El pasado martes (11 Sep 2007) unos voluntarios de Greenpeace descolgaron en la fachada de la Basílica del Pilar, en Zaragoza, una gran pancarta de 200 metros dentro de su campaña contra las bombas racimo, denunciando que en la capital aragonesa se fabrican estas bombas por parte de la empresa Instalaza y exigiendo la prohibición de ese tipo de armamento. También colocaron una pirámide de dos metros de zapatos recogidos en toda España como símbolo de la mutilación que causan estas bombas.
Quiero aprovechar esta ocasión para recordar que CHA apoya esta campaña de Greenpeace contra las bombas de racimo. En este sentido hemos presentado en el Congreso de los Diputados una proposición no de Ley para exigir al Gobierno español que prohiba la fabricación de estas mortíferas armas que se ceban, especialmente, en la población civil. Una de las empresas que fabrican estas bombas es INSTALAZA, una empresa fundada en 1943, con Sede Social en Madrid, pero cuyos centros de producción se ubican en pleno Casco Histórico zaragozano. Sus bombas racimo, denominadas Mat-120, tienen 21 submuniciones de efecto carro y de fragmentación. La empresa asegura que estas bombas se autodestruyen una vez han sido abandonadas, pero Greenpeace asegura que no es cierto, ya que sólo en Líbano, el año pasado, “un millón de submuniciones quedaron esparcidos en el territorio sin explotar”.
Hace unos años fuimos el único partido que denunció que el Gobierno de Aragón había concedido subvenciones a esta empresa de armamento. CHA realizó varias preguntas en las dos últimas legislaturas ante el conocimiento de que el Gobierno de Aragón estaba subvencionando a esta empresa para alineado de visores de uso militar, fabricación de una granada de mano y otros conceptos menos claros como, por ejemplo, la modernización de producción. El Boletín Oficial de Aragón publicó la concesión de estas subvenciones del Departamento de Industria, Comercio y Turismo hasta el año 2001 por valor de 70.550 euros.
Las bombas de racimo se han usado en todos los últimos grandes conflictos (Kosovo, Afganistán, Irak, Líbano…) y tienen un impacto brutal sobre las poblaciones: un 98% de sus víctimas son civiles, especialmente los niños, que se sienten atraídos por sus colores y formas llamativas. Afectan principalmente a la población civil, ya que el contenedor principal se abre en el aire diseminando una enorme cantidad de bombas que cubren grandes extensiones de terreno de manera indiscriminada. Muchas submuniciones no explotan al impactar y suponen una amenaza de muerte o mutilación para cualquiera durante muchos años, por lo que estas zonas quedan despobladas e inutilizadas.
Ya veis, la Zaragoza Ciudad de la Paz, candidata a base de la OTAN y fabricante de bombas racimo. La UNESCO debería abrirnos un expediente. Ya sé que alguien puede decir que un portavoz de economía tiene que hablar de productividad, de comercio exterior, de empleo… y no de niños mutilados a miles de kilómetros de distancia por bombas fabricadas en Zaragoza, pero… En CHA somos así: creemos que el mundo de la economía debe tener unas nuevas reglas y que las industrias deben adecuarse a la sensibilidad y a los valores del siglo XXI. Igual que hoy se considera totalmente normal que los poderes públicos exijan a las industrias que contaminen menos, también debemos considerar normal que reclamemos la reconversión de ciertos negocios quizá rentables a corto plazo, pero absolutamente insostenibles desde el punto de vista de la humanidad. Ser socialmente responsables también consiste en dejar de fabricar bombas de racimo, por ejemplo.
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