JAVIER SAMPEDRO - Madrid EL PAÍS - Sociedad - 30-01-2007
"La tensión premenstrual (TPM) convierte a las mujeres durante cinco días en lo que un hombre suele ser todo el mes", rezaban unas camisetas feministas bastante populares en los primeros noventa. Era una reacción contra los chistes de la TPM, que son todo un género, pero que suelen hacer mucha menos gracia a las mujeres que a los hombres: el ciclo menstrual altera la probabilidad de caer en comportamientos adictivos, depresiones y otras alteraciones psicológicas que no son ninguna broma, y una nueva investigación aclara hoy por qué ( PNAS, edición electrónica).
"La tensión premenstrual (TPM) convierte a las mujeres durante cinco días en lo que un hombre suele ser todo el mes", rezaban unas camisetas feministas bastante populares en los primeros noventa. Era una reacción contra los chistes de la TPM, que son todo un género, pero que suelen hacer mucha menos gracia a las mujeres que a los hombres: el ciclo menstrual altera la probabilidad de caer en comportamientos adictivos, depresiones y otras alteraciones psicológicas que no son ninguna broma, y una nueva investigación aclara hoy por qué ( PNAS, edición electrónica).
Karen Faith Berman y Jean-Claude Dreher, del Instituto Nacional de Salud Mental (NIH, Bethesda, EE UU), han examinado la actividad cerebral de 15 mujeres (por resonancia magnética funcional, fMRI) mientras hacían una prueba típica para evaluar su sistema de recompensa: la red de dispositivos cerebrales que está detrás de gran parte del comportamiento humano. Todo lo que nos gusta, nos gusta porque activa ese circuito cerebral. De no ser por el sistema de recompensa, el sexo y la comida no tendrían el menor atractivo para nadie, como no lo tendrían las bellas puestas de sol ni los cuadros de Picasso. Todas las drogas son trucos químicos para activar ese circuito sin necesidad de que ocurra nada placentero en el mundo real. Sus diferencias innatas de actividad son responsables de la muy diferente propensión a las adicciones que muestran unas personas y otras. En la prueba de Berman y Dreher, las mujeres tenían que decidir si ponían su dinero en unas máquinas tragaperras (las máquinas eran virtuales, pero el dinero no). La probabilidad de ganar dependía de la máquina, y el premio también (de nada a 20 dólares). Y los científicos compararon las pautas de activación cerebral de cada mujer en dos momentos del ciclo: las fases folicular y lútea, correspondientes a las dos mitades del ciclo hormonal, antes y después de ovular (véase gráfico). Los resultados demuestran claramente "una mayor reactividad del sistema de recompensa durante la fase folicular". Y la razón son los niveles de hormonas. La primera mitad del ciclo está dominada por los estrógenos, y las mujeres con más estrógenos son las que muestran más activación del circuito de recompensa en esa fase. La progesterona, que domina la segunda mitad del ciclo, aminora esa activación y cambia su pauta, y también enrasa las diferencias entre mujeres con más o menos estrógenos. "Estos resultados establecen el fundamento neurobiológico para entender el impacto de las hormonas sexuales sobre la vulnerabilidad a las drogas, las enfermedades neuropsiquiátricas con distinta expresión en hombres y mujeres, y los desarreglos hormonales del estado de ánimo", concluyen los investigadores. Se sabe, por ejemplo, que las mujeres experimentan una mayor respuesta subjetiva a la cocaína y las anfetaminas durante la primera fase del ciclo que durante la segunda. Otros estudios con pacientes esquizofrénicos han mostrado que la enfermedad suele aparecer más tarde, y con menos gravedad, en las mujeres que en los hombres. Berman cree entender ahora la causa de ambos fenómenos: el nivel de estrógenos (y por tanto sus efectos sobre el circuito cerebral de la recompensa) son mayores en la primera mitad del ciclo que en la segunda, y también son mayores en las mujeres que en los hombres. Uno de los principales núcleos cerebrales del circuito de la recompensa -la amígdala, nada que ver con las amígdalas de la garganta- tiene un papel central en las diferentes respuestas que hombres y mujeres suelen mostrar a los estímulos sexuales. "Los hombres muestran una mayor respuesta a los estímulos sexuales visuales", explica Berman, "mientras que las mujeres retienen unas memorias más vívidas y poderosas de los estímulos sexuales emocionales (incluidos los repugnantes)". Y la razón es la amígdala, que se activa más en las mujeres que en los hombres ante un estímulo sexual emocional o repugnante, pero menos ante un estímulo visual sexual. Y la razón de esas diferencias es el nivel de estrógenos, que actúan directamente sobre la amígdala para modular su respuesta. Esto implica que las mujeres son menos femeninas en su respuesta a los estímulos sexuales durante la segunda mitad del ciclo, lo que viene a dar una parte de razón a la camiseta feminista de los noventa. Berman cree que ésa es la razón última -la razón evolutiva- de sus observaciones: "Se piensa que la mayor disponibilidad, receptividad y grado de deseo que puede ocurrir durante el periodo ovulatorio facilita la reproducción. La activación hormonal del circuito de la recompensa antes de la ovulación puede modular tanto el comportamiento de aproximación como el hedónico y consumatorio".
Vestidas para seducir
Vestidas para seducir
"Tendían a ponerse faldas en lugar de pantalones, enseñar más y vestirse más a la moda", explicó Haselton. Según el equipo, estos resultados muestran que las mujeres, como el resto de las hembras animales, indican de alguna forma al sexo opuesto cuándo se encuentran en el momento ideal para la concepción.
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