Definen el perfil de agresor y víctima de bullying en un curso de la Universidad del País Vasco
Ayer comenzó un curso de verano sobre acoso escolar en el Palacio Miramar de San Sebastián con la intervención del profesor José Antonio Oñederra y su clasificación del fenómeno del bullying.
“El bullying es un fenómeno general que se produce en todos los estratos sociales y en todos los países en los que se ha investigado sobre el tema”. Es una de las principales conclusiones que se extraen del recién estrenado curso “Acoso escolar: identificación y programas de intervención” que imparte la Universidad del País Vasco (UPV-EHU) en el Palacio Miramar de San Sebastián.
José Antonio Oñederra, profesor del Instituto de Bidebieta, ha sido uno de los primeros en participar. En su intervención ha definido el bullying o acoso escolar como “una situación en la que un estudiante o grupo de ellos intimida a otro”. Por tanto, si la pelea o discusión es entre personas en las mismas condiciones tanto físicas como psíquicas, no se considera bullying.
Así, se ha clasificado a la víctima como un alumno con baja popularidad entre los compañeros, con un temperamento débil, baja autoestima, inseguridad y, en ocasiones, tendencias a la depresión. No obstante, los expertos dejan claro que a pesar de ello cualquier persona puede sufrir acoso escolar. Eso sí, aquellos estudiantes que lo sufren acarrean como consecuencia un bajo rendimiento escolar, rechazo a la escuela e incluso sentimiento de culpabilidad, lo que puede provocar un cambio de escuela.
Por su parte, y según las conclusiones de la primera jornada del curso de la UPV-EHU, el agresor es todo lo contrario: goza de buena autoestima y popularidad, no tiene sentimiento de culpabilidad, tiene un temperamento impulsivo y agresivo, no es buen estudiante y a veces es consumidor de alcohol y drogas. Se suman a ello las posibles y habituales consecuencias de estos agresores que pasan por empeorar sus calificaciones escolares e incluso por llevarles a adoptar conductas antisociales y delictivas.
A pesar de ello, y según datos del pasado mes de julio del Observatorio Estatal de Convivencia Escolar, la mayoría de los adolescentes (68,15%) reconoce que interviene para detener la violencia y el 36,3% lo hace aunque no sea amigo de la víctima, mientras que el 31,8% lo hace cuando existe dicho vínculo. El informe del Observatorio también arroja datos como la colaboración y entendimiento entre profesores y alumnos, pues el 54,2% de éstos considera que puede contar con su maestro en caso de acoso.
El clima de convivencia es también un aspecto fundamental en el aspecto preventivo del acoso escolar. En este sentido, y según los datos del Observatorio, destaca como el alumnado se encuentra “bastante” o “muy satisfecho” con las relaciones con sus compañeros (89,4%), con lo que aprende en el centro (85,7%) y con la relación entre la familia y el colegio (83,5%). Para los profesores, este clima de convivencia se traduce en un sentimiento de importancia dentro del colegio (95,1%), orgullo por el lugar de trabajo (82,1%) y el reconocimiento laboral (75,8%).
Maite Garaigordobil Landazabal, profesora de la Facultad de Psicología de la UPV-EHU y directora del curso, se ha encargado de adelantar otros temas que se pondrán sobre la mesa en este curso y son, entre otros, explorar las conexiones entre las dificultades socio-emocionales y el acoso escolar, identificar las nuevas formas de violencia interpersonal entre iguales, conocer estrategias y programas de intervención, analizar la violencia y acoso escolar en países del Tercer Mundo y conocer la situación en concreto del País Vasco.
Ayer comenzó un curso de verano sobre acoso escolar en el Palacio Miramar de San Sebastián con la intervención del profesor José Antonio Oñederra y su clasificación del fenómeno del bullying.
“El bullying es un fenómeno general que se produce en todos los estratos sociales y en todos los países en los que se ha investigado sobre el tema”. Es una de las principales conclusiones que se extraen del recién estrenado curso “Acoso escolar: identificación y programas de intervención” que imparte la Universidad del País Vasco (UPV-EHU) en el Palacio Miramar de San Sebastián.
José Antonio Oñederra, profesor del Instituto de Bidebieta, ha sido uno de los primeros en participar. En su intervención ha definido el bullying o acoso escolar como “una situación en la que un estudiante o grupo de ellos intimida a otro”. Por tanto, si la pelea o discusión es entre personas en las mismas condiciones tanto físicas como psíquicas, no se considera bullying.
Así, se ha clasificado a la víctima como un alumno con baja popularidad entre los compañeros, con un temperamento débil, baja autoestima, inseguridad y, en ocasiones, tendencias a la depresión. No obstante, los expertos dejan claro que a pesar de ello cualquier persona puede sufrir acoso escolar. Eso sí, aquellos estudiantes que lo sufren acarrean como consecuencia un bajo rendimiento escolar, rechazo a la escuela e incluso sentimiento de culpabilidad, lo que puede provocar un cambio de escuela.
Por su parte, y según las conclusiones de la primera jornada del curso de la UPV-EHU, el agresor es todo lo contrario: goza de buena autoestima y popularidad, no tiene sentimiento de culpabilidad, tiene un temperamento impulsivo y agresivo, no es buen estudiante y a veces es consumidor de alcohol y drogas. Se suman a ello las posibles y habituales consecuencias de estos agresores que pasan por empeorar sus calificaciones escolares e incluso por llevarles a adoptar conductas antisociales y delictivas.
A pesar de ello, y según datos del pasado mes de julio del Observatorio Estatal de Convivencia Escolar, la mayoría de los adolescentes (68,15%) reconoce que interviene para detener la violencia y el 36,3% lo hace aunque no sea amigo de la víctima, mientras que el 31,8% lo hace cuando existe dicho vínculo. El informe del Observatorio también arroja datos como la colaboración y entendimiento entre profesores y alumnos, pues el 54,2% de éstos considera que puede contar con su maestro en caso de acoso.
El clima de convivencia es también un aspecto fundamental en el aspecto preventivo del acoso escolar. En este sentido, y según los datos del Observatorio, destaca como el alumnado se encuentra “bastante” o “muy satisfecho” con las relaciones con sus compañeros (89,4%), con lo que aprende en el centro (85,7%) y con la relación entre la familia y el colegio (83,5%). Para los profesores, este clima de convivencia se traduce en un sentimiento de importancia dentro del colegio (95,1%), orgullo por el lugar de trabajo (82,1%) y el reconocimiento laboral (75,8%).
Maite Garaigordobil Landazabal, profesora de la Facultad de Psicología de la UPV-EHU y directora del curso, se ha encargado de adelantar otros temas que se pondrán sobre la mesa en este curso y son, entre otros, explorar las conexiones entre las dificultades socio-emocionales y el acoso escolar, identificar las nuevas formas de violencia interpersonal entre iguales, conocer estrategias y programas de intervención, analizar la violencia y acoso escolar en países del Tercer Mundo y conocer la situación en concreto del País Vasco.
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