El ser humano se distingue del resto del reino animal por multitud de atributos, y uno de ellos es la potestad de realizar el acto sexual por mero placer.
En la cultura grecorromana no existe la noción del pecado, la naturalidad imperaba en las relaciones sexuales. A partir del siglo II surge el sacerdocio cristiano, que introduce la castidad entre sus miembros y propugna la pureza del amor conyugal entre sus acólitos. Ni que decir tiene que, a pesar de la feroz lucha de la Iglesia por adoctrinar a sus fieles contra cualquier manifestación erótica, el hombre y la mujer no han podido abstraerse de los "malos pensamientos", llevándolos a la práctica en cuanto ven el menor atisbo de libertad; otra cosa es que aún pese sobre nosotros la mala conciencia de siglos de represión.
Sebastián Celestino Pérez (Extracto de El placer más antiguo del mundo en el EPS del Domingo 20 de enero)
En la cultura grecorromana no existe la noción del pecado, la naturalidad imperaba en las relaciones sexuales. A partir del siglo II surge el sacerdocio cristiano, que introduce la castidad entre sus miembros y propugna la pureza del amor conyugal entre sus acólitos. Ni que decir tiene que, a pesar de la feroz lucha de la Iglesia por adoctrinar a sus fieles contra cualquier manifestación erótica, el hombre y la mujer no han podido abstraerse de los "malos pensamientos", llevándolos a la práctica en cuanto ven el menor atisbo de libertad; otra cosa es que aún pese sobre nosotros la mala conciencia de siglos de represión.
Sebastián Celestino Pérez (Extracto de El placer más antiguo del mundo en el EPS del Domingo 20 de enero)
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