1. Como compañeros del profesor Juan Masiá en la reflexión teológica nos entristece su cese como director de la Cátedra de Bioética y la prohibición de vender y reeditar su libro “Tertulias de Bioética”, que se publicó con las debidas licencias eclesiásticas del obispado de Santander, y sentimos la necesidad de solidarizarnos con él.
2. Lamentamos que en la Iglesia católica se actúe de este modo con quien ha acreditado honestidad intelectual y lealtad “en el sentir y disentir con y en la Iglesia”, según sus propias palabras, y que en dicha institución no se respeten los derechos humanos reconocidos universalmente hoy. Resulta doloroso comprobar que en la Iglesia perviven todavía maneras de actuar inquisitoriales de épocas pasadas. Nos parece un anacronismo el tomar estas decisiones que, por no admitir la libertad de expresión y de cátedra, y menos aún la libertad de conciencia y el pluralismo, alejan de la Iglesia a muchos creyentes. Sorprende especialmente que se haya tomado esta decisión cuando faltaban escasamente dos meses para la fecha de su jubilación.
3. Creemos que la obra de Juan Masiá, lejos de separar de la fe cristiana, ayuda a abrir nuevos horizontes, a tener opiniones propias y expresarlas, y a situarse críticamente y con talante de diálogo ante nuevos y urgentes desafíos. A su vez, nos ofrece herramientas para situarnos de forma adulta en la Iglesia y en la sociedad. No entendemos qué es lo que en sus textos puede resultar contrario al evangelio de Jesús. Tampoco podemos comprender cómo a estas alturas, y precisamente cuando estamos conmemorando los 40 años del concilio Vaticano II, no se respete dentro de la Iglesia católica el pluralismo teológico que el propio concilio promovió.
4. Como teólogos nos duele que muchos intelectuales y científicos se alejen de la fe cristiana al no poder aceptar los presupuestos filosóficos y científicos caducos que asume la Iglesia, ni el lenguaje con que los expresa.
5. Nos parece injusta la sanción con que se castiga a Masiá por haber tenido la “decencia” cristiana y académica de decir lo que piensa y expresarse con libertad. Sus aportaciones en el campo de la bioética desde una perspectiva teológica, interdisciplinar, intercultural e interreligiosa, nos parecen muy necesarias hoy, y por eso nos duele que se le reprima. La Iglesia del siglo XXI está muy necesitada de voces libres y proféticas que contribuyan a liberarla de concepciones superadas que le impiden entablar un auténtico diálogo interreligioso y social de amplio alcance. Agradecemos a nuestro compañero Masía su libertad y lamentamos que se ponga freno a su actitud dialogante tantas posturas dogmáticas y fundamentalistas está evitando.
JUNTA DIRECTIVA DE LA ASOCIACIÓN DE TEÓLOGOS Y TEÓLOGAS JUAN XXIII
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