La destrucción del litoral. Espacios protegidos bajo presión. El Gobierno propone blindar los espacios naturales costeros y la compra de fincas en primera línea para preservar la escasa costa libre. CRISTINA VÁZQUEZ - Valencia EL PAÍS - España - 04-11-2007
La ocupación urbanística se ha cebado en los últimos años en las playas del norte y el sur de la provincia de Valencia y amenaza los escasos tramos vírgenes que sobreviven en los 126 kilómetros de litoral. Paradójicamente, han sido la autovía V-21, que discurre a escasos metros del mar, y el parque natural de la Albufera los que han mantenido a raya el avance de apartamentos en algunos puntos del litoral. Aun así, en la costa de Valencia, con el 29% de su primer kilómetro urbanizado y cinco espacios naturales protegidos, resulta cada vez más difícil hallar lugares donde el mar tiene su frontera en suelo libre de cemento.
La idea de la Estrategia para la sostenibilidad de la costa -el gran estudio oficial sobre las agresiones al litoral, al que ha tenido acceso EL PAÍS- es evitar que la construcción invada los escasos tramos vírgenes del litoral con la compra de fincas en una docena de municipios y preservar espacios protegidos como los Marjales dels Moros, en Sagunto, y de Pego-Oliva o L'Albufera . La retirada de la línea de la costa que plantea Medio Ambiente supone en la práctica la condena de cientos de construcciones que invaden el dominio público marítimo y obliga al traslado hacia el interior de la autovía V-21 entre Valencia y Sagunto. El plan del litoral de la Generalitat Valenciana, en trámite cerca de año y medio, describe muy gráficamente la situación del litoral: casi todo el suelo que se tenía que desarrollar ya es urbanizable o se reclasificará a corto plazo y el suelo de primera línea que se tenía que proteger, ya lo está.
El litoral de Valencia es un eje sobrecargado de infraestructuras viarias, paseos marítimos, puertos, apartamentos y chalés. El plan de choque de Medio Ambiente quiere dejar además fuera de ordenación toda la línea de costa desde el puerto de Sagunto hasta el norte de la ciudad de Valencia. También se pide que se frene la construcción en la zona residencial de la Pobla de Farnals y la demolición de varias hileras de casetas en la playa del Puig, situadas en los 20 metros de dominio público y, en su mayoría, levantadas antes de la ley de Costas de 1988.
Costas comprará el frente costero (3,5 millones de metros cuadrados) del Marjal dels Moros, área protegida presionada por urbanizaciones del entorno, y plantea el traslado al interior del Polígono Industrial del Mediterráneo, en Albuixech, y de la antigua autopista, ahora V-21, entre Valencia y Sagunto. Medio Ambiente se propone la compra de cerca de dos millones de metros cuadrados de suelo rústico contiguo a la costa para preservar la fachada marítima en los municipios de Massamagrell, Albalat, Foios y Meliana, así como al sur de la macrourbanización Port Saplaya, en Alboraia.
A pocos metros de esta zona, ahora ocupada por un gran parque comercial, está prevista una urbanización de lujo, con 800 nuevas residencias y una nueva marina. Para el realojo del parque comercial, el consistorio reclasificó millones de metros de huerta próxima a la costa.
Si la declaración de la Albufera y el Saler como parque natural ha salvado de la urbanización un amplio tramo del litoral cercano a la capital, el puerto de Valencia, uno de los más grandes del Mediterráneo, ha condicionado la fachada costera de la ciudad de Valencia, sobre todo sus playas. El informe de impacto ambiental sobre la nueva ampliación prevista, recién elaborado por Medio Ambiente, ya advertía de las consecuencias que las obras tendrán sobre las playas al sur del puerto, desde el Perellonet hasta casi Cullera.
El plan de choque propone en este punto la retirada de costa en las playas del Saler y Pinedo, sacrificadas por las sucesivas ampliaciones portuarias. Costas ya ha actuado en algunos puntos de este frente, con la adquisición de una antigua fábrica de plásticos, Plexi, situada a pocos metros del mar, para derribarla y dar continuidad a una vía litoral. Un plan de remodelación de toda esta fachada, con la adquisición de 800.000 metros cuadrados, servirá para proteger el parque natural de L'Albufera y su Devesa, cordón litoral que separa el lago del mar, donde está el Parador Nacional, el campo de golf del Saler y varias torres de apartamentos.
El envite urbanizador en la fachada litoral al sur de la desembocadura del Júcar, una zona con alto riesgo de inundación marina, es preocupante. Además del conocido como Manhattan de Cullera, una macrourbanización con 4.800 casas, distribuidas en 33 torres de 25 alturas, otros dos proyectos, el Brosquil y el Marenyet, suponen la reclasificación de 10 millones de metros cuadrados de suelo no urbanizable al sur de la desembocadura, con la edificación de 15.000 nuevas casas y varios campos de golf y hoteles. El plan de choque alerta de que la presión urbanística, especialmente entre Cullera y Tavernes de la Valldigna, es un peligro por la falta de permeabilidad territorial. En Tavernes se presentó hace meses un proyecto urbanístico sobre 4,5 millones de metros cuadrados de suelo rústico, con otras 4.500 viviendas, dos campos de golf y una marina deportiva. El proyecto se paralizó, pero no está descartado. Un segundo plan en este municipio de La Safor prevé la transformación de otros dos millones de metros de suelo rústico para edificar 1.500 casas y un campo de golf.
La proliferación de puertos deportivos -una media de 10 por cada 100 kilómetros- también se señala en el plan de Medio Ambiente como un peligro para el litoral, por lo que piden un plan de ámbito autonómico, sin el que no podrá construirse ninguna nueva instalación.
La ocupación urbanística se ha cebado en los últimos años en las playas del norte y el sur de la provincia de Valencia y amenaza los escasos tramos vírgenes que sobreviven en los 126 kilómetros de litoral. Paradójicamente, han sido la autovía V-21, que discurre a escasos metros del mar, y el parque natural de la Albufera los que han mantenido a raya el avance de apartamentos en algunos puntos del litoral. Aun así, en la costa de Valencia, con el 29% de su primer kilómetro urbanizado y cinco espacios naturales protegidos, resulta cada vez más difícil hallar lugares donde el mar tiene su frontera en suelo libre de cemento.
La idea de la Estrategia para la sostenibilidad de la costa -el gran estudio oficial sobre las agresiones al litoral, al que ha tenido acceso EL PAÍS- es evitar que la construcción invada los escasos tramos vírgenes del litoral con la compra de fincas en una docena de municipios y preservar espacios protegidos como los Marjales dels Moros, en Sagunto, y de Pego-Oliva o L'Albufera . La retirada de la línea de la costa que plantea Medio Ambiente supone en la práctica la condena de cientos de construcciones que invaden el dominio público marítimo y obliga al traslado hacia el interior de la autovía V-21 entre Valencia y Sagunto. El plan del litoral de la Generalitat Valenciana, en trámite cerca de año y medio, describe muy gráficamente la situación del litoral: casi todo el suelo que se tenía que desarrollar ya es urbanizable o se reclasificará a corto plazo y el suelo de primera línea que se tenía que proteger, ya lo está.
El litoral de Valencia es un eje sobrecargado de infraestructuras viarias, paseos marítimos, puertos, apartamentos y chalés. El plan de choque de Medio Ambiente quiere dejar además fuera de ordenación toda la línea de costa desde el puerto de Sagunto hasta el norte de la ciudad de Valencia. También se pide que se frene la construcción en la zona residencial de la Pobla de Farnals y la demolición de varias hileras de casetas en la playa del Puig, situadas en los 20 metros de dominio público y, en su mayoría, levantadas antes de la ley de Costas de 1988.
Costas comprará el frente costero (3,5 millones de metros cuadrados) del Marjal dels Moros, área protegida presionada por urbanizaciones del entorno, y plantea el traslado al interior del Polígono Industrial del Mediterráneo, en Albuixech, y de la antigua autopista, ahora V-21, entre Valencia y Sagunto. Medio Ambiente se propone la compra de cerca de dos millones de metros cuadrados de suelo rústico contiguo a la costa para preservar la fachada marítima en los municipios de Massamagrell, Albalat, Foios y Meliana, así como al sur de la macrourbanización Port Saplaya, en Alboraia.
A pocos metros de esta zona, ahora ocupada por un gran parque comercial, está prevista una urbanización de lujo, con 800 nuevas residencias y una nueva marina. Para el realojo del parque comercial, el consistorio reclasificó millones de metros de huerta próxima a la costa.
Si la declaración de la Albufera y el Saler como parque natural ha salvado de la urbanización un amplio tramo del litoral cercano a la capital, el puerto de Valencia, uno de los más grandes del Mediterráneo, ha condicionado la fachada costera de la ciudad de Valencia, sobre todo sus playas. El informe de impacto ambiental sobre la nueva ampliación prevista, recién elaborado por Medio Ambiente, ya advertía de las consecuencias que las obras tendrán sobre las playas al sur del puerto, desde el Perellonet hasta casi Cullera.
El plan de choque propone en este punto la retirada de costa en las playas del Saler y Pinedo, sacrificadas por las sucesivas ampliaciones portuarias. Costas ya ha actuado en algunos puntos de este frente, con la adquisición de una antigua fábrica de plásticos, Plexi, situada a pocos metros del mar, para derribarla y dar continuidad a una vía litoral. Un plan de remodelación de toda esta fachada, con la adquisición de 800.000 metros cuadrados, servirá para proteger el parque natural de L'Albufera y su Devesa, cordón litoral que separa el lago del mar, donde está el Parador Nacional, el campo de golf del Saler y varias torres de apartamentos.
El envite urbanizador en la fachada litoral al sur de la desembocadura del Júcar, una zona con alto riesgo de inundación marina, es preocupante. Además del conocido como Manhattan de Cullera, una macrourbanización con 4.800 casas, distribuidas en 33 torres de 25 alturas, otros dos proyectos, el Brosquil y el Marenyet, suponen la reclasificación de 10 millones de metros cuadrados de suelo no urbanizable al sur de la desembocadura, con la edificación de 15.000 nuevas casas y varios campos de golf y hoteles. El plan de choque alerta de que la presión urbanística, especialmente entre Cullera y Tavernes de la Valldigna, es un peligro por la falta de permeabilidad territorial. En Tavernes se presentó hace meses un proyecto urbanístico sobre 4,5 millones de metros cuadrados de suelo rústico, con otras 4.500 viviendas, dos campos de golf y una marina deportiva. El proyecto se paralizó, pero no está descartado. Un segundo plan en este municipio de La Safor prevé la transformación de otros dos millones de metros de suelo rústico para edificar 1.500 casas y un campo de golf.
La proliferación de puertos deportivos -una media de 10 por cada 100 kilómetros- también se señala en el plan de Medio Ambiente como un peligro para el litoral, por lo que piden un plan de ámbito autonómico, sin el que no podrá construirse ninguna nueva instalación.
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