(PD/Agencias).- “Tras haber vencido al fascismo, al nazismo y al estalinismo, el mundo se enfrenta ahora a una nueva amenaza: el islamismo (...). Nosotros -escritores, periodistas e intelectuales- hacemos un llamamiento a la resistencia contra el totalitarismo religioso así como al fomento de la libertad, la igualdad de oportunidades y los valores laicos para todos”.
Son palabras firmadas por el novelista Salman Rushdie, por el filósofo francés Bernard Henri-Levy, y por la feminista y cineasta somalo-holandesa, Ayaan Hirsi Ali, entre otros. En el manifiesto, la docena de intelectuales firmantes concluye que “no es un choque de civilizaciones ni un antagonismo de Occidente y Oriente lo que estamos presenciando, sino una lucha mundial que enfrenta a demócratas y a teócratas”.
El escrito aparece en el semanario satírico francés Charlie Hebdo. El periódico danés Jyllands-Postem también recoge el manifiesto en su página web, Son dos de las publicaciones europeas que habían publicado las doce viñetas sobre Mahoma.
Manifiesto de condena contra el islamismo
El manifiesto realiza una condena sin paliativos del “islamismo”, palabra que utiliza sin los adjetivos de matiz generalmente aplicados en ese contexto, como “radical”, “violento” o “terrorista”. Mientras, en las últimas horas continuaban las protestas antioccidentales en varios países árabes y musulmanes, Pakistán incluido, donde más de 5.000 niños -algunos cuchillo en mano- exigían “ahorcar” a los dibujantes de las viñetas sobre Mahoma.
En cuanto se conoció la existencia del manifiesto, su contenido convirtió a Internet en un canal de activismo dentro de los cada vez más amplios y activos sectores online que se agrupan en la desconfianza -cuando no en el rechazo directo- en torno a una denunciada presión islámica sobre Europa. El manifiesto se difundió como una espectacular novedad en centros de seguimiento de la ‘Yihad sobre Europa' -éste desde Polonia- así como en blogs de 'vigilancia' de la denominada ‘Eurabia', algunos de ellos españoles.
El manifiesto en los medios de comunicación
En medio de una alta actividad de recomendación de la noticia a través del correo electrónico, la noticia pronto adquirió notoriedad también en los grandes medios de comunicación, desde el diario danés Jyllands-Posten, que publicó íntegro el manifiesto en inglés -junto a los últimos desarrollos de la crisis de las ‘viñetas blasfemas’ que él mismo inició-, hasta la propia cadena panárabe Al Jazeera, en moderada versión recogida de las agencias internacionales occidentales.
El manifiesto fue elaborado, suscrito y difundido por una docena de personalidades con experiencia directa de amenazas por parte del islamismo. Casi en su totalidad, los firmantes provienen de países musulmanes pero se encuentran exiliados en Europa o Estados Unidos.
Por ejemplo, la somalo-holandesa Ayaan Hirsi Ali, que vive escondida entre fuertes medidas de seguridad tras recibir amenazas de muerte por sus denuncias sobre la situación de la mujer en los países islámicos, amenazas que se tomaron mucho más en serio tras el asesinato del también holandés Theo van Gogh por un marroquí con nacionalidad holandesa.
Ayaan Hirsi había aparecido en una película de Van Gogh contando cómo había huído de Somalia para no caer bajo un matrimonio pactado a su espalda así como criticando la situación de las mujeres en el mundo islámico, intervención y afirmaciones que también fueron declaradas "blasfemas" por el asesino del cineasta holandés.
Otro de los firmantes es Ibn Warraq, profesor estadounidense de origen indio y pakistaní que escribió el libro “¿Por qué no soy musulmán?”, tras cuya publicación también tuvo que optar por la protección constante. El único europeo de origen es el francés Philippe Val, director del semanario Charlie Hebdo que publicó las ‘viñetas blasfemas’ en solidaridad con el Jyllands-Posten y que ahora ha difundido el escrito de los otros once escritores.
Condena por ‘toda la eternidad’
Sin embargo, el caso más conocido entre los firmantes es el de Salman Rushdie, condenado a ser “ejecutado” en la fatua dictada por el ayatola Jomeini en 1989 tras la publicación de la novela “Los versos satánicos”.
Aquella fatua fue renovada hace un par de semanas por la denominada Fundación de los Mártires, que, además, ofrece 2,8 millones de dólares por la cabeza (muerta) de Rushdie y que ha sentenciando cómo la condena de Jomeini sobre el “apóstata” escritor de origen indio permanecerá activa y vigente para “toda la eternidad”. Con la fatua de Jomeni reconfirmada, Rushdie continúa rodeado de un fuerte dispositivo de seguridad en sus actos públicos, bajo la atenta y coordinada mirada de las autoridades locales en los lugares que visita.
La “apostasía” de Rushdie ha continuado y continúa muy presente en la prensa de los países árabes y musulmanes, incluyendo la de los más ‘moderados’. Por ejemplo, no es raro encontrar artículos sobre el tema en la prensa turca de orientación más proeuropea –incluso en la escrita en inglés y, por tanto, con una evidente vocación de lectura internacional-, artículos que, sin embargo, advierten sobre la falta de voluntad en las democracias occidentales a la hora de “castigar con severidad” los “insultos a la religión”.
Contra el ‘relativismo cultural’
El manifiesto de la docena de intelectuales añade que “Como todos los totalitarismos, el islamismo se nutre de miedos y frustraciones. Los predicadores del odio juegan con esos sentimientos con el fin de formar batallones destinados a imponer un mundo liberticida y carente de igualdad. Pero, con toda firmeza y claridad, declaramos que ni tan siquiera la desesperación justifica la opción del oscurantismo, el totalitarismo y el odio”.
El manifiesto también apunta: “Rechazamos el ‘relativismo cultural’ que consiste en aceptar que los hombres y las mujeres en la cultura musulmana deberían ser privados de su derecho a la igualdad, libertad y valores laicos en nombre del respeto a las culturas y tradiciones. Rechazamos renunciar a nuestro espíritu crítico por el miedo de ser acusados de ‘islamofobia’, un desafortunado concepto que confunde la crítica al Islam como una religión con la estigmatización de sus creyentes. Abogamos por la universalidad de la libertad de expresión, de forma que el sentido crítico pueda ser ejercitado en todos los continentes, contra todos los abusos y todos los dogmas”, añade el manifiesto de los doce intelectuales. Y concluye: “Decimos a todos los demócratas y espíritus libres de todos los países que nuestro siglo debería ser un siglo de Ilustración y no de oscurantismo”.
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