miércoles, septiembre 03, 2008

Agresores de maestros arruinados Por FERNANDO IWASAKI

Agresores de maestros arruinados Por FERNANDO IWASAKI 29-11-2006 08:31:43

Agresores de maestros arruinados

A pesar de llevar casi un mes fuera de España, sigo con preocupación la incomprensible deriva de los casos de maestros agredidos por alumnos o padres de familia. ¿Qué deseamos en realidad? ¿Que los profesores sean considerados como guardias civiles en caso de ser atacados o más bien cortar esa lacra de raíz? Las reflexiones de Ignacio Camacho al respecto me han animado a exponer qué ocurre aquí en los Estados Unidos ante casos semejantes.

Una cosa es la vía administrativa y otra muy distinta la vía penal y civil. Un alumno agresor puede ser expulsado del centro educativo, pero eso no supone que la criatura escarmiente o sea castigada de manera eficaz. Es decir, que se arrepienta y enmiende para los restos. La vía administrativa tiene sus límites porque para eso están las vías penales y civiles.

Admito que la judicialización de la vida americana es exagerada, porque aquí uno puede llevar a los tribunales a todo el mundo. A un médico, por ejemplo. A un hospital, si hiciera falta. A una empresa automotriz, sin ir muy lejos. A los fabricantes de neumáticos cuyos productos no funcionan en la vida real como en la publicidad. Aquí la gente no se anda con chiquitas y este preámbulo me vale para ilustrar lo que ocurre cuando un alumno agrede a un profesor.

Todos hemos visto películas donde el protagonista es un maltratado maestro de secundaria de un barrio marginal poblado por bandas de inmigrantes latinos o negros matones. Estos son los casos extremos que valen para un «thriller» o una ficción literaria, pero la vida real es más diversa. Por lo tanto, ¿qué ocurre cuando un maestro es agredido en una escuela burguesa de clase media, como la mayoría de High Schools de este país? Pues que los profesores agredidos demandan civil y penalmente a los padres de los energúmenos y toda la maquinaria judicial americana se pone en marcha para triturar económicamente a los violentos, los abusivos y los maleducados. Y si el agresor es el propio padre la ruina familiar es inevitable.

Estoy de acuerdo con Ignacio Camacho en que nuestro propio sistema educativo pseudo-progresista es quien ha arrojado a los maestros a las patas de los caballos, pero quizás la justicia pueda volver a poner las cosas en su sitio el día que una familia española se quede sin casa, sin coche y sin los ahorros de toda la vida para indemnizar a un profesor agredido por el «niño» de la casa. Así funcionan las cosas en los Estados Unidos y por eso la violencia escolar sólo está enquistada en los barrios donde la gente vive subvencionada (Ya sé que a veces aparece un adolescente loco que coge la escopeta del padre y mata a medio colegio, pero los psicópatas son la excepción).

No habría podido redactar este artículo sin la colaboración de algunos maestros españoles que viven en Miami enseñando nuestra lengua. Muchos de ellos fueron agredidos en los institutos de sus pueblos y ciudades, y decidieron apuntarse a los programas internacionales del Ministerio de Educación para seguir enseñando y al mismo tiempo alejarse del caos, la violencia y la impunidad que reina absoluta en nuestras escuelas públicas. «¿Qué hacen aquí los profesores si son agredidos?», le preguntaron a sus colegas cuando se sintieron más integrados. La respuesta que recibieron es cuanto he tratado de exponer en este artículo.

En lo que llevo de viaje he podido visitar escuelas secundarias de Santiago de Chile, Lima, Guayaquil, Cuenca y Quito, y en todas he constatado un respeto ejemplar hacia los profesores. En Hispanoamérica los profesores ganan una miseria, pero al menos disfrutan de la admiración y del respeto social. Habrá excepciones, claro, como también hay jóvenes educados y respetuosos en las escuelas españolas, pero mi conclusión es que los maestros españoles han perdido la autoridad y la consideración que todavía subsiste en América Latina, y que ni siquiera disfrutan del respaldo judicial que los maestros de Estados Unidos tienen a su disposición cuando son agredidos por padres o alumnos energúmenos.

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