas zonas siberianas, el metano ha comenzado a burbujear bajo la superficie de algunos lagos.
Los ciclos de las estaciones también están cambiando en Siberia (donde las nieves se derriten antes y el invierno arranca con retraso). En consecuencia, la tundra queda expuesta al sol durante periodos más largos, lo que tiene un efecto desorientador sobre la fauna local y sus hábitos migratorios. «El hecho de que la primavera llegue unos días antes no afecta al hombre, pero sí a las aves acuáticas y, en grado menor, a los renos», explica Ilia Morvintsev, del Instituto para los problemas ecológicos y evolutivos de la Academia de las Ciencias de Moscú. Según los cazadores locales, los tejones han comenzado a excavar sus madrigueras más al norte de lo habitual. «Los tejones suelen hacer sus madrigueras en la tierra no congelada, y si se han trasladado al norte significa que allí han encontrado terreno adecuado», conjetura Kirpotín.
En algunas aldeas siberianas afectadas por el deshielo, los cimientos de algunas casas ceden y se tambalean. En los últimos cuatro años, Kirpotín ha comprobado cómo en la región de Novi Urengoi se han desplomado postes eléctricos, lo que ha obligado a modificar sus basamentos. Si antes estaban simplemente incrustados en el suelo helado, ahora «los ponen sobre fundamentos horizontales», explica. Otro fenómeno que salta a la vista es el retraso en la formación de los llamados 'zimniki', los senderos sobre el hielo que se crean en invierno para el paso de vehículos. «Antes se formaban a finales de octubre y ahora sólo a finales de diciembre», explica el botánico. En la región de Taimir, los bosques han empezado a extender sus dominios más allá de sus límites habituales y algunos expertos hablan ya de 'invasión' arbórea de la tundra.
Para muchos ecologistas, el impacto ambiental del deshielo será a la larga mucho mayor que el causado por el otro gran desastre natural siberiano: la colisión en 1908 de un meteorito en el valle Tunguska, en Siberia Central, que calcinó 200.000 hectáreas de bosque. Quizá dentro de unos decenios, cuando el pernicioso metano abra nuevos 'cráteres' en las capas atmosféricas, Siberia logre meterse de lleno en la historia de Occidente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario