sahttp://www.abc.es/abc/pg060314/prensa/noticias/Cultura/Cultura/200603/14/NAC-CUL-128.asp
El fanatismo aumenta Tiene un convencimiento: «el fanatismo tiene cada vez más adeptos lo que equivale a que Occidente para un musulmán sea el mundo al revés». El caso es que esta mujer, que tuvo como primer habitáculo en Holanda una casa de acogida en Zeewolde, está empeñada en «terminar con el trato degradante de las niñas y mujeres musulmanas». Sabe que no es tarea fácil, pero en su libro hay un decálogo para las que «quieran huir de la sumisión».
En el terreno de la política, la integración o el multiculturalismo es obligado preguntarle por su opinión acerca de la Alianza de Civilizaciones que predica el presidente del Gobierno español, Zapatero. Contesta rápida: «La civilización islámica se detuvo en el siglo XI. Los países con regímenes islámicos viven crisis tremendas en lo social, en lo económico. A los ladrones se les cortan las manos, las niñas están condenadas a la ablación y a no pintar nada, los homosexuales son ahorcados, la religión domina los derechos civiles... ¿Es esa la civilización con la que Zapatero quiere aliarse?»
Evoca a otros políticos occidentales que, según ella, yerran cuando aseguran: « Nosotros fuimos así, el islam seguirá su curso natural». Para ella, el islam está secuestrado por sí mismo: «No se ha iniciado el periodo de la Ilustración que vivió Europa y que fue tan importante para su desarrollo. Sueño con un Voltaire musulmán». Y añade: «El conocimiento de la razón liberaría el espíritu del individuo, al musulmán del yugo del más allá, de los sentimientos de culpa y de la tentación del fundamentalismo. Siempre hemos cedido a Dios el curso de nuestra vida». Y se hace una pregunta: « Si no pasa nada grave en el islam, ¿por qué son tantos los musulmanes refugiados? De los diez primeros países que más asilo solicitan en Holanda son los que viven bajo un régimen islámico».
Bush y Blair Hace llamadas de atención a Bush y Blair. Para el gobierno estadounidense son estas palabras: «Los regímenes reaccionarios de Oriente Próximo han logrado convencerlo de que lo único que hay que combatir es el terrorismo. La ceguera de Estados Unidos le impide ver que esos regímenes y la clase religiosa que los mantiene en el poder son copartícipes del fanatismo, del wahabismo, que impera en Arabia Saudí». Profetiza que la política de Bush tendrá efectos contraproducentes, porque en países donde no existe un poder judicial independiente y todo depende de quien gobierna, el resultado es el estancamiento. La guerra desatada entre suníes y chiíes en Irak, le hace Por defender algunas ideas ha sido tachada de extremista de derechas. Mientras tanto ella habla del fin del comunismo como un camino a seguir con el islam: «El comunismo fue minado desde dent
ro y atacado desde fuera».Su raciocinio es incansable, su capacidad de crítica es permanente y eso le le permite declarar que «el atraso de muchas naciones-Estado islámicas se debe a que fueron establecidas de manera súbita y artificial, degenerando en dictaduras, que han recibido apoyo de Occidente para mantenerse». Ahora, lamenta profundamente «la educación islámica subsidiada por gobiernos occidentales, porque permite que pervivan costumbres perjudiciales para la persona». «Los partidarios del multiculturalismo defienden los derechos de las minorías», dice. Siente dolor ante datos de la ONU -son 5.000 las chicas asesinadas por perder la virginidad, incluso si han sido violadas- y de Amnistía Internacional. Ella trabaja sin descanso para erradicar estas cifras de sangre.
Hoy ha estado en Mad
rid la holandesa de origen somalí Ayaan Hirsi Ali (por desgracia, aún no hay entrada suya en la wikipedia española, pero sí en la catalana) para presentar su nuevo libro "Yo acuso". No tengo ya héroes, pero todavía me queda alguna heroína: sin duda Ayaan (que significa "suerte" en somalí) es una de ellas y no precisamente por su belleza (que desde luego lo es —bella— y mucho).
Me sorprende que no se haya recogido apenas su visita a España por parte de los medios digitales, salvo en los liberales. Ayaan fue la guionista del corto Submission, un alegato que denunciaba la situación de la mujer en el Islam, realizado por Theo Van Gogh, a quien su atrevimiento le costó la vida (murió degollado en plena calle a manos de un islamista). Desde entonces, Ayaan vive rodeada de guardaespaldas las 24 horas del día pero no por ello han logrado acallarla, sino que sigue siendo de los pocos que se atreve aún a alzar la voz públicamente contra las barbaridades de las sociedades islámicas y los regímenes teocráticos: pese a las amenazas constantes, ha decidido dedicar su vida a luchar por la emancipación de las mujeres musulmanas. Y lo hace con convicción y desde valores éticos sólidos, no desde el oportunismo de la corrección política. Reivindica —cosa muy mal vista hoy día, no digamos en el mundo musulmán— la universalidad de los valores ilustrados y "la necesidad de un Voltaire en el Islam". Sin embargo, la mayoría de feministas occidentales la ignoran por completo (cuando no la desprecian o la acusan de favorecer la "islamofobia" o a la "ultraderecha").
Hay que escuchar a Ayaan porque desafía con conocimiento de causa la opinión favorable hacia los "islamistas moderados", que pretenden exculpar al Islam de toda responsabilidad: "dos de cada tres guerras en el mundo se libran en nombre de esa creencia. La idea de que el Islam es una religión de paz no tiene ningún fundamento", ha dicho en la presentación de su libro.
Hirsi Ali abandonó el islamismo después de los atentados del 11 de septiembre. "Como mujer musulmana, educada en la práctica de la religión islámica, me di cuenta de que no se puede separar Islam y terrorismo, porque están íntimamente unidos", ha dicho en la presentación del libro en Madrid. Esto desafía la opinión políticamente correcta que mentienen los líderes políticos (no solo Zapatero, sino Blair y Bush) porque "cuando repiten una y otra vez que el Islam es la paz, y hacen un llamamiento a los intelectuales para que digan que los atentados no se hacen en su nombre, están dando un bofetón a quienes denunciamos" los ataques a los derechos humanos en nombre del Islam.
No deja de sorprender que, mientras una delegación española con la vicepresidenta a la cabeza se apuntaban a un obsceno safari, posaban sus modelitos étnicos para la prensa, bailaban y cantaban frívolamente su "multiculturalismo" y se entrevistaban con una defensora a ultranza de la castración femenina (pocos han reparado en esto), Hirsi Alí, en Madrid, que sabe cómo viven allí las mujeres (violaciones consentidas, lapidación por infidelidad, ausencia total de derechos de ciudadanía...) y sufrió de niña la ablación de su clítoris, denunciaba precisamente la estupidez de la izquierda bienpensante que, disfrazada de relativismo cultural, y en nombre del "respeto a la diferencia" y a las culturas no occidentales se niegan a criticar los hábitos y costumbres ancestrales por bárbaros que sean: "Detrás de todo ello –escribe Hirsi Ali–, están las intenciones más dispares, pero ya sabemos que el infierno está pavimentado de los mejores propósitos. Se trata de racismo en su acepción más pura."
No pretendo ser neutral. Es imposible que me crea que las feministas occidentales defienden a las mujeres mientras callan, ignoran y abandonan a su suerte no solo a mujeres valientes como Ayaan Hisi Ali, sino a las millones de mujeres anónimas condenadas a vivir bajo la sharia, sufriendo la violencia y el dolor de por vida provocado por la mutilación sexual y, en fin, la peor tiranía que existe hoy día.
[Actualización]. Lucrecio habla hoy de ello. Pone esta cita de su presentación en Madrid, que no me resisto a reproducir: “ Mi crítica a la fe y la cultura islámica se percibe como ‘dura’, ‘ofensiva’ e ‘hiriente’. Pero la oposición de los relativistas culturales es, de hecho, más dura, más ofensiva y más hiriente si cabe. Se sienten superiores, y en un proceso de diálogo tratan a los musulmanes no como sus iguales sino como el ‘otro’ que debe ser respetado. Y piensan que debe evitarse la crítica al Islam, porque temen que los musulmanes se ofendan y recurran a la violencia. En tanto verdaderos liberales, nos abandonan a los musulmanes que hemos atendido la llamada de nuestro espíritu cívico, a nuestra suerte. He corrido un riesgo enorme al prestar oído al ruego de la reflexión y participación en el debate abierto que se generó en Occidente tras los atentados del 11 de septiembre. ¿Y qué dicen los relativistas culturales? Que debería haberlo hecho de otra manera”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario