sábado, junio 19, 2010

ARQUITECTOS DE OTRO MUNDO. Inma Muñoz. DOMinical

ARQUITECTOS DE OTRO MUNDO. Inma Muñoz. fotos: Albert Bertran. DOMinical
Creen que el sistema necesita un cambio y tienen la energía y la preparación para plantearlo. ¿Quién dijo que no hay alternativas? Ellos las han encontrado
ALBERT
GASCH, FIARE. BANCA ÉTICA. "Aplicamos a las finanzas criterios de transparencia y participación"
Dice que no trabajaría en un banco "ni loco, ni cobrando el doble" que donde trabaja ahora. Que no es otro sitio que un banco. Pero un banco diferente: un banco ético. Albert Gasch, barcelonés de 37 años, trabaja en Fiare (Fundación para la Inversión y el Ahorro Responsable), una entidad que actúa como agente en España de la consolidada Banca Popolare Etica italiana con una finalidad: invertir el ahorro de personas, colectivos, empresas y administraciones públicas en proyectos viables de economía social y solidaria. Vamos, que los fondos que depositan los clientes en sus cuentas de ahorros se convierten en créditos destinados a financiar proyectos que no siempre encuentran el apo
yo de la banca tradicional. Las oenegés y fundaciones que luchan por la integración de colectivos en riesgo de marginación y por la protección del medioambiente se benefician de ello.
"Intentamos acercar la financiación a los excluidos financieramente –explica Gasch–, y hacerlo aplicando criterios de transparencia y participación". Es decir dando a los clientes la posibilidad de elegir en qué ámbito quieren que se invierta su dinero y animándoles a convertirse en socios de la entidad, lo que les permitirá asistir a las asambleas en las que se definen las líneas de actuación y se elige a los miembros de la comisión ético-social que evaluará, con criterios de viabilidad y beneficio para la comunidad, la idoneidad de los proyectos. Para convertirse en socio de Fiare, basta con aport
ar 300 euros al capital social, que se recuperan si se decide abandonar el proyecto. "Y cada socio tiene un voto, independientemente de la cantidad que haya aportado. Así se logra que el banco sea de todos, y que no esté al servicio de los intereses de unos cuantos".
El proyecto Fiare nació en Bilbao en 2001. Poco a poco fueron abriendo oficinas en el resto de capitales vascas, en Madrid, en Pamplona y en Valencia. La oficina donde trabaja Albert Gasch, la de Barcelona, fue inaugurada en 2008 y, d
esde entonces, ha recogido más de 3,36 millones de euros en depósitos y ha concedido créditos por valor de 3,85 millones. En el conjunto de España, el montante de los depósitos supera los 21 millones de euros, y el de créditos, los 13,6. Por el momento, ésas son las dos únicas actividades que lleva a cabo Fiare, aunque el objetivo es poder llegar a ofrecer los mismos servicios que un banco convencional, algo que ya está cerca de hacer, por ejemplo, Triodos Bank, el referente de la banca ética en Europa, que tiene oficinas en España desde 2004.
Al ritmo que está creciendo Fiare, explica Gasch, lograrán ese objetivo "de de ser un banco pequeño pero consolidado, con todos los servicios", en el plazo de dos o tres años. "Aunque es muy complicado aventurarlo", matiza con prudencia. Su día a día en la oficina no es muy diferente del de un trabajador de cualquier otra entidad: "Informo a los cliente
s, abro depósitos, atiendo incidencias... Aunque en algo sí es distinto: dedico un buen rato a explicar a quienes entran a ver qué ofrecemos qué significa este proyecto, cuál es su valor'. Los empleados de banca convencional hablan de beneficios dinerarios. Él habla de transparencia y responsabilidad. Y le escuchan. "El proyecto se vende solo: ahorro seguro con un destino interesante. Y menos mal que es así, porque yo soy muy mal vendedor: sólo soy una persona que cree en lo que hace".
Esa fe es la que le llevó a dejar un puesto en la Administración catalana asesorando a quienes querían montar cooperativas, en el que aprovechaba su licenciatura en Derecho, por un empleo que no está relacionado con su formación y en el que cobra menos y trabaja más. "Pero es que siempre he querido participar en la creación de estructuras que dieran músculo a la economía solidaria, y aquí lo puedo hacer. Y estoy harto de filosofadas. Todos compartimos el diagnóstico de que el mundo va mal, pero no basta con eso: hay que actuar. Fiare lleva a cabo una acción directa, resolutiva y tr
ansformadora. Para mí esto es más que un trabajo: es una extensión de mi forma de pensar".

OTRAS ALTERNATIVAS

BANCOS DE TIEMPO.
El primero de Europa se creó en Italia en 1992. Desde entonces, han proliferado estos bancos en los que el dinero no tiene ninguna validez, sólo el tiempo y los servicios la tienen: una hora de clases de piano por otra de reparaciones de fontanería, por ejemplo. Muchos ayuntamientos españoles los promueven.
MERCADOS DE INTERCAMBIO.
También el trueque ha ganado adeptos como una forma de obtener productos que se necesitan sin tener que hacer desembolsos monetarios. No hay ciudad española que no tenga el suyo.
MONEDA SOCIAL.
Algunos colectivos han llevado más allá la idea del trueque y han creado sistemas de intercambio monetarios basados en criterios de justicia y solidaridad. En algunos países, como Brasil, estas monedas han llegado a propiciar verdaderos sistemas económicos comunitarios.

ALBA ÁLVAREZ, LA SENALLA. "Queremos un producto de calidad, limpio y justo"
AIba Álvarez tiene 26 años, una licenciatura en Psicología, una agenda casi de ministro (su jornada laboral como técnica de salud en la Fundació Autónoma Solidaria, un máster de terapia Gestalt, clases de biodanza, voluntariado) y las ideas muy claras: "Consumimos dentro de un sistema que, si sigue como hasta ahora, puede llevarnos a una situación dramática. Crear otra manera de consumir puede hacer que cambien las cosas".
Con ese mismo planteamiento se pusieron en marcha, recién estrenados los noventa, las primeras cooperativas de consumo agroecológico. En ellas, como en las de ahora, grupos de ciudadanos se coordinaban para comprar directamente a los agricultores alimentos de la tierra, ecológicos y a un precio justo, libre de las servidumbres que impone la gran distribución, que incrementa hasta en un 500% el precio de origen del producto. El ejemplo de esos pioneros en hablar de responsabilidad en el consumo ha ido calando, v en el último lustro el número de cooperativas se ha multiplicado: en Catalunya, por ejemplo, no había más de una decena en el año 2000, y hoy ya se acercan al centenar.
Nueve de ellas están en el distrito barcelonés de Grácia, una zona con un rico tejido asociativo en la que desembarcó Alba Álvarez hace apenas un año. "Implicándome en la vida del barrio descubrí las cooperativas y me apunté a la lista de espera de una, El Farró". No era la única cooperativa del barrio con lista de espera: La Tófona, L'Aixada, El Rusc también la tení
an. Y las listas avanzaban muy despacio, así que algunos impacientes decidieron pasar a la acción, contactar con quienes aguardaban y proponerles crear la suya propia: La Senda. Alba se apuntó al proyecto. Ya tienen local, estatutos redactados, productores y están acabando de elaborar el reglamento interno. En total, son 45 personas que se organizan y colaboran para consumir fruta y verdura ecológica, sí, pero no sólo eso: "Queremos un producto de calidad, limpio y justo. Sin pesticidas ni transgénicos, pero también con un coste energético mínimo y producido en una situación de justicia", explica. Porque el inevitable acto de consumir puede convertirse en una acción política. "Consumidores lo seremos siempre, pero la clave es cómo lo somos. Quiero intervenir en la cadena, no ser una consumidora pasiva". Sólo así, cree, mejorarán las cosas. "La única manera de generar un cambio es la cooperación entre ciudadanos para crear estructuras alternativas. Todos tenemos que responsabilizarnos. El mundo no lo hacen sólo los políticos".

COOPERATIVA
S DE VIVIENDA. JUDIT SANZ, CAL CASES La coherencia como forma de vida.
No son cuatro ilusos que se quedaron colgados del sueño de las comunas de los sesenta, ni tampoco unos funambulistas que han encontrado una salida imaginativa al problema de la vivienda acuciados por la crisis. La opción de vida de los habitantes de Cal Cases se resume en una palabra: coherencia.
Lo de plantearse críticamente en qué mundo vivimos y cómo cambiarlo no les viene de ahora. Ya lo hacían cuando empezaron a implicarse en las actividades del Ateneu Rosa de Foc, de Barcelona, donde nació la idea de buscar una alternativa a la tiranía del mercado inmobiliario. "Estábamos allí organizando talleres y charlas sobre consumo responsable, redes de intercambio, alternativas al capitalismo... y luego volvíamos a casa y teníamos una hipoteca o un alquiler sometidos al mercado. Queríamos ser coherentes con esas acciones, así que empezamos a pensar cómo cambiar la situación", explica Judit Sanz. Ella es una de las 30 personas (20 adultos y 10 niños) que viven en Cal Cases, la cooperativa de vivienda en cesión de uso que surgió de esa búsqueda de alternativas. "A través de la organización Sostre Cívic conocimos esta fórmula de propiedad, y decidimos que era la más adecuada". En 2007 encontraron en Santa María d'Oló (Bages, Barcelona), en medio del campo, una masía en venta que podía ser lo que necesitaban.
"Nos constituimos en cooperativa, y fue la cooperativa quien la compró. Nosotros sólo somos miembros de ella con derecho a usar la casa por el precio de un alquiler blando", continúa Judit. Esta fórmula de propiedad, que imposibilita especular con la vivienda, es aún poco conocida en España, pero está muy extendida en los países escandinavos. En Copenhague, por ejemplo, casi un tercio de la vivienda sigue este modelo, bautizado como Andel.
Una vez comprada la finca, empezó el proceso de rehabilitación que culminó en lo que es hoy: el hogar de 12 familias que disfrutan de su espacio íntimo (habitación, baño, un pequeño comedor con una minicocina sin nevera, "por el ahorro energético") y de los compartidos: cocina, comedores, despensa, espacios para los niños, sala de reuniones, biblioteca, videoteca, lavadero y almacén. Un proyecto de vida en comunidad tras el que subyace una voluntad de cambio político y social por el que siguen trabajando: "Queremos mostrar que hay un modelo que lucha contra la especulación y que funciona. Es muy difícil que el sistema cambie, pero podemos encontrar fórmulas alternativas que permitan someterse lo mínimo a él.
Los habitantes de Cal Cases han podido adaptar su vida al nuevo entorno. La mayoría ha encontrado empleo en la zona o se ha podido organizar para reducir jornadas o trabajar desde casa. Todos ellos son licenciados universitarios; algunos, doctores. Judit, que es bióloga especialista en la evaluación del cáncer hereditario, ha podido cambiar su puesto en el Hospital de Sant Pau de Barcelona por otro en el de Manresa. Y está encantada con lo bien que los han acogido los vecinos. "A la larga, el objetivo es crear una red con ellos que nos permita ser autosuficientes. Pero eso llevará tiempo".

1 comentario:

Bronte dijo...

Un compañero suyo de profesión me ha pasado este enlace. Soy Imma Muñoz, la redactora del reportaje. Sólo quería darle las gracias por hacer difusión de nuestro trabajo.

Reciba un caluroso abrazo

Imma
imunoz@elperiodico.com

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